𝐨𝐧𝐜𝐞

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Eren Jeager y yo.

───

La luz del sol nos rodeaba, y todos íbamos caminando en fila a lo que sería nuestro nuevo hogar, nuestra élite. Aún no asimilaba que había jurado en vano, entregar mi corazón a cualquier costo, sin importar el sacrificio. Estaba aislada, y caminaba atrás de todos. Les veía de espalda, y por un momento, mis manos yacían manchadas de sangre. Mis ojos veían con detenimiento como el puñal de una navaja, estaba clavada en cada una de sus espaldas. Cerré y abrí mis ojos con brusquedad, parpadeando varias veces, dejando de visualizarme de esa manera, viendo como la mirada de Reiner se posaba en mi, esperando a que continuara caminando con ellos. También veía sus manos llenas de sangre, incluso las de Berthold, pero ellos no entendían la magnitud de este problema. Intentaba de dejar de alucinar, y es que, el cargo de conciencia me estaba comiendo cada día que pasaba. Quien se distanció, fue Annie. Su camino fue diferente, decidiendo optar por adentrarse a la policía militar, quizás, para que si por si acaso algo sucedía, ella desde allá pudiera resolverlo. Aún así, ellos estaban conscientes de que no me adentraría a sus planes, así que, veía que estaban ajenos a mi, pero sabía que pronto intentaría de que yo recapacitara. Podría hacer lo que fuese, pero no dañar a estas personas, porque el daño a ellos, era un reflejo de dolor que yo no podía soportar, así que no imaginaba si algo le pasara a Eren por nuestra culpa.

Me di cuenta que estaba aturdida, mirando a Jean, y como caminaba vagamente. Él siempre deseo junto a Marco ser parte de la policía militar, pero fue valiente, y decidió el camino más arduo. Su mirada yacía perdida en tristeza, no había manera de que se le consolara, a pesar de que los días pasaban, él dolor seguí ahí. Mi corazón empezó a latir fuertemente, mis manos sudaban, y mi respiración se entrecortaba. La sangre del cuerpo de Marco salpicar, y como sus huesos crujían por la mordedura del titán, se escuchaban con claridad en mis tímpanos. Sus gritos fueron desgarradores, era como si se hubiese clavado como una cicatriz que no pudiera borrar fácilmente. Continué caminando con ese peso en los hombros, temía por descifrar a quien más tenía que ver morir, y no poder hacer nada, y es que, aún sentía como Reiner me impedía ayudarle. Me llenaba de impotencia ese recuerdo, y el deseo de sobre lanzarme a él, era grande. Traicionarle me llevaría a un hueco junto a él, y de un modo a otro, una parte de mi, deseaba volver a casa con mi padre e hermana, al menos, una vez más. Me sobresalte cuando sentí la mano de Armin en mi hombro, y cuando alce la mirada, me percaté que habíamos llegado al cuartel del cuerpo de exploración.

-Es gigante.-exclamó, con alegría.-Aún no me la creo.-decía, y yo, le mire ante ver sus ojos brillando.

-Pues, aquí estás.-le dije, haciéndole ver el cuartel, y varios soldados con la insignia de las alas de la libertad, mirándonos.

-Estamos.-arreglo Mikasa, mirándonos a ambos, y caminando a nuestro lado, observando todo a nuestro alrededor.

-¿Les gusta donde estamos?-pregunto Reiner, quien parecía asombrado, e inconscientemente, creó imágenes en mi mente que creía no recordar.

-Si... -por un leve momento me quede detenida, observando el lugar, y una bocanada de aire me faltó, cuando di un salto mental al pasado, recordando.

-¿Qué piensas Amaya?-la voz de mi mamá sonaba hueca en mi oído, era alta, y yo muy baja, era una niña; alce la mirada, observando su largo cabello negro, y sus ojos verdosos.-¿Te gusta?-me preguntaba, mientras que observábamos el mar.

-Si... -le respondí, observando las olas, y como llegaban hasta algún punto en la arena, mis pies se llenaban de esas pequeñas fracciones de tierra.-Parece que no tiene fin.-opinaba yo.

-No, no lo tiene.-dijo ella, con esa suave voz.-Más allá del mar, todo continúa. Los sueños, la esperanza, la libertad, y el amor.-musitaba, mientras que yo alzaba mi mirada, y observaba sus ojos mirar el mar.

