Capítulo 2: La llegada del doctor

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Miró a TaeHyung, quien se encontraba acostado a su lado descansado un poco, mientras que él había estado mirando al techo blanco por unas horas, hasta que llegó la tarde. JiMin, se sentó en la cama dejando a TaeHyung, durmiendo. Se levantó de la cama y salió de la habitación, dándose cuenta que la luz de los pasillos estaba encendida, ya era de tarde. Su estómago rugió y subió el segundo piso, abrieron la puerta para ir a la cafetería por algo.

Vio a Ruth, salir de lugar cerrando la puerta y él se adelantó para alcanzarla. Le tocó el hombro y ella se giró.

—¿Tienes algo de comer? —le preguntó.

—¿Te has quedado dormido? Tú y TaeHyung, no bajaron a cenar. Por casualidad les guardé la comida, iba a llevárselas. —le extendió dos bolsas blancas que consistían la comida empacada. —Mañana no lleguen tarde por favor.

—Gracias, Ruth. —la mujer de unos 35 años asintió y caminó con él afuera de la cafetería para cerrarla. —Nos vemos mañana. —dijo JiMin y se despidió de ella, viéndola caminar.

Él miró las bolsas contento y decidió llevárselas a TaeHyung, pero fue ahí cuando escuchó la voz del padre reír junto a otra risa. Curioso, caminó por aquel antiguo pasillo llegando al altar donde él se encontraba charlando con un joven hombre frente a él. JiMin, se asomó un poco para mirarlo y se sorprendió al verlo tan simpático.

Pálido, misma estatura, cabello castaño, ojos rasgados y tiernos, vestía de camisa blanca manga corta y un pantalón negro. Parece que se llevaba bien con el padre ya que sonreía mucho. El padre vestía de una túnica negra.

—Bien, gracias por haber llegado, doctor. —escuchó decirle. —No recuerdo haberle llamado, quizá fue mi ayudante. Pero, me alegra que esté aquí. Si no es por su auto dañado, jamás hubiese llegado.

—Lo mismo digo, padre. —respondió este y se encontró con los ojos brillantes de JiMin.
El joven hombre dejó de sonreír, mirando a JiMin, quien se giró dándole la espalda.

—¿Pasa algo? —preguntó el padre al joven. El castaño negó  y volvió a mirar al padre. —Bien, llegó en buen momento. Los chicos formarán en el jardín para dar gracias por el día de hoy y luego esperarán a las 11 que las luces que apaguen para dormir. —comentó el padre. —Acompáñeme por aquí.

El joven castaño lo siguió por el pasillo, llevándolo al jardín y esperó con él afuera.

—¿A qué horas formarán? —preguntó el castaño.

—A las siete empunto. Son las seis y cuarenta y ocho. Esperemos unos cuantos minutos y todos estarán aquí. —dijo el padre con una sonrisa. —Oh, ahí vienen los primeros. Ellos duermen en el tercer piso. —el castaño asintió entiendo. —¿Cuál es su nombre, doctor?

—Lamento no haberme presentado, padre. Soy Min YoonGi. —le extendió la mano y este la estrechó. —Dígame YoonGi.

El padre asintió y se acomodó la túnica, mientras veía llegar a los chicos a formar.
Mientras tanto, JiMin había levantado a TaeHyung y le había entregado la bolsa con la comida.

—Tenemos que ir a formar. —dijo JiMin. TaeHyung, hizo una mueca y se levantó de la cama. Siguió a JiMin, por las escaleras luego de haber cerrado la puerta. Subieron corriendo y atravesaron el pasillo. Empujaron la puerta que daba hacia al jardín y salieron.

Formaron en la primera final, últimos puestos, mientras que el padre empezaba a contarlos tocando sus cabezas. Por suerte, llegaron a tiempo para contar el 20 y 21, los cuales correspondieron a ellos.

—Deberían aullar o sonar una campana para saber cuando suceda esto. —le susurró TaeHyung a JiMin y este río.

