• CAPÍTULO 15 •

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Tomó el rostro del chico entre sus manos, tranquilizándose al comprobar que a pesar de lo mojado que se encontraba el castaño, su piel se mantenía caliente.

Omega.

Vio sus ojos azules tan de cerca que parecía le consumirían. Y deseaba que así lo hicieran.

Necesitaba ahogarse en ellos.

Necesitaba de su omega.

-¿Donde e-estabas? - su mirada recorría cada parte de su rostro.

-C-cariño no vuelvas a hacer a-algo así-con sus pulgares acariciando suavemente sus mejillas, percibiendo de pronto como el castaño se tensaba extrañamente bajo su toque. Sintiendo como éste posaba sus manos sobre su pecho y le empujaba con fuerza.

Su cuerpo tambaleó y observó desconcertado al castaño quien posaba ambas manos sobre su vientre y le entregaba un gruñido rabioso al alfa. Como si se estuviese protegiendo de él.

A él y su cachorro.

Taehyung saliendo de su sorpresa, reaccionó ante eso y avanzó rápidamente a abrazar al omega -S-soy yo...T-taehyung amor, soy Taehyung- le dijo con su voz angustiada y sin detenerse a pensar que el omega no le escucharía.

Oyó un fuerte sollozo que fue la antesala a un grito desgarrador que salió de la boca del castaño, quien intentaba dar golpes aprisionado bajo el cuerpo del rubio. Ambos mojándose bajo la incesante lluvia.

Escuchó veloces pisadas que zumbaron duras, aguándose sobre la tierra- ¡Taehyung ya déjalo!- la mano de Jung le tocó el hombro, haciendo al rubio girarse colerizado hacia él.

-¡No!- sus ojos miel enardecidos y brillantes, entregando una mirada desafiante al alfa. Quien instintivamente retrocedió ante la amenaza del rubio.

-¡Les estás haciendo daño!- intentó éste hacerlo recapacitar, viendo como el omega lloraba y luchaba por liberarse de su agarre.

Son míos!- Taehyung gruño roncamente, el aroma a miedo del castaño provocándole mayor ira. Su lobo estaba descontrolado y no le podía calmar. No cuando el omega le estaba rechazando.

No cuando le querían apartar de él.

Sintió que alguien tiró con ímpetu de sus hombros, lanzandole hacia el suelo y propinándole un buen golpe sobre uno de sus pómulos -¡Ya basta! - la voz alfa de Jimin salió firme y dura, mirándole impasible de pie frente a él.

A la vez que el castaño había cerrado sus ojos, desvaneciedose en los brazos de Jung, debido a que el cansancio y la agitación habían afectado a su cuerpo.

-¡No los toques!- Taehyung hizo intento de levantarse, sin embargo su primo volvió a empujarle contra la mojada tierra. Su fina vestimenta manchada hasta las rodillas de lodo.

-¡Ya calmate Kim!-Jimin se aproximó a él sosteniéndole del cuello y con su cabello goteante -Si te sigues comportando como un idiota no dudes en que te partiré la cara ¡Estás lastimando a tu omega maldito ímbecil! - le dijo para luego soltarle de forma brusca, mientras él veía como su madre y Sarang corrían a auxiliar al omega.

-Solo se ha desmayado-dijo la anciana, examinando a Jungkook y pasando su mano por la frente del chico, el que permanecía inconsciente y ajeno a lo que ahora sucedía -Llevemosle al interior de la casa- agregó y Jung tomó al castaño entre sus brazos, acompañando por Sarang y Jimin hacia el interior de la vivienda.

Jiwon observó a su hijo aún tirado en el suelo, turbado y con la mirada perdida hacia donde desaparecía el omega.

-Taehyung...

-Y-yo no quería hacerle daño mamá...yo no se lo que hacía y...-sus manos apoyadas en la tierra apretaron el barro entre sus dedos. Un dolor que se formaba sobre su pecho le comenzaba a asfixiar-...el tenía m-miedo, creyó que lo lastimaría...a él y s-su cachorro.

-De ambos Taehyung. Aquel cachorro también es tuyo hijo-le dijo la mujer calmada, al mismo tiempo que le acariciaba el cabello húmedo por la lluvia.

-Yo y-ya no lo se...no se si lo merezco-el alfa suspiró de forma pesada, con su cuerpo temblando pero no de frío - Le he abandonado una v-vez más y estaba tan delgado...-sus ojos se humedecieron y ardieron al recordar como sus dedos habían palpado, el como sobresalían las costillas en el omega -...y dudo que él q-quiera verme después de todo ésto.

