𝐝𝐢𝐞𝐳

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Escuadrón ciento cuatro.

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Miraba aquel techo, mientras que estaba acostada en la litera, justo en la cama de arriba. Podía escuchar voces, y como muchos hablaban, mientras que yo, finalizaba las cartas que había empezado escribir hace días. Ahogaba mis emociones en un papel, para así, evadirlas en esta realidad, pero me era imposible. No sabía lo que era llorar en silencio hasta quedarme dormida, pero ahora lo sabía, y se sentía agrio. Aunque ya mis lágrimas no salían, sentía aún la pesadez de la tristeza que se acoplaba a mi sombra, me perseguía. Me levante y restregué mi rostro, sabía que hoy sería el día en que las elites buscarían a los reclutas, y estaba consiente a dónde iría. Lleve mis pies al suelo, levantándome. Me hice una coleta corta, sin peinarme los flequillos, no estaba al pendiente de mi ser, estaba muy desorientada últimamente. Camine, y vagamente pase por aquella cama, la cual estaba vacía. El recuerdo de Marco me abrumaba, así que me detuve en seco y me quede pegada al margen de la puerta, antes de salir a las afueras. Su voz estaba lejos, y empezaba a olvidarle. Observaba el horizonte, como todos compartían, o se recuperaban de las bajas de los reclutas. Fueron tres años que compartimos, y era difícil levantarse, y simplemente olvidar que no fue así. Más allá, podía ver a Jean, estaba sentado solo. No hablaba con nadie, y estaba sumamente aislado de los demás, era como si algo le faltara, y estaba demás preguntar lo que era. Entre cerré los ojos, y restregué mis ojos, los gritos de Marco empezaban abrumarme, sus gritos de ayuda estaban enterados en mis tímpanos.

-Amaya.-la voz de Reiner se interpuso en mis pensamientos, en mis agrios recuerdos, y no tarde en adentrarme a la cabaña para aislarme, pero no pude.-Amaya.-volvió a llamarme, dándose cuenta que le había evadido.

-¿Qué quieres, Reiner?-pregunte, dándole la espalda cuando sentí como había entrado a los dormitorios, no podía mirarle.-No tengo tiempo para charlas.-le indique.

-Debemos hablar.-me indicó, y giré mi mirada, observando de reojo como Berthold estaba en el margen de la puerta, cabizbajo.

-Yo no me adentrare a ningún plan.-le respondí fríamente, girándome, dándole mirada.-Estoy fuera de esto, lo demás queda en ustedes.-les dije, dejándoles el peso.

-No puedes renunciar, es una deshonra a Marley.-expresó Reiner, con su mirada algo apagada, parecía entristecido.-A tu padre.-arreglo, dándome la imagen de aquel hombre en mi mente, a quien no olvidaba, y extrañaba.

-Ya lo hice.-dije, afirmando que renunciaba a a mi postura Marleyana.-Si mi padre y mi hermana me aman, entenderán que me enviaron a un acto suicida.-le respondí.

-Debemos terminar lo que empezamos, juntos.-mire a Berthold, y como también su mirada estaba afligida en tristeza.

-Dile eso a Marcel.-le interferí, mirándole con rabia.-¿Dónde está?-pregunte por aquel viejo amigo a quien no pudimos salvar.-¿Tú le dirás a Porco que murió? ¿Qué su hermano murió?-miraba a Reiner, quien yacía cabizbajo.

-Esta es la vida que nos toco.-me respondió, evitando mi mirada por completo.-Es lo que nos toco... -susurró.

-¿Y la vida que le toco a Marco? ¿Era la que merecía?-le pregunté, sintiendo mi garganta caliente, sabiendo que ese tema me desprendía el alma.-Dime, para así poder dormir en paz, para dejar de escuchar sus jodidos gritos.-le pedí, acercándome a él.-Reiner, ¿cuando nos convertimos en esto?-le pregunté, intentando de que sus ojos me miraran, pero no tenía valor.

-Amaya.-Berthold me llamo, y me miró, sabía que defendería a Reiner, sin importar el precio; yo estaba sola en esto.-Idearemos un plan, y os llevaremos a Eren, iremos a Marley.-me decía, de manera pasiva, como si eso fuese una tarea fácil.-Luego, todo acabará ahí, y ya no tendremos que seguir con esto.-añadió.

