• CAPÍTULO 11 •

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Sus pies desnudos cosquilleaban ante el roce de la suave brisa, mientras sentado sobre el césped sentía la calidez de los rayos de sol de primavera.

Su boca automaticamente formó una sonrisa, al apreciar como el castaño corría alegre por entre las flores. El valle se teñía de color arocoiris, debido a la gran cantidad de colores que les regalaba el día.

Sus ojos sin poder detenerse en otra cosa, que no fuese observar a aquel chico vestido completamente de blanco, con su cabello brillante reflejando las miles de tonalidades de las flores.

Era simplemente hermoso.

Y su vientre parecía derretir cada vez que Jungkook levantaba su vista y le sonreía, sin dejar de recojer pequeñas flores que juntaba en una de sus manos.

Se sentía en una marejada de sensaciones, creyendo que solo podría calmarlas si le besaba y acariciaba hasta el cansancio. Y sabía que el castaño se sentía igual que él, lo había percibido desde su lazo luego del primer momento de haberlo marcado.

Aquel día su nudo había tardado en bajar, por lo que había aferrado al castaño junto a él, para besar y lamer la mordida sobre su cuello, cuidando de no moverse demasiado y lastimarlo.

Las órbitas de Jungkook se habían vuelto oscuras perlas sobre su marco azulado, distinguiendo Taehyung como el pecho de ambos se calentaba al sentirse bajo la piel del otro. Y si podrían miles de veces haberle contado como se sentía enlazarse con alguien, pero jamás se imagino que podría ser de esa manera. Sintiendo como el pulso del castaño latía sobre el suyo casi en sincronía y su aroma se comenzaba a volver uno solo.

Jungkook le había tomado el rostro delicadamente para besarle, sabía que el celo de ambos seguía vivo. Pero el rubio necesitaba que tomasen un descanso para procesar lo que había ocurrido.

-"¿Duele?"- le preguntó Taehyung. Tal vez no sentía a traves de su conexión que el castaño sintiera dolor, pero su lobo exigía que Jungkook lo dejara claro.

El chico sonrió negando con la cabeza, su rostro aún enrojecido debido a la actividad reciente. Y Taehyung le devolvió aquella sonrisa, logrando sentir como el castaño le pedía a través del vinculo que le mimase.

Y así lo hizo, aun entre sus piernas le acarició el hueso de la cadera con la yema de sus dedos y rozó la punta de su nariz con la de él, provocando que ronronease placenteramente ante aquello. Y el pelirubio le miró desde arriba, admirando como el omega permanecía con sus ojos cerrados disfrutando de sus toques.

Omega. Su omega.

No pudo eludir el miedo que aquello le provocó, pues temía equivocarse. Ya que nunca alguien le explicó como debía relacionarse con uno, como debía cuidarle o que cosas implicaba aquel lazo.

Aunque sabía que sería para siempre. Ya que entendía lo que significaba un lazo roto y él jamás podría romper aquel vínculo.

Jamás se atrevería a dañar a Jungkook.

Pero sabía que con aquello la terminaría lastimando a ella.

Antes de aquel viaje estaba seguro de haberle amado, de haber decidido que era ella con quien deseaba compartir cada parte de su vida. Sacándole de la desdicha en la que la chica vivía, apagada en busca de una luz que le ayudase a sentirse bien día a día.

Estaba siendo un grandísimo imbécil.

Su cuerpo tembló un poco, percatandose de que aún permanecían desnudos sobre aquella cama. Por lo que se retiró un poco del cuerpo del castaño, recogiendo las mantas y cubriéndolos a ambos.

Se recostó al costado de Jungkook, viendo como éste cubría sus ojos con sus manos y comenzaba a sollozar apretando sus labios.

El rubio se llenó de desconcierto hasta que percibió un pequeño dolor sobre su pecho.

El lazo.