-Ha sido su lobo Taehyung, él...-Jiwon negó con la cabeza- Ven, es mejor que entremos hijo. Debes dejarle descansar y ya luego veremos que hacemos.

La mujer se levantó de allí, alzando su mano derecha invitando al rubio a tomarla.

Sin embargo el alfa negó.

-Yo necesito estar solo mamá- le respondió el chico, poniéndose de pie a la vez que su madre le miraba con cautela, comprendiendo a lo que se refería su hijo- Debo pensar...q-quizás será solo un poco, pero debo hacerlo.

Jiwon asintió comprensiva, observando desde su sitio como Taehyung tomaba su forma de lobo. Aquel gran y hermoso animal de pelaje blanco, que comenzaba a correr sin rumbo trazado y buscando a alguien que no encontraría.

Alguien que no le quería ver.









Calentaba su cuerpo junto a la chimenea de su habitación, utilizando solo la primera capa de ropa para que el calor se filtrase mas fácilmente hacia su cuerpo.

Estiró ambas manos hacia el fuego, las yemas de sus dedos aún envejecidas por la humedad de la lluvia. Su piel aún fría esperando entibiarse.

Suspiró agotado, aquel enfrentamiento le había desgastado al no estar acostumbrado a ese tipo de situaciones.

Las detestaba.

Pero su lobo había reaccionado inclemente y de forma natural al ver amenazada la vida del omega. Provocándole fascinación aquel instinto que jamás creyó despertar en él. Aunque también tenía claro de que aquello se había visto potenciado, al verle también a aquel alfa en peligro.

Estúpido lobo. Estúpido alfa.

¿Cuando superaría aquello?

¿Acaso lograría hacerlo algún día?

Unos golpes en la puerta le hicieron girarse hacia ella-Adelante-apreciando como aquella figura tan reconocida para él, se asomaba tímidamente.

-Disculpe yo puedo venir más tarde-le dijo de pronto el alfa, quien le miraba sonrojado hasta la punta de las orejas.

Jimin rió sonoramente, achinando sus ojos miel al hacerlo -No es como que no me hubieses visto así antes Hoseok y tampoco es como si estuviese desnudo- Jung abrió los ojos de forma amplia, jamás le dejaba de sorprender lo directo que era el chico- Está bien, ya solo entra.

El alfa mayor cerró la puerta tras de él, tragando saliva al encontrarse en aquel espacio solo con el rubio-Yo estaba preocupado...¿Te ha hecho daño?- le dijo Jung mientras se acercaba a verificar el mismo si el chico se encontraba bien.

Jimin le sonrió nuevamente, aproximándose hasta donde se encontraba él -Yo estoy perfectamente. Debes saber que Taehyung impondrá mas presencia que yo, pero siempre el carácter de su lobo ha sido más blando que el mío - le dijo para luego arrastrar su mano hacia el costado de el cabello de Jung-Te preocupas por mí pero en cambio tú, aún llevas tu ropa húmeda. Enfermarás Hoseok.

-Jimin...-los ojos del castaño se clavaron en los del chico.

-¿Qué?- le respondió él con su voz tersa que parecía envolverlo.

Como si no hubiesen pasado los años.

Como si continuasen siendo los mismos.

-Sabes lo que estás haciendo- le dijo Jung, sintiendo como la otra mano de el alfa más joven se deslizaba sobre su pecho. Movimientos sutiles sobre su ropa mojada -No juegues.

El pelirubio rio acercando su boca a la altura de uno de los oídos de Jung -No estoy jugando...yo nunca juego.

Y aquello fue necesario para que rompiera con la mesura del castaño, quién tiró hacia él desde su cintura, provocando que sus pechos chocasen. Sus respiraciones resultando agitadas y encontrándose una vez Jimin volviera a enfrentar su rostro.

Sus miradas como dos fuerzas opuestas atraídas como imanes. Y sus cuerpos estremeciendo ante la cercanía de su aliento.

Y es que a pesar del tiempo, Jung continuaba viendo en aquel chico ya adulto. Al inocente y travieso alfa adolescente, del cual había caído completamente enamorado cuando le impartía su educación militar y ya se encontraba en sus treintas. Donde habían compartido un romance prohibido, no solo por la diferencia de edad y jerarquía. Si no que también por la condición alfa de ambos.

Algo que no fue bien visto por Insung aquel día hace dos años atrás. Cuando había observado a su hijo besarse con el general Jung, a escondidas de todos luego de la coronación de Taehyung.