-No importa si acabamos la misión hoy mismo, esto nos va perseguir.-les dije.-Éramos amigos, nunca estuvimos en contra del otro, desde siempre te di mi mano, y creí en ti, aunque fueses una mierda.-le decía a Reiner, recordando nuestra niñez.-Siempre creí en ti, pero ahora, ya no tengo ni siquiera confianza en mi misma, y todo por tu afán de honrar a un país que admira la desigualdad, todos somos humanos, Reiner.-le hablaba, pero aún permanecía cabizbajo, y yo le hablaba de una manera tan agria, que ni siquiera me reconocía.-No voy a traicionarles, pero no cuenten conmigo para esto. Se que cuando volvamos, significará la muerte para mi, pero me vale una mierda.-pase por su lado, esperando que Berthold se moviese, pero no lo hizo.

-Este es el mundo en que nacimos, nada es justo.-le daba la espalda a Reiner, quien me hablaba, mientras que Berthold le miraba, dándome espacio para pasar.

-No importa lo cruel que sea el mundo Reiner, nosotros elegimos quien ser.-le dije.-Y yo elegí no ser así.-le esclarecí, distanciándome.-Les digo por ultimo, me uniré al cuerpo de exploración, y protegeré a Eren, a toda costa.-le informe, para así, desear irme, hasta que volvió hablar.

-¿Por qué te enamoraste de él?-me detuve en seco ante su pregunta, y me quede dándole la espalda, viendo el patio, y como algunos reclutas caminaban.-Sabías que no debíamos entrelazarlos, ahora esto será más difícil.-me dijo.

-Fue inevitable.-confesé, girándome para observar a Reiner, quien también se había girado, para así observarme.-Reiner, no voy olvidar lo de Marco, pero jamás podría perdonarte si algo le pasa a Eren.-le miraba, y le amenazaba, sabiendo que yo hablaba en serio.-Si se atreven a hacerle algo, voy a pelear en contra de ustedes.-fue lo que dije, para así, distanciarme de ellos.

Observé el balcón, y vi como Annie estaba allí. Su mirada y la mía se cruzaron, sus ojos estaban hinchados, y apagados, había estado llorando. Fui fría y seca, ni siquiera le regale una expresión, la había ignorado como si para mi, no valiera nada. Camine, lejos de ellos. Era agrio darles las espaldas, pues jamás fue así. Nuestra niñez fue fría, pero nunca nos abandonamos, siempre estábamos juntos. Se que no había que culparlos, pero no éramos del todo inocente, después de todo, teníamos conciencia y sabíamos lo que hacíamos. Me detuve en seco, volviendo a mirar hacia donde mire minutos atrás. Jean continuaba sentado, pero ya no estaba solo. Sasha y Connie le acompañaban, parecían consolar su soledad. Me sentía mal por eso, estaba abatida, y no había manera de sanar rápidamente. Visualice a Marco allí, corriendo y sonriendo alrededor de Jean, eran unos buenos mejores amigos, siempre se apoyaban, nunca se separaban. Jean estaba serio, y su expresión era deprimente. Sus ojos y los míos se conectaron, y ante esto, desvíe la mirada para continuar caminando, con prisa. Me distancié lo más que pude, dejándome caer detrás de las cabañas, y llevando mi cabeza alrededor de mis rodillas. Tapé mis oídos, deseando escapar de sus gritos, de los gritos de Marco. Deseaba poder dormir en paz, pero no podía.

Mis ojos se humedecieron, estaba siendo débil, me estaba dejando caer, y yo no era así. Siempre fui fuerte, valiente y reservada, pero ahora, era una marchita flor que se estaba dejando caer, pétalo por pétalo. Aunque deseara poder calmar mis ansias de llorar, no pude, y mis lágrimas se desprendieron. Mi conciencia me estaba comiendo, pues Marco anhelo mi ayuda con todo el temor, murió con miedo y sin saber porque dejábamos que fuera así, me odiaba por eso. Sollocé, y le recordé. Siempre fue dulce conmigo, aunque supiera que a pesar de ser fría, y sintiese algo por Eren, no dejo de ser bueno conmigo, nunca dejo de procurarme, siempre fue noble. Su sonrisa era única, y su manera de ser, era genuina. Era un alma brillante, y solo deseaba ser un buen soldado. Le había dejado morir, tenía fuerza, pero no me atrevía a pelear en contra de las personas en quien creí, y a quien siempre desee admirar. Siempre fue la menor de aquel grupo de guerreros en Marley, pero el que ellos me cuidaran, me hacía sentir bien, aunque jamás estuve de acuerdo con la idea de venir a tierras desconocidas para hacer daño, nunca fui así. Me mantuve cabizbaja, y mis lágrimas se sacaban, hasta que escuché pisadas.

