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Lo que éramos.

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—¿Estás segura de esto?—sentía la fija mirada de Jayden en mi, mientras que yo miraba la fija carretera ante ser yo quien conducía.—¿Aliana?—me llamaba Jayden, la oscuridad de la noche me carcomía los nervios, odiaba la oscuridad en la noche.

—Si.—le respondí con rapidez.—No aprendí a guiar bien del todo, era Carl quien me estaba enseñando en su tiempo libre.—comente, sonriendo de lado.—No se como le diré a ella que me quedaré en Alexandria, no sé cómo lo vaya a tomar.—pensaba en las palabras correctas que no pudieran afectar a Maggie ante mi decisión, ante una decisión que sé que sería inesperada para ella.

Continué mirando la carretera oscura ante la noche que nos arropaba, una noche fría y serena. Pensaba en esos ojos verdosos que siempre me observaban, Maggie siempre me cuido desde el primer día en que me crucé con ella. Recuerdo como si fuese ayer el día en que ella no tenía fuerzas, ni siquiera yo, pero aún así agarre su brazo con fuerza para que ella no se resbalara por esa cantera. Fue el día en que me crucé con su grupo, con Rick Grimes y con Carl, fue un día de enfrentamientos y malos entendidos. Lo recuerdo tan reciente que sentí nostalgia, había pasado mucho tiempo desde entonces. En aquel momento Jayden y yo éramos pareja, Natasha esperaba un bebé y Carl tenía a Camila; Glenn vivía sin saber qué sería padre de un varón en un futuro; Abraham contemplaba la belleza de Sasha mientras tenía a Rosita, y Tara nunca imagino encontrar el amor en Alexandria, para perderlo al mismo tiempo. Muchas cosas habían cambiado, muchas cosas no pasaron como hubiésemos deseado, para aquel entonces, si hubiese ido a buscar a Nathan, Jayden no hubiese ido al santuario. Quizás no hubiese terminado con Carl, aunque lo más probable estaría vivo, pero si tantas cosas no hubiesen pasado, no serían como ahora. No hubiera descubierto que Negan era mi padre, que era el único vínculo sanguíneo que tenía en esta tierra. Aunque me retuerza del dolor, así era como debía suceder, así debía pasar.

Habían decisiones que debíamos ser capaces de tomar para un futuro alterno, un futuro que nos brinde frutos. Pensaba con mi cabeza fría mi futuro, el futuro que quería darle a mis pequeños. Deseaba que crecieran con el amor de sus abuelos, con gente a su alrededor que los cuidaría y amaría, no importa en qué condiciones catastróficas estarían viviendo ante este mundo, quiero que sientan el amor y la seguridad de que todos velarían por ellos. Quiero que crezcan protegiéndose, amándose como hermanos, como mi tía logro hacer con nosotros. Quiero ser la madre que nunca pude tener, la madre que siempre me faltó, quiero enseñarles y que ellos corran a mis brazos cuando sientan peligro. Quiero que escuchen a Rick Grimes hablarles de Carl cada cierto día en los atardeceres, quiero que Caleb sea quien herede el sombrero de alguacil de Carl, de su padre. Aunque eso me costará mi relación con Maggie, era lo que quería. Hilltop no era nuestro hogar, Hilltop no era el lugar al cual queríamos proteger, era Alexandria y es ahí donde creerán sin importar el costo. Crecerán en el lugar donde sus padres se amaron, donde su abuelo creó un legado, donde la gente que los verá crecer lucharon juntos en una guerra mortal, que terminamos ganando.

Quería paz, quería sentir que estaba en mi hogar aunque día y noche me acostara sin el corazón, porque Carl era mi corazón. Aunque me despierte y sienta un agobio por no tenerlo, quiero recordarlo en las aceras de Alexandria cuando caminaba conmigo cada noche acompañándome a mi hogar. Quería recordar esas noches donde solía escaparme solo para dormir con él, para sentir ese amor de adultos y sentir la adrenalina de que nos cacharan al hacer cosas atrevidas. Recordar esas noches donde me escabullía por su ventana, donde me ponía una camisa grande de él y dormía a su lado eran las noches más ricas que nunca olvidaría. Incluso cuando nos distanciábamos la química siempre estuvo ahí, siempre estuvo esa necesidad de juntar nuestros labios, de tocarnos y sentirnos mutuamente. Nunca fuimos polos opuestos, Carl y yo éramos un mismo fragmento, cabeza fría y el orgullo arriba pero ambos nos derretíamos unos a los otros aun siendo jóvenes adolescentes. Porque eso era lo que éramos, jóvenes locamente enamorados. Éramos un amor inquebrantable.

