❪𝟮𝗢❫ ; 𝗳𝘂𝗹𝗹 𝗼𝗳 𝗰𝗼𝘂𝗿𝗮𝗴𝗲.

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ARC TWO; ANGELS LIKE HER❫
*╔═══❖•ೋ°🕊️°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO VEINTE;
LLENO DE CORAJE
❛la intervención de los capitanes❜

┍━━━━╝✹╚━━━━┑
©Shanxlabyx
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LA BRISA AGITABA LIGERAMENTE SU CABELLO OSCURO CONFORME avanzaba por el camino de cemento, escuchando el sonido de los arboles y al mismo tiempo disfrutando la muy ligera frescura que estaba haciendo ese día. Con las manos metidas en su suéter, observó con una sonrisa como las pequeñas se adelantaban y corrían de manera apresurada hacia adelante, sabiendo que estaban entusiasmada por el lugar al que iban.

Para Masumi era un sentimiento algo agridulce, le generaba tanto calma como tristeza. Claro, era evidente, el hecho de ser el cementerio aquel lugar y visitar la lápida de Kiyoko Hikari era un recordatorio del hecho de que no estaba ni estaría presente más en sus vidas. Pero ella ya se había mentalizado lo suficiente como para saber eso, sin embargo, era inevitable su tristeza.

Muchas cosas pasaban por su cabeza ante el aroma de tierra húmeda y de las flores en el aire, recordando cuando había sido reciente aquel suceso y no era capaz de siquiera de aguantar ese aroma porque se largaba a llorar, sea en una florería o un lugar cualquiera. Ahora podía controlarse y sólo la azotaba una gran tristeza.

—No corran demasiado. —les advirtió Tenshi a sus tres hermanitas al verlas casi empujarse para ver quien era la primera en llegar, terminando con que una casi se tropezara y cayera de lleno al suelo si no fuera por la ojirosa que en un dos por tres apareció a su lado y la sostuvo—. ¿Qué les dije? ¡No corran!

—Perdón, Nee-chan. —dijo Sumi al ser quien se había tropezado, reincorporándose para ir con sus otras hermanas que ya habían llegado a la lápida, claro, a paso acelerado al haberse quedado atrás.

La de mechas blanquecinas dejó salir un largo suspiro a la par que cerraba sus ojos, encaminándose a paso calmado junto a ellas viéndolas casi saltar en espera de que llegara. No tenía en claro si era por su inocencia infantil, a pesar de ya saber que su mamá no iba a volver (de una muy mala forma, por culpa de su padre), siempre se emocionaban al ir a visitarla. Quizás era porque Masumi no siempre podía llevarlas al trabajar o estudiar, o por una razón no muy clara, pero siempre se veían felices.

Con cuidado, se sentó sobre sus rodillas enfrente de la lápida donde estaba grabado el «familia Kiyoko-Imaushi», luego de una pelea un tanto extensa entre su papá y Wakasa sobre como sería grabado en memoria sobre Hikari. Suspiró un poco mientras recordaba inevitablemente, sonriendo un poco ante la imagen mental de su madre regañándolos como casi siempre lo hacía.

—¡Hola, mamá! —Yume es la primera en hablar, sentándose todas a los lados de la mayor—. Vinimos a visitarte, ¡Nee-chan estaba muy ansiosa!

Masumi le da una sonrisa un poco apenada a su hermanita ante aquella mención, llegando el recuerdo de si misma apurando sus hermanas para poder llegar lo antes posible a su visita, con la excusa de que tenía que ir luego al trabajo. Aunque... quizás, sólo quizás si quería visitar la tumba de su madre y quería estar desde antes para poder estar un buen rato y no sólo unos minutos.

No tardaron en comenzar a hablar respecto a su día, con Aki mostrando un examen con la nota más alta, anécdotas de Sumi sobre un niño que le estaba gustando, y Yume contándole que ya sabía hacer divisiones. La Kiyoko mayor se abstenía a oír con una sonrisa todo lo que hablaban sus hermanas, mirándolas cada que alguna hablaba, un sentimiento cálido en su pecho y a su vez nostálgico, mezclándose con la tristeza con cada segundo que le daba un vistazo a las palabras grabadas en el concreto.

Aki le dio un par de toquecitos a su brazo, sacándola de su ensoñación. —Tú también dile algo, Nee-chan.

—¡Si, dile algo a mamá! —Yume asiente varias veces mientras tocaba a la par el brazo de la mayor, aunque al contrario de Aki.

—¡Dile que Jirō-chan te quiso robar! —se queja Sumi provocando que las tres comenzaran a quejarse a la par al recordar eso.

—Niñas, no alcen tanto la voz... —Masumi con un sonrojo en sus mejillas, deja salir un largo suspiro para alzar la mirada hacia la lápida y quedarse en completo silencio al sentir como se enmudeció su voz al tratar de decir algo.

Varios segundos pasó sin decir nada, sólo mirando de manera desolada el concreto y los apellidos grabados en él, para luego agachar la mirada y ver de manera distraía su mano, observando el anillo en su dedo anular el cual delineó con su dedo, yendo luego al brazalete dorado que tenía en su muñeca, tocándolo con suavidad.

Una sonrisa un poco nostálgica se plasmó en sus labios y alzó la mirada hacia enfrente, sintiendo una brisa pasar por toda su espalda y agitando con calidez su cabello, casi como si sintiera a su madre allí mismo. En su cabeza apareció Hikari enfrente de ella con aquella gentil sonrisa tan característica de ella, observándola con cariño en sus ojos morados.

—Hola, mamá...

VEÍA FIJAMENTE LAS FOTOS EN EL CELULAR DE LA CONTRARIA, TENIENDO SU ceño ligeramente fruncido mientras observaba con atención cada detalle, sintiendo cada vez más una punzada en su estomago más grande. Su pierna derecha se movió de arriba hacia abajo ante la ansiedad que la recorrió, suspirando.

—Hmm... —es el único sonido que formula en respuesta a lo que tenía enfrente de sus ojos, aunque no se oía especialmente contenta.

