Capítulo 3: Madrugada

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JiMin, se levantó de golpe sintiendo su frente sudada de nuevo. Se sentó en la cama dándose cuenta que aún era noche y la luz de su habitación estaba encendida. Soltó un suspiro asustado por lo que había soñado y fue entonces, cuando vio sus manos manchadas de sangre al igual que sus ropas blancas. Se levantó de la cama atónito al verse. Vio su cama, también tenía las sábanas manchadas de sangre.

Sintió las lágrimas en sus ojos asustado de pensar que podía haber matado a YoonGi. Así que quitó las sábanas con rapidez y las enrolló en sus manos, las abrazó y salió de su habitación corriendo. Las luces estaban apagadas como era de costumbre, así que se sumergió en aquella oscuridad subiendo las escaleras y llegando al segundo piso en donde se encontraba aquel pasillo oscuro lleno de ventanales de los cuales proyectaban la luz de luna.

Fue ahí cuando gracias a esa luz de la luna, pudo ver el rastro de sangre que daba hasta la cafetería. JiMin, siguió el rastro rojo carmín del suelo y empujó las puertas de la cafetería abiertas. Abrazó las sábanas manchadas a su pecho y vio en una esquina el cuerpo de un chico castaño tirado en el suelo. A pesar de que todo estuviera oscuro, la pequeña ventana extendía la luz de la luna aún, puedo descifrar que estaba muerto y que la parte de abajo estaba cortada. Sintió las lágrimas inundar sus ojos y cayó arrodillado al ver el hecho y sollozó, dejando caer la sábana manchada al suelo. Era el chico que estaba hablando en el desayuno sobre el supuesto asesino, ahora estaba muerto.

—¿Por qué lo hiciste? —sollozó.

Dijiste que no tocara al doctor. —respondió Mort en su cabeza. —Eso dejaré que lo hagas tú o quizás Kan. —se tapó los oídos negando y cerró sus ojos con fuerza.

—No, no. No toquen al doctor, no. No lo haga. —se absorbió la nariz.

—¿JiMin? —escuchó la voz de TaeHyung a su espalda.

El rubio que se encontraba en el suelo sollozando, abrió los ojos y apartó las manos ensangrentadas de sus oídos. Miró por encima del hombro y vio la silueta de TaeHyung, quien se encontraba de pie estupefacto por lo que estaba viendo.

—TaeHyung… —trató de hablar JiMin, temblando. —Yo…Yo no fui… —sollozó de nuevo y se levantó del suelo de madera.

El castaño que estaba en la puerta, dio unos pasos entrando a la cafetería sin quitar la mirada del cuerpo muerto en el suelo. Miró que JiMin, quien se encontraba sollozando.

—Te juro que yo no fui… —sollozó.

TaeHyung, pasó saliva y se acercó a JiMin temeroso. Le cogió las muñecas y le vio las manos ensangrentadas. El castaño lo miró y el rubio negó. TaeHyung, se acercó a él y lo abrazó fuertemente. El rubio le correspondió el abrazo manchando la pijama blanca por detrás.

—Debemos esconder eso. —dijo TaeHyung. —Limpiaremos todo, ¿De acuerdo? No puede haber otro rumor de otro asesino.

TaeHyung, dejó abrazarlo y le regaló una sonrisa amigable. Pasó saliva y se acercó al cuerpo poco a poco para verlo cortado a la mitad. El castaño se tapó la boca para no vomitar.

—Usemos esto. —JiMin, se acercó recogiendo la sábana manchada y llevándola a donde estaba TaeHyung.

—Es el chico del desayuno. Él que hablaba del asesino. —dijo el castaño recordando y apartando la mano de su boca. Cogió la sábana que sucia que JiMin le extendía y la abrió, colocándola poco a poco en el cuerpo mutilado. —Tendremos que deshacernos del cuerpo primero y luego limpiar. —dijo TaeHyung.

JiMin, se arrodilló para cargar al cuerpo junto a TaeHyung. Llevaban las partes envueltas en la sábanas y caminaron con el cuerpo en manos hasta la salida de la cafetería. Pasaron por el pasadizo oscuro y llegaron al altar encendido en velas. Se apresuraron para llegar a las grandes puerta, de las cuales nunca salían, solo una vez año de excursión. TaeHyung y JiMin, se pusieron nerviosos al pasar por el altar y atravesaron la alfombra roja larga a pies descalzos.

Aceleraron el paso y llegaron a la puerta. TaeHyung, miró a todos lados esperando que no hubiera nadie, dejaron el cuerpo el suelo, mientras JiMin abría la gran puerta. Quitaba los cerrojos nervioso y tratando de no hacer tanto ruido.

