━ chapter eighteen: colors

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༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐎𝐂𝐇𝐎 ༺
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' COLORS '
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LAS CALLES DE QUEENS lucían tan familiares como siempre. El clima seguía congelándome los huesos, las aceras se hallaban reventadas por miles de peatones y, en el subterráneo camino a la secundaria Midtown, podía identificar a una gran cantidad de rostros vagamente conocidos.

Me pregunté cómo era que los puntos de vistas podían cambiar con tanta facilidad. Aunque la rutina y el ambiente eran los mismos, mis alrededores habían adquirido una tonalidad diferente. Todo lucía más neutro, plano, de un color gris que mantenía un perfecto balance entre el blanco y el negro: no era bueno ni malo; no me quitaba las lágrimas, pero tampoco me arrebataba las sonrisas.

Sin embargo, podía afirmar que el cambio había sido brusco, y quizás no estaba lo suficientemente preparada para afrontarlo.

Habían pasado dos meses desde que ocurrió mi accidente en Berlín y recordar los inestables colores con los que solía ver al mundo me costaba una barbaridad. Nunca imaginé que encontrar una forma de vida y una filosofía estable me iba a arrebatar tanto. Aunque jamás me gustó que mis inseguridades y sentimientos me llevasen hasta el límite más alocado de la paleta de tonalidades, no era capaz de conformarme con la insipidez de lo que ahora veía.

«¿Será esta una parte de madurar?», me pregunté mientras me recostaba sobre el tubo metálico, sosteniéndome con fuerzas mientras el subterráneo hacía un movimiento inesperado.

—¿Peter?

Como imanes atraídos por el metal, mis ojos buscaron al dueño del nombre que había salido de mis labios. Fruncí el ceño cuando lo vi ensimismado en la pantalla de su celular, moviendo los dedos con rapidez sobre el teclado.

No me sorprendía que ni siquiera me hubiese escuchado, para ser sincera.

—Apuesto a que tus retinas van a quemarse si sigues así, Pete.

Posé mi mano sobre su antebrazo, logrando que finalmente su vista se separase del aparato. El café de sus ojos brilló con una pizca de vergüenza mientras se aclaraba la garganta.

—Lo siento —murmuró—. Es tengo que estar atento por si el señor Stark me necesita.

Lo sé, —Algo dentro de mí me decía que Tony no intentaría contactarlo para una nueva misión; me había aclarado que no apreciaba la idea de que un par de niños como nosotros estuviésemos involucrados en asuntos complicados. Por eso mismo decidí mentir: confesarle mi sospecha a Peter era sumamente difícil, en especial cuando lucía tan ilusionado con el tema—, pero no puedes pasar todo el día pensando en eso. No es saludable.

—¿Que no es saludable? ¡Pero si ir a Alemania fue una de las mejores cosas que me han sucedido! —Se acercó más a mí, bajando el tono de voz para evitar que alguien más lo escuchase—. Todo esto... ser el Hombre Araña... es como un sueño. Y... —susurró con cautela; su mano deslizándose hacia la mía—... extraño a mi compañera, Rae.

La mano de Peter finalmente se unió con la mía, con sus dedos acogiendo a mi piel como una suave maraña de terciopelo. Mi pecho dio un vuelco mientras intentaba regular mi respiración; el súbito contacto me había sorprendido por completo, y el hecho de que Peter hubiese tomado la iniciativa con un una mirada traviesa —la cual reemplazaba a la usualmente tímida— no ayudaba demasiado.

Claro que había un casi imperceptible tinte rosado en las puntas de sus orejas, pero su rostro lucía sorprendentemente sereno, como si se sintiera cómodo, completo, con nuestro simple contacto.

Y yo no podía estar más a gusto, porque desde que le había besado el tocarle sin temor o prejuicios era como intentar atravesar un campo minado.

—Sigo aquí. —Intenté domar a la corriente de nervios que navegaba por mi sistema mientras le daba un apretón a su mano—. Mis poderes siguen aquí, las cicatrices siguen aquí... —Apreté mis labios—. No es como si me hubiera desvanecido —bromeé.