—Con esto puedes tener seguridad al ciento por ciento que hay una rata en la TōMan que se quiere hacer el listillo. —la rubia escupe tanto con soberbia como desagrado, jugando con el sorbete de su malteada.

—Más que ser una... rata —dice con un poco de duda, haciendo una mueca. Cerró la tapa del celular y lo deslizó devuelta a la más alta—, parece que quiere aprovecharse de que la TōMan está creciendo y hacer estas peleas por dinero...

—Sigue siendo una rata para mi.

Masumi suspiró una vez más por lo que dijo la del mechón rosa mientras se tomaba el mentón y al mismo tiempo cubría su boca, mostrándose bastante pensativa y conflictiva. Esa noticia la sorprendía y al mismo tiempo no; el hecho de que al parecer han estado creándose peleas clandestinas donde se decía que la TōMan estaba detrás de eso la dejaba con mucho que pensar, sobre todo sabiéndose que estaba prohibido tal cosa.

Claro, la Tōkyo Manji estaba creciendo cada vez más, llegando a un poco más de los cien miembros y ganando popularidad, y el hecho de que alguien, miembro de la pandilla, se aprovechara de eso y buscara ganar dinero sucio la decepcionaba y de alguna manera le asqueaba.

—¿Quién dijiste que lo está organizando, Hana-chan? —cuestiona la mayor mientras tomaba una vez más el telefono cuando la contraria no lo tomó devuelta.

La chica de ojos verdes la vio de reojo mientras tenía un bigote de espuma debajo de su nariz, señalando con sus labios su telefono.

—En una de las fotos se ve, el que tiene el cigarrillo. —se reclina un poco en el asiento de la cafeteria mientras pasaba su dedo distraídamente por su boca notando la espuma, pero aun así sonríe—. La verdad quede sorprendida por las fotos que tomó Ume-chan y la información. Su hermano puede ser un mastodonte de cara larga, pero ella es una genia. Seguro ella es la que tiene que resolver sus cagadas.

—Si no mal recuerdo, es... —más sumida en aquel tema, Masumi toma su mentón mientras acercaba casi a sus ojos el telefono y poder identificar al tipo quien se veía bastante concentrado contando billetes—; Matasaka Kiyomizu, le dicen Kiyomasa. Es parte de la división de Pah-kun, la tercera división.

—Oh... Yo apenas me acordaba de su nombre, pero si, ese es él. —asiente un poco desconcertada al ver como decía aquellos detalles con facilidad.

Masumi una vez más se queda en completo silencio mientras pensaba en que podría hacer al respecto, no, no sólo ella. Tanto Mikey como Draken tenían que buscar una manera de como resolver ese tema, sobre todo cuando la TōMan estaba siendo implicada, sólo dejándola como una pandilla de delincuentes cualquiera, y ese no era el punto, eso no era lo que ellos querían y buscaban ser, un lugar donde se preocupen entre si, un todos para uno, una nueva era. Recordaba perfectamente como Keisuke alegaba que así era como esperaba que fuera la pandilla, todo para poder ayudar a Kazutora.

Una mueca se instaló en sus labios cuando le vino aquel recuerdo y suspiró de manera algo temblorosa, cerrando sus ojos y tratando de centrarse en el presente, aunque ese recuerdo en si era muy preciado para ella. De cierta manera la decepcionaba que miembros de la pandilla hicieran algo como eso, sobre todo cuando depositaban su confianza en ellos y decían que tipo de pandilla querían ser, una nueva y verdadera era.

Si no querían caer en los malos hábitos en la que otras pandillas se sumergían, tenían que hacer algo al respecto. Tanto para no manchar la reputación de la pandilla como para evitar que terceros salieran heridos.

—Hablaré con Ken-kun y Manjirō-kun. —declaró la mayor mientras le entregaba el teléfono a la rubia—. Gracias por decírmelo.

—Todo por mi Kimi-chan~. —canturrea la chica con su mejilla apoyada en su mentón y una sonrisa dulce en sus labios, a comparación de la de mechas blanquecinas que estaba bastante seria y pensativa.

❛Ya decía yo que estaba escuchando demasiado sobre la TōMan, y no en el buen sentido...❜ era lo que pensaba la chica a lo largo de la tarde en su área de trabajo, limpiando una de las mesas donde uno de los niños que estaba allí derramó una bebida. Fue una escena un poco intensa debido a que la madre comenzó a gritarle y a jalarle de la oreja.

Un largo suspiro salió de entre sus labios mientras tomaba el trapo ahora húmedo, hizo una mueca al sentir aquella sensación algo pegajosa entre sus dedos así que fue a escurrirlo en el lavaplatos de la parte de atrás y al mismo tiempo lavarse las manos. Cerró el grifo y se perdió en sus pensamientos al ver sus manos húmedas, observando un poco perdida el color algo desgastado rosa que tenía en sus uñas, gracias a Emma, quien a veces cuando estaba ocupada haciendo algo que no requiera con sus manos, aprovechaba y se las pintaba. Tendría que ir con ella otra vez, le gustaba arreglarselas.

Su mirada ahora caída casi por naturaleza se dirigió hacia uno de sus dedos cuando lo giró y pudo ver el anillo que le había regalado Manjirō, sonriendo con ligereza de lado al recordar cuando se lo dió para... normalizar, aunque no le pareció del todo necesario. Por supuesto que le había encantado tal regalo, era alguien que le encantaba las joyas de todo tipo, desde pequeña que veía en la tv a aquellas mujeres tan bellas y con hermosas joyas le agarró un enorme gusto. Y el hecho de que el rubio llegara con un anillo la sorprendió de demasiadas maneras, no está demás decir que (y lo admitía) si se sentían como una pareja desde antes, casi siempre en realidad. Cuando su mente maduró lo suficiente se dió cuenta de eso y no le molestaba...

Simplemente la tomó desprevenida que apareciera con un anillo. Muchas cosas le pasaron por la cabeza ese día, pero hoy ya era otro (luego de muchos meses después) y sólo tenía que centrarse en el presente, sobre todo con el creciente problema que estaba llevándose a cabo dentro de la TōMan. Aquel simple pensamiento la hizo ahora fruncir el ceño y hacer una mueca.