—Rápido… —susurró TaeHyung, asustado.

JiMin, se lamió los labios temblantes y tocó el último cerrojo de la puerta, haciendo un gran escándalo. Tiró de la gran perilla de la puerta abriéndola. Se agachó para coger la otra parte del cuerpo envuelto en la sábana junto a TaeHyung y salieron del convento, dándose cuenta que llovía.

—En la desagüe. Allí. —señaló TaeHyung a la izquierda, en donde había remodelado el lugar. Ellos se encontraban encima de un punto por el cual debajo pasaba agua al sucia. JiMin, lo pensó.

La vista se le nubló al sentir las gotas de agua caerle en el cabello rubio y estas deslizarse por todo su rostro. Los dos se acercaron a la esquina y JiMin, asomó su cabeza al darse cuenta que el agua corría. Lanzaron el cuerpo al agua haciendo un gran sonido. Un fuerte trueno, provocó que TaeHyung se exaltara y una fuerte lluvia cayó encima de ellos empapándolos.

Los dos vieron el cuerpo moverse por las aguas y alejarse de ellos poco a poco. Regresaron de nuevo al convento y cerraron la puerta. JiMin, volvió a poner todos los seguros y miró a TaeHyung, quien estaba empapado y muerto del frío.

—To…tomemos… u….una… du…ducha ca…caliente… —trató de hablar el castaño, pero sus dientes castañeaban por el frío.

Otro trueno fuerte acompañado de un rayo, iluminó todo lo que era el altar y apagó unas cuantas velas dejando a los chicos a luz opaca. TaeHyung, se cruzó de brazos y caminó junto a JiMin mojando la gran alfombra roja. Se sumergieron de nuevo al pasillo y pasando por la cafetería, dándose cuenta que suelo ya no estaba manchado. Fue ahí, que vieron una luz opaca alumbrar dentro de  la cafetería.

JiMin y TaeHyung, se acercaron a la puerta y vieron a un chico arrodillado limpiando.

—¿Qué estás haciendo? —habló JiMin.
El chico que limpiaba se giró para mirarlos aún arrodillados.

—Mingi, ¿Qué haces? —habló TaeHyung.
El mencionado se levantó del suelo de madera quedando atónito al ver las ropas de manchadas de JiMin. Trató de esconder aquella reacción formando una incómoda sonrisa.

—Veo que se han manchado. —dijo Mingi. —Tomen una ducha, he terminado de limpiar las paredes, para mañana no habrá nada.

—¿Sabes qué fue lo que pasó? —preguntó TaeHyung nervioso.

—Ratas. —dijo él. —Habían un montón muertas y algo desangradas. Algún gato debió entrar y matarlas. —comentó.

JiMin y TaeHyung, se miraron y asintieron.

—Tomen un ducha. Encenderé el agua caliente. —sonrió y se ajustó los guantes largos blancos.

TaeHyung, fue el primero en salir de la cafetería dejando a JiMin atrás. El rubio se quedó mirando la espalda de Mingi, quien aun limpiaba. Se giró algo nervioso y salió de la cafetería buscando a TaeHyung. Lo alcanzó casi llegando a las duchas.

—Dejemos la ropa a un lado. —dijo TaeHyung ya dentro, mientras se desnudaba.

JiMin, tragó duro al verlo desnudo. No era la primera vez que lo veía, pero se sentía diferente. Lo había ayudado sin preguntar. Era un buen amigo, pero también se estaba dañando a causa de él. Así que, se desnudó igual, mientras que el castaño abría la llave del agua de una ducha y se metía debajo del chorro de agua tibio.

El rubio ya desnudo, se metió con él estando detrás. Fue ahí cuando sin pensarlo tocó su espalda, provocando que el castaño se quedara inmóvil.

—Gracias, TaeHyung… —dijo JiMin.

—No…no hay de que. —TaeHyung, se giró para mirarlo. —Somos amigos, ¿No?

—Sí… —murmuró JiMin, sin apartar la mirada de los ojos del castaño.

Su mano acarició la mejilla del castaño, provocando que este se colocara rígido. JiMin, se acercó al rostro de TaeHyung un poco, fue ahí cuando él notó los ojos verdes del rubio. Arrugó el ceño, pero, antes de que el pudiera decir algo, los labios de JiMin se posaron encima de los de él con ternura.

El castaño, cerró los ojos al sentir el tacto lento del rubio, le siguió el beso algo torpe. JiMin, deslizó sus manos a la cadera del castaño y lo atrajo a su cuerpo, rozando sus intimidades. TaeHyung, soltó un jadeo al sentir el miembro erecto rozar con el suyo.

—JiMin… —jadeó entre besos el castaño cuando el rubio deslizó su mano al momento de TaeHyung, para masturbarlo.

—Déjame ayudarte con algo… —y una sonrisa seductora se formó en sus labios mientras lo besaba.

Introdujo su lengua con furor haciendo que el castaño cerrase los ojos. JiMin, llevó su mano a la nuca del castaño y profundizó el beso.













Al día siguiente, JiMin se movió incómodo en la cama y sintió la mano de TaeHyung en su cadera. El rubio se lamió los labios y soltó un bostezo. Abrió los ojos adormilado y se dio cuenta que seguía desnudo al igual que TaeHyung a su lado. El rubio se levantó de la cama recordando el suceso de anoche.

Se habían acostado, él lo había ayudado a deshacerse del cuerpo y ahora dormía con él. JiMin, se mordió el labio inferior recordando todo y buscó algo con que vestirse. Abrió su pequeño armario y sacó de una nueva muda de ropa blanca limpia.

Lo extraño de ese lugar era que todos tenían que usar ropa blanca lisa, como pijamas. De eso estaba lleno su armario y el de todos.

Soltó un suspiro colocándose un par de pantaloncillos limpios y pijamas limpias. Miró a TaeHyung, quien aún dormía y sus mejillas se sonrojaron al recordar como lo embestía con fuerza anoche y él se agarraba de las sábanas con fuerza para no gemir. El rubio se frotó el rostro y buscó algo para taparlo. Abrió de nuevo el armario encontrando una cobija y con ella tapó el cuerpo desnudo del castaño.

Caminó hacia la puerta y salió de la habitación, dándose cuenta que los pasillos estaban solos. Se apresuró a subir las escaleras y llegar a la cafetería. Pero, antes de entrar a ella un escalofrío me recorrió en el cuerpo, colocándolo pálido. Pasó saliva y vio a YoonGi caminar hacia él.

—¿Te sientes bien? —preguntó este. Quien vestía de sandalias, un pantalón de chándal negro y buzo azul. —Estás pálido. —señaló el rostro del rubio.

—No es nada. —mintió. —Buen día. —dijo JiMin, ahora mirándolo.

YoonGi, arrugó el ceño por su cambios repentinos de humor y se encontró con sus ojos. Eran cafés ahora sí. ¿Había visto bien anoche? Así que una idea cruzó por su mente.

—¿Desayunamos juntos? —pidió YoonGi.

JiMin, asintió entrando a la cafetería la cual cesó de los murmullos y entró en una terrible silencio. El rubio se sintió incómodo y se metió las manos en los bolsillos del pantalón. Levantó la barbilla en alto y llegó a la apertura de cemento en la pared. Miró a su lado y un escalofrío le erizó la piel al recordar el suceso de aquella noche en la cafetería.

—Buen día, Ruth. —dijo JiMin.

YoonGi, llegó a su lado y se acercó un poco a él. Carraspeó llamando su atención y se lamió los labios.

—Ruth, dos comidas. —le dijo el rubio a la mujer.

—¿TaeHyung está contigo? —preguntó ella y JiMin negó.

—Se ha quedado dormido. Mala noche. Luego le llevaré el desayuno. —dijo él, cogiendo la bandeja que Ruth le había puesto en frente. Miró a YoonGi, quien se encontraba mirándolo fijamente y señaló la otra bandeja con la cabeza en tono de que la tomara.

Le dio la espalda buscando donde sentarse y encontró una mesa vacía al final de lugar. Caminó hacia ella, dejando a YoonGi atrás; quien tomó la bandeja con rapidez y alcanzó a JiMin a paso rápido para sentarse con él. El castaño tomó asiento frente al rubio y lo vio tomar agua en silencio. Lo analizó unos segundos, hasta que el rubio dejó de tomar agua, dejando el vaso en la bandeja.

—¿Puedo saber por qué me observas tanto? —preguntó JiMin, tomando el tenedor enterrándolo en una papa para llevársela a la boca.

—Curiosidad. —respondió YoonGi, quien también tomaba el tenedor y cogía una papa.

—Le recomiendo no tener esa clase de curiosidad conmigo, doctor. —dijo este, ahora mirándolo a los ojos.

El castaño, quien masticaba su comida dejó de hacerlo al quedar hipnotizado por los ojos cafés brillantes del rubio. Se lamió los labios y tragó la comida que tenía no tan masticada. Tosió y desvió la mirada del rostro del rubio para tomar el vaso con agua.

—¿Por qué no debería? —interrogó el castaño después de beber agua y regresar el vaso a la bandeja. —¿Oculta algo, joven JiMin?

YoonGi, alejó un poco la bandeja y juntó las manos cruzando los dedos. El rubio levantó una ceja al verlo tan entrometido en su vida.

—¿Por qué debería contarle? —respondió este. —¿Tiene interés en mí, doctor? —dijo este, haciendo que YoonGi riera.

—Soy psicólogo, estoy aquí para ayudarlo. —dijo el castaño con una sonrisa victoriosa.

—¿Quién lo invito a ayudarme? —pestañeó varias veces el rubio, provocando confusión en YoonGi. —Nadie. Así que no se meta en lo que no han llamado. —dijo cortante y siguió comiendo.

—Anoche sonabas diferente. —dijo YoonGi, haciendo que JiMin dejara de comer.

—¿Anoche?

—Cuando fui a verte. Los vendajes te los quitaste. —dijo YoonGi, señalando las palmas del rubio.

Y sí, JiMin no se había dado cuenta que los vendajes en sus manos ya no estaban. Despertó sin ellos la madrugada en que estuvo con TaeHyung. No sé dio cuenta.

YoonGi, llevó su mano a la muñeca de JiMin y lo levantó de la silla.

—Te pondré uno nuevo. —tiró de la muñeca del rubio, alejándolo de la mesa captando las miradas de todos en ese lugar.

El castaño empujó la puerta saliendo de la cafetería junto a JiMin. Lo condujo por el pasillo, pasando por la puerta que daba al jardín llegando a final del pasillo donde al rubio le traía un vago recuerdo de hace 15 años cuando llegó por primera vez ahí.

YoonGi, le soltó la muñeca y empujó la puerta de aquella habitación para que JiMin entrara. El rubio soltó un suspiro y entró a la habitación del castaño, encontrándolo de espaldas. Lo vio mover sus codos buscando algunas cosas en una pequeña mesa de madera.

—Siéntate en la cama. —ordenó el castaño. Se giró ya con los guantes puestos y con un algodón con solución salina en la mano derecha.

JiMin, avanzó hacia la cama de sábanas verdes y se sentó. YoonGi, movió una silla con el pie llevándola frente a JiMin. Se sentó frente al rubio y le cogió la mano para limpiar la herida rojiza. Mantenía la J bien marcada en su palma. El rubio soltó un jadeo al sentir el ardor de su mano por la cicatriz aún abierta.

—Por lo menos no fue tan profunda. —dijo YoonGi, tomando otro algodón húmedo y limpiado desinfectando la otra palma de JiMin; la que contenía una M. —No comprendo por qué hiciste eso.

JiMin, no sabía cómo decirle o explicarle. No me creería. Solo estaba loco. Las voces que se apoderaban de su cuerpo a horas  eran las culpables.

—Dijiste que empezaríamos de 0. —dijo YoonGi, dejando el algodón manchado de sangre a un lado y tomando una venda blanca. —Escuche que eres el más antiguo en este lugar. ¿Puedo preguntar por qué?

JiMin, sonrió de lado.

—¿Le intereso, doctor? —insistió.

YoonGi, empezó a poner el vendaje.

—Solo quiero saber de ti. —dijo ajustando el vendaje. —¿Cómo llegaste aquí, JiMin? —y fue ahí cuando YoonGi le regaló una pequeña sonrisa.

—Hace 15 años vivo aquí.

—Mucho tiempo. —dijo él tomado la otra mano. —¿Has visto a tus padres?

JiMin, se heló y quitó la mano que YoonGi vendaba. Tenía años que no le preguntaban sobre ellos. Más sobre sus padres.

—Oh, creo que no debí preguntar. Lo siento. —dijo YoonGi.

—Dígame, doctor. ¿Usted cree en la Biblia? —preguntó JiMin, de repente.

—Uhm, he venido aquí para estudiar más de ella. ¿Por qué? —JiMin, río.

—¿En serio cree que aquí estudiamos eso? —dijo JiMin.

—Es un convento. ¿Qué se supone que enseñan aquí?

—Creo que se ha equivocado, doctor. Aquí no se habla de la palabra cristiana. —JiMin, le extendió la mano.

—Anoche el padre rezaba a los Santos. —comentó YoonGi, volvió a vendar la mano. —¿A qué padre se refería?

JiMin, se encogió de hombros y le sonrió.

—Debe darse cuenta usted mismo, doctor. —le dijo el rubio.