Ese día Jimin había llorado e implorado a su padre por liberar de culpas a Hoseok. Diciéndole que aquello había sido solo una calentura y confusión de su lobo. Que solo era el capricho lo que le había arrastrado a hacer tal locura.

Y bendita locura.

Su padre dudoso había aceptado, a costa de hacerle prometer vincularse con una beta de una familia poderos, bajo un matrimonio arreglado.

Él lo aceptó.

Aquello era mejor de que le distanciaran o hicieran daño a Hoseok.

Él tomaría aquello y lo cumpliría por él.

Haría lo que fuese por él.

-Se que no lo haces-le respondió el castaño, atreviéndose a mover su mano bajo la ropa del joven alfa, tocando la piel de su vientre. Sus pupilas dilatándose de forma automática, ante la proximidad de sus bocas-Estás frío.

Jimin se arriesgo a rozar sus labios de manera suave, arrastrándolos a ambos a una dulce tortura. Cerrando sus ojos momentáneamente durante la acción. Y abriéndolos de nuevo, enterrados como puñales directo a los del castaño -Entonces calientame.

Hoseok respiró pesado, percibiendo sus pulsaciones al punto de explotar a través de sus venas -A-alguien puede venir.

El rubio posó ambas manos alrededor del rostro del alfa castaño- Nadie lo hará...nadie vendrá. Nadie tiene permitido hacerlo a esta hora.

Y bastó aquello para que sus bocas se unieran de forma voraz, como si estuviesen hambrientas y el otro fuera el festín que llevaban años esperando.

Y es que no podrían detenerlo. Sus cuerpos resultando demasiado débiles para enfrentar aquello.

Podrían sellarlo bajo la llave del mejor cerrajero. Y aún así aquel candado cedería.

Porque no eran ellos. No eran sus lobos.

Eran sus almas buscando calmar aquello que llevaban marcado bajo su pecho. Latiendo tan rápido que sería imposible de detener.









Era consciente de su ausencia, del como transcurrían los días y el chico no aparecía. Lo que le causaba aun mas intriga, era de que éste se encontraba en el palacio. Lo había confirmado sin querer un día que le vio desde la escalera, en el salón hablando con el general Jung. Concluyendo que por ende, él le estaba evitando.

¿Pero cuál sería la razón de aquello?

¿Acaso había faltado a su palabra y lo hacía por esa persona?

¿Se estaba volviendo a ver con aquel omega?

Si, sabía que se trataba de un chico. Pues los rumores corrían rápido en ese lugar y habían llegado pronto a sus oídos. Aquellos hablaban de un joven omega albergado en una de las casas del palacio, siendo custodiado día y noche por la anciana Sarang.

Y solo bastó que uniera cabos, para que pensase que aquellos rumores eran reales, puesto que tampoco había visto a la anciana durante las últimas semanas. Y aunque nadie había mencionado del estado de gestación del omega, daba por hecho que si la mujer estaba con él se debía a ello. Ya que nadie podría ser mejor que en ella en ese tema.

Su corazón dolió. Ya que algo que había albergado siempre y en secreto sobre su pecho, era el deseo de ser madre. Soñando desde que había caído perdidamente enamorada del príncipe aún siendo una niña, ser la madre de los cachorros de Taehyung. Algo imposible, no solo por su condición de beta. Si no que también por la enigmática enfermedad que le afectaba y que prácticamente le haría llevar un embarazo muy riesgoso, aunque la naturaleza le hubiese permitido aquello.

Pasó saliva a través de su garganta, resultandole doloroso.

¿Cómo Taehyung no iba reemplazarle? Cuando estaba enferma y su cuerpo era infertil. Cuando ni siquiera era capaz de ser independiente.

A veces les entendía, a todos quienes se alejaban de ella cuando era pequeña ¿Cómo no lo harían si solo era una molestia?

Agradecía que su padre ya no estuviese con vida para verlo sacrificarse cuidando a una hija enferma. Desgastándose el mismo al hacerlo.

Les entendía ¿Cómo no iba a hacerlo? Si ella misma se despreciaba.

Su cuerpo inútil como una jaula que le tenía atrapada en él. Sin lograr ni siquiera movilizarse unos pasos para cooperar con quienes le auxiliaban.

Todas muchachas de la servidumbre, ninguna amiga real. Nadie que lo hiciese por mero aprecio.