—Siempre que piensas mucho algo haces demasiadas muecas. —su cuerpo pegó su brinco al escuchar aquella voz de la nada, queriendo girarse para ver de quién rayos se trataba, pero esa persona la abrazó por la espalda, sintiendo un peso en su hombro—. Haces pucheros y sonríes de repente... Es raro, pero me gusta.

—¡M-Manjirō-kun! —chilló la de mechas blanquecinas, claramente con cierto espanto—. ¿¡En qué momento entraste!?

El rubio sonrió de lado mientras la abrazaba más de la cintura y se apegaba a su espalda, ocultando su rostro en su hombro y quedándose en completo silencio, como si negara a contestarle su acusación. La mayor frunció el ceño con cierta vergüenza ante su cercanía pero al mismo tiempo con un poco de reproche, no era la primera vez que le hacía algo como eso, tenía como una manía de asustadarla, en realidad sus amigos más cercanos siempre buscaban asustarla al ser alguien demasiado metida en sus pensamientos que no se percata de su entorno.

Con sus mejillas sonrojadas miró hacia abajo donde estaban sus manos aún algo húmedas las cuales secó rápidamente con otro trapo que tenía cerca, sintiendo el firme agarre del rubio.

—N-No deberías estar aquí a dentro. —musitó aún con cierta vergüenza, pero tratando de demostrar tranquilidad, aunque se percató de algo luego de verlo usando su uniforme—. Oye, ¿no deberías estar en clases...?

Manjirō se quedó en silencio ante su señalación, separándose de su agarre luego de apretar su mejilla contra la de ella para meter sus manos en sus bolsillos y vagaba en lo que sería la cocina de la cafetería, provocando que la chaqueta de su uniforme se balanceara levemente sobre sus hombros al caminar. Masumi lo miraba de manera atenta ante cada paso que daba.

—¿Manjirō-kun? —lo llamó otra vez, dándole una pequeña mirada apenada al cocinero que miró al rubio el cual que lo saludó, dejándola con una pequeña gota de sudor en su cabeza al ver cómo correspondía su saludo—. Oye...

—Estaba aburrido y sólo vine. —habló sin mucha importancia, yendo a sentarse al mesón que había, con bastante confianza—. Tú también sales antes de lo normal.

—Eso es porque trabajo, aunque la última clase el profesor tuvo un inconveniente y se fue... —respondió con un pequeño suspiro, cruzando sus brazos, con el rubio haciendo un gesto pensativo para mirarla y sonreírle con inocencia—. Sé que Ken-kun y tú iban a venir directamente para acá, pero... Oye, ¿y Ken-kun?

Manjirō se quedó otra vez en silencio y una pequeña burbuja lo rodeó mientras trataba de recordar donde fue la última vez que vio a aquel que consideraba su mejor amigo y mano derecha. Miró perdidamente hacia el techo con la mirada de Masumi algo confundida puesta en él.

—Ya me quiero ir. —vociferaba con fastidio en su aula de clases, usando sus brazos en forma de almohada en el escritorio.

—Aún falta una clase, deja de ser tan flojo con las clases. —era lo que decía Draken con su silla levemente reclinada, a un lado de él—. Ya sé que quieres irte con Masu, pero dale un respiro. Nos reuniremos después de clases.

Manjirō chasqueó su lengua y apoyó su mentón entre sus brazos mientras inflaba sus mejillas y abultaba sus belfos en un puchero, completamente aburrido por estar en otra aburrida clase y enseñanza sobre algo que no le interesaba en los más mínimo, sobre todo después de haber estado durmiendo bastante tranquilo y siendo despertado por Draken, por supuesto, terminando de mal humor y teniendo que calmarlo con una crepa como era de costumbre. Pero luego de su intento de irse directamente de la escuela y que el más alto lo jalara del uniforme para traerlo devuelta al aula, su mal humor volvió, aunque un poco más contenido.

Su mirada vagó hacia el del tatuaje cuando este le dijo que iría rápido al baño, no recibiendo alguna réplica de su maestro debido a que todos estaban lo suficientemente intimidados con él como para no decirle nada, dejando solo al más bajo que se enfurruñó en su lugar cuando le indicó con la mirada que se quedará en su lugar.

Miró la ventana que tenía al lado de su asiento bastante aburrido, pensando en algún dorayaki para comer, aunque inevitablemente recordó a Tenshi y sobre los dorayakis que dijo que iba a hacer el día de hoy, así que se entusiasmó y miró un poco pensativo la ventana.

Entre esos minutos que pasó vagando, volvía Ken con las manos en los bolsillos a la par que bostezaba al sentirse también aburrido, pero sólo pensaba que ya terminaría la jornada de clases y podrían irse de allí. Observó con desinterés el escritorio del maestro vacío y sólo se encogió de hombros, girándose hacia el rubio más bajo para poderse ir a sentar.

—¡Hey! ¿¡A dónde crees que vas!? —bramó con enojo al ver a Manjirō subiéndose al marco de la ventana y abriéndola en el proceso, con la clara intensión de escapar, aprovechando el árbol que tenía cerca y saltando fuera—. ¡Maldita sea, Mikey!

Ya debe venir por ahí. —fue la respuesta de Mikey junto con una sonrisa luego de recordar toda la trama que recorrió para llegar con su novia, la cual continuaba mirándolo fijamente.

Masumi frunció un poco el ceño tratando de saber con exactitud que pasaba por su cabeza, pero ver la manera algo discreta en la que evadía el cómo estaba allí ya se le vino una razón, cosa que ha pasado antes cuando Ken aparecía y le daba un golpe en la cabeza por escaparse sin más de clases y dejarlo sólo. Obvio, teniendo que ir tras de él y llegando unos minutos después a donde sea que terminaba yendo, casi siempre siendo su lugar de trabajo y su escuela, donde ella misma se encargaba de regañarlo por qué más de una vez se la robaba de clases sólo porque quería ir a comer los dos o salir por ahí.

