008. friends and pirates

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tw: ataque de pánico

CHAPTER EIGHT
❝amigas y piratas❞
one piece season 1 | act. one









ARABELLA SE DESPERTÓ de golpe cubierta en sudor frío, la cara empapada por las lagrimas y la respiración entrecortada.

Hace meses no soñaba con sus padres.

Se levantó de la cama con una mano acariciando su pecho, su visión estaba nublada por lo que salió al pasillo tambaleándose.

Nami la observó confundida.

—¿Bella? ¿Estás bien?

—Y-yo... no... no puedo respirar.

La pelinaranja dejo la bolsa llena de cosas robadas en el piso y se acerco a Arabella que se sentó, pegando la espalda en la pared. Nami se agachó y puso sus manos en las mejillas de la contraria, pero la pelirroja se negaba a mirarla.

—Ari necesito que me mires —dijo preocupada y Arabella elevo la mirada—. Respira conmigo, ¿puedes hacer eso?

Asintió y Nami comenzó a respirar lentamente hasta que la respiración de Arabella se regulo y dejo de llorar.

—Lo siento —murmuró limpiándose las lágrimas.

—¿Quieres decirme que pasó?

—Tuve una pesadilla —dijo negando—. No es nada. Estoy bien.

Nadie, nunca, la había visto así. Estaba avergonzada.

—Vamos, acompáñame —Nami se levantó y le extendió la mano—. Aún tengo que vaciar un poco este lugar y no creo que quieras volver a dormir.

Arabella tomó su mano y se levantó. Sin decir una palabra más, las dos caminaron por el pasillo mientras Nami tomaba cosas al azar y las metía en su funda de almohada.

Escucharon un ruido y Nami tomó la mano de su amiga para entrar a una habitación.

Las luces se prendieron.

—¿Nami? ¿Arabella? —preguntó Kaya adormilada—. ¿Qué hacen? ¿Está todo bien?

—Lo siento, esta casa es enorme —dijo la pelinaranja—. Tratábamos de encontrar el baño.

—¿Las dos juntas? —preguntó sonriendo—. ¿Y con una funda de almohada? —Kaya se levantó de la cama—. Así que si son piratas.

—Odio a los piratas —dijo Nami—. Pero soy lo que soy. Y... no me disculparé por eso.

—A decir verdad, esta decoración es medio vulgar —dijo Kaya sentándose en el sillón—. Prefiero donarla a la caridad.

—No somos caridad.

—No, claro que no —negó—. Quise decir que no sirve de nada tener muchas cosas si no puedes compartirlas con otros. Gente necesitadas. Familia. Amigos.

—¿Somos amigas? —preguntó Arabella alzando las cejas—. No nos conoces para nada.

—Usopp sí, y eso es un comienzo —dijo sonriendo.

Nami y Bella se sentaron en el sillón una al lado de la otra. La pelirroja estaba más tranquila pero aún quería largarse de ese lugar.

—¿Y qué hacemos ahora? ¿Pijamada? ¿Jugar a maquillarnos? —preguntó Nami.

—No tenemos cinco —dijo Arabella sonriendo.

Kaya sonrió pero empezó a toser y las dos chicas fruncieron el ceño.

—Kaya, ¿estás bien?

—No hagan eso —negó.

—¿Qué?

—Todos me tratan con delicadeza, como si mi vida pendiera de un hilo. No quiero su lástima.

—No la tendrás.

Las tres chicas se acomodaron mejor y empezaron a hablar de cualquier cosa. Arabella recordó la cena y sonrió con picardía.

—¿Hay algo entre Usopp y tu? —preguntó.

—¿Usopp y yo? —preguntó riendo nerviosa—. No. Hace años que nos conocemos, desde que murió su madre. No tenía a nadie, así que mis padres le dieron empleo en el astillero. Le gusta visitarme y contarme sobre sus valientes hazañas y sus grandiosas aventuras. La verdad es que eso me hace sentir mejor.

—Le gustas tu —dijo la pelirroja—. Es más que obvio. ¿Viste como te estaba mirando cuando bajaste ayer con ese vestido?

—Cállate —contestó sonrojada—. ¿Y tu? ¿Qué pasa con Luffy?

—¿Luffy? —preguntó cruzada de brazos—. No se de que hablas.

—Oh, vamos —dijo Nami riendo—. Hasta Zoro se da cuenta de que pasa algo entre ustedes.

