16

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Lo que hubiésemos sido.

───

La fría agua caía por mi cuerpo, me levantaba de aquella pesadilla que era más real de lo que podía vivir cada día. Sentía como escurría la gasa, como la mojaba. Había limpiado aquella profunda herida en donde mi piel estaba despellejada, marcada por el desgarre de los dientes podridos de un caminante. Había dolido pero no me aferraba a la idea de que esto estaba sucediendo, de que hoy me habían ganado a mi, de que esto me costaría más de lo que creía. Sentía las manos de Aliana recorrer mi espalda mientras que ambos éramos mojados por la regadera, sentía su piel pegarse a la mía mientras ella ma abrazaba, sin saber que este sería nuestro ultima ducha juntos, quizás nuestro último abrazo o ultimo beso antes de que empezara a sentir los síntomas. Aliana había sido atendida en la enfermería, donde fue obligada a saturar su herida nuevamente y incluso, tapar su herida de la cíen con una gasa ante una pequeña abertura. En ese transcurso donde ella estaba siendo atendida, recordé el momento en que tuve que chocar con la realidad.

Golpeaba con fuerza la pared, lastimando mis nudillos ante tener que aguantar como el alcohol limpiaba mi herida de cualquier bacteria, aún así moriría por más que la limpiara pero el procedimiento se tardaría; me regalaba unas horas más. Mordí mis labios para no gruñir, para llevarme este dolor conmigo adentro. No dejaba de sentir ese ardor que no valía la pena, moriría, y todo lo que algún día soñé se había ido en un abismo. Volví a la realidad, donde me aferraba a lo único que tenía a mi lado, cuerpo a cuerpo, era el tacto que más amaba y más cuando los dos estábamos perdiendo. No podía imaginarme el rostro de horror que Aliana pondría si le dijera, si le dijera que me perdería para siempre, luego de tanto, habíamos recuperado lo nuestro de una manera tan única que perderlo para siempre le rompería el corazón. A mi me estrujaba por completo el saber a donde podría ir cuando cierre mis ojos, me llenaba de pánico tener que imaginarlo, mi corazón aceleraba y solo ella me calmaba.

Sentía como besaba mi espalda, sentía como quería cuidarme de lo que no pude evitar, lo único que yo quería era protegerla y al saber que pude hacerlo, me llenaba el corazón. No quería imaginarme nada más de lo sucedido en la mañana, no quería aferrarme a la idea de que Nathan Johnson había cumplido lo que tanto deseo, acabar conmigo. Recosté mi cabeza de la pared, la agua se mezclaba con mis lagrimas, la debilidad que sentía en estos momentos me agobiaba. Los ojos azules de Rick Grimes llegaron a mi mente en un recuerdo donde él sostiene a Judith, donde me miraba con una gran sonrisa y me alentaba a cuidar a mi hermana, si, eran esos días en aquellos barrotes de la prisión donde vivíamos nuestros días mas unidos con personas que ya no están, ahí me daba cuenta que pronto yo me iría al abismo y los dejaría. Imaginarme el gran impacto que esto le causaría a mi papá me estrujaba, me estrujaba por completo de una manera bastante profunda, no podía explicar las emociones que estaba sintiendo porque eran desconocidas. Giré mi cuerpo, observando a Aliana, observándome, como si supiera que algo andaba mal pero solo observe su gasa y la mía estar puestas en nuestra misma parte del cuerpo.

—Estoy en el club nuevamente.—le dije, acariciando su rostro mientras veía la gasa pequeña en su cien, ella sonrió, agarrando mis manos también.

—¿Te dolió que Nathan te acuchillara?—me pregunto ella, si... era lo que le había dicho, así se supone que fuera. Asentí, asentí mintiéndole, viendo cómo ella sentía curiosidad en examinar más allá pero no podía hacerlo, la rompería en miles de pedazos.—Perdóname por no haberte ayudado, pudo haberte matado.—me dijo, mientras el agua se metió un poco en su boca, no tarde en sonreír pues se ahogo un poco.

—Eras tú o yo, y prefiero ser yo.—le dije, viendo como ella sonrió reconfortante ante eso, porque así era y así mismo fue, preferiría ser yo aunque no quisiera marcharme, aunque me costara entender que moriría.

Si, esto era un buen momento para capturar un último momento. Para capturar esa sonrisa, para capturar esa emoción de tenerla a mi lado nuevamente porque esta vez nadie me la arrebataría, porque fue y será siempre una parte de mi. Debajo de esta fría agua ambos fuimos uno nuevamente, ambos unimos nuestros cuerpos, ambos nos acariciamos y nos amamos. Nos disfrutamos como nunca, no fue sexo, no; era más allá, era amor verdadero lo que ella y yo vivíamos. No había sido perfecto, lo había sido duradero, había sido real y puro, había vivido una gran historia que marcaría el corazón de Aliana cuando me tocara irme. Sentí su piel, sentí su tacto, sentí sus labios besar cada parte de mi cuerpo y eso basto. Ahí estaba, en una esquina de mi habitación con papel en manos, con un lápiz en mano. Mi piel estaba aún fría, no sentía la fiebre, no sentía ningún síntoma que me asustara, que me agobiara. Observaba a Aliana acostada, la observaba dormir plácidamente, como ella descansaba pero sabíamos que pronto, tendríamos que marcharnos de aquí o pelear.