Largó un muy largo suspiro mientras miraba hacia el cocinero de la cafetería que simplemente le alzó el pulgar mientras salía para el callejón detrás del local para probablemente fumar al ser su hora de descanso, dejándolos solos, así que miró una vez más al más alto que seguía en su posición, aunque se encontraba vagando su mirada por su alrededor y tratando de encontrar algo nuevo de la última vez que estuvo, pero si lo hubiera no lo recordaría.

—Hablé con Hana-chan hoy y me dijo sobre las peleas clandestinas que se estaban escuchando que la TōMan organizaba. —cambió de tema con una expresión más suave y seria, Manjirō colocó su completa atención en la chica—. Me dijo más o menos dónde la hacían y aparentemente quien lo hacía...

El rubio detalló la mueca de la más baja y se enserió un poco a la par que agachaba la mirada, bufando un poco al recordar lo que estaba sucediendo en su pandilla ante los aparentes, y ahora reales, rumores de que la TōMan estaba organizando peleas clandestinas, o más bien, miembros de la pandilla usando su nombre cuando ni siquiera él estaba enterado de lo sucedió, si no fuera por Asami Hana que lo dijo directamente para luego encargarse de averigüar más.

Con un pequeño suspiro algo aburrido echó su cabeza hacia atrás, cruzando sus brazos sobre su pecho, pensando en que hacer exactamente con esos idiotas, ya vería bien con Draken cuando apareciera en cualquier momento.

—Bueno, esperemos a Kenchin y vamos. —mira hacia la más baja la cual alzó sus orbes rosáceos, haciéndolo sonreír al ver sus largas pestañas, arrimándose un poco a la orilla con una sonrisa ahora infantil—. Mientras podríamos comer los dorayakis que hiciste, tengo hambre.

—No le des una mierda.

Ambos se giraron hacia la puerta de la cocina cuando esta fue abierta, asomándose la alta figura de Ryūguji Ken con una expresión para nada contenta, teniendo incluso una vena marcándose y palpitando en su sien, con todo aquel enojo dirigido hacia el rubio de orbes opacos el cual frunció el ceño con desconcierto sobre lo que dijo, haciéndose el desentendido o quizás no recordando cual era la causa del enojo. Masumi miró un poco nerviosa al más alto, aunque terminó por suavizar su mirada al sonreírle y saludarlo con una de sus manos.

—Hola, Ken-kun. ¿Cómo les fue hoy? —saluda con normalidad y tranquilidad observando al más alto adentrarse más al establecimiento.

—Bien. —dijo sin mucha importancia luego de calmar un poco su enojo al dirigirse hacia ella, volviendo a mirar a Mikey el cual se bajaba de la mesa para irse rápidamente con Tenshi—. Hasta que el maldito enano de tú novio saltó por la ventana para escaparse de clases.

—¿Qué?

—En mi defensa, ¡tenía mucha hambre! Y quería ir con Masu-chan. —se quejó mientras se aferraba a los hombros de la mayor, casi colocándola enfrente de él para evitar que el más alto se acercará, sabiendo que no haría nada con ella en medio—. Y sólo fue un piso, no me pasó nada.

—«No pasó nada» te voy a decir luego de golpearte, maldito. Y más encima ni siquiera me esperaste. —se acercó Draken dispuesto a agarrarlo de detrás de la chica si no fuera porque la movió enfrente de él, intentándolo una vez más al irse por la derecha, pero Mikey la giró a la misma dirección.

—¡Tenía hambre!

—¡Te lanzaste de un puto segundo piso!

—¡Pero por un árbol!

❛Un segundo piso...❜ Masumi estaba sumergida en sus pensamientos ahora algo perturbada de escuchar que el rubio más bajo había hecho tal locura, cosa que no le sorprendía viniendo de él, pero si la asustó de sobremanera al ser en si una locura, dejándose mover de un lado a otro por su novio para evitar un golpe de Draken quien claro que se abstenía a buscar agarrarlo.

Con un pequeño suspiro colocó sus manos sobre las de Mikey cuando este la jaló con ella alejándose del chico del tatuaje, llamando su atención ante su gesto e inevitablemente sonriendo a su toque, olvidándose de su intento de escape de Draken.

—Creo que deberíamos ir a encargarnos respecto a esas peleas antes de que se vaya el tiempo y no lleguemos con ellos. —fue lo que dijo en su intento de apaciguar la tensión, si podría decirse, ya que era una costumbre sus peleas.

—Oh... —musitó el más alto al recordar la razón por la que habían ido con ella, fuera de las usuales visitas—. Cierto.

—Si, si, vamos... —Manjirō la abraza de sus hombros con una sonrisa, abriendo uno de sus ojos a la par que Masumi lo miraba—. No olvides los Dorayakis...

—Los tengo ahí, tranquilo. —Masumi le da un par de palmaditas en su cabeza, provocándole una sonrisa enorme al contrario para sacarle la lengua al más alto cuando la chica fue para cambiarse el uniforme y buscar los dulces.

—Idiota... —gruñó Draken al caer en cuenta que la chica, al distraerse, no lo regañó. Se salió con la suya.


LA SITUACIÓN ERA ALGO QUE LA SORPRENDÍA y al mismo tiempo no, sobre todo al saber que no era la primera vez dónde tenían que resolver ese tipo de problemas dentro de la pandilla, los tres tenían que hacer algo siempre al respecto al ser los que estaban al mando de la TōMan. El saber que estaban haciendo peleas clandestinas dentro de esta era como una punzada en su pecho, haciéndola suspirar por milésima vez una vez llegaron a la zona donde aparentemente se llevaba a cabo todo ese espectáculo.

Sacó la paleta de su boca para verla de manera algo distraída una vez se bajó de la moto de Mikey, cruzando un poco sus brazos y mirando hacia la dirección donde se escuchaba un fuerte bullicio, gritos de todo tipo, cosa que la hizo formar una mueca, mirando el color rojizo del dulce para volver a meterlo a su boca y tratar de centrarse en el sabor.