Sentada en aquel jardín como todos los días, se rió irónicamente. Como que el estar en aquel lugar le volviese más feliz. Cuando solo le hacía recordar lo sola que se encontraba, al no tener a quien ver o con quien hablar.

Maldita enferma.

Vió el jarrón con agua cristalina ubicado pulcramente sobre la mesa. Si tan solo pudiese siquiera tomarlo sola, sin la necesidad de que alguien lo acercarse para ella.

Ponerse de pie y dar cortos pasos que hagan sentir que su cuerpo sigue vivo. Que no está muerta. Que su cuerpo siente y desea aferrarse a la vida.

Negó con la cabeza, apoyando las palmas de sus manos a ambos costados de la silla de madera, con la clara intención de sostenerse y ponerse de pie.

Avanzar siquiera unos pasos.

Su corazón latió con fuerza, percibiendo una sensación de miedo y ansiedad llenarle por dentro.

Y con toda la fuerza que le fue posible, se impulsó hacia arriba. Sus brazos temblando debido a la repentina exigencia.

Apoyó uno de sus pies, sintiéndolo rozar sobre el suelo. No recordando la última vez que sus extremidades le sostuvieron. Pero necesitaba hacerlo, aunque no fuese posible.

Aunque supiera el desenlace desde ya.

Por lo que tomando seguridad pisó con fuerza sobre el suelo, cayendo su cuerpo de golpe y su cabeza rebotando sobre el césped.

Inútil.

No alcanzó a pensar en nada, hasta que sintió como alguien corría y le tomaba desde la espalda, pasando sus brazos bajo los suyos para subirle nuevamente a la silla.

Su cuerpo apenas reaccionando a lo que sucedía.

Aquella persona respiraba agitada, la exigencia también resultando demasiado para ella.

-Lo siento- dijo Seulgi despacio y observando aún, el sitio en donde su cuerpo había estado tirado en el suelo segundos atrás -Sólo quería un vaso de agua -Sin embargo aquella persona a sus espaldas no le respondió- Hey, he dicho que... - le dijo ella girándose con su silla para enfrentar a quien le había ayudado, encontrándose con la imagen de quién menos imaginaba.

Él la observaba extrañado y con sus labios entreabiertos, como si la muchacha fuese la criatura más extraña sobre la tierra.

Pero es que le resultaba llamativa. Su cabello, su piel e incluso sus ojerosos ojos. Era como descubrir algo nuevo, pues la chica era muy bonita y él jamás había visto a una.

Ella lo miró hacia arriba, frunciendo su ceño y acercándose un poco más a él, moviendo las ruedas de su silla con las manos. Resultando intrigante también para ella, la presencia del chico.

No pudo evitar ver sus ojos azules que hacían un juego fascinante con el castaño de su cabello y lo pálida de su piel. Percatándose enseguida el porqué Taehyung había bajado sus muros con aquel omega.

Y claro que se había dado cuenta que se trataba de él, pues llevaba la mordida sobre su cuello y que marcaba su lazo. Y lo más importante, no podía evitar el pequeño vientre se delineaba bajo su camisón.

-Tú...- le dijo ella sin dejar de mirarle-¿Tú eres aquel omega no es así?-Sin embargo Jungkook le miraba sin comprender que intentaba ella decirle, provocando que algo oscureciera en ella-¡Responde!- le gritó para hacer que el omega pegará un pequeño respingo al verla tan exaltada.

Y también demasiado perturbado al sentir el aroma de Taehyung en ella.

Ella le entregó una mirada desafiante, demasiado dolida como para mirarle de otro modo.

-¡Responde te lo estoy ordenando! - insistió la joven beta, su respiración acelerándose producto de la agitación.

Unas pisadas fuertes se escucharon aproximarse -¿Qué sucede?¡¿Jungkook que haces aquí?! - la anciana Sarang corrió de golpe hasta donde encontraba el chico. Temerosa ante la situación que se había encontrado. Revisandole y enviando miradas a Seulgi, con miedo a que se hubiesen lastimado.

La anciana le señaló unas cosas con sus manos al castaño, ante la mirada de extrañeza de la chica. Quien observó como el chico casi a regañadientes se marchaba de aquel lugar.

-Disculpe señorita Seulgi. Ese chico es mi sobrino y aún no entiende muy bien hasta donde puede acceder aquí en el palacio - le dijo ella inclinándose respetuosamente -No se volverá a repetir.

-No tienes porque mentir, tengo claro quién es- le dijo ella con rencor en su voz. Sarang también le había cuidado a ella desde que era una bebé. Ahora al igual que todos.le estaba traicionando.