—Aliana, detente.—Jayden dirigió calmado su mano al volante, con calma y sin entrar en pánico no tarde en detener poco a poco el auto frenando.—Algo anda mal.—dijo él, lo mire algo ansiosa.

—¿Qué sucede?—le pregunté, mientras que él apagó el auto, no veía nada por la poca iluminación de la luna, ademas el auto tenía solo un foco de luz y no se veía con claridad.—Jayden sabes que entró en pánico, habla.—con un tono de incomodidad ante mi soledad con él en medio del camino a Hilltop él veía a través del cristal del auto algún punto.

—Son caballos, están atados.—señaló él, no tarde con la poca iluminación de la luna ver a los caballos comer en el césped, estos tenían sogas y habían bultos a su alrededor.—Deben ser de Hilltop.—susurró él, con suavidad vi como abrió la puerta de pasajero, la cual rechinó un poco, no tarde en hacer lo mismo; no sin antes coger mis armas.

—Acertaste.—dije en voz baja, colocándome en cuclillas y observando algunas personas moviéndose alrededor de los caballos, incluso escuchando voces. Parecía haber algún tipo de construcción abandonada.—Vamos averiguar qué pasa.—le dije a Jayden, moviéndome en cuclillas por el césped del bosque que estaba cerca de la carretera.

—¿Qué crees que sea?–me pregunto, pero negué, no sabía que sucedía pero sentía una mala espina con toda esta situación.—Siento hasta escalofríos, hace mucho no me sentía así.—me suturaba Jayden, me sentía de igual forma, deseaba irme de aquí; sentía que algo malo sucedería.

—Haz silencio por favor.—le pedí, mientras seguíamos caminando detrás de las personas que se infiltraron a este lugar pero mi boca se abrió grandemente cuando la luna iluminó la escena confusa que yo estaba viendo.

—¿Qué hacen ustedes aquí?—Jayden alzó su voz, ante ver a estas personas conocidas merodeando en este lugar. Me quedé confundida, parada mirándolos a cada uno de ellos pero a mi sorpresa, ver a aquella mujer arrodillada en el suelo.—¿Arat?—Jayden se acercó rápidamente a su ex compañera del santuario, pero de un momento a otro solo vi como esa mujer conocida golpeó a Jayden por la cabeza.

—¿Cyndie que carajos te pasa?—le pregunté a aquella morena proveniente de Oceanside, quien con un palo de madera había dejado inconsciente a Jayden, no tarde en correr hacia él, viendo cómo se retorcía. Mientras que delante de mi esas dos figuras me miraron confusos.—¿Qué es esto?—le pregunté a Maggie Greene quien estaba en compañía de Daryl Dixon.—Que grata sorpresa.—dije sarcástica.

—Aliana... —me susurró Maggie ante verme delante de ella, parecía estar sorprendida por mi presencia, al igual que Daryl, quien no emitió ninguna palabra.—Pensé que estabas en Alexandria.—Maggie me habló de una forma pasiva, parecía estar incluso entristecida pero no me importaba lo que sentía, quería saber qué sucedía. Todos parecieron haber dado a una pausa ante mi presencia y la de Jayden, no me percataba que mi arma apuntaba a Cyndie.

—¿Por qué la tienen amarrada?—pregunté entre dientes, viendo a Arat con sus manos amarradas en una soga y arrodillada, su mirada me penetraba, me causaba angustia y curiosidad.—¿Qué te hicieron?—pregunté, levantándome y mirándola.

—Quieren matarme.—me respondió ella de una forma ansiosa, se veía angustia en ella, el temor de cerrar los ojos y ver oscuridad. Abrí mis ojos grandemente mirando a Cyndie.—Aliana, por favor no lo permitas, por favor.—me suplicaba, sentía confusión, mientras veía a Jayden en el suelo aún intentando de retomar conciencia, baje mi arma.