Escuchar como todos esos chicos gritaban la palabras «matalo» sólo le dejaban una amargura en todo su pecho, casi agriando el sabor tan dulce y gustoso para ella de la paleta que comía en silencio mientras los tres se encaminaban hacia la zona donde aparentemente eran las peleas, pero era más que claro; ver en lo que parecían unas gradas a una enorme cantidad de gente rodeando parcialmente un patio a unas personas que estaban peleando era lo que más llamaba la atención.

—Que problema... —murmuró con pena al ver como golpeaban sin pudor alguno a un chico rubio, fijándose en el golpeador a quien reconoció como el que aparentemente estaba organizando todas aquellas peleas por dinero.

—Por culpa de idiotas así es que manchan la reputación de la TōMan. —fue lo que dijo Draken mientras metía las manos en sus bolsillos y formaba una mueca, Mikey a su lado se había apoyado en las barandillas, observando atento el espectáculo mientras comía de los dorayakis que la chica había hecho.

—¡No puedo rendirme!

La atención de Tenshi se fijó en aquel fuerte grito, lleno de coraje y determinación; sus ojos visualizaron al mismo pobre chico que estaba siendo agredido, de pie a pesar de los múltiples golpes que cargaba encima, no logrando verlo bien al estar de espaldas, pero de lo que si estaba segura era que su fuerza de voluntad la sorprendió, dejando de mover la paleta en su boca y quedándose atenta a aquel chico.

—¡Tengo una razón para no rendirme! —vociferó con fuerza, donde todos lograban escucharlo fuerte y claro—. Kiyomasa, de la Tōkyo Manji... ¡Si de verdad quieres ganar, vas a tener que matarme! ¡No pienso perder! —fue lo que declaró, con una seguridad tan grande que dejó sorprendidos a todos los presentes, incluyéndola.

Podía percibir un sentimiento enorme en su tono de voz, aunque no pudiera verlo bien, observando su espalda desde su lugar, notando su postura tambaleante y algo temblorosa, y a pesar de eso, continuaba manteniéndose de pie. Ladeó un poco su cabeza interesada y curiosa por ese chico, no recordando haberlo visto antes, quizás era la primera vez que veía alguien así de golpeado estar de pie de esa manera.

❛Vaya...❜ fue lo que pensó mientras alzaba sus cejas, suspirando por la nariz. Su mirada se dirigió hacia Manjiro cuando se reincorporó en su lugar y comenzó a caminar para poder bajar directamente hacia aquel lugar, bastando una mirada hacia ella y Draken para seguirlo, sabiendo que ya era hora de encargarse de ese problema.

—¡Tráiganme un bate! —el ceño de Masumi se frunció al escuchar la voz de Kiyomasa, quien era el que organizaba todo eso con tal de ganar dinero sucio. Este miró con una sonrisa perversa hacia el rubio que se alzaba frente a él con determinación—. ¡Como quieras! Te mataré.

Las alarmas en su cuerpo se encendieron inmediatamente por escuchar aquella declaración, algo que en ningún sentido iba a permitir, pero cuando quiso avanzar lo suficiente para poder decirle sus tres cosas, Ken la tomó del hombro y le dio una pequeña mirada, como si dijera que se calmara y que él se encargaría de llamar su atención. Un poco dudosa suspiró y asintió, sacando unos momentos la piruleta de su boca mientras dejaba salir un pequeño suspiro por la nariz.

Un toque en su mejilla la hizo parpadear un par de veces para luego ver a Manjirō a su lado con un dorayaki a medio comer, teniendo su otra mano a la altura de su rostro, tocando su mejilla en pequeños toquecitos, dándole una pequeña sonrisa que la hizo relajar su expresión y sonreír por unos segundos, sabiendo que era su forma de decir que todo iba a estar bien.

—¡Apúrense! —volvió a decir Kiyomasa de manera airada, mirando con exigencia hacia los demás.

Oi, Kiyomasa. —habló Draken con las manos en sus bolsillos, acercándose a paso calmado; el de la cicatriz inmediatamente lo miró con enojo, hasta que flaqueó al igual que los demás al notar su presencia—. Estás asustando el público. —vociferó con seriedad—. No intentes pasarte de listo, imbécil.

Un ambiente sumamente silencioso y denso cayó en el lugar una vez que Ryūguji Ken hizo acto de presencia, caminando de aquella manera calmada y sin prisas como lo caracterizaba, teniendo sus manos en los bolsillos mientras su trenza se movía ligeramente ante sus pasos; todos los siguieron con la mirada, algunos vagando hasta detrás de él donde dos figuras más bajas lo seguían.

Masumi movió la piruleta en su boca un poco inquieta por la atención que ahora estaba sobre ellos, sintiendo como varios dirigían su mirada tanto a Mikey como a ella y se quedaban por segunda vez sin habla. Era más que claro que nadie pensaba ver a los tres lideres de la TōMan aparecerse por esos lados.

—Una trenza rubia y un tatuaje de dragón en la sien... —entre el público, un chico de lentes comenzó a decir consternado y paralizado, siguiendo con la mirada al más alto.

—No puede ser... —murmuró otro a su lado de manera atónita, de por si todos estaban en shock por verlo allí presente.

—Uno de los subcomandantes de la Tōkyo Manji... —dijo otro a la par mientras observaban la expresión seria del chico del tatuaje—. ¡Ryūguji Ken! ¡El mismísimo Draken!

—¿Y esa chica que va detrás...? —se fijaron en la única femenina presente que había acaparado ya la atención de varios, mostrándose lo suficientemente tranquila comiendo su paleta a pesar de sus pequeños nervios ante su atención.

—Su cabello y esos pendientes... —Masumi giró ligeramente la paleta en su boca cuando escuchó esas palabras, jugando inconscientemente con uno de los mechones blancos entre su cabello oscuro—. ¿No será del rumor de que una chica es una de los comandantes...? Eso significa...

—¡E-Es el otro subcomandante, Kiyoko Masumi! ¡La llamada ángel de la TōMan, Tenshi!