Jungkook debió haber sentido su miedo e inseguridad, mal entendiendo todos sus pensamientos. Por lo que lo subió sobre su cuerpo y le tomó el rostro - Ey...mirame- le habló para luego soltar su cara e indicarle con sus manos- "Taehyung no se arrepiente" - sin embargo el castaño continuaba hipando, produciendole angustia debido a que le trasmitía aquellas sensaciones- "Creeme"...hazlo por favor amor- le dijo ya sobre sus labios, sintiendo la salinidad de las lágrimas del castaño mojarle la boca.

Aquella noche se habían dormido acurrucados, mientras el rubio recorría la espalda de Jungkook con sus manos, para lograr calmarle. Regalando pequeños besos sobre su cuello, perdido en la candidez y aroma del omega. Despertando solo para revivir su celo cada vez que sus lobos lo pedían, renovando aquella marca sobre el cuello del castaño en cada ocasión.

"Jungkook quiere hacerlo otra vez"

El rubio soltó una carcajada, recordando cuantas veces había leído aquella frase en las manos del chico durante los días que duró su celo. Y si bien, ese estado había terminado en el castaño con el con el pasar de las horas. El de Taehyung duró casi cuatro días. Siendo Jungkook un curioso y desvergonzado omega que había aprovechado de aquello.

-"¿Por qué ríe Taehyung?"- le señaló con sus manos el castaño, quien se acercaba quedando sentado junto a él y ponía sobre sus piernas todo lo que había recolectado.

El rubio le observó, con su cabello desordenado y una pequeña corona de flores sobre su cabeza.

Precioso mío.

-"Nada importante"- le respondió este, apreciando como sus manos comenzaban a hilar colores entre ellas.

Jungkook negó con su cabeza para luego añadir -"Taehyung loco" - continuando con su labor, sin embargo, no despegando la mirada de los ojos del alfa.

Alfa mío.

-"Jungkook tiene loco a Taehyung"- dijo el rubio arrastrandose más cerca del omega, apreciando como sus mejillas se coloreaban.

-"Taehyung tonto"- indicó el chico, mostrando su sonrisa y haciendo un pequeño ruidito de complacencia al sentir como el alfa apoyaba su cabeza sobre sus piernas.

El castaño no dejaba de reír ante las morisquetas que hacía Taehyung para desconcentrarlo de su trabajo. Es que se había propuesto hacerlo, luego de contarle al rubio lo que había visto en aquel libro de Hyejin.

Dos amantes vestían de blanco, entregándose un beso bajo la sombra de un árbol. Aquello había causado tanto interés en él, que no pudo evitar mostrar la imagen a Taehyung para que le explicase.

-"Esas dos personas se aman, lo hacen por eso"- le había señalado el alfa aquel día, paralizando por un momento a Jungkook, quien digería la información.

-"¿Cómo Taehyung y Jungkook?"-preguntó de pronto el castaño. A lo que el rubio sonrió ante la pregunta.

-"Si. Como Taehyung y Jungkook"

Y aquello había bastado para que el chico se ensañace en hacer lo mismo con su alfa. Sin darle tanta seriedad y de forma muy espontánea, algo característico en el castaño. Por lo que había decidido a hacer dos coronas de flores para adornar sus cabellos, esmerandoce en elegir las las más bonitas de aquel valle.

El rubio lo miraba sacar de vez en cuando la lengua, apretandola entre sus labios, totalmente concentrado de sus acciones. Por lo que enternecido giró su cabeza restregando su nariz sobre el vientre del castaño, donde particularmente tanto su olor como el de él se entremezclaban.

Sintió que el omega le tomaba el rostro entre las manos, acomodandole la pequeña corona de flores sobre el dorado cabello. A lo que Jungkook eufórico por haber logrado su afán, rio a la vez que intentaba dejar un beso sobre los labios de Taehyung. Sin embargo, siendo detenido por el mismo.