—Están locas —dijo sintiendo sus mejillas arder—. No pasa nada con Luffy. Somos... ¿amigos? Supongo.

—Discrepo —aportó Kaya sonriendo—. Los amigos no se miran así.

—Cambiando el tema —dijo Nami riendo levemente ante la cara de su amiga—. ¿Qué pasó con tus padres?

—Que cambio de emoción —murmuró Bella.

—Ellos... murieron en el mar. Han pasado años, pero eso aún me deja sin aliento. Ni siquiera he podido ver sus pertenencias. Guardo todos los recuerdos en el ala este, donde estaba su habitación.

—Lo siento —dijo Nami.

—¿Ustedes han perdido a alguien cercano?

—No —negó la pelinaranja.

Arabella no contestó.

—Te envidio.

—Dijo la niña rica —rió Nami.

—No eres muy buena en esto de ser amigas, ¿verdad?

—No, supongo que no —dijo Nami riendo y contagiando a las otras dos.

—¿Por qué no desayunan conmigo mañana? —sugirió Kaya una vez las tres se levantaron—. Vengan con sus amigos. Podemos negociar por la carabela.

—Nos gustaría —asintió Nami luego de compartir una mirada con Arabella—. Perdona mi atrevimiento, pero no dejes que Klahadore ni nadie controle tu vida. Eres más fuerte de lo que crees.

—Te lo agradezco —sonrió—. Buenas noches, chicas.

—Buenas noches —dijo Arabella—. Come ese pescado mañana.

Las dos amigas iban a irse pero Kaya las interrumpió.

—No olvides tu almohada.

Nami sonrió y las dos volvieron al pasillo. Arabella iba a volver a su habitación cuando Nami frenó en seco y abrió la funda.

—¿Qué haces?

—No lo sé —murmuró volviendo a poner todo en su lugar—. ¿Me acompañas a la cocina?

—Luffy —llamó Nami al ver al chico tirado encima de la mesa—. Luffy.

Arabella se acercó y vio la olla que contenía la sopa de Kaya totalmente vacía. Se fijo en el pecho de Luffy pero este estaba tan quieto como piedra.

—Luff —dijo dándole pequeñas cachetadas en la cara con desesperación —. Luffy. Despierta, Luffy.

Nami le tapó la boca.

¿Entiendes?

—Sí, señor.

Las dos chicas se metieron a un armario lleno de ollas y aguantaron la respiración.

No podía estar muerto, ¿verdad?

Había sobrevivido a un payaso psicopata e ¿iba a morir por una sopa?

—Dejé a la señorita Kaya en su cuarto —dijo Sham.

—¿Qué hace este aquí? —preguntó Klahadore. Los dos sirvientes empezaron a mover a Luffy—. ¿Qué le pasa?

—Parece que al mocoso le encantó mi nueva receta —dijo Buchi—. Busqué el equilibrio perfecto entre amargo y salado. Ojalá pudiera preguntarle a qué le supo.

—Supo a veneno, idiota.

—No cuando yo cocino.

—Tú no cocinas y yo no limpio. ¡Somos piratas!

—Subesímate tú sola, Sham, no te metas con...

—¡Ya basta! —gritó el mayordomo—. ¡No puedo concentrarme con sus tonterías endogámicas! Ahora, ¿cuánta sopa tomó?

—Se la tomó toda.

—Tíralo al pozo con el patán de pelo verde.

Arabella apretó los puños. No iba a perder más gente. Aún no sabía como, pero iba a revivir a Luffy e iba a conseguir una manera de sacar a Zoro de ese poso.

—A la orden, capitán.

—Y no te atrevas a embarrar mis pisos otra vez —dijo Sham tomando a Luffy en brazos.

—Habló la mucama.

El timbre resonó por todo el lugar.

—¿Quien llama a estas horas?

—No se muevan de aquí. ¿Entendido? —los dos sirvientes asintieron—. No dejemos que la noche se nos salga de control.

Kuro se fue y un par de minutos después, el caracol comenzó a sonar.

Buchi, la Marina está aquí. Vinieron por el borrachín de Sombrero de Paja. Tráelo a la entrada de inmediato.

La Marina. ¿Qué vamos a hacer?

—Nada —dijo Sham—. ¿Y si habla?

—Bebió tanto como para matar a un monstruo marino. Hazle caso al capitán.

Entre los dos tomaron a Luffy y se lo llevaron. Nami tomó un sartén y Arabella sacó su daga del bolsillo.



















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