La aludida miró por unos segundos hacia los únicos chicos que estaban hablando con sorpresa, observando el notorio sobresalto y a su vez tensión que mostraron en el instante que los miró cuando pasó enfrente de ellos, casi haciendo contacto visual con cada uno. Al ver sus heridas, cayó en cuenta de que quizás eran de los pobres chicos que usaban de gallinas de pelea, haciendola suavizar la mirada y darles una pequeña sonrisa de empatía y dulzura, aún con la paleta en su boca. Inmediatamente ellos se ruborizaron ante su atención y su gesto.

❛Pobres, están todos golpeados...❜ pensó con pena mientras les dedicaba una última sonrisa, observando luego a Manjirō a su lado quien de curioso también los miró ante su atención hacia ella, dándole un último bocado a lo que restaba de su dorayaki, mirando su mano, posteriormente a la chica y quitar un pequeño mechón de cabello que tenía enfrente su cara, provocándole un pequeño sonrojo.

Nee, Nee, Kenchin. —llamó con un tono bastante relajado, colocando su atención en el más alto.

—¿Hah? —musitó mientras giraba su cabeza hacia atrás, mirándolo con molestia—. No uses ese estúpido apodo aquí.

—Se me acabaron los dorayakis que me hizo Masu-chan. —ignorando su queja respecto a su apodo, alzó una de sus manos y sonrió con inocencia, volteando a ver a la chica a su lado—. ¿Me vas a hacer más, Masu-chan?

Parpadeando un par de veces ante su petición, tomando en cuenta del lugar donde estaban y también la situación, sólo se abstuvo a sonreír de lado con dulzura y asentir, provocando una expresión un poco más tranquila y sonriente, para fijar una vez más su atención hacia enfrente y meter sus manos en sus bolsillos, limpiando el resto de migajas al borde de sus labios con su lengua.

Inmediatamente, todos los chicos presentes hicieron una reverencia de ciento ochenta grados cuando el rubio comenzó a encaminarse hacia enfrente, embosando una sonrisa de lado que demostraba seguridad, escuchando el usual; —¡Buen día, señor comandante!

Un pequeño atisbo de querer bostezar invadió a Masumi mientras seguía al de orbes oscuros, entrecerrando sus ojos y bostezando inevitablemente aún con el dulce en su boca, sacándolo poco despues cuando sintió como salivaba un poco. Mientras tanto, delineó al publico cayendo en cuenta de que sólo un pequeño grupo no se inclinó, siendo los mismos chicos que estaban más lastimados que nada, sintiendo lastima por ellos al ver en donde se involucraron.

—¡Sano-kun, estoy en la banda tres! ¡Me llamo Akaishi! —dijo uno de los chicos del público con una sonrisa al Mikey pasar enfrente de él, siendo ignorado de manera olimpica, Masumi en cambio si lo miró con cierta curiosidad.

—Estorbas. —dijo Draken cuando le pasó por el lado mientras ella se abstenía a sólo observarlo—. Mikey sólo habla con quienes despiertan su interés. —el chico no tarda en mostrar cierta verguenza al momento que se disculpó, tensándose al conectar miradas con Tenshi.

—Permiso... —murmuró ella cuando le pasó por el lado, dejándolo plasmado en su lugar mientras la seguía con la mirada.

Era una sorpresa para la mayoría ver a una chica allí y ser la aparente otra subcomandante de la TōMan, para muchos, los rumores de que una chica era una de las cabecillas en la Tōkyo Manji se hicieron realidad al verla, sobre todo con la descripción y algunas caracteristicas con la que muchos hablaban respecto a ella. Masumi sabía de aquello, y los que la conocían, la conocían como el ángel de la TōMan, y como no, la novia del invencible Mikey.

—Buen día, señor. —al estar lo suficiente cerca, Kiyomasa hizo una ligera inclinación con su cabeza cuando Manjirō se acercó a su lado, pasándolo de largo, y casi al segundo Ken le propinó una patada en el abdomen que lo hizo doblarse por el dolor.

La única femenina enserió un poco su rostro al tener de frente al chico que estaba provocando todo aquel problema en la pandilla, recordando la fotografia que Cherry le había mostrado donde se encontraba contando billetes por su ganancia gracias a aquella curiosa manera de ganar dinero. Una parte de ella decía que se merecía ese golpe, sobre todo de los muchos que le dio a aquel pobre chico rubio y provocó en los demás.

—Kiyomasa, ¿desde cuando te crees muy importante? Baja más la cabeza al saludar al comandante. —fue lo que le dijo Draken con su ceño fruncido, viéndolo desde arriba como casi se retorcía por el dolor de aquel golpe. Por un momento la de mechas blanquecinas tuvo un pequeño tic en su ceja por ver su dolor, más que nada aquella usual empatía que tenía.

—S-Si, señor... —balbuceó el chico con dificultad, mirando unos segundos a la de facciones delicadas que lo miraban con pena y decepción, incluso casi tristeza.

—En otra situación me daría pena, pero creo que no se compara con lo que le hiciste a ese chico. —finalmente dio la palabra a la situación, teniendo la mirada ahora fija del más robusto en ella, mirándola con dificultad—. Todo esto es realmente grave, Kiyomasa-kun.

—Si... señora. —en un murmuro bajo, respondió a lo dicho por la chica, casi agachando la cabeza como perro regañado, aunque la mirada de cierto coraje dirigido a ambos subcomandantes no se hizo esperar.

Tenshi una vez más suspiró de manera profunda mientras metía sus manos en los bolsillos del suéter blanco que usaba sobre su uniforme, jugando con lo que quedaba del dulce en su boca, sus pasos se acercaron lo suficiente a Manjirō cuando este se acercó al pobre y confundido chico que los miraba con sorpresa, quedando unos pasos atrás cuando el rubio más bajo se acercó invasivamente a su rostro y el otro por la sorpresa cayera al suelo.