—Pero ya no está la Chica Fuego. ¿Hace cuánto que no usas tus pode–

—Dos meses y contando —Suspiré con cansancio—. Quiero aprender a ser más que eso. Pensaba que ya lo entendías...

—¡Claro que entiendo! Después de todo lo que sucedió... lo entiendo. —Su piel palideció momentáneamente a la par que su mirada se perdía. Sacudió la cabeza, volviendo a la normalidad—. Pero yo todavía no puedo despegarme del Hombre Araña. Él es el único que puede protegerte por-porque bueno, sabes... —Tragó en seco—. ¿Lo ves? ¡Apesto con las palabras! ¿Pero sabes quién no apesta con ellas? ¡El Hombre Araña!

» Él es como mi versión mejorada, Rae, yo–

Peter. —interrumpí. Le sonreí enternecida, pero preocupada a la vez—. Te he dicho que siempre tienes que recordar algo.

—Lo sé. —Asintió con lentitud—. Lo... lo sé.

Eres más que un traje. —Junté el coraje para acercarme un poco más a él para refugiarme en el pecho de Peter—. No hay un Hombre Araña sin un Peter Parker.

Peter envolvió sus brazos alrededor de mi cuerpo. Mis pestañas acariciaban la piel de su cuello, su nariz reposaba sobre mi cabeza y sus brazos me sujetaban con más seguridad de la que normalmente empleaba.

No sabía quién se estaba aferrando a quién, pero la sensación valía completamente la pena.

—Y no hay Peter Parker sin el Hombre Araña.

Su murmullo se vio camuflado por el barullo del subterráneo, con sus labios rozando a mi coronilla mientras hablaba. Fingí no haberlo escuchado; sin embargo, no pude evitar entristecerme mientras lo abrazaba con más fuerza: Peter no confiaba en sí mismo tanto como yo confiaba en él, y no podía hacer mucho más para ayudarlo.

Reservé mis preocupaciones para mi propia mente. Me dediqué a disfrutar de su contacto, a perderme en la suave colonia de Peter, porque momentos como esos, tan efímeros y delicados, eran los que verdaderamente debían recordarse.

Cuando me atacase el conocido dolor de mis caderas, la ansiedad con la que aún me atormentaba el estrés postraumático y el pensamiento de que, en algún lugar de Queens, una criatura cubierta de fuego amenazaba con rebanar mi cuello, lo único que me mantendría anclada a mis raíces sería Peter Parker.

Pero, ¿qué éramos? ¿Dónde marcaríamos nuestro nuevo límite, si las miradas que nos dedicaban en el metro me decían que lucíamos como algo más que simples amigos?

¿Dónde estaríamos cuando todo acabara?

✧✧✧

El nuevo color que le atribuía a mi vida se debía, en cierta parte, a la extinción de la Chica Fuego.

No combatir junto a Peter durante las tardes había sido un impacto complicado de digerir. Fueron muchas las ocasiones en las que lo seguí hasta el aislado callejón donde ambos nos poníamos nuestros trajes para luego recordar la promesa que me había hecho meses atrás: jamás volvería a jugar a ser una heroína, pasase lo que pasase.

Permanecer encerrada entre las cuatro paredes de mi habitación mientras Peter se balanceaba por las calles era una tarea sumamente difícil; me daba tiempo de sobra para percatarme de cosas que antes no veía con tanta claridad. Los peligros a los que se exponía Peter estaban cada vez más presentes en mi cabeza, y el temor a que le sucediese algo malo sin yo estar a su lado me perseguía durante día y noche.

En pocas palabras, me había vuelto mucho más consciente de cosas que antes tomaba como insignificantes. No podía pasar ni un minuto sin que el rabillo de mi ojo se pegase al perfil de Peter porque me carcomía el miedo de perderle.

Y por esa misma razón fue que lancé mi brazo frente al torso de Peter cuando la puerta del salón de clases se abrió de manera brusca, en un acto de reflejo que me obligaba a cubrirle de cualquier forma posible.

Retiré mi mano de su pecho con una sonrisa incómoda al percatarme de que Peter me veía con confusión. Sin embargo, su expresión cambió por una que replicaba la mía cuando cayó en que él había hecho exactamente lo mismo conmigo, solo que su brazo se envolvía alrededor de mi silla hasta parar en mi cintura.