El castaño abrió los ojos, frenando su frenesí -"Espera"- le había dicho Taehyung, para luego tomar la mano del omega entre la suya -"Jungkook es de Taehyung"- le señaló con su mano libre, para luego dirigir su boca al dedo anular del chico, depositando en el un suave beso. E inevitablemente el omega se sonrojó, observando como el rubio le decía-"Ahora Jungkook".

Por lo que de forma delicada y no tan seguro de sus actos, el castaño tomó una de las manos del alfa entre las suyas -"Taehyung es de Jungkook"- besando el mismo dedo que había besado el rubio en su mano.

Taehyung sonrío tocándole el rostro, descubriendole una de las mejillas de un rebelde mechón que osaba cubrirla- Bonito mío- dijo para luego arrastrar sus labios hacia los suyos, besandole sin prisa con todo lo que tenía para entregarle en aquel momento.

Absolutamente todo.

Sellando ese juramento que sin saberlo, ya habían pactado aquella noche bajo las estrellas.







Habían sido horas de caminata y sus pies comenzaban a resentir la exigencia del andar.

Debían descansar lo sabía, pero su cabeza le demandaba avanzar lo máximo posible antes de caer la noche, sobre todo luego de haber encontrado aquellos vestigios en medio del bosque.

Los brotes comenzaban a asomar en los árboles, acompañados de tímidas aves que se posaban sobre ellos. Los últimos rayos del sol se entrometían entre ellos, sin embargo, fueron suficientes para que su vista se dirigiese a un lugar en particular.

Donde el césped crecía verde y fuerte en todo el trayecto de aquel bosque, pero era amarillento y débil justo ahí, donde claramente se marcaba la silueta de un cuerpo.

Y lo supo.

Justo ahí había sido quemado. El frío de las estaciones anteriores habiéndolo conservado hasta que volviese a crecer vida sobre el. Como esperando a ser descubierto.

Aquello lo había hecho avanzar más rápido e incluso correr, ignorando a sus dos soldados que desde atrás, le habían gritado que se detuviese un momento.

Pero su corazón estaba agitado. Y si sus presentimientos no fallaban, estaba en el lugar donde Taehyung había sido emboscado. Tal vez siendo asesinado o hecho desaparecer.

Solo esperaba que fuese lo segundo y que siguiese con vida. Según lo que le habían dicho, debía ser así. Lo debía, lo debía.

Había conocido a el monarca aun siendo un niño, estando a cargo de su educación militar cuando recién iniciaba su carrera. Y el chico se había convertido en su amigo, su hermano y prácticamente su confidente. Forjando una relación que pasaba a llevar todas las normas de convivencia al interior del castillo.

¿Pero que podía hacer él? Cuando independiente de sus diferencias de edad a ambos les unía la necesidad de afecto, marcada por la clara ausencia de un padre. Aquella imagen inexistente y casi borrosa, de un hombre que jamás llegó a ser. Y si bien, él le alcanzó a tener bastante más años que el rubio. El modo en que su padre había desaparecido de su vida, aún le golpeaba fuerte. Más aun, sabiendo que aquello le llevaría a perder años mas tarde a su madre, producto de una tristeza demasiado profunda como para salvarle.

Podía parecer curioso para algunos que desconociendo su relación, se enterasen de lo mucho que le afectaba la perdida del monarca Kim. Pues el no sentía haber perdido al rey, el sentía haber perdido a un hermano.

-General Jung, ya está anocheciendo y creo que debiésemos armar campamento en este lugar- el soldado a su espalda rompió con sus pensamientos, apreciando que habían llegado a un gran valle entre las montañas.

El lugar era precioso y en el aire se respiraba tranquilidad, a pesar de que la luz casi no le permitía distinguir los detalles del sitio, él podía evidenciar lo lleno de vida que se encontraba debido a la presente estación.