-¿Amaya?-alce mi mirada, mis humedecidos ojos observaron la preocupante expresión que Armin me proporcionaba.-¿Estás bien?-me preguntó, mientras que con cuidado, se sentó a mi lado, estrujé mi nariz y le mire.

-Si.-respondí, con mi voz algo ronca.-Tranquilo, Armin.-le pedí cuando vi como aún me miraba con esa expresión, él era una persona con solidaridad.

-Es raro verte así.-expresó.-No eres así.-esclareció, mientras que deje de mirarle para esconder mi cabeza entre medio de mis rodillas.-No digo que no tengas el derecho, es solo que últimamente te has visto deprimida, y una parte de mi se siente triste por eso.-indicó, a lo que di en el clavo de referirme a él como una persona con solidaridad, era una ternura de chico.

-A veces, la persona más fuerte, puede también cansarse de muchas cosas.-le dije, mientras que mi voz se escuchó en un tono bajo, debido ante estar escondida entre medio de mis rodillas, me avergonzaba que me vieran de esta manera.

-Este mundo es cruel, lo sé. Yo también he perdido mucho, lo único que tengo es a Eren y a Mikasa.-decía, mientras que sentí su mano en mi hombro.-Ahora a ti.-abrí mis ojos aturdida ante eso, alzando mi cabeza para mirarle con tristeza.

-¿Crees que soy una buena persona?-le pregunte curiosa, sabiendo el infierno que llevaba adentro, uno lleno de pecados.

-¿Por qué no lo serías?-me preguntó, mientras que sonrío de lado.-¡Claro que lo eres!-exclamo, con emoción, mientras que yo no sabía cómo sentirme ante eso.-Mira, a pesar de que siempre estés con una expresión de ogro, procuras por nosotros, nos proteges y alientas. Eres una buena persona.-decía, con suma seguridad.

-¿Por qué eres tan bueno conmigo?-le pregunté, mirando sus azulados ojos, aquellos que reflejaban el mar, aquel que él no conocía.-Tú no sabes si merezco tu nobleza, Armin.-dije, y él algo extraño me miró.

-Porque eres mi amiga.-me respondió, aún neutral, intentaba de hacerme sentir mejor, incluso querida.-Y todos tenemos una parte oscura en el fondo, pero eso no te hace con menos valor.-me aclaraba, mientras que alzamos la mirada ante ver la sombra en el césped de una persona, y escuchar sus pasos arrastra dos.

-Aquí están.-ambos miramos a Mikasa, quien yacía frente a nosotros.-¿Por qué me dejan aparte?-pregunto con su seria voz, sentándose aún lado de mi, haciéndome quedar entre medio de ambos.

-Mira el atardecer. Me da esperanza.-mire hacia donde Armin indicó, viendo los rayos del Sol esconderse, y reflejar esos tonos anaranjados en el cielo.

-A mi también... -musité, aún desanimada.

-¿Nos uniremos al cuerpo de exploración?-preguntó Mikasa a mi lado, mirando también el atardecer, sabiendo que en unas horas sería la inauguración para los reclutas que desearán unirse a esa élite.

-¿Creen que sea lo correcto?-pregunto Armin, en dudas con la decisión que llevaríamos a cabo, estaban a punto de cumplir un sueño que anhelaban.

-No lo sabremos hasta que lo averigüemos.-le respondí de una manera serena, calmando mis emociones.

-Si.-respondió Mikasa.-Lo haremos juntos.-afirmó, mientras que ella nos miró.-Eren estará contento de vernos allí.-opinó, y asentí ante eso.

-Se que así será.-asintió Armin.-Oye.-su llamado me alertó, y le mire, detenidamente me miró de una manera, ¿pícara?-¿Por fin admitirás que te gusta?-me preguntó, a lo que rodee los ojos, pero sentí ese calentón en mis mejillas.

-Déjala.-le pidió Mikasa ante notar como evadí la pregunta, pero sonreí de lado, y le mire.

-Si me dices que te gusta Annie, te diré.-le dije, notando cómo Armin me evadió, y sus mejillas se tornaron en un color rojizo que no había visto en él.-¿Mjm?-carraspee con la garganta, alzando mi ceja, esperando una respuesta del rubio frente a mi, pero yacía en silencio, y pensativo.

-Entonces si te gusta Eren.-sonreí ante eso, descifrando su juego, y como me había confirmado sus sentimientos por aquella fría chica.

-Armin.-Mikasa le miró sorprendida, mientras que sonreíamos ante eso.-¿Te gusta Annie?-le preguntó Mikasa, sorprendida.