«Al parecer no soy la única que está pasando por esto de sobreprotección», pensé mientras apartaba la mirada con las mejillas sonrojadas. «Ya no podrás burlarte de mí, Ned; Peter está tan paranoico yo, pero, ¿por qué tendría que estar preocupado?».

—¿Le molestaría explicar el por qué de su visita, señorita Monroe? —Hasta que la profesora habló, no me había percatado de que era Elissa Monroe quien había irrumpido en la clase—. ¿No debería estar, no lo sé, con los alumnos de su año?

Un coro de risas fue recitado por los alumnos ante el tono irónico de la señora Fitzgerald. A pesar de que la situación quizás me hubiese hecho gracia en otras circunstancias, lo único que podía hacer era mirar a Elissa con atención, congelada desde la mesa que compartía con Peter.

La piel de Elissa se hallaba tan blanca como una hoja de papel. Sus pómulos se veían más marcados de lo normal, sus facciones más afiladas y, con unas grandes bolsas debajo de sus ojos, su mirada podía compararse con un insípido vacío. La corta falda que llevaba alrededor de la cintura le colgaba con soltura; no había notado hasta entonces que el —ya de por sí delgado— cuerpo de Elissa lucía tal y como un saco de huesos.

Nunca había visto a Elissa con una apariencia tan débil. Y aunque debería haberme alegrado el que ya no estuviese molestándome, no podía parar de preguntarme cuál era la causa de su lamentable estado.

—El director dijo que trajera hasta aquí al chico nuevo. —Aunque su voz sonaba apagada, aún podía palparse la característica hostilidad que normalmente la envolvía—. Créame, yo tampoco quisiera estar aquí.

—Hágalo pasar. —Fitzgerald apretó los labios mientras el resto de la clase volvía a estallar en carcajadas—. Y por favor, retírese antes de que pierda la paciencia.

La pelirroja elevó las manos con fingida inocencia; una seca sonrisa adornando a su irreconocible rostro: —Como usted lo desee.

—De acuerdo, eso fue extraño. —Reí por lo bajo al escuchar el murmullo de Peter a mi costado—. Volviendo a lo que estaba diciéndote antes de que llegara la Bestia... —Una sonrisa divertida y emocionada se dibujó en sus labios mientras pronunciaba el infantil apodo con el que habíamos bautizado a Elissa —. Estuve trabajando en una nueva fórmula para mis telarañas. Cambié la fibra anterior y agregué un par de cosas más, así que se supone que ahora deben ser aprueba de los poderes de esa cosa. —Un escalofrío recorrió mi espalda al pensar en la cosa: Flammae—. Entonces–

—Me perdiste en cuanto empezaste a hablar de fórmulas. —Elevé las cejas con burla—. Venga, solo muéstramela. Estoy segura de que quedaron perfectas, cerebrito.

Antes de que alguno de los dos pudiese hacer algo, Peter y yo nos vimos obligados a dirigir toda nuestra atención hacia el frente cuando la señora Fitzgerald pidió silencio. Elissa se había quedado en el umbral de la puerta y un chico rubio se encontraba de pie frente a la clase.

La presión que mantenía sobre mi entrecejo comenzó a entumecer mi semblante. Mi mente divagó por millones de preguntas en el transcurso de unos pocos segundos. Los labios del joven se movían, pero estaba demasiado concentrada en sus rasgos como para procesar lo que decía.

Para mí, aquél no era un rostro nuevo.

Yo conocía a Adler Wolff y, aunque había logrado escuchar que decía ser un estudiante de intercambio que había llegado a Midtown desde Alemania por una emergencia, el único aspecto extranjero que poseía era su nombre.

Adler había sido uno de mis compañeros cuando estudiaba en Brooklyn, y digamos que no me llevaba demasiado bien con él.

—Puedes tomar asiento con la señorita Jones. —Tratando de disimular su expresión de fastidio, Fitzgerald señaló a Michelle—. Todos en la secundaria Midtown esperamos que puedas adaptarte, Adler.