-¿Porque todo eso está más allá del mar?-pregunte, porque era inocente, y no sabía nada de la vida.

-Porque todo continúa, porque nada tiene fin.-me respondía.-Quizás allá, encuentres lo que nunca hallarás aquí.-señalaba.-El amor, la esperanza, la libertad o nuevos sueños.-acariciaba mi cabello, y sonreía.-Espero que el amor, y la libertad.-sonreí pasmada y negué con asco.-A Pieck le gustaba mucho venir aquí.-expresó mi mamá.-El día en que no esté, mi corazón estará aquí, danzando en las olas e intentando de alcanzarlas en la orilla.-se colocó de cuclillas y me abrazo, mientras que continuaba viendo el extraordinaria paisaje.-Porque el día en que no esté, mi único anhelo, será estar con ustedes, otra vez.-susurro.

La imagen se colocó borrosa, y la vi, estaba pálida en aquel suelo, con un charco de sangre a su alrededor. Sus ojos estaban cerrados, y mi bata de dormir estaba manchada de su propio líquido rojizo. Mis manos temblaban, y también estaban llenas de sangre, mi vida se había detenido muy joven, y jamás, volví a escuchar su voz luego de ese día. Retome el aire, y volví a la realidad. Dándome cuenta de que estaba sola, y en algún punto del patio del cuartel de exploración. Mis ojos estaban humedecidos, esas imágenes que intenté bloquear, se habían desbloqueado para herirme, o quizás para recordar el porque era lo que hoy soy. Toque mi cabello, toque aquel coleta alta, y era como si deseara sentir su tacto, su relajante tacto. Su ausencia había cambiado todo, y su muerte, aún estaba clavada en mi corazón como un puñal que se había estancado, y no tendría manera de salir, porque de seguro, me dejaría sin ganas de vivir, menos de las que hoy día, tenía. Alce la mirada cuando escuche pasos arrastrados, sabía que ya no estaba con el grupo de reclutas, pero me quede mirando al hombre que apareció delante de mi, con aquel uniforme que lo determinaba cómo persona.

-¿Qué haces por acá?-me preguntó, aquel hombre, a quien reconocía claramente.

-Perdí al grupo.-dije, sin necesidad de al menos una jodida vez, no mentir.

-Te ves desorientada.-indicó, examinándome.-¿Es por estar aquí?-me preguntó, curioso, y yo, negué.-Ayer en la confirmación, te veías muy segura.-me hacía recordar, y yo, asentí.

-Estoy segura.-le volví afirmar a Erwin Smith, pero esta vez, frente a frente.-Es solo, que jamás será fácil dejar tu hogar atrás, para acostumbrarte a otro.-musité, mirando sus penetrantes azulados ojos, su carácter era intimidante, y su expresión, también.

-¿Cuantas veces abandonaste tu hogar?-me preguntó.

-Solo una vez.-le respondí cortante, ante la falta de confianza que ambos transmitíamos.

-Pregúntate si fue necesario, que fuera así, para que así, tú llegaras aquí.-dijo, caminando por mi lado, y tocando mi hombro de manera delicada.-Eren esta en el establo.-dijo cuando se detuvo en seco, y quede desconcertada ante haberlo comentado.-Vi como lo abrazaste el día de la corte.-expresó de reojo, para así, continuar caminando.

"Pregúntate si fue necesario, que fuera así, para que así, tú llegaras aquí". Lo veía irse, con sus manos en su espalda, atadas. Me quede confundida ante esas palabras, pero me retumban en el oído, una y otra vez, procesando el mensaje oculto que llevaba. ¿Fue necesario abandonar mi hogar, para llegar aquí? Era una pregunta capciosa, una muy difícil de responder, pero no tenía mucha exactitud si había sido lo correcto, si fue necesario el abandono, porque de ser así, ¿qué me va traer esta Isla? Más de lo que ya me había traído. Suspire, y continúe caminando por la dirección en donde vino aquel comandante. Él era respetado, idolatrado, pero a la vez, juzgado por sus acciones. Su soberbia persona, era criticada, y acusada de las vidas ajenas a las que llevó a campo de batalla, muchas de ellas no volvieron, pero aún así, él continuaba con esperanza de encontrar una salvación en este pedazo de tierra, deseaba ver a su gente libre, y eso me ataba más a remover mi conciencia, tan podrida que estaba, y continuaba en este estado. Aunque intentara, continuaba viendo mis manos llenas de sangre.

Alce la mirada, y detenidamente observe cómo aquel joven, estaba de cuclillas, sosteniendo una cubeta, y con una esponja, pasándola suavemente por las piernas de aquel animal. Mis pasos no se escuchaban, y quería tocar el pelaje del caballo, pero preferí mirarlo a él. Quizás, Eren Jeager era mi nuevo sueño, mi nuevo camino para ser libre, y mi nuevo amor, como ella siempre indicó; como siempre supuso que lo encontraría, porque más allá del mar, es donde él está, donde yo estoy ahora. Sonreí cuando vi como él notó mi presencia, me observó detenidamente con una sonrisa pasmada, levantándose de a poco del suelo. Sus verdosos azulados ojos eran preciosos, no había visto unos que lo igualaran, Eren era único, y eso hacía que mi corazón latiera tan rápido como lo estaba haciendo, ahora que se acercaba a mi. Solté la cubeta con delicadeza, y se aisló del caballo, mientras que me quede detenida, viendo como se acercaba a mi. Sus brazos se abrieron, y no pude evitar dejar que me abrazara como saludo, pero fue un abrazo lleno de sentimientos, de muchos sentimientos. Acomode mi cabeza en el hueco de su cuello, pero él parecía querer tener contacto visual, y me aisló, rompiendo el abrazo.

-¿Eren?-le llame, mirándole confusa ante verlo mirarme con detenimiento, como si quisiera decirme algo.

-Sabías que vendrías por mi.-afirmó.-Ya vi a los chicos. No estabas ahí, y supuse que me estarías buscando.-expresaba, a lo que alce una ceja, y le mire con sarcasmo.

-No te estaba buscando.-dije, de manera orgullosa.-Te encontré de casualidad.-expliqué, y él, tan solo sonrió de lado.

-¿Como hace tres años?-pregunto, y sentí como mis mejillas se calentaron.-No es casualidad, nunca lo ha sido.-decía, y yo, tan solo me quede en silencio.-No puedo creer que te hayas unido al cuerpo de exploración, pero debo admitir, que me hace muy feliz.-añadió, mirándome con ese brillo en su mirada.

-Te echaba de menos, Eren.-le expresé yo, sin temor a dejar mis sentimientos al aire.-A mi me hace muy feliz, que estés aquí, con vida.-le dije yo.

-Yo también te echaba de menos.-me respondió, y bajo la cabeza, algo nervioso.-Quisiera que... -se detuvo, como si tuviera miedo de lo que diría.

-¿Qué?-le pregunté, incitándolo a que continuara, pero negó, como si no se atreviera.-¿Qué quisieras Eren?-le volví a preguntar.

Me quede helada y mis músculos se aflojaron, si, así se sintió cuando los labios de Eren por primera vez, rozaran los míos en un suave beso. Mis ojos estaban abiertos como platos, y estaba viéndolo. Cerré mis ojos, y mi corazón latía, latía muy fuerte. Sus labios rozaban los míos, y de un momento a otro, los míos se estaban moviendo al ritmo de los suyos. Estaba ansiosa, estaba muy nerviosa y sentía mi estomago revolcarse. Esta sensación que sentía era muy extraña, pero muy bonita. Me distancié de Eren, y lo mire aún sonrojada, y con mis ojos abiertos como platos. Él también estaba sonrojado, pero a diferencia de mi, él si me miraba detenidamente a los ojos como si estuviese seguro de lo que había hecho, como si no hubiera tenido temor, y era lo que más anhelaba. Baje la cabeza, y sonreí, sonreí pasmada al punto de reír, una risa leve, que sin duda, Eren adoro. Alce la mirada, y observe cómo rascaba su nuca, parecía preocupado por mi reacción, pero también río todo pasmado.

-¿Era eso lo que querías?-le pregunté curiosa, y él, aún sonreía todo pasmado.-Que coqueto has salido.-le halague.

-Lo siento, ya no me puedo aguantar.-expresó, sin poder mirarme fijamente.-No sé si son las hormonas, o que he aguantado tres años para hacerlo.-me decía.

-Te tardaste mucho.-le justifique, y vi como sus ojos se abrieron grandemente, para así, mirarme con una expresión seria.

-¿Qué quiere decir eso?-me preguntó.