—Bien, ya que están todos. Es momento de recibir la bendición y dar gracias por el día de hoy. —dijo el padre. —Tenemos un invitado esta noche. —comentó el padre. —El doctor Min YoonGi, especialista en psicología y ha venido a pasarse unos días aquí. Irán a verlo una vez al día durante la semana. ¿De acuerdo?

—¡Sí, padre! —respondieron todos los chicos al unísono.

Los ojos de JiMin, volvieron a encontrarse con los de YoonGi, haciendo que este apartara la mirada. El rubio ladeó la cabeza observándolo de pies a cabeza e intimidándolo con la mirada, provocando que YoonGi se sintiera incómodo; este carraspeó por el nervio que sentía y dio un paso hacia atrás escondiéndose detrás del padre cuando empezó a hablar.

—Repitan después de mí: Padre nuestro, que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre, venga nosotros tu… —predicó el padre, mientras JiMin se encontraba sumergido en sus pensamientos.

¿Debería darle un susto al nuevo? —habló la segunda voz en su cabeza. —Así como lo hice ayer con el chico nuevo. —JiMin, negó con la cabeza asustado. —Lastimosamente puedo hacerte hacer lo que quieres, JiMin. Soy tú.

—No, no. Cállate, no. —susurró para él mismo, captando la atención de TaeHyung, quien se giró mirándolo extraño.

—¿Estás bien? —preguntó el castaño a su lado y JiMin asintió.

Él volvió la mirada al frente escuchando las palabras del padre.

Vamos a asustarlo, JiMin. Hagámoslo, será divertido. —habló de nuevo su voz en la cabeza, a la cual él apodaba; Mort. —Te gustará ver ahora lo que hago. Dejaré que veas y no hacerte creer que es un sueño.

JiMin, tragó duro. Era él que mataba a aquellos chicos. No, no era él. Era Mort.

—Deja de molestarme, por favor. —murmuró.

—¡Pueden regresar a sus habitaciones! —escuchó decir el padre.

Los chicos entraron por filas de regreso al convento y fueron entraron poco a poco de regreso a sus habitación. TaeHyung, alcanzó a JiMin, tocándole el hombro.

—¿Te pasa algo? —JiMin, no respondió solo negó. —¿Seguro? Estás muy pálido. Como si hubieses visto a un fantasma. —TaeHyung, iba a bajar las escaleras, pero se detuvo al ver a JiMin helado. —¿Qué tienes?

—No me siento muy bien… —dijo JiMin.

Miéntele, JiMin. Estoy por salir. —la voz de nuevo apareció en su cabeza. JiMin, negó asustado. Haciendo que TaeHyung, se acercara a él.

—¿Qué tienes, Park? —preguntó una vez más.
JiMin, se tapó los oídos y cerró los ojos con fuerza. Sintió un dolor de cabeza el cual lo hizo marearse y tambalearse un poco. TaeHyung, trató de agarrarlo, pero este cayó de trasero al suelo.

—¡JiMin! —lo llamó. —¡Háblame!

Fue ahí, cuando abrió los ojos.

—Estoy bien. —respondió cortante y se levantó del suelo. —Quiero estar solo. —le dijo a TaeHyung, mientras caminaba hacia la puerta.

Bajó las escaleras, dejando confundido a TaeHyung con su extraño cambio de humor. Bajó detrás de él y lo siguió hasta su habitación, pero él le entregó la bolsa de comida y le cerró la puerta en la cara.

—¿JiMin? ¿Por qué te comportas así? ¿Qué tienes? —preguntó TaeHyung, detrás de la puerta preocupado. —¿Llamo al doctor que llegó?

Dentro de la habitación, él había encontrado un pequeño clavo y había dibujado una M y una J en sus dos manos, brotando sangre. Soltó un jadeo y empezó a pintar las paredes blancas de rojo con su sangre. Con el dedo índice escribió “Mort" en grande y sonriendo se sentó admirando lo que había hecho. La luz de su habitación iluminaba demasiado dejando a la vista las paredes manchadas de sangre brillante.