—Dame eso. —Tomé el envase con la mezcla de telarañas, arrebatándolo con suavidad de las manos de Peter mientras el café de mis ojos hacía contacto con el azul de los de Adler. Sin estar demasiado atenta y siendo incapaz de despegar mi mirada del rubio, encendí una pequeña llama en mi índice. La acerqué al fluido; a diferencia de otras fórmulas, esta no se desintegró—. Funciona.

Tragué en seco. Intenté enfocarme en cualquier otra cosa, pero seguía petrificada.

"Aléjate de él", modularon los labios de Elissa en mi dirección antes de que abandonase el aula.

Me percaté entonces de que el brazo de Peter se aferraba con más fuerza de mi cintura, y eso solo me confirmó que él desconfiaba de Adler tanto como yo.

✧✧✧

—Rae, Rae, Rae, Rae.

Tomé un sorbo de la botella de agua que llevaba prácticamente adherida a la mano.

—Rae, Rae, ¿Rae?

El líquido cayó en mi estómago como un lago de magma burbujeante. Mis órganos se estrujaron mientras intentaban asimilar al agua. Hice lo mismo con la botella de plástico, apretándola de manera inconsciente mientras el centro de mi indeseada atracción me provocaba cada vez más preguntas sin respuestas.

—Déjame hacerlo yo, perdedor. —Una vaga voz retumbó en mis oídos. Sin embargo, estaba demasiado absorta en la manera en la que el supuesto chico nuevo se aproximaba a Liz Allan con aires coquetos, confiado, a pesar de ser unos años menor que ella—. ¡Williams! ¡Despierta!

Comencé a toser, intentando recuperar el aire después de la sorpresa. El agua que había bebido finalmente encontró su camino después de desviarse ante el intenso llamado de Michelle Jones, quien me observaba escépticamente mientras alzaba una ceja.

—Yo... —Aclaré mi garganta con incomodidad. El resto de estudiantes que se hallaban en la cafetería miraban en dirección a nuestra mesa como si Ned, Peter, Michelle y yo fuésemos unos chiflados—. Eh, sí, ¿qué sucede?

Ned hizo un puchero desde su asiento. Fue entonces cuando me percaté de que había sido él quien me llamaba segundos atrás: —Peter está demasiado ocupado con su pasantía en Stark y ya se está olvidando de nosotros.

—Habla por ti. —Michelle bufó con la cabeza enterrada en su libro. Ned, Peter y yo fruncimos el ceño—. Digo, Parker no le quita los ojos de encima a su novia, así que dudo que la haya olvidado.

Cubrí mi rostro con la palma de mi mano para intentar ocultar el sonrojo de mis mejillas. No tuve la valentía de mirar la reacción de Peter, pero a juzgar por la sonrisa divertida que dibujó Ned pude deducir que estaba tan apenado como yo.

—Oye, ¿me podrías decir de nuevo qué haces en nuestra me–

—La pasantía es importante para Peter, Ned —interrumpí antes de que Michelle pudiese escuchar la pregunta del moreno. Era la milésima vez que tenía que repetírselo y la mentira comenzaba a saber mal sobre mi propia lengua—. Ya te dije que si quieres podemos armar la Estrella de la Muerte juntos. Él se lo pierde.

Sonreí con diversión para aligerar el aire e intentar despejar mi mente. Clavé mi codo en el costado de Peter para llamar su atención. Sin embargo, aunque luego opté por patear su pierna con suavidad bajo la mesa al ver que sus ojos no hicieron ademán de encontrarme, el castaño lucía tan distraído como yo antes de que Michelle me ayudase a estallar mi burbuja.

Y en cuanto mi mirada se dirigió hacia el punto que tan ausente traía a Peter, a pesar de que en un principio mis latidos se detuvieron al pensar que admiraba a Liz, luego caí en que sus ojos escudriñaban a Adler Wolff con lo que reconocí como desconfianza.

—Rae. —Peter finalmente giró a verme, susurrando mi nombre en un tono bajo, solo perceptible para mí y sorprendentemente vulnerable. Su rodilla comenzó a botar bajo la mesa, marcando un ritmo nervioso con la planta de su zapato que solo logró ponerme los nervios de punta. ¿Por qué lucía preocupado de una manera tan súbita?—. ¿Qué... —Relamió sus labios, dándome, sin darse cuenta, un tiempo extra para analizar lo que había detrás de su mirada. Al toparme con una combinación entre celos e inseguridad, pude hacerme una pequeña idea de lo que sucedía—... qué somos exactamente?

Me hacía la misma pregunta día tras días, pero nunca antes la había escuchado salir de sus labios. No lograba comprender la repentina aparición de aquellas palabras.

¿Por qué no habíamos sido capaz de ganar el coraje para preguntarlo antes? ¿Por qué allí, en medio del almuerzo?

¿Y qué tenía que ver el chico nuevo con ello? ¿Acaso sería él la nueva dinamita que estallaría en nuestras vidas?

—Disculpa, ¿Rae?

» El Comité de Organización del Baile quisiera invitarte a participar de la planificación del baile de fin curso, ¿te animas?

En ese mismo instante, me convencí de que la respuesta a la última pregunta era un "sí", porque al costado de Liz Allan —quien sorprendentemente se había acercado a nuestra mesa sin que yo me diese cuenta para invitarme a participar de su comité— se hallaba un sonriente Adler.

El azul de sus iris reflejaba una marea de aguas en tormenta, y exactamente esa fue la sensación que recorrió a cada uno de los nervios de mi cuerpo mientras sentía que el fuego de mi interior se retorcía de dolor ante su simple mirada.

El único color que había sido capaz de ver en los últimos meses era el de los castaños ojos de Peter, pero aquel día, los de Adler también lograron irrumpir con el gris de mi pequeño mundo, y la diferencia recaía en que los suyos solo me inspiraban peligro.

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❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
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¡Hola, linduras! ¿Cómo están?

¡Ya está! ¡Por fin pude publicar este capítulo!

He de decir que a diferencia de lo que hago normalmente tuve que escribir esta parte de un tirón; no fue la mejor idea, ya que para cuando iba llegando al final del capítulo mi cerebro estaba demasiado cansado como para pensar un buen cierre. Pero en fin, es lo que tiene el no encontrar los momentos adecuados para escribir xd

Aviso también que «Superstition» ha sido nominada a los MARVEL AWARDS ¡!
Si en verdad quieren dedicarle su voto a esta historia, se los agradecería inmensamente (el link de los premios está publicado en un mensaje de mi tablero) Sin embargo, hay muchas novelas más que verdaderamente merecen ser votadas, así que me encantaría que les echaran un vistazo ¡!

Sigo pasando por una serie de situaciones bastante complicadas que no me permiten escribir tanto como me gustaría. Con esto quiero decir que quizás las actualizaciones serán más lentas a partir de aquí hasta un par de meses más. En fin, esto tampoco me permite responder comentarios ni mensajes cuando realmente quiero hacerlo, así como tampoco puedo ir a sus perfiles para agradecerles por sus votos ):
Solo quiero que sepan que siempre leo todo lo que me escriben. A excepción de los mensajes directos, ya que Wattpad me ha vuelto a molestar con un bug relacionado a ese tema xd

El capítulo de hoy está dedicado a la preciosura de Keilitales. Ella ha sido una de las hermosas personas que se han dedicado a bombardearme de amor aún cuando no lo merezco, y aunque no cuento con el tiempo necesario para responder todos sus comentarios, quiero hacerle saber que le agradezco con todo mi corazón.

Hablando ahora de la trama de esta historia, he de avisar que los cambios en la vida de Rae y Peter durante estos dos meses se irán narrando paulatinamente. Su evolución se dará a conocer poco a poco, así como los diferentes matices y etapas por las que pasará su relación.

¿Tienen alguna teoría relacionada con la aparición de Adler Wolff? ¿O quizás una que tenga que ver con la trama general? Si es así, moriría por leerla.

Gracias a la princesa godoflovers por el crackship que se encuentra al principio del capítulo. Eres un amor, Dai ¡!
Agradezco también por las 30k vistas y los 4k votos; en serio es impresionante que estén dándole una oportunidad tan grande a «Superstition» y jamás me cansaré de decir lo feliz que me hacen.

Los quiero muchísimo. Nos veremos cuanto antes con otro capítulo y nuevos agradecimientos.

Y, por favor, no se dejen derrumbar por nadie.

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