-Yo nunca tuve el valor de admitir lo que sentía por ti, como tú si lo has hecho.-dije.-Es difícil para mi, decirte que estoy locamente enamorada de ti, Eren.-él me miraba, como si intentara de acoplarse a lo que decía.

-¿Me estás de broma?-me preguntó, y negué, mientras que él, vagamente se sentó en el suelo.

-¿Qué ocurre?-le pregunté, preocupada, decidiendo sentarme con él, y quedando aturdida, cuando observé el atardecer frente a nosotros.

-¿Qué no ocurrirá?-pregunto.-Esa es la pregunta mayor.-miraba el atardecer junto a él.

-¿Estoy tarde?-le pregunté, y él negó, pero no me observaba, estaba pensativo.

-¿Por qué te costo tanto decirlo?-me preguntó, curioso, intentando de adentrarse más a mi.

-Porque no quería acostumbrarme a ti.-le afirmé, mirándolo, pero solo miraba su quijada, lo perfecta que era.

-Eres un misterio, y temo resolverte.-susurro, mientras que los tonos colores naranjas se avecinaron, y nos iluminaron.

-Chicos.-aquella voz nos sobresaltó, la voz de Reiner.-¿Ya dejaron de coquetearse?-pregunto, creando que Eren se sonrojara, y él, él se sentó aún lado de Eren, mientras que mi expresión, se quedó seria y sentí como Sasha, se colocó atrás de mi espalda, y se recostó.

-Tengo hambre.-me dijo, abrazándome por los hombros, mientras que yo, no accedí a su gesto.

-¿Cuando no?-le preguntó Connie, sentándose en el suelo, y yo veía como Mikasa se sentaba a mi lado, dejando a Armin parado, y que observara los colores del cielo.

-Joder, que mucho hablan.-musito Ymir, sentándose también en el suelo, con una Krista alumbrada por los colores, al igual que Armin.

Me quede en silencio, porque todos estaban aquí, y no era nada malo, era que todos estábamos juntos. Me sentí grata, y acoplada a este ambiente, pero pese a todo, sentía un gran vacío en mi corazón que no podía sanar. Los escuchaba, sonreían, pese a que Jean estuviese sentado lejos, estaba ahí, con nosotros. Su expresión estaba entristecida, se veía lo solitario y deprimido que se sentía, le habíamos arrebatado algo, que jamás volvería. Deje de mirarle, y mire mis manos, estaban llenas de sangre, llenas de sangre. Reaccione, y tome una bocanada de aire. Sentía como las gotas de sudor bajaban por mi frente, estaba empapada, y sentía mucha calor. Mi pecho subía y bajaba, mientras que mis manos temblaban. La noche había caído, y la conciencia me consumía. Lleve mis manos a mi rostro, y me lo restregué, mi cama se hundió en el borde, y cuando quite mis manos, observé a una Mikasa soñolienta observándome detenidamente. Ella estrechó su mano, y en el, parecía tener un pañuelo, el cual acepte, de manera grata. Limpie el sudor, e intentaba de relajar mi respiración.

-No dejabas de llamar a Marco.-me dijo, a lo que yo, quede abrumada ante eso.-¿Qué soñabas?-me preguntó, curiosa.

-Yo... -mis palabras quedaron en el aire, y sentía como el aliento me faltaba, no tenía el valor de decirle la verdad, por más que deseara.-Quería salvarlo, pero no podía... -musité, entristecida.

-Aún se siente su ausencia... -susurro ella, en un tono bajo, pues, Sasha dormía en la parte de arriba de la litera en donde yo estaba.

-Yo siento que fue ayer, cuando supe que no pude salvarlo.-le decía a ella, mirando a la nada.-Temo no poder salvarlos.-comentaba, como si ella pudiera entender, como si supiera.

-¿Por qué querrías salvarnos?-me preguntó, mientras que yo, me volví acostar, y le di la espalda, intentando de no visualizar mis manos llenas de sangre.

-Porque, se volvieron muy importantes.-le respondí, mientras que sentía como ella me miraba aún yo dándole la espalda, era como si descifrara que algo más me faltaba por decir.-Porque me enamoré de Eren.-susurré, tocando mis labios ante recordar, el tacto de sus labios.

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Próximo capítulo: Valor.
El escuadrón se acopla en el cuartel de exploración, mientras que Amaya busca como poder salvar a Eren, de lo que le espera fuera de los muros.

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