—Oye, ¿cómo te llamas? —cuestionó Mikey con curiosidad mientras veía desde arriba hacia el rubio moretoneado quien estaba casi en shock viendo al de cabello largo, titubeando su mirada hacia la femenina que se acercó un par de pasos más para verlo mejor, no sabiendo a quien mirar.

—Ha... Hanagaki Takemichi. —respondió bastante nervioso, mirando finalmente a Manjiro que no hacía más que observarlo con cierta curiosidad.

—Ya veo... —murmuró él con las manos en sus bolsillos, pareciendo analizar por unos segundos su nombre, hasta volver a hablar—. Takemicchi.

—¿Eh? ¿Takemicchi? —repitió el rubio de ojos azules confundido.

—Eso fue lo que dijo, Takemicchi. —dijo Ken de manera seria, sólo logrando intimidar al pobre y moretoneado chico.

—Tranquilo, no tienes porque asustarte. —el aludido miró nervioso a la chica, quien le regaló una sonrisa para tratar de calmarlo, aunque entendía sus nervios—. Todo está bien.

Takemicchi menos supo que decir cuando ella le habló, abriendo su boca y quedándose mudo, sólo provocándole a ella una pequeña risita. Tenshi no pudo evitar sonreír por unos segundos al recordarse a si misma en la misma situación, sintiendo un verdadero deja vu al ver lo golpeado que estaba, aunque no se comparaba con él, quien tenía hasta un parpado caído por la hinchazón por el golpe, conectó miradas con el chico por unos segundos quien al parecer estaba un poco inquieto por su atención, aunque realmente no sabía a quien mirar.

Fue segundos después que su atención fue tomada por Mikey cuando se agachó y lo tomó por la cabeza para que lo mirara al rostro, dándole una sonrisa interesada y curiosa, aunque de por si al verlo pelear de manera tan determinada y sin rendirse ni un segundo lo tenía interesado.

—¿De verdad estás en secundaria? —cuestiona inquisitivo pero sonriente, lo único que provocó fue sorpresa en el contrario quien casi ni parpadeaba—. Takemicchi, a partir de hoy somos amigos, ¿sí?

El rubio no pudo mostrar todavía más confusión ante las palabras dichas por el chico de ojos opacos el cual parecía ir muy en serio con lo decía, estando más que seguro. Al menos, por parte de Masumi pudo darse de cuenta que estaba siendo sincero ante aquellas palabras, al ser alguien que vivió por si misma esa situación en donde Mikey la conoció, le colocó un sobrenombre para luego decirle que fueran amigos, sabía que era muy cierto.

Con atención, observó como su pareja se levantaba mientras veía de reojo hacia Kiyomosa el cual continuaba cabizbajo, acercándose a paso lento. Tenshi ya se imaginó que iba a hacer así que se fijó en Takemicchi el cual seguía con la mirada aún en su mundo, pareciendo incluso que estaba procesando lo que había acabado de pasar. Casi minutos le bastaron para darse de cuenta que ella se había acercado, teniendo sus piernas en su campo de visión.

El ojiazul se sobresaltó cuando observó como Masumi se agachaba a un lado de él lo suficientemente cerca como para que su aroma entrara en sus fosas nasales, observando con alarma lo cerca que la tenía, inquieto de lo que sea que fuera a decirle. Sólo pudo ver como la chica parpadeó un par de veces y alzó sus manos, en son de paz, dándole una sonrisa llena de compresión.

—Oh, tranquilo, Take-kun, no te voy a hacer nada. —habló con una suavidad tan enorme que le provocó un pequeño escalofrío, teniendo sus ojos en grande. Masumi sonrió un poco enternecida por estos mismos, eran azules, grandes y expresivos—. Te duele mucho, ¿verdad?

Hanagaki alzó una de sus cejas, algo inquisitivo a su pregunta, ahora al fijarse en el dolor que sentía en todo el cuerpo, y como no, en su rostro también, incluso teniendo un pequeño rastro de sangre rozando una de sus fosas nasales. Se ruborizó notoriamente ante la atención de la chica y volvió a titubear al hablar, fijándose en sus orbes rosaceos siendo rodeados de unas pestañas bastante largas y rizadas, portando una mirada que lo hizo pensar que estaba cansada, aunque sólo le mostraba una sonrisa junto con la piruleta en su boca.

❛¿Ella quien es?❜ pensó Takemichi en su pequeña ensimismación, observando confundido como de los bolsillos de su suéter blanco sacaba un pequeño pote con algo trasparente adentro, recordándole a los diminutos frascos de perfume que su madre tenía en su habitación que cabían en su mano. Sólo podía detallar su rostro y fruncir sus cejas para tratar de reconocerla, aunque su atención se fue a las motas de algodón que sacó.

—¿Q-Qué haces? —tartamudeó al verla arrimarse un poco hacia él, observando unos segundos por sobre su hombro para ver casi con espanto como Mikey estaba moliendo a golpes a Kiyomasa.

—Tratar de curar tus heridas. Sé que es raro que saque alcohol y algodones de la nada, pero no sabes lo útiles que me son todo el tiempo. —Masumi rio suavemente como si nada, ya que sabía bastante bien que era lo que estaba sucediendo a sus espalda, así que prefería centrarse en lo importante—. ¿Me permites?

Takemichi miró por otros largos segundos a la chica de cabello oscuro con mechas blanquecinos, pareciéndole algo curiosa y atrayente su apariencia. Quizás en su tiempo era normal ver a chicas con el cabello teñido e incluso con colgantes, pero en esa época le parecía un poco inusuales.

Pero, no se veía mala persona, de los tres que habían aparecido se veía genuinamente la más inofensiva y amable, así que un poco dudoso asintió a su petición, observando como le regalaba una sonrisa y rociaba suavemente alcohol en el algodón.