-Si.-confirmó él, avergonzado.-Y a Amaya le gusta Eren, lo he admitido de manera capciosa, creyendo que no nos daríamos cuenta.-decía él, mirándome pícaro, mientras que Mikasa parecía observarme de manera detenida, y algo seria.

-¿Desde cuando?-pregunto ella, mientras que observé el sol entre medio de las nubes.

-Desde siempre.-le respondí, de manera serena, mientras que intentaba de evadir el sonrojo que calentaba mis mejillas.-Desde que lo conocí.-añadí, recordando aquel día en cómo Eren estaba postulado en la fila de los reclutas, con una seria expresión.

Sonreí, fue inevitable no hacerlo, pero el recuerdo de la primera vez que lo vi, aún yacía en mi. Siempre lo traté con distancia, pero recuerdo que sus ojos me miraron y me siguieron, se había cautivado por mi presencia. Éramos más pequeños, algo más inmaduros, pero aún así, era bastante amigable conmigo. Eren siempre intentaba buscarme la vuelta, se sentaba conmigo en el comedor, aunque comiera en silencio, él me acompañaba. Siempre supe que algo sentiría por él, era por su manera de ser, por cómo veía la vida. Ambos deseábamos una libertad que no teníamos, pero aún así, lo único que buscábamos era la paz, a pesar de tener tanto rencor por el mundo. Estaba dispuesta a protegerle, aunque fraccionara mi camino, y mis lazos, iba a protegerlo a toda costa. No sabía que sucedería, pero sé que Reiner y yo, continuaríamos en desacuerdo, y estaba segura que Annie y Berthold estarían de su lado, en esto estaría sola, pero si era por Eren, no importaba. No importaba que fuese juzgada, mi corazón fue débil, y ahora no había manera de desarmar mis lazos con estos Eldianos, mucho menos con la de Eren. Su alma era algo que deseaba salvar, porque sabía que no merecía nada de lo que estaba pasándoles.

El atardecer caía, y solo sonreía con ellos. Eran unas personas extraordinarias, y es ahí donde mi mente deseaba carcomerme, sabiendo que ellos no merecían nada de lo que les sucedió. Habían perdido todo, y aún así, estaban aquí, no se rendían, no retrocedían; continuaban. Eran fuertes, y valientes. Mikasa sin duda era una mujer llena de fortalezas, era difícil derrumbarla, aunque podía esclarecer al igual que todos, que Eren era su debilidad. Era entendible, pues era la única familia que tenía, pero aún así, ella no se rendía, su mirada era seria, pero sentía como nadie. Armin era genuino, su mente era sumamente brillante, no había conocido una igual a la suya. Siempre deseaba calma, evitaba por completo las confrontaciones. Su sonrisa me relajaba, era tierno, y de una forma u otra, me recordaba a Colt, no por su físico, si no por su forma tan pasiva de ver las cosas. Sin duda le extrañaba, y a veces en las noches me preguntaba si estaba bien, y si había continuado su vida. Siempre sentí que nuestras vidas se unirían en amor, como mis padres me inculcaron que sería, solo por la manera tan bondadosa en la que me trataba, pero todo pareció nublarse desde que conocí a Eren. Siempre ha sido impulsivo, pero su deseo de ser alguien, de crecer y no dejarse caer, me hacía admirarle y creer, en que sería un gran soldado.

Atravesaba una situación confusa, pero se que iba lograr afrontarla, porque Eren siempre ha querido luchar por lo que es correcto, y yo estaba consiente de que cuando la verdad se desborde, él seguirá haciendo lo que es correcto, y aunque eso traiga sangre y desilusión a su vida, él seguirá avanzando. Las horas habían pasado, y ese chico de verdosos azulados ojos, aún estaba en mi mente. Me era difícil explicar lo que sentía por él, caminaba para la inauguración, estaba nerviosa, y me estaba dando cuenta que realmente me había acoplado a este personaje que cree. Lo que Reiner sentía, parecía estar abrumándome, llevábamos mucho tiempo aquí, y ya no había manera de que nos desprendiéramos tan fácilmente. Las horas traspasaban, la noche cayó, y yo estaba entregando mi corazón a un nuevo servicio. Estaba parada frente aquel escenario, mi mano derecha estaba colocada en mi corazón, y miraba adelante con aquella postura. Estaba segura de lo que sería, y la decisión que conllevaría. No daría vuelta atrás, porque hoy, me convertí en un miembro del cuerpo de exploración, junto al escuadrón ciento cuatro.

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Próximo capítulo: Eren Jeager y yo.
Amaya ingresa al cuartel del cuerpo de exploración, donde está en cercanía con Eren, pero se niega a demostrar lo que siente por él.

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