La anciana le miró con un gesto de calma -Lo siento mucho señorita Seulgi, ese es un tema que a mi no me corresponde hablar con usted. Solo estoy aquí para resguardar al joven Jungkook.

La chica rió, sintiendo resentimiento. Mucho resentimiento- Tampoco es como si le fuese a hacer daño. Pero si va a ser quien tenga al cachorro de Taehyung, siquiera deberías enseñarle modales Sarang. Tu protegido ni siquiera ha sido capaz de responderme, solo muestra la clase de omega que es. No quiero ni imaginar de donde le ha sacado Taehyung.

Sarang le miró comprensiva pero tajante- Me ha de disculpar señorita Seulgi, pero debe cuidar de sus palabras. La clase nunca ha hecho la calidad de una persona, recuerde quien le ha cambiado pañales y enseñado a comer-la chica le observó manteniéndose terca en su pensar -Y el chico no le ha respondido por que no quisiese. Lo que pasa es que él no se comunica como todos lo hacemos. El joven Jungkook es especial.

Seulgi le vió sin lograr entender- ¿Especial?

La anciana mujer asintió -Si, el joven Jungkook es sordo señorita Seulgi. Por eso no le ha respondido, porque no le ha oído.









La luna en el cielo indicaba la caída de la noche, donde las estrellas se trazaban en constelaciones inexploradas sobre su oscura red.

El se sentía nervioso, percibiendo a su lobo inquieto ante el inminente encuentro con su omega.

Estaba asustado.

Llevaba cerca de seis días sin verle luego de su último encuentro.

Precisamente aquel encuentro.

En el que el omega le había dejado en claro que no quería verle, que le había lastimado. A su parte humana y sobre todo a su lobo.

Sarang se lo había dicho aquella tarde antes de llegar ahí.

-Le has dejado solo Taehyung. Han sido tres semanas en que él te ha esperado y tu no has llegado-le dijo la anciana sin filtro y jamás olvidando su trabajo como educadora.

Taehyung aun era un cachorro, uno bastante crecido pero a fin de cuentas un niño. Si él necesitaba de un llamado de atención ella lo haría.

-¿Qué esperabas? ¿Qué te recibiera con los brazos abiertos? Has humillado a su lobo Taehyung. Es obvio que está resentido por el abandono. Y sorpresa, resulta que tu omega es bastante orgulloso y no esperará por ti por siempre. Así como lo veo te dejará de lado con el fin de proteger a su cachorro.

El pecho del rubio se sintió pesado, aquello era lo menos que deseaba- No pretendo dejarle Sarang. Yo los amo y los quiero conmigo. Los necesito conmigo.

-Entonces demuéstralo alfa tonto. Ya es hora que te acomodes bien las pelotas, aquella de las cuales aluden tanto ustedes los alfas.

Taehyung se había sonrojado por las palabras tan directas de la anciana. Aunque no sabía porque se sorprendía -Yo nunca he aludido acerca de mis...sabes olvídalo-quiso refutar, arrepientiendose casi de inmediato. Al final de cuentas sabía que se merecía todo aquello.

Esa era la razón por la que ahora estaba en la puerta de aquella habitación. Esa donde el omega le había esperado tantas noches.

Sarang le había dicho que le había mencionado que debiesen solucionar las cosas y el castaño había accedido. Testarudo y todo lo había hecho. Sobre todo porqué debía hacer muchas preguntas a Taehyung. Necesitaba saber porque aquella chica llevaba su aroma ¿quien era ella?

La anciana le había explicado acerca del encuentro de Seulgi y el chico. Y quizás era eso lo que más temor le provocaba. Ya que temía no encontrar las palabras indicadas para que Jungkook entendiese todo.

Sin lastimarle nuevamente.

Y es que lo necesitaba con él. Y la anciana le había insistido que solucionar todo esa misma tarde. Dándole la privacidad necesaria para que arreglaran lo que tuviesen que arreglar, dejandoles solos durante esa noche.

Debía verlo. Debía sentirlo.

Era su omega.

Era su cachorro.

Por eso que decidido abrió aquella puerta. Sin tocar, siendo innecesario pues el chico no le oiría.

Encontrándose inmediatamente con el dulzor característico de Jungkook, el que ingresaba avasallante por sus fosas nasales.

Mirándole justamente a él, sentado sobre sus rodillas en aquella cama que se veía tan fría. Con su pequeña pancita saludándole y aquellos brillantes ojos azules permitiéndole pasar una vez más.

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