—Ahora entiendo.—susurre, ahora entendía porque los salvadores se desaparecían, los estaban asesinando y todas estas personas estaban detrás de esto.—Son unos malditos cobardes.—dirigí mi mirada a Cyndie, refiriéndome a ella pero incluso a Maggie y Daryl, quienes me miraban.—No voy a permitir que hagan esto, Rick debe de saber lo que está sucediendo, esto es un acto de salvajes.—mire fijamente a Maggie, de una manera fulminante pero ella parecía confusa.

—No, Aliana, acabamos de descubrir esto. No tenemos nada que ver.—me aclaro Maggie, defendiendo su postura y la de Daryl, pero una parte de mi no le creía a ninguno de los dos.

—Pero apoyarán que esto pase, lo harán.—dije, mirando fijamente a Arat. Mientras que veía a Cyndie quien no se reajustaba de su postura.—Ella es mi amiga.—dije entre dientes, mirando a Maggie, esta quien me miraba pero no demostraba ninguna emoción, no era la Maggie que había conocido tiempo atrás.—Te juro Cyndie, que te voy...

—Ella mató a mi familia, mi hermano tenía once años.—me respondió llorando, con sus lagrimas bajando y incluso mocos tendidos.—¿Cómo puedes defender a esta gente, luego de todo?—me pregunto, mirándome, ambas frente a frente.—No hay forma de que me sienta tranquila si hago esto, no hay manera, haciendo esto me hará sentir que vengue a toda esa gente a la cual ella mato sin excepción alguna.—veía como Cyndie intentaba de convencerme pero no podía, no podía permitir tal acto.

—No me importa un carajo lo que hayan hecho o a quien hayan matado en un pasado, debes dejarlo ir, como todos han hecho. Deben continuar, nadie les pide que sean sus amigos, les pedimos que los perdonen y continúen, porque ellos dormirán con su conciencia sucia a diferencia de nosotros, dormiremos en paz porque perdonamos lo que ellos nos causaron pero que nunca olvidarán.—dije, empujando a Cyndie con brusquedad, no buscaba pelea, buscaba que entendieran.—Daryl, es mejor que vuelvas a casa con Natasha, antes de que me importe una mierda incrustarte una bala en tu cabeza.—él me miraba como sino me conociera pero a este punto, ya no somos lo que éramos antes.

—¿Qué diablos te pasa Aliana? ¿Acaso te estás escuchando?—me pregunto Maggie, acercándose a mi, mientras veía a Arat mirarme, con la mirada me suplicaba que la salvara.—¡Por culpa de ellos perdimos tanto, a Abraham, Glenn, Denise, Sasha, a Carl!—gritó ella, mientras veía sus ojos humedecerse.—¡Abraham y Glenn murieron delante de nosotros, por culpa de Negan, de toda su gente!—me recalcaba, gritándome fuertemente delante de la poca gente que presenciaba la escena.—No se como tuviste el corazón para perdonar a Negan, para seguir a Rick Grimes, después que Nathan, un salvador matara a su hijo, o provocara su muerte.—sentí como la ira me consintió ante sus palabras, me acerqué de una manera tan desafiante, como nunca antes le hubiese hecho a Maggie en mi vida.

—Nathan era mi hermano, y a minutos de morir, lo perdone por todo lo que hizo. Porque no viviría con remordimiento por su culpa, por lo que le hizo a Carl, nunca se lo perdonaré pero si le perdone el daño que me hizo. Porque lo hecho, hecho esta y si sigues pensando en eso, sólo retrocedes y te has convertido en lo que ellos eran.—le dije entre dientes, mirando sus verdosos ojos sin desviar la mirada.—Se han convertido en animales, matando y cazando, cuando sólo queríamos antes la paz y evitar la guerra, ustedes comienzan una y yo no pretendo participar en ella.—les aclare.—Así que soltaran a Arat, o juro Maggie que vas arrepentirte el resto de tu vida, al igual que tú Daryl.—los mire a ambos, a ambos, pero tan solo vi un vil cambio de miradas, un solo movimiento.

—Lo siento.—Daryl se acercó a mi con brusquedad, dándome en mi brazo, haciendo que mi arma cayera mientras que veía como este le asintió a Cyndie, grite de impotencia.

—¡Aliana cambie, no dejes que me hagan esto, soy una de ustedes! ¡Maggie, Daryl!—gritaba ella mientras que vi como Maggie apretó mi brazo con fuerza, jalándome para que no interviniera, incluso Daryl lo hacía y no sabían lo impotente que me sentía pues no quería hasta que logre salirme de mi amarre. Recogí mi pistola del suelo y le apunté a él, a Daryl pero este se me fue encima.