—Llamaré al doctor. —dijo este, para luego salir corriendo escaleras arriba.

—El objetivo viene en camino. —rió.

¡Déjame tomar el control! —habló la personalidad original de JiMin. —Mort, no lo hagas. No ahora.

—Lamento decirte que quiero jugar con ese doctor. —soltó una amarga carcajada.

Cualquiera que lo escuchaba creería que hablaba solo, pero en realidad eran las voces en su cabeza.

—Si te dejo tomar el mando de nuevo, no podré salir más y será Kan quien quiera salir. —respondió él.

¡Deja al doctor, no lo toques! —gritó este en su cabeza, haciendo que volviera a tapar sus oídos. —No te dejaré, no te dejaré matarlo. —dijo.

Un grito hizo quebrar su voz en llanto y volvió a hacer el mismo. Dirán que está loco, pues el convive con dos personalidades en su cuerpo, lastimosamente puede intercambiarlas solo cuando la original no es vulnerable. En este caso, Mort, salió porque sintió a JiMin débil ante aquel doctor. Estaba celoso. Celoso que de que él pudiera hacer cosas que Mort no podía hacer. Como enamorarse.

—¡JiMin abre la puerta! —golpearon muy fuerte y detrás de la puerta se escuchaba la voz de TaeHyung con escándalo.  —¡Abre la puerta!

JiMin, yacía en el suelo de madera de su habitación llorando. Su garganta dolía y sus palmas ardían. Su pijama blanca ahora era un desastre. Su rostro estaba manchado de sangre y su cabello rubio igual.

—Tranquilo, yo hablaré con él. —JiMin, escuchó la voz del doctor detrás de la puerta. La puerta volvió a sonar con toques leves. —¿Podríamos hablar?

—¡No entres! —exclamó desahuciado.

—Solo hablaremos, quiero saber que te pasa.

—Soy horrible. —sollozó este.

JiMin, llevó sus piernas al pecho y cruzó sus brazos para tapar su rostro en lágrimas. Escuchó la puerta abrirse, acompañado de algunos pasos los cuales hicieron crujir el piso de madera. Escuchó ahora la puerta cerrase.

—Hola… —habló él.

El rubio sintió un escalofrío al escuchar su voz. Sollozó y sintió como una mano se posaba en su hombro derecho.

—¿Quieres contarme que es lo que te pasa? —preguntó él.

JiMin, soltó un suspiro y levantó su cabeza de sus brazos. Se encontró mirando a unos cafés y una pequeña sonrisa de alivió se formó en los labios del castaño que tenía enfrente.

—Oh, eres tú. —dijo él. —¿Estás bien? Déjame ayudarte. —le extendió la mano para ayudarlo a levantar.

JiMin, estiró la mano y agarró su mano ensangrentada y cortada. YoonGi, tiró de él y lo levantó del suelo. El rubio se sentó en la cama, sin dejar de mirarlo. El castaño miró su mano ensangrentada ahora y luego miró las manos de JiMin.

—Déjame curarte eso. —dijo YoonGi. El rubio no se había percatado que traía un pequeño botiquín con él.

El castaño buscó con la mirada alguna silla y por suerte encontró una a su espalda. La cogió y se sentó frente a JiMin; quien no le quitaba la mirada de encima.

—¿Cómo te hiciste eso? —fue ahí cuando JiMin, no se sentía como tal.

—Un clavo. —dijo este.

—¿Un clavo? —el rubio asintió, mientras veía al castaño abrir el botiquín y sacar algunos tarros de color blanco más vendas. Dejó a un lado el botiquín y se colocó uno guantes. —Permíteme tu mano. —dijo este. —La desinfectaré y luego te pondré unas vendas, puede arder. —comentó.

JiMin, le extendió su mano para que él así pudiera curarla. El castaño la tomó y en un algodón colocó un poco de líquido café y desinfectó la herida. El rubio, no sentía el mínimo dolor por lo que YoonGi hacía. Se lo había quedado viendo fijamente que hasta lo hizo temblar. JiMin, soltó un risita.