❛¿Estoy en el cielo? ¿acaso Kiyomasa me mató a golpes y estoy con un ángel?❜ fue lo que pensó el rubio ante la situación, sintiendo que le estaba yendo demasiado bien en ese momento, alegando lo de «estar en el cielo» ante la simple presencia de la chica que sólo le transmitía paz, haciendo una pequeña mueca de dolor cuando sintió el algodón rozar sus heridas. ❛No, siento dolor. Todavía estoy vivo...❜

Se sentía demasiado ido en esos momentos, sólo el ligero ardor de sus heridas alborotarse cuando tenía contacto con el alcohol era lo que le decía que estaba allí en ese momento, sus ojos se despabilaban detrás de Tenshi al ver como Mikey golpeaba sin parar el rostro de aquel chico que lo había dejado con dolor hasta en las uñas. Le sorprendía la naturalidad de ella ante esa situación, como si estuviera acostumbrada.

—¿Tienes alguna novia o algo? —Takemichi voltea a mirar hacia la de mechas blanquecinas ante su pregunta, casi pareciendo que buscara distraerlo de la paliza que se estaba presenciando a sus espaldas—. ¿O eres un lobo solitario que le gusta meterse en problemas?

—¿Ah? ¡Eh, si! Si, yo tengo novia. —asiente varias veces con ciertos nervios, sintiéndose aún bastante desorientado por todo, con sus mejillas algo ruborizadas por su atención, sintiendo la delicadeza y suavidad con la que curaba un poco las heridas de su rostro.

Bueeeno, trata de no meterte en tantos problemas para que no salgas tan lastimado. —canturreó con comprensión y amabilidad, por un momento sintió que le hablaba su mamá, parpadeando un par de veces cuando ella le colocó una pequeña bendita en su frente mientras movía la paleta en su boca—. Tienes que cuidarte mucho para no asustarla, ¿okey? Sé muy bien de lo que hablo.

Takemichi se quedó mudo por varios segundos ante su actitud dulce y cálida, casi pareciendo un ángel caído en el cielo. Tenshi le dio una comprensible sonrisa para luego rebuscar en el otro bolsillo de su suéter, sacando otra paleta para extendersela casi a la par que escuchaba un último estruendo detrás de ella, en donde Kiyomasa cayó inconsciente al suelo con distintos moretones en su rostro.

—Para que te sientas un poco mejor. —fue lo que dijo la mayor con dulzura, observándola por varios segundos y tomando casi a tientas la paleta al estar aún sorprendido tanto por la escena detrás de ella como en su actitud en sí.

—G-Gracias... —murmuró aún sorprendido, recibiendo una vez más una sonrisa casi maternal, estremeciéndose cuando le dio una pequeña caricia en su cabeza para levantarse, escondiendo las dos pequeñas cosas que había usado para curarlo.

—En fin. —habló Manjiro, llamando su atención, observando la sonrisa casi afable que mostró cuando giró su rostro, con rastros de sangre en él, pisando la cabeza de Kiyomasa—. ¿Nos vamos, Kenchin, Masu-chan? Las peleas clandestinas son una estupidez.

La chica metió la manos en los bolsillos de su sueter, sintiendo en uno de ellos el casi compacto frasco de alcohol, dejando salir un suspiro nasal volviendo a girar su paleta en su boca, cambiándola de lado. Miró a Takemichi quien continuaba en la misma situación, con el dulce en su mano, regalándole una dulce y última sonrisa, se giró.

—Cuidate mucho, Take-kun. —fue lo que le dijo, con un cariño casi irreal que lo dejó una vez más con las palabras en su boca.

—¡Vamos, Masu-chan!

—¡Voy! —canturreó la de colgantes mientras casi trotaba para llegar a su par, siendo seguida por Draken, quien suspiró con pesadez.

—Dejen de arruinar la reputación de la TōMan... —fue lo que vociferó con cierto desdén, sobre todo al no ser la primera vez que habían problemas de ese tipo, observando un poco aburrido como Masumi al llegar al lado del capitán este inmediatamente buscó su mano y la acercó de un jalón.

—Takemicchi. —rodeando los hombros de la más baja con su brazo, Manjirō se detuvo por un segundo y miró por sobre su hombro hacia el moretoneado chico aún en el suelo, Masumi por inercia también lo miró y sonrió un poco—. Nos vemos.

—Ten mucho cuidado al volver a casa, Take-kun. ¡Ponte un poco de hielo! —canturreó mientras agitaba levemente su mano y comenzaba a ser jalada por el rubio cuando comenzó a caminar, casi haciéndola caerse—. ¡Oye! Me vas a hacer tropezar.

—No es mi culpa que tengas dos pies izquierdos. ¿Qué vas a hacer de cena?

—Lo que me preguntas...

—Reaccionen de una vez y lárguense. —Draken dio una última declaración, agitando una de sus manos como si los buscara ahuyentar, espabilando al público que seguía aún sorprendido por sus presencias, sobre todo el rubio de ojos azules que se encontraba con su mirada fija en la dirección donde se iban.

Por varios segundos miró hacia Mikey y Tenshi, observando como el primero rodeaba de manera relajada sus hombros y la mantenía cerca de él, con ella dejando hacer aquel gesto sin problema alguno. Parpadeó un par de veces para ver su mano derecha donde aún sostenía la piruleta sin destapar que le había regalado en un gesto algo sorpresivo para él, viniendo a su mente aquella frase de no recibir dulces de extraños... Pero en sí estaba confundido con esa chica en particular y su relación con el líder de la ToMan.

❛¿Quién es ella?❜ fue lo que se preguntó Hanagaki Takemichi, observando a la lejanía el camino que los tres al mando de aquella pandilla habían tomado para irse tal cual aparecieron.

¡FELIZ AÑO NUEVO, MIS LINDOS BEBÉS!

¡Primer capítulo del año! Espero que la hayan pasado super bien en esta víspera de año nuevo, les mando un abrazo enorme a todos.

¡Al fin entramos al arco del anime! Estoy demasiado emocionada y eso puede notarse al subir el capítulo un día antes de lo usual, pero es que no podía esperar.

Al fin tenemos la aparición de nuestro Micchi bonito, lo amo mucho, ma baby y pronto el baby de Masumi.

Mami Tenshi es la mismísima con Take: de ese color no tengo.

Lo que se viene gente🙏🏻

→S H A N X A L B Y←

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