Daba unas horas o al menos un día en que los salvadores vinieran a por nosotros, era un presentimiento que en estos momentos no me dejaban descansar pero saber que habíamos ideado un plan, me llenaba de paz y algo de tranquilidad. Aliana se removía, pero ella estaba dormida y observarla, me consolaba. Miraba los papeles, los sobres y cada carta que me tocaría hacer en caso de que me toque partir, en caso de que mi muerte llegara de sorpresa para alguno de ellos. Había adelantado varías cartas, no supe con qué inspiración, ni siquiera con qué mente pude haber escrito algunas palabras que le dediqué a varias personas importantes para mi, que han estado en mi crecimiento físico y mental, que sé que mi muerte les crearía un hueco de tristeza ante acostumbrarse a tenerme a mi lado junto a ellos. Escribía, mantenía mi mente plasmada en las palabras correctas para estas personas. Mi mano temblaba, temblaba mientras escribía porque debía procesar lo que pasaría, lo que no podría vivir y en lo que nunca jamás podría volver a asistir. Dejé el lápiz y las cartas aún lado, para agarrar mi cabeza y aferrarme al corto llanto que procese, esto me dolía más que cualquier cosa, saber que partiría y dejaría todo esto atrás me rompería.

¿Qué pasaría con ellos? ¿Con papá? Eran tantas pregunta que no tendrían respuestas que me agobiaban, me agobiaban más que cualquier cosa. La muerte era impredecible, era incierta. Me levante del suelo con cuidado, recogiendo cada carta que escribí, cada carta con cada nombre de las personas que deseaba que las tuvieran y ahí entendí que debía dárselas a la persona correcta. Alce mi mirada para ver mi sombrero aún lado de mi, para ver como Aliana aún dormía y no tenía intenciones de despertarla. Empecé a caminar, a dar pasos suaves para no alertar a quien dejé en mi habitación descansando. Baje las escaleras de mi casa, de la casa en donde residía desde que llegue por primera vez a esta comunidad. La mitad de las personas que habían llegado junto a mi ya no estaban, me reconfortaba saber que quizás en algún lugar más allá podría volver a cruzarme con ellos, podrían recordar quien fui en la Tierra cuando marcaron sus pasos y crearon un impacto cuando se marcharon para siempre. Me detuve, me detuve en el momento en que escuché varias risas provenir de afuera, provenir de mi balcón y ahí estaba, era la persona correcta.

—¿Espías a que no tenga sexo con tu hermana?—fue lo primero que pregunté cuando abrí la puerta principal de mi casa, observando a Natasha estar recostada de las barandas y estar sentada en los escalones del balcón, en el suelo de la acera se encontraba Judith.

—Solo cuidó a Judith, eso es todo, imbécil.—me respondió ella, había llegado antes, ella fue quien nos recibió y como siempre nos socorrió, pero yo decidí bruscamente ayudarme a mi mismo.—Michonne, Daryl y Tara volvieron hace un rato.—dijo ella, asentí sintiendo alivio en que vería a Michonne una vez más.

—No creo que a papá le agrade que hayan ido a emboscar a los salvadores.—confesé mi opinión ante ella contarme donde estaban desde tan temprano en la mañana, aunque "haya funcionado" el ataque, no dudaba en que ellos vendrían a por nosotros y que por esa razón nos encontramos a Nathan a las afueras del bosque; huyendo de la muerte en la que él me llevo.—Debemos estar más alerta de lo usual.—le dije.

—¿Como te sientes?—me pregunto ella, mientras veía como mi hermana jugaba con pintura en una gran cartulina, me senté aún lado de ella en el borde del balcón.

—Tú hermano es un hijo de puta pero pensé en ti y en Aliana, no podría hacerlo.—le dije, vi en aquel rostro de aquella chica una sonrisa, una sonrisa de agradecimiento que me llenaba. Se que si Natasha hubiese estado ahí, no hubiera permitido ni siquiera que me hiciera daño pero era así como debía pasar.

—Carl, gracias. Significa mucho que no hayas atentado contra él, no sabes cuanto aprecio que respetaras mis decisiones.—ella se acercó a mi, dándome un corto abrazo, ante eso observe a Judith pintar su rostro; sonreí.—Rick me dijo que a veces las personas que más amábamos debíamos dejarla ir porque en el fondo ya no son la persona a quien amamos, con quien crecimos y a quien conocimos, pero me cuesta entenderlo o aferrarme a hacer lo que es correcto.—me dijo, contándome las palabras que mi papá le había dicho antes de irse.