—¡No!—gritaba fuertemente, cuando vi en el momento en que Cyndie le incrustó aquel palo en el cráneo de Arat.—¡No, maldito hijo de perra!—le gritaba a Daryl fuertemente mientras intentaba empujarlo, veía como no quería hacerme daño pero yo si, quería lastimarlo, quería arrancarle la cabeza sin importar lo mucho que mi hermana sufriría.—¡Ella era mi amiga, maldito, era mi amiga!—gritaba, mientras sentía la rabia consumirme y convertirse en llanto.—Ella me cuido, ella fue mi única amiga en ese infierno, siempre me cuido.—sollozaba, mirando el cuerpo de Arat sin vida en el suelo. Empuje a Daryl de encima mío, poniéndome de rodillas y mirando como Cyndie, al igual que Maggie veían el cuerpo de ella colgando sin vida.—Hija de puta, eres una hija de puta.—le grité fuertemente a Cyndie, viendo cómo ella me miraba confusa, mi arma le apuntaba pero el cuerpo de Jayden al levantarse me bloqueo la mirada.

—¡Arat!—gritó él fuertemente ante ver a su amiga sin vida en el suelo, Jayden parecía confundido por lo rápido que había pasado todo.—¡No, Arat, no!—gritaba él una y otra vez.—¿Por qué? Arat, no, por favor, no.—sollozaba él, mientras miraba a Cyndie con rabia, con rencor.

—Lo lamentó.—los ojos de Cyndie se clavaron en mi pero le demostré rabia con mi mirada, una mirada de odio y de remordimiento ante el tipo de acciones que ella había tomado.

—Mátenme también, mátenme.—cerré mis ojos intentando de tomar tolerancia ante escuchar esas palabras de Jayden, quien sostenía el cuerpo de Arat mientras gritaba.

Mi corazón se estremecía viendo esa terrible imagen, viendo a Jayden sostener a Arat sin vida en sus brazos. No recordaba la última vez que había visto a Jayden llorar, si, lloro por Nathan pero no de esta forma, él había perdido a alguien importante para él. Arat era como su madre, cada día que pase en aquel infierno pude notar como se cuidaban, cómo se buscaban. Se querían realmente. Veía como Jayden sostenía el cuerpo sin vida de ella, como él la apretaba y la abrazaba con fuerza, veía sus lágrimas mientras sollozaba. Mire fijamente el cuerpo de aquella mujer, era un demonio pero sin duda supo cómo cuidarme y ser sensible conmigo. Aprendí con ella, aprendí mucho, por más daño que haya hecho, tenía un propósito. Me mordía los labios al ver a los demás tranquilos, al no entender nuestra tristeza. Mi mirada se penetro en Maggie, en cómo ella me miraba fijamente sin decir una sola palabra, estaba parada con su navaja en manos y observándome. Sin duda alguna, hoy sería el día en que me desprendería de ella, sin importar el dolor o cómo me sintiera luego, deseaba alejarme de esa mujer que había renacido como alguien que no era. Porque eso es lo qué pasa, lo que éramos, ya no lo somos nunca más.

Hace mucho no sentía ese sentimiento de rabia, pero veía cómo estás personas no tuvieron la sensibilidad sobre esa vida humana y tan solo acabaron con ella. Fue ahí que la ira acorralaba mi cuerpo, ahí fue que entendí que no quería que mis hijos crecieran con estas personas. Una acción me desprendió de ella, una sola acción me desprendió esa noche de Maggie. Esa mujer que estaba observándome justo delante de mi, a quien consideré mi madre me había creado un sentimiento de rabia en su contra. A la mujer a quien admiraba, respetaba y seguía me había decepcionado esa noche. Sentía ganas de llorar, sentía rabia en ver cómo no tomaron conciencia. Querían guerra y yo solo quería paz, quería la paz que Carl Grimes quería brindar en este mundo. Y aunque me costara desprenderme de ella por completo, le daría a nuestras comunidades la paz que Carl quería, aunque me implicaría pelear sola con Rick Grimes. Pero ya Maggie Greene y yo, no somos lo que éramos.

• • •

A veces quisiera cambiar el rumbo de la historia y volver revivir a Carl.

Btw ya se acerca el final de esta novela, obviamente estoy trabajando en otra que sería la tercera parte y sería el salto de tiempo a seis años.

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