-Sí, el lugar es adecuado-dijo asintiendo, dejando parte de sus armas a un lado e inmediatamente sentándose para retirar sus botas. Recriminandose una vez mas, el hecho de no haberse permitido utilizar caballos en su viaje. Con el único fin de no captar la atención de posibles enemigos del reino. Sin embargo, sus plantas llenas de ampollas se quejaban ante ello -Deberemos conseguir cabalguería para regresar a Yeoreum- dijo para que luego soltar un quejido.

Ambos solados sentados a sus costados, se encontraban del mismo modo que él-Si quiere saberlo, esperabamos que lo dijese en algún momento.

Los tres rieron al mismo tiempo, pasándose una cantimplora de mano en mano para beber un poco de agua.

-Mañana deberemos partir a primera hora, así aprovecharemos la luz del día- habló Jung buscando víveres entre sus cosas, entregándoles a los soldados para que los consumiesen.

Ambos solados asintieron -¿Ha encontrado algo no es así?- preguntó uno de ellos, mientras intentaba abrir una lata de judías negras.

-Aún no estoy seguro- le respondió Jung, mientras echaba un poco de agua sobre su rostro para quitar la tierra- Pero tengo el presentimiento de que mañana será un buen día muchachos.

Y claro que lo sería. Tenía que serlo.

Se lo había prometido a Jiwon y a Jimin. Se lo había prometido a él mismo.

Llevaría a su hermano de regreso a Yeoreum, había jurado hacerlo y así sería.








Sus piernas se entrelazaban con mas del castaño, sintiendo la tibieza de su desnudez en aquella mañana bajo las sabanas.

Sonrió al respirar su aroma detrás de su cuello, abrazándole con más fuerza mientras colaba una de sus manos sobre el estómago de Jungkook. Su piel caliente y suave, reconociéndole al erizarse bajo su toque.

Aquella tarde y tan pronto habían llegado a la casa, habían sentido la necesidad de volver a tocarse.

De sentirse. Habiendo tenido el rubio que insistirle a Jungkook que se cenasen antes de aquello.

Fue así que luego de comer, jugando entre risas e insinuaciones fugaces, terminaron cayendo ante el deseo de plasmarse nuevamente en la piel del otro. Para ser vencidos por el cansancio y el sueño bajo las mantas, luego de hacer el amor.

El rubio hizo un pequeño ruido de complaciencia, al sentir como el castaño se movía un poco, buscando la caricia que él dejaba sobre su vientre. Su cuerpo desnudo al igual que él, solamente siendo abrigado por su camisa, la que había puesto para que la piel del chico no enfriase al llegar la madrugada.

Tomó su mano abrazándole con más intensidad, amortiguando la curva de su espalda con su cuerpo sobre aquella cama. Mientras sentía la luz llegar con curiosa calma sobre sus ojos en aquella mañana.

Diosa luna.

Era consciente de lo bien que se sentía tener a Jungkook entre sus brazos, sosteniéndose ambos en aquel lugar para no dejarse caer. Y también sabía lo que le provocaba el verlo reír, lo que el sonido de su risa causaba al interior de él. Su corazón inundadose de una sensasión muy similar a la felicidad, cada vez que este le tocaba o besaba, pero siendo aún más fuerte que esta.

Estaba enamorado.

Quería llenar cada espacio de él, que sus ojos permanecieran por siempre en la sincronía de los suyos. Deseando ser valiente e incluso mejor persona solo por y para él.

Lo amaba tanto.

Nadie le quitaría aquello. Nadie rompería con la hermosa conexión que ambos habían creado. Aquel vínculo invisible, siendo aún más fuerte que la marca sobre su cuello.

El castaño sería su todo. Y en él derramaría todo lo que había guardado para ser entregado.

No temería a nada.

Ni a nadie.

Cerrando sus ojos besó su cabello, percibiendolo sedoso bajo el suave aroma a flores característico en Jungkook. Intentando llevar su respiración al ritmo de la de él, sonriendo cuando sus pulmones se cansaban de la forzada acción.

Pero escuchó ruidos al exterior de la casa, haciendo que se sentase de golpe sobre el colchón. Achinando sus ojos y frunciendo su ceño, su corazón palpitando acelerado, ante la incertidumbre que le provocaba aquello.

Con sumo cuidado, tomó sus pantalones y sweater para ponerlos y levantarse de aquel lugar. Cubriendo a Jungkook con las mantas, observándolo aún dormido bajo ellas.

Con lentitud se asomó por una de las ventanas. Un poco asustado, pues Hyejin le había insistido que nadie conocía aquel lugar. Que nadie llegaría ahí.

Observó con precaución tres siluestas por entre las cortinas, sus pies sintiendo la fría madera bajo ellos, provocando un leve ruido que hizo levantar la cabeza de uno de ellos hacia su dirección.

No puede ser.

Su corazón pegó un brinco debido a la adrenalina y rápidamente corrió bajando las escaleras, no importándole mucho que que sus pies aún estuviesen desnudos.

Abrió la puerta y el corazón le martilleó, llenado de aire frío sus pulmones por el cambio brusco de temperatura.

-¡Hoseok!- habló el rubio casi sin voz, pues el aire se le había ido debido a la agitación.

-¡Oh por dios Taehyung! - el nombrado se había volteado velozmente al escuchar aquella voz tras él. Acercandose rápidamente a donde venía el chico, sus ojos humedeciendose sin poder controlarlos -¡Maldición! ¡lo sabía, lo sabía!- le dijo abrazándole fuertemente, sintiendo como este comenzaba a sollozar entre aua brazos.

Los dos soldados suspiraron a su lado, dejando escapar el cansancio de los días que había conllevado aquel viaje. El esfuerzo por encontrar a su alteza.

El hombre tomó él rostro del chico entre sus manos, ambos viendo las emociones de su reencuentro reflejadas en sus ojos- ¡Si hasta más adulto te ves! - le señaló Jung, para luego volver a abrazarle, conteniendo al monarca. Tantos meses considerándole muerto y quizás él mismo considerarse olvidado.

- Tengo tanto que contarte-Taehyung sentía que un peso se liberaba desde su espalda. Aun asi sus preocupaciones haciendose presente- ¡¿Cómo están?! Yeoreum, y-yo...

-Todos están bien tranquilizate- Jung hizo un silencio para mirar a sus dos solados a sus espaldas y voltear nuevamente para enfrentar a Taehyung- Sin embargo, has perdido tu corona. Se te ha dado por muerto e Insung ha asumido el trono.

-Lo se- le dijo con convicción el rubio. Aquella verdad incierta, confirmandose para su tranquilidad.

El general pasó saliva y fijó su vista nuevamente sobre Taehyung- Eso no es todo, estamos prácticamente en guerra Kim. Yeoreum está siendo constantemente acusada por los reinos vecinos y creo que tu asesinato sólo a acelerado todo esto. Creo que debemos irnos ahora mismo.

No.

El pecho de Taehyung se apretó y su lobo le arañó. El miedo llenándolo al saber lo necesario de su partida- Y-yo..yo lo se... p-pero...

No, no, no, no.

Jung frunció el ceño, notando como el rostro del rubio se impregnaba de preocupación- ¿Taehyung tu...

-Aguarda dejame respirar- le respondió de pronto Taehyung, aspirando pesado y duro, girándose para darles la espalda, sus manos temblando e intentando encontrar sustento en su cintura.

Los tres hombres se sintieron incómodos ante la extraña situación. Manteniéndose en silencio únicamente por el respeto que le debían al chico frente a ellos.

Taehyung lo sabía. Sabía que esto podría suceder, que debiese estar preparado para enfrentarlo.

-Taehyung- habló de pronto Jung intentando tranquilizarle, pues el aroma dulce que distinguió en el rubio desde que le abrazó, le daba una idea clara de lo que estaba pasando-Podemos conversar adentro, podemos...

-¡No!- y no lo pudo controlar. Su lobo estaba angustiado y claro que sus intenciones no eran alarmar a los hombres que venían en busca de él para ayudarle. Pero demonios, al interior estaba su omega desnudo sobre una cama, siendo su instinto alfa quien había tomado el mando en él.

No quería que le dañaran. No quería que le lastimaran. Y como estaban las cosas, ya no podía confiar en absolutamente nadie - Yo...lo siento. Será mejor que me esperen aquí- habló una vez más el rubio, tratando de calmar sus pulsaciones. Recibiendo una asentimiento de cabeza de parte de Hoseok, quien lo miraba con los ojos muy abiertos- Esperenme...y-ya regreso.

Y se volteó lento para ingresar a la casa.

Aquella casa.

Es que lo tenía claro. No podía llevar al castaño con él. No cuando su reino no era un espacio seguro para el omega. No cuando tenía un miedo enorme a que Jungkook enfermara al igual que su madre, perdiendo a su lobo en el trayecto. Debía antes que eso remediar aquel problema y solucionar el resto de los inconvenientes que debía enfrentar como hombre.

No podía arriesgarse a perderlo.

No a él.

Aunque eso implicase dejarle ahí en aquel lugar por un tiempo y le rompiese por dentro.

¿Por qué solo sería un tiempo no es así?

Ingresó a la habitación en busca de algunas prendas que le servirían para su viaje de regreso a Yeoreum. Deseando ignorar aquellos ojos que no se despegaban de él, quemándole profundamente. Sintiendo como el dulzor del castaño se volvía agrio debido al miedo.

Y dolía. Claro que lo hacía.

Pero él le protegería aunque implicase un sacrificio más grande.

Con sus manos torpes abrochó sus zapatos, acomodándolos lo mejor posible y presentables. Tomando su Gonryongpo de una de las cajoneras, donde llevaba meses guardado. Suspirando y cerrando los ojos. Como robando la suficiente fuerza para lograr lo que se proponía.

Preparado se giró, mirándolo ahí sobre la cama, con su pelo desacomodado y sus ojos colmados de preguntas. Afirmando la camisa, su camisa. Para que no le cayese desde los hombros y le quitara el calor.

Caminó hacia él y se sentó a su lado. Y Taehyung sabía que debía ser rápido, pues así sería menos doloroso. Pero no pudo evitar acercar su nariz hacia su cuello y aspirar el aroma desde allí. Escuchando como el castaño emitía un pequeño quejido con su boca, revelando como el lazo que los unía, le había informado de sus intenciones.

Se alejó de él, observando como los ojos de Jungkook se tornaban rojos y cristalinos- "Volveré por Jungkook"- le señaló con sus manos para luego dejar un beso suave y sutil sobre sus labios, alejándose dejando solo chocar su frente con la de él.

Se distanció deseando terminar con aquello que le estaba lastimando a ambos, intentando levantarse de la cama. Sin embargo, el castaño tironeo de él negando con la cabeza y rompiendo en llanto.

Y Taehyung lo aferró a él con fuerza, su garganta desgarrándose por el nudo que se iniciaba en ella. Besandole las mejillas, intentando secar aquello que les estaba hiriendo. Para luego tomar la mano de Jungkook entre la suya y ponerla sobre su propio pecho.

En el lugar donde su corazón latía.

-"Te amo"- le dijo a través del gesto, para luego besarle como si dejara su alma en aquel beso. Percibiendo como el castaño intentaba seguirle el ritmo entre el llanto - Amor mío, solo espera por mí-hablandole sobre los labios le dijo, deseando robarse el aire cálido de su aliento. Llevándose algo que le hiciese saber que el castaño esperaría por él.

Jungkook.

Su lobo.

Su omega.

Se levantó rápido y sin mirar, girándose sobre sus talones para salir lo antes posible de aquella casa, su lobo rasguñándole las entrañas. Y su cuerpo omitiendo la necesidad de regresar y sostener entre sus brazos al chico que se desmoronaba tras de él.

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