—¿Seguro que eres doctor? —interrogó JiMin.

—Soy psicólogo, muchos me llaman doctor. —respondió este colocando ahora sí la venda poco a poco en su mano herida.

El rubio le extendió la otra mano para que él siguiera curando.

—¿Puedo llamarlo doctor también? —y una sonrisa algo torcida se formó en los labios de JiMin.

El hombre levantó la mirada y asintió.

—Pensé que sus ojos eran cafés, ahora veo que son verdes. —dijo este.

Kan, habita en el cuerpo y tomaba el mando de este.

—¿Qué edad tienes? —preguntó YoonGi.

—20. —respondió este.

—Oh, soy algo mayor que tú. —río y terminó de poner la venda.

—Dígame, doctor. ¿Lo pongo nervioso? —YoonGi, se quedó helado.

—¿Po…por qué lo dices? —tartamudeó.

—Porque tiemblas al ponerme las vendas. —JiMin, ladeó la cabeza mirándolo con coqueteo.

—Oh, lo siento. —se disculpó y terminó de colocar el vendaje. —¿Quieres hablar de eso? —señaló sus manos y las paredes manchadas de sangre.

JiMin, lo miró y se lamió los labios sonriendo.

—Hablemos de usted. —dijo este. —¿Qué hace aquí? —preguntó JiMin. —No es una persona que habite lugares como este.

Vio al castaño pasar saliva y bajar la mirada para guardar los guantes manchados.

—No nos hemos presentado. —dijo, cambiando de tema. —Soy YoonGi.

—Ka… JiMin. —sonrió este.

Kan, por favor. No hagas nada. —susurró JiMin, en su cabeza. Kan lo ignoró.

—Dígame, doctor. ¿Tiene novia? —quiso saber.
YoonGi, soltó una risita y negó.

—Vine a hablar de ti, no de mí. Me gustaría una explicación y las paredes y las letras en tus manos. —dijo YoonGi.

—¿En serio quiere saber? —YoonGi, asintió.

—Véame en las tardes. De 5-7 y media noche. —le dijo. —son las siete y pasadas, suerte que pudo dar conmigo. —pestañeó con una sonrisa extravagante. —Ya que es psicólogo, me gustaría que me ayudara a controlar algunas cosas.

—¿Cómo que cosas? —el rubio, soltó una carcajada escalofriante haciendo que YoonGi, la piel se le helara.

—Las voces. —sonrió y se acercó un poco a su rostro. —Las voces que andan en mi cabeza. —se lamió los abultados labios. —La voces que quieren jugar con usted, doctor… —volvió a reír, espantándolo.

—JiMin, ¿Podrías alejarte? —pidió YoonGi.
—¿Por qué, doctor? ¿Lo excito? —YoonGi, abrió los ojos sorprendido y negó con la cabeza. —¿No le gustaría pecar en la Iglesia?

YoonGi, no respondió. Se quedó mudo ante aquella pregunta y eso hizo que JiMin riera. Este se alejó un poco y se levantó de la cama.

—Puede irse. —dijo el rubio, caminando hacia lo que era una especie de armario pequeño.
YoonGi, recogió sus cosas.

—Sé que será muy curioso. Tiene pinta de serlo. —dijo de espaldas, quitándose la pijama blanca manchada de sangre. —Le digo que no se quede, doctor. Puede lamentarlo.

YoonGi, arrugó el ceño al escucharlo decir eso. Se lamió los delgados labios y caminó hacia la puerta, mirando la espalda desnuda de el rubio.

—Descanse, doctor. —dijo con voz melosa.
El castaño abrió la puerta y se quedó se pie para salir.

—Haces esto para asustarme, JiMin. —dijo el castaño con una pequeña sonrisa. —He tratado con chicos como tú. ¿Sabes? Puede que ya sepas que soy psicólogo y si crees que saldré corriendo de aquí por tus "voces" estás equivocado, JiMin. —dijo haciendo comillas.

—¿Está seguro de eso, doctor? —sonriendo, el rubio se giró para mirarlo.

El castaño arrugó el ceño al verle un ojo azul y el otro tornarse de azul un poco sostenido el color verde avellana.

—¿Crees que lo hago para asustarlo? —la sonrisa se hizo más escalofriante. —Debería venir conmigo a media noche a dar un paseo por el jardín. ¿Qué le parece?

—No me iré a de aquí. —dijo este. —Solo quiero ayudar.

—¿De dónde viene usted? —levantó una ceja interrogando. —Ah, cierto. Aún no sé nada de usted. ¿Me estoy adelantando? —río. —Conozcámonos mejor. Empecemos desde 0. —se acercó a él. —Gracias por curarme, doctor.
YoonGi, asintió mirándolo extraño y salió de la habitación.

—Puede huir de mi cuerpo, doctor. Pero, no de ellos. —le dijo antes de cerrar la puerta. —Descanse. —YoonGi, cerró la puerta por completo y se lamió los labios caminando por el pasillo algo atónito con lo que había sucedido.

—¡Doctor! —este se frenó y se giró para mirar a un chico que pijama blanca el cual caminaba hacia él. —¿Cómo está?

—¿JiMin? Está bien. —mintió. —Fueron solo unas cortas, necesita descansar. —comentó.
El castaño que se encontraba frente a él asintió.
—Gracias por ayudarlo.

—Uhm, ¿Puedo preguntarte algo? —el castaño asintió. —¿Tiene comportamientos extraños últimamente?

El castaño lo pensó y asintió.

—Suele hablar solo y reírse mucho. Pero, pasa de tardes hasta la madrugada. En las mañanas es otra persona. —río. —Frío.

—Comprendo.  —dijo YoonGi. —¿Cómo es tu nombre?

—TaeHyung. —respondió el castaño. —Gracias otra vez y descanse. Espero y se sienta cómodo aquí.

TaeHyung, se giró y caminó hacia su habitación al igual que YoonGi; subió las escaleras por las cual bajó hace unos minutos y llegó al pasillo oscuro. Buscó al padre con la mirada y lo encontró arrodillado ante el altar.

—¡Padre! —llamó YoonGi y agarró bien el boquitín.

En la habitación, el rubio se encontraba acostado desnudo en la cama, mientras miraba el techo.

Kan, por favor, no le hagas nada al doctor. —dijo JiMin en su cabeza. —Él no es nadie a quien lastimar.

—Es divertido estar aquí. —murmuró. —Deberías darte placer de vez en cuando, JiMin. —río. —Te ayudaré un poco... —se lamió los labios y deslizó la mano por su entrepierna alcanzando su dormido miembro. —Aunque no lo creas, me ha gustado el doctor… —soltó un jadeo cuando empezó a mover su mano en su miembro. —Labios… —jadeó. —Ojos… —aumentó la velocidad cuando sintió el miembro erecto en su mano. —Manos grandes… —con su otra mano se agarró de las sábanas y gimió. —Lo pongo nervioso… —cerró los ojos jadeante, sintiendo el placer apoderarse de su cuerpo. Se mordió el labio inferior y espasmos surgieron provocando que empujara sus caderas hacia delante llegando al orgasmo. —Oh, YoonGi… —una sonrisa seductora se plasmó en sus labios al sentirse tan excitado.

Existían viviendo en el cuerpo de JiMin tres personalidades. La original; JiMin. Mort y Kan; era la personalidad lujuriosa y morbosa, en cambio Mort, era la personalidad perversa y retorcida de JiMin. Él nunca supo cómo pudo desarrollar dos personalidades. Solo sabía que en determinados horarios saldrían y sus ojos cambiaban de color para identificarlas.

Era algo que solo JiMin sabía. Algo con lo que había venido luchando todo este tiempo, pero ese día fue extraño. Ahora él sabía que todo era real. Que los chicos que asesinaba en sus sueños eran reales y que no era él, si no aquella personalidad perversa.

Dedicado a: Sugaconswag1 💕

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