—Tu hablar me resulta macabro, JiMin. ¿Te gusta asustar a las personas? —y esa era su especialidad. —No creo que funcione conmigo. He tenido toda clase de cínicos. Lo tuyo no me asusta. —nunca tuvo a un hombre con tres personalidades.

—¿Seguro, doctor? —sonrió amigable.

—Seguro. —fue ahí cuando, YoonGi vio los ojos de JiMin. Eran verdes avellana de nuevo. —He terminado. —respondió dejando la mano del rubio a un lado sin despegar la mirada de los ojos de este.

—¿Pasa algo, doctor? —la sonrisa se transformó en coqueta.

YoonGi, negó con la cabeza bajando la mirada y pasó saliva. Se levantó de la silla, quitándose los guantes y se deshizo de os guantes en la caneca de la basura para cual carraspear.

—¿Cuál es tu apellido? —quiso saber.

—Park, ¿Y el suyo, doctor?

—Min. —contestó este, mientras se acercaba a la mesa de madera y cerraba el botiquín. —Uhm, puedes irte si gus… —cuando YoonGi, se giró se encontró muy cerca del rubio.

El rubio le sonrió de manera seductora cuando vio la expresión se asombró que colocó el pálido. YoonGi, vio como el rubio se lamió los abultados labios rosado que quizás sintió ganas de besarlo.

—No quiero sonar atrevido, doctor… —habló JiMin, acorralando al mencionado. —Pero, usted me provoca hacerle muchas cosas… —le tocó la punta de la nariz con la yema de su dedo índice. —Si llego a sobrepasarme con usted, recuerdo que tiene la culpa. —dicho eso, había dejado a YoonGi sin habla y desconcertado. Algo agitado y extasiado. Perdido en el brillo verde de sus ojos y las extrañas sensaciones de nerviosismo.

El rubio caminó hacia la puerta y se agarró del marco de la puerta cuando sintió su cuerpo débil. Abrió y cerró los ojos antes de caer al suelo. YoonGi, corrió a levantarlo y lo miró sorprendido.

—¿Te sientes bien? —preguntó YoonGi, levantándolo del suelo.

El rubio soltó un jadeo y se frotó los ojos para acomodarse. Ya de pie, miró a YoonGi y quedó sorprendido. Kan había estado en su cuerpo sin permiso y YoonGi notó el fuerte cambio en los iris del rubio.

—¿Tienes dolor de cabeza? —preguntó YoonGi, curioso sin dejar de mirar la combinación de cafés a verdes del rubio. —Tengo pastillas.

JiMin, negó.

—Estoy bien. —dijo este. —Gracias por vendarme, doctor. —respondió este caminando de regreso a la puerta y saliendo de ahí.

El castaño lo vio irse, mientras pensaba en lo que había pasado.

—¿Sus ojos cambian de color? —arrugó el ceño. —No, estaré viendo mal. —se frotó los ojos. —Tiene cambio de humor repentinos. —se lamió los labios y se acercó al marco de la puerta apoyando la espalda, viendo la espalda de JiMin desparecer en una esquina. Te vigilaré más de cerca, JiMin.

Cuando el rubio iba a bajar las escaleras, escuchó la voz de TaeHyung llamarle y luego escuchó la madera crujir por sus fuertes pasos.

—¿Dónde has estado? —preguntó el castaño, llegando donde él. —Te he buscado desde que me levanté. ¿Por qué no me llamaste? —le dijo.
JiMin, bajó la mirada y se lamió los labios recordando tal cosa.

—Lo siento, solo quería dejarte dormir. —dijo el rubio, rascándose la nuca.

TaeHyung, le sonrió y se acercó a él mirando a todos lados de que nadie lo viera y depositó un casto beso en los labios. JiMin, se quedó atónito ante aquel besito haciendo que sus mejillas se sonrojaran.

—Ya he desayunado. —dijo TaeHyung. —¿Damos una vuelta? —preguntó TaeHyung.

El rubio asintió y TaeHyung se le adelantó caminando por el pasillo hacia el altar. JiMin, lo siguió en silencio pensando que lo que había pasado anoche entre él y TaeHyung, no fue más que Kan y no JiMin. Pero, ¿Cómo le podía decir tal cosa a su amigo?

Al llegar al altar, JiMin vio a TaeHyung helado viendo al padre y a dos chicos quienes lo acompañaba. Los dos eran algo altos, como lo era TaeHyung, no sobrepasaban el metro setenta y seis. Uno era peli-negro y el otro mantenía un castaño oscuro.

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