—Pensaba en mi mamá en ese momento.—le dije, fue cierto, pensé en mi mamá pero no lo narré como lo narraba ahora hacia Natasha.—Mi mamá siempre deseo que hiciera lo correcto, ella dijo que vencería este mundo. Pensé en esas palabras, fueron las últimas que me dijo.—susurre, acariciando la cabeza de Judith, pensando en aquella imagen de Lori Grimes; mamá, no vencí este mundo.—A veces no sabemos lo que es correcto en este mundo, es difícil distinguir lo que es bueno o lo que es malo pero sé que Nathan no es de las cosas buenas en esta mundo Natasha, y si lo es, ya lo perdieron hace mucho. Pero sé que si mi mamá estuviese aquí, para ella fuera una de las cosas buena porque ella nunca vio un desperdicio en una persona perdida.—le comenté.

—¿Judith se parece a ella? ¿A Lori?—pregunto Natasha, observando a mi hermana quien jugaba y había un desastre con aquellos colores que para ella era lo mejor del mundo.

—Tiene un parecido, pero quizás cuando crezca se parezca más a ella, y se que sin duda alguna tendrá el mismo corazón que mi mamá tenia.—le dije, recordando aquella sonrisa inigualable de mi mamá que reconfortaba cualquier tristeza que sentías.—Se que estará orgullosa de Judith cuando crezca.—dije, sonriendo.

—Ella debe estar orgullosa de ti también, no tengo duda Carl. Has hecho lo correcto, te convertiste en una gran hombre. Eres mi mejor amigo.—sonreí ante esas palabras de Natasha, en donde la tristeza me agobiaba porque sé que esto le causaría a ella un impacto, un hueco. Así que saque de la parte de atrás de mi mahón las cartas que estaban pilladas y estiré mis manos.—¿Y eso?—ella confusa aceptó las cartas con una ceja alzada.

—Quiero que las tengas y me prometas que si sucede algo, tú serás quien las entregue pero debes jurármelo, un juramento no se rompe. Esas cartas son importantes, tienen nombres, el tuyo está ahí pero es en caso de que algo suceda.—le explique, Natasha veía las cartas confundida, leía los nombres de ellas.

—¿Todo está bien, Carl?—me pregunto algo curiosa, sólo asentí, sentándome más cerca de mi hermana y apreciando su tiempo pero Natasha sabía más que eso, sabía que nada estaba bien.

Me quedé ahí, aún lado de Judith mientras que veía el atardecer que contaba mis horas. Abrace, bese y jugué con mi hermana, incluso marcamos nuestras manos con pintura en una parte del balcón, dejando nuestras huellas. Apreté con fuerza a aquella pequeña y dulce niña, imaginándome un futuro en donde ella sería la líder a quien papá crió. No tenía duda de que sería mejor que yo, pero el miedo de irme aún corría por mis venas. No sentía ningún síntoma, me sentía excelente como si no fuese a partir y narrar como me sentía, narrar que pronto me iría me dejaba la cabeza en blanco con los mejores recuerdos de mi vida. En muchas horas había disfrutado y valorado más lo que tenía a mi alrededor que cualquier cosa, había disfrutado haber tenido a Natasha Johnson a mi lado, en escucharla reír y en cómo estaba loca por Daryl Dixon, loca de amor por aquel hombre quien se encontraba igual de loco por ella. La forma en la que la miraba y la cuidaba demostraba cuando la amaba, no tenía duda que estas chicas habían llegado a dar brillo en nuestras vidas, en cada uno de nosotros. Estuve mucho rato a su lado, pero sentía cansancio en mi, sentía cansancio en mi cuerpo.

Me levante sin decir nada, me levante observando el atardecer y que pronto anochecía. No tarde en darle un beso en la frente a mi hermana, en despedirme de Natasha como si no volviera a abrir los ojos, quien sabe. Deseaba solo tomar un corto descanso, solo eso, quería preparar a la comunidad por si algo sucedería. Subí las escaleras de mi casa, para adentrarme a mi habitación y encontrarme con Aliana dormida. Sus piernas estiradas y como su boca estaba entre abierta, su cabello despeinado pero aún así se veía hermosa. Me tumbe a su lado, aferrándome a su cuerpo, porque ella era mi casa, ella era mi hogar y era el lugar más reconfortante. Lleve mi mano a su cintura, acercándola a mi cuerpo, dándome calor. Si, quizás esta era la última vez en donde estaría así junto a ella, en donde sentiría su calor y su respiración mientras duerme. No podría imaginarme su reacción, pero no tenía el valor de levantarla, de decirle que me perdería. No podía romperle el alma como yo me lo estaba rompiendo en este momento.

• • •

#WEWANTCARLGRIMESBACK💔

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro