━ chapter nineteen: reality

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༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄 ༺
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' REALIDAD '
˖⋆࿐໋₊


˖⋆ ✧ ˖⋆

RELAMÍ MIS LABIOS MIENTRAS me removía sobre la cama, intentando que el colchón no hiciese sonido alguno. Chequeé mis alrededores por el rabillo del ojo y agaché aún más la cabeza para asegurar que nadie pudiese husmear en mis asuntos.

—¿En serio? —pregunté distraídamente a través de mi teléfono, acomodándolo en el espacio entre mi hombro y el costado de mi rostro—. ¿Y qué pasó después?

—Me compró un churro. Que está delicioso, por cierto. Creo que más tarde te llevaré uno. O tal vez un sándwich del señor Delmar, como tú prefieras —dijo Peter al otro lado de la línea—. Hice mi reporte del día para Happy, ayudé a otro par de señoras y... no mucho más, la verdad. Lo de siempre. —Hizo una breve pausa—. ¿Tú... tú qué tal vas? Elissa no te ha hecho nada malo, ¿cierto?

Mi instinto me obligó a esbozar una sonrisa, pero me hallaba demasiado incómoda como para estirar mis comisuras. Elevé la mirada del boceto del póster publicitario que Liz me pidió diseñar para el baile e hice una mueca cuando vi que Betty —una de las amigas de Liz, quien había ofrecido su casa para una improvisada reunión del Comité de Organización del Baile— subía y bajaba las cejas en un gesto sugestivo.

Sentirme como la oveja negra del montón siempre había sido algo con lo que había tenido que lidiar a lo largo de mi vida.

Hasta hacía poco, la mayor parte de la secundaria Midtown me tomaba por un bicho raro: lenta, poco inteligente, diferente. En algún punto comencé a creérmelo; después de todo, aunque solo fuesen Elissa Monroe y Flash Thompson los únicos que se encargaban de recordármelo directamente, el que el resto de alumnos me mirasen como si hablarme fuese a contagiarles algún tipo de plaga no era de mucha ayuda.

Prefería no prestarle atención a ello, o simplemente no tenía el tiempo para hacerlo, ya que estaba demasiado ocupada intentando conservar la poca normalidad que me quedaba. Sin embargo, hasta que acepté formar parte del Comité de Organización del Baile, jamás me había percatado de lo mucho que me afectó el sentirme excluida. Cuando en verdad debería haber estado disfrutando de la tarde junto a aquellas chicas, no sabía cómo reaccionar a la súbita atención: las palmas de las manos me sudaban, analizaba cientos de veces mis pensamientos antes de hablar y les daba respuestas cortantes.

Podía decirse, incluso, que me desagradaba ese nuevo tipo de contacto. Y aquello no era saludable, ni para mí ni para nadie.

Sabía que debía acostumbrarme. Las cosas habían cambiado.

Ya no disfrutaba de la música y las novelas románticas apenas me aceleraban el corazón. No me escudriñaban con asco por los pasillos de Midtown, pero tampoco intentaban hablarme. Estaba descuidando mi relación con Riley, mis calificaciones iban en picada y Elissa ya no me molestaba. Mi relación con Peter se había convertido en una mezcla de momentos de romanticismo sin tapujos y algunos de vergüenza; otros de desahogo, de apoyo, y unos pocos más de incomodidad: aún así, no nos atrevíamos a definir qué demonios sucedía entre ambos.

A pesar de todo, de los cambios buenos y los malos, sentía que había evolucionado.

Claro que decidir si eso me gustaba era una historia completamente diferente. Se lo había comentado a la psicóloga que me pagaba Tony Stark para tratar mi estrés postraumático, pero nunca me daba las respuestas que necesitaba.

—Por fin algo bueno...—No sabía cuánto tiempo había permanecido en silencio, pero fue la voz emocionada de Peter la que me devolvió a tierra firme—. Tengo que irme Rae, ¡los Vengadores están asaltando un banco!

—¿De qué estás hablan...

Me tomó un par de segundos procesar lo que decía. Solo me bastó escuchar la pizca de travesura y adrenalina en su voz para darme cuenta de que el Hombre Araña había encontrado un nuevo desafío.

Justo cuando la habitación comenzó a darme vueltas, me incorporé con brusquedad sobre la cama de Betty. Mi boca se secó sin previo aviso, las paredes de mi garganta se vieron abrasadas por un inesperado calor y mi mano, ardiendo súbitamente, corrió hacia mi cuello para intentar aliviar el dolor; fue en vano, sin embargo, puesto que mis dedos casi me quemaron la piel.

«¿Ahora qué me sucede?» 

—Peter, creo que es mejor que no vayas.

—¿Qué? ¿Por qué? ¡Es la primera cosa interesante que veo en meses! ¡Tengo que aprovecharlo!

—Tengo un mal presentimiento. —Me obligué a bajar el volumen de mi voz, aunque a decir por las miradas que tenía clavadas encima, mi intento por no levantar sospechas no había sido efectivo—. ¿No puedes quedarte quieto por un segundo? Por favor.

Inhalé, exhalé, volví a inhalar. Mi vista fue consumida por un extraño humo, oscuro y denso. No entendía nada, pero al menos sabía aparentar que todo estaba bien.

—Lo siento, linda. —Lo escuché tragar en seco, contrariado; ni siquiera tenía espacio en mi cabeza para percatarme del nuevo apodo que había escapado de sus labios—. Es un simple robo, no hay de qué preocuparse. Tengo que hacerlo, por... por el señor Stark.

» ¡Te lla-llamo luego!

Creí que jamás había estado tan molesta conmigo misma como en el momento exacto en el que Peter colgó la llamada.

¿Acaso siempre tendría que recurrir a la Chica Fuego para proteger a Peter? Porque eso era lo que estaba apunto de hacer, y romper mis propias promesas jamás me había sentado tan mal.

Todo eso que me había invadido antes... el mareo, el calor, la presión en el pecho, el nudo en la garganta... significaban algo, algo que me ponía los vellos de punta y me obligaba a salir corriendo de allí. Aunque tenía miedo de averiguarlo, sabía que el peligro era inminente y que Peter Parker se había lanzado a la boca del lobo.

—¿Sucedió algo malo?

Di un pequeño salto, sorprendida por la voz de Liz Allan. Hasta entonces, no me había percatado de que había abandonado mi lugar en la cama de Betty a la velocidad de la luz y que mi mano ya sujetaba al pomo de la puerta, dispuesta a largarme sin antes despedirme.

«Muy bien, Rae. Te felicito, ¿qué diría Jonas de tus modales, si es que aún le importaras?»  

Me di la vuelta a regañadientes: —Oh... no, no. Todo está bien.

—Si tú lo dices... —murmuró Liz, compartiendo una mirada escéptica con el resto de sus amigas: Betty, Anne y, por último, una callada Elissa, acompañada de una débil apariencia—. ¿Acaso ya te ibas?

—¿Y sin antes contarnos de qué hablabas con tu chico? —Betty repitió aquel gesto insinuante.

—Sabemos que sales con uno de los nerds que se sientan al fondo de la cafetería. Supongo que es el pálido, ¿no? Está para comérselo–

—No seas imbécil, Anne —la interrumpió Elissa, poniendo los ojos en blanco—. Está claro que el fenómeno no quiere hablar de ello, ¿cierto, Williams?

La pelirroja clavó sus ojos en los míos, como si estuviese tratando de decirme algo. Con una intensidad digna de una ardiente llamarada, hizo que sus iris brillasen por obra de sus poderes, de manera casi imperceptible: me estaba indicando que me fuese; no tenía que ser experta leyendo señales para comprenderlo, y eso solo me puso aún más nerviosa.

Prácticamente estaba rogando que abriese la puerta y huyera de allí, pero, ¿por qué? ¿Acaso ella tendría una idea de lo que representaba el mal presentimiento en la boca de mi estómago o simplemente eran ideas mías?

—Ellie, se supone que ya no ibas a comportarte así. Creo que ya le hicimos suficiente daño a Rae —Liz me dedicó una sonrisa apenada que, aunque mi cerebro quiso interpretar como fingida, solo pude reconocer como auténtica—. No me gusta sonar entrometida, pero... escuché que Peter y tú hablaban de algo serio antes de que llegase a tu mesa para invitarte a participar del comité.

» ¿Es cierto que están intentando tener algo?

Atrapé mi lengua entre mis dientes. No me sorprendía que hubiese reparado en mi expresión de cervatillo perdido cuando Peter me preguntó sobre el estado de nuestra relación.

No quería recordarlo: solo necesitaba irme, correr hasta aquel banco que se hallaba frente al local del señor Delmar, cerca del cual Parker me había dicho que se encontraba minutos atrás. La abrasadora angustia estaba regresando; mi mano aún sujetaba al pomo de la puerta con fuerza, sudando y sudando, con las yemas de mis dedos hormigueando bajo la inminente aparición de mis llamas.

Asentí vagamente: —Sí... podría decirse que sí.

Paseé mis ojos por la habitación, evitando las miradas de las chicas e intentando distraerme.

¿Pedía demasiado con querer cambiar de tema, o acaso solo quería huir de una pregunta que me había carcomido la cabeza durante toda la tarde?

"¿Qué somos exactamente?", las palabras de Peter resonaban como un molesto eco, acelerándome el corazón y recordándome el  miedo que sentía por ponernos una etiqueta romántica. Me aterraba el terminar encerrando al chico que más quería dentro de una relación tóxica, anormal, con una adolescente demasiado inestable como para brindarle la clase de cariño que alguien como él, tan puro e inocente, tan bueno y dispuesto a amar, merecía.

—¿Podemos saber de qué se trata? Somos mayores, tenemos un poco más de experiencia en el tema de las relaciones, al menos... quizás podríamos ayudarte.

Inmediatamente después de escuchar las palabras de Liz, mi inquietud fue reemplazada por una molestia diferente: más intensa, pero apenas comprensible; atacaba a mi corazón mientras dejaba en paz a mi estómago.

—Él es demasiado bueno para mí. —apenas murmuré—. Merece a alguien como ustedes. Yo... —Aclaré mi garganta, intenté que mi voz no se quebrara—. Yo no soy suficiente.

—Claro que eres suficiente, Rae. —Liz se levantó de la silla del escritorio, frunciendo el ceño. Se acercó a mí con cautela—. Si no le dices a Peter todo lo que sientes por él... vas a perderle. Y siento decírtelo así, pero es la realidad.

» Si ninguno de los dos da el primer paso, te aseguro que las cosas no van a darse por arte de magia.

Tragué en seco. La inspeccioné con atención, desde la curvatura de su sonrisa hasta la elegancia de su postura.

Posteriormente, deslicé mi mirada por Annie y sus deslumbrantes ojos, similares a un par de esmeraldas. Miré a Betty, sus cabellos de oro y la perfección de su tez. Me detuve en Elissa, quien incluso con toda la maldad que había en su corazón y su débil apariencia seguía luciendo como una estrella de cine.

Peter necesitaba a alguien como ellas: una perfecta chica que pudiera brindarle un poco de normalidad a su vida, que lo anclara a la realidad y que lo sacara de su traje del Hombre Araña de vez en cuando.

Cerré los ojos con pesar, porque yo estaba lejos de ser aquello.

—¿Betty? —Mi voz salió como un tembloroso murmullo—. De veras tengo que irme... ¿podrías abrirme la puerta, por favor? —rogué con la expresión más neutra que pude formular.

Betty asintió con lentitud, mirándome con lástima: —No te preocupes. La puerta está abierta, solo... jala el pestillo y podrás irte.

—Gracias por la invitación —Agradecí mentalmente el hecho de que no hiciesen más preguntas—. Ter-terminaré el póster para el baile antes de la próxima reunión, lo prometo.

Y así, sin esperar respuesta, me apresuré a salir de la habitación con una larga cadena de nudos atada en la garganta. Me recosté contra la fría madera de la puerta, soltando un suspiro pesado mientras intentaba mantenerme fuerte ante mis propios pensamientos y la nueva oleada de calor que trajo devuelta a aquel mal presentimiento.

Sin embargo, antes de largarme, fui incapaz de hacer oídos sordos a lo que se hablaba en el interior de la habitación.

—Esto lo hicimos nosotras.

—No me mires a mí, ella misma se metió esas ideas en la cabeza.

—¿Por qué tenías que molestarla en primer lugar, Elissa? —murmuró Liz.

—¿Y por qué no hiciste nada para detenerme si tanto te molestaba? —Elissa hizo una pausa, como esperando una respuesta. Aun así, nadie se dignó a pronunciar palabra alguna dentro de la habitación—. Eres tan responsable como yo, no puedes echarme la culpa; prácticamente estoy muerta, después de todo.

—¿De qué ha-hablas?

—¿Acaso no me has visto en estos últimos días? —contraatacó Elissa hacia quien, supuse por el sonido de su voz, era Betty—. Bueno... pues ya lo descubrirás. Todo sale a la luz, tarde o temprano.

Al final, lo que parecía tan lejano, tan falso, como un mito más que simplemente había salido de los labios de la pelirroja cuando evitó que Peter Parker llegase a nuestra cita, se estaba haciendo realidad: Flammae había comenzado a arrebatarle la vida a Elissa, y estaba segura de que no faltaba demasiado para que yo me encontrase en la misma posición.

Tal y como estaba escrito en mi destino, en algún momento tendría que perecer, y todo por robarle —cautivada por mi ingenuidad— un fragmento de su corazón a aquel inquietante monstruo.

✧✧✧

Recuperar mi aliento después de haber corrido una cuadra completa desde el departamento de Betty fue una tarea difícil. Había tenido que pasar por situaciones peores, sobrellevar una mayor cantidad de adrenalina corriendo por mis venas y de descomunales temores; aquello no se comparaba con nada. Lo único que pude hacer fue agradecer que mis piernas ni siquiera hiciesen ademán de soltar un quejido ante el esfuerzo al que hacía meses no se habían visto expuestas; las placas de titanio chocaban contra mis huesos en un molesto vaivén, pero podía decirse que ya estaba acostumbrada a ello.

Encontrarme con el robo de un banco cualquier otro día no habría sido algo fuera de lo común. Sin embargo, una vez mis pies hicieron contacto con la calle que daba con el local del señor Delmar y la escena del crimen, sentí una mezcla de satisfacción y nervios invadiéndome. La visión de cientos de billetes volando alrededor del banco y del Hombre Araña atacando a cuatro hombres enmascarados fue suficiente para confirmarme  que mi corazonada era certera: las armas que portaban esos criminales no eran normales, ni mucho menos la fuerza sobrenatural que arrojó a Peter contra uno de los cajeros automáticos; aún así, temía poner a prueba a mis oxidadas habilidades.

Se sentía tal y como la primera vez en la que me había lanzado a las calles, con solo una capucha protegiendo mi identidad y con el fuego deslizándose salvajemente por cada gota de mi sangre. Regresó el miedo, la expectativa, la esperanza de que todo saliese bien y el latiente deseo de proteger a Peter Parker.

Dejé que un par de llamas fluyeran hasta mis manos. Aquel particular calor me abrazó en todo su esplendor por primera vez en meses. Suspiré, y en menos de un parpadeo ya me había escabullido hasta el banco, sorprendiendo a uno de los criminales con una patada en la parte trasera de sus rodillas.

El hombre cayó al suelo con un gruñido. No tardé en quitarle la máscara del rostro para intentar refugiar mi identidad lo antes posible. Aunque quizás el señor Stark no hubiese estado demasiado contento con mi elección, era el rostro del Capitán América el que mantenía mi anonimato.

Fue en el momento en el que todos se quedaron paralizados ante mi repentina aparición cuando Peter, colgando desde el techo mientras sujetaba con fuerzas el brazo del hombre que llevaba una careta del famoso Hulk, reparó en mi presencia.

—¡Por fin llegaste!

—Me hiciste romper mi promesa. —Le lancé una pequeña esfera de fuego al que llevaba la máscara de Iron Man a la par que esquivaba la patada de otro. No pude reparar en nada más que en el emocionado festejo del chico araña: se había salido con la suya; la Chica Fuego volvía a luchar a su lado—. Pero sí, aquí estoy.

Dirigí un par de golpes más. Bufé; la pesadez de mi pecho y lo mucho que me costaba respirar me afirmaron que estaba fuera de forma.

—Ahora sí que están perdidos. ¿Qué creen que podrán hacer contra la Chica Fuego? —No pude evitar que una pequeña y bobalicona sonrisa, propia de una enamorada, se dibujara detrás de mi máscara—. Bien, terminemos con esto rápido. Mañana tenemos clases. —Peter disparó una telaraña en dirección a una de las peculiares y, podía asegurar sin antes comprobarlo, peligrosas armas de aquellos hombres, atrapándola contra la vidriera del banco—. ¿De dónde sacaron esta tecnología?

Después de arrojar una cuantas llamas más, me vi obligada a recostarme de los cajeros automáticos cuando la pierna de uno de los maleantes me pateó con una brutal fuerza un poco más abajo de mi costado, justo donde reposaban las cicatrices de mi accidente. Siseé entre dientes mientras me encontraba con un imaginario infierno, generado por el dolor y las vueltas que daba mi cabeza.

Aunque la situación lucía manejable —sin tomar en cuenta el nuevo tipo de armas al que Peter y yo nos estábamos enfrentando—, todavía no había encontrado el alivio que había estado buscando cuando me dirigí a la ubicación en donde se hallaba el castaño. Podía intentar convencerme de que lo sucedido en casa de Betty había sido solo eso: un mal presentimiento, nada más. Sin embargo, todo se tornaba borroso una vez más; la garganta comenzaba a arderme tal y como lo hacía minutos atrás, los músculos se me engarrotaron y ahogaban a mis huesos, y la respiración se me cortaba más allá del cansancio de la batalla.

Apocalipsis. Era la primera palabra que se me venía a la mente, repitiéndose una y otra vez. Era firme y contundente, aterrador y molesto.

—¡Cuidado!

Me empujaron. Ni siquiera lo vi venir. Cuando mis rodillas cedieron al impulso y finalmente caí al suelo, observé al rayo de energía que había sido disparado por uno de los hombres, arrasando en el proceso con casi todo el banco y, como otra consecuencia, al querido local del señor Delmar.

Hasta que las extrañas sensaciones que invadían a mi cuerpo volvieron a abandonarme, no me percaté de que fue el Hombre Araña quien me había salvado de ser calcinada por aquel rayo, cubriendo a mi cuerpo con el suyo.

—¿Rae? ¿Estás bien? —No respondí; estaba ensimismada en la panda de criminales que escapaban del lugar sin que Peter y yo pudiésemos hacer nada—. ¡Rae!

—Delmar —murmuré, aún desorientada—. Ve con Delmar. Tienes que... —Hice una pausa para intentar recuperar un poco de mi aliento—... tienes que ayudarlo.

—Pero antes necesito que me digas si te encuentras bien o sino voy a–

—Peter, estoy bien. Solo ve.

Intenté incorporarme sin que ninguno de mis dedos hiciese contacto con los pequeños cristales que se desperdigaron por el suelo. La tarea se me hizo más simple mientras Peter me sujetaba con fuerzas para levantarme, apoyando su mano en mi cadera sin obviar el especial cuidado y la precaución que solía brindarle a esa zona de mi cuerpo.

—¿Estás segur–

Segura, sí —le interrumpí una vez más—. Estaré allí en un par de segundos. Ve. Después hablaremos de esto.

Aún reacio, actuando como si le costase separarse de mí en aquel momento, Peter corrió hacia el —ahora destrozado— local de Delmar.

Si episodios como aquellos seguían sucediéndome, estaba claro que tendría que empezar a entrenar de nuevo. Necesitaba recuperar mi agilidad, y ni siquiera estaba segura de si eso sería suficiente para combatir  a la extraña fuerza que se había apoderado de mí minutos atrás y en la habitación de Betty.

Tenía que contarle a Peter lo que estaba pasando. Había aprendido mi lección con lo ocurrido con Jonas: no debía quedarme callada.

Solté un suspiro aliviado al ver que del otro lado de la acera se hallaban el Hombre Araña y el señor Delmar, quien sostenía a su gato; ambos sanos y salvos. El hombre no tardó en dejarnos solos en la desolada calle mientras se iba en una ambulancia, ya que las autoridades —a las que apenas había visto llegar— insistieron en chequear sus signos vitales.

Decidí que ya tenía la energía suficiente para dirigirme hacia mi compañero, pero entonces, brutal y repentino, sentí que algo se adueñaba de mi cuerpo.

Mis pies quedaron adheridos en plena calle, dejándome completamente paralizada e incapaz de mover un solo músculo. Mientras todos mis sentidos se agudizaban y mi mente viajaba a un plano paralelo, una corriente de fuego se apoderó de mis huesos. La sangre corría con un ritmo sobrenatural por mis venas, el corazón me latía erráticamente y mi visión de tornó más brusca y primitiva.

En cuanto mi mano subió hasta la altura de mi rostro, con mis dedos ardiendo en unas llamas más intensas de las que jamás había podido manejar alguna vez, supe que mi alma ya no formaba parte de aquella cáscara de nervios y órganos; no me movía por mi cuenta, no estaba en control de nada, y eso solo me asustó más cuando mi cabeza giró casi trescientos sesenta grados, como en una película de terror, para fulminar a Peter Parker.

Supe que eso era aquello de lo que me estaba advirtiendo mi organismo, y no se trataba de nada bueno.

Fue cuando mi titiritero me arrojó hacia Peter con intenciones de atacarlo cuando pude conocer lo que era el verdadero significado de la impotencia. Quise gritar, pero nada salía de mi garganta; intenté golpearme a mí misma para tratar de detenerme, mas mi cuerpo se movía amenazante hacia la posición del Hombre Araña.

—¡Peter! —grité finalmente; mi voz saliendo como una monstruosa mezcla entre mi tono común y el gruñido de una bestia.

Mi poseedor hizo todo lo posible por hacer que mis labios se sellaran, enviando mi alma a un rincón más oscuro y profundo. Sin embargo, aunque golpeé y golpeé la jaula en la que me encontraba encerrada, yo seguía acechando a Parker y él, claramente confundido, se había quedado estático mientras me arrancaba la máscara de un movimiento brusco, convirtiendo el plástico en cenizas con un simple roce.

—¡Corre! —solté una vez más al ver que él se acercaba a mí con pasos lentos, cautelosos.

Un alarido y un gruñido gutural se encargaron de dejarme la garganta en carne viva. Aún así, Peter seguía acercándose mientras murmuraba mi nombre.

«No a él», le rogué a mi huésped, desesperada. Quizás ese fue mi peor error: había confesado mi mayor debilidad. «No a él, no a Peter», continué, sin embargo, porque era la última carta que tenía bajo la manga.

Al final, mi esqueleto sucumbió a la batalla: caí de rodillas al suelo. Me llevé las manos a la cabeza como una marioneta. Abrí la boca para pedir ayuda, pero no fui capaz de pronunciar nada más; solo seguí con mi batalla interna y lo único que podía ver era a un mundo consumido en llamas, con Peter Parker sucumbiendo en mis propias manos.

Todo parecía una pesadilla; un cruel juego de mi mente que quise atribuir a mi estrés postraumático. Pero aquella era la realidad, y jamás había estado tan aterrada de ella.

Y así como había llegado, la maligna presencia desalojó a mi cuerpo y me dejó tirada sobre el asfalto.

Me levanté. Apenas me quedaban fuerzas, pero lo hice, porque era lo único que necesitaba. Me arrojé hacia Peter para fundirlo en un abrazo e ignoré nuestros alrededores, desde el susurro de las solitarias calles hasta el ligero temblor de mis huesos; nada importaba, nadie importaba, solo comprobar que él estuviese bien y disfrutar de su contacto una vez más, antes de que cualquier otro ser intentase dominarme.

—Tus ojos y... y tus manos y-y tu cabello esta-estaban brillando y sabía que no eras tú pero–

—No importa —murmuré contra su cuello, ajustando la presión de mis brazos alrededor  suyo mientras él posaba una de sus manos en mi nuca y la otra en mi cintura. Estaba asustada, sí, y aún más después de lo que Peter acababa de decir, pero no quería pensar en ello—. Lo resolveremos. —Me separé un par de centímetros para poder ver su rostro. Moví parte de su máscara con timidez, dejando al descubierto sus labios y parte de su nariz—. Siempre lo hacemos, ¿no?

Asintió con suavidad. Dejó suaves caricias en mi cabello y no pudimos hacer más que quedarnos callados, apreciando el momento, saboreando la soledad y la intimidad que no nos habíamos permitido disfrutar desde los sucesos de Berlín.

Y la tentación fue demasiado grande. Me venció el deseo de comprobar que todo aquello era realidad y, por sobre todo, la necesidad de recordar cómo sabían los labios de Peter Parker: lo besé sin reparar en las circunstancias, porque éramos jóvenes y teníamos todo el derecho de ser egoístas, de pensar en nosotros, de ignorar los problemas y escabullirnos entre las estrellas.

Quizás habían sido las palabras de Liz o el miedo a perder a Peter. Tal vez el impulso venía de todos aquellos días conteniendo mis instintos, convenciéndome de que lo correcto era que el castaño encontrase a alguien que fuese digno de él, aunque también me decantaba por lo bien que lucía con su traje y lo emocionado que se había puesto cuando llegué a ayudarlo a combatir el crimen.

¿Qué más daba? Lo que importaba es que estábamos allí, dándonos un gusto y disfrutando de las inocentes caricias que nos tatuábamos en la piel, desde los labios hasta mi cintura y pasando por mis manos enredadas en sus fuertes hombros. Después tendría tiempo de pensarme las cosas más de mil veces si hacía falta; solo quería un descanso.

—¿Está mal si ya no quiero que vuelvas a usar tus poderes? —murmuró contra mis labios en cuanto nos separamos para recuperar el aliento—. Sé que dije que quería que volvieses a pelear conmigo pero... después de lo que sucedió hoy...

—Tal vez quiero volver ayudarte, Hombre Araña. Alguien tiene que salvarte.

—Solo quiero protegerte. —Apoyó su frente contra la mía, soltando un suspiro pesado—. Pero también quiero que estés a mi lado, ¿comprendes?

Asentí con suavidad: —También quiero protegerte así que... sí, te comprendo.

—Eh... ¿puedo preguntarte algo? —Cambió de tema con timidez. Incluso de noche y con el rostro prácticamente cubierto, pude notar el sonrojo de sus mejillas— ¿Algún día podré ser el primero en besarte? Porque la verdad es que he tenido ganas pero–

Lo interrumpí con un suave beso, mientras mis propias mejillas adquirían el mismo carmesí de las suyas.

—Algún día, Parker. —Reí en voz baja. Ni siquiera reparé en la punzada de dolor que atacó a mi abdomen ante el esfuerzo—. Algún día.

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❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
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¡Hola, bellezas! ¡Por fin les traje una nueva actualización!
¿Cómo se encuentran el día de hoy? Espero que de maravilla < 3

Prepárense, que si normalmente mis notas de autor son largas, para esta van a querer hacerse unas palomitas xd

Pues... como tal vez habrán notado, me he distanciado de Wattpad casi por completo en estas últimas semanas (sí, he descuidado bastantes cosas de las que no me siento orgullosa, pero trataré de poner al día). No me encuentro demasiado bien, eso tengo que admitirlo; he pasado por una época de bajones que me han impedido hacer algo más que no esté relacionado con la escuela.
AÚN ASÍ.... ¡aquí estoy! Y estoy más que feliz de regresar con un nuevo capítulo que, espero, hayan podido disfrutar tanto como yo. Me ha tomado muchísimo tiempo terminarlo, pero me hacía falta volver a conectar con Rae, Peter y el resto de los personajes después de tanto tiempo, y la verdad es que espero que haya podido hacerlo correctamente; eso lo juzgarán ustedes.

Este capítulo está dedicado a ElPolvoDeSpidey, una personita sumamente especial que se ha encargado de subirme el humor con sus divertidos y hermosos comentarios. ¡Gracias por todo, linda!

Esta vez hemos podido ahondar un poco más en cómo ha transcurrido la vida de Rae después de los sucesos de Civil War. Ha cambiado, ha evolucionado, y ahora le toca decidir si debe conformarse con ello o si quiere regresar a su esencia e, incluso, mejorarla. Tuvo que enfrentarse con preguntas comunes de la adolescencia después de tener que madurar tan rápido en algunos aspectos; ¿cómo manejar sus sentimientos? ¿Debería pensar en su relación con Peter y dejar de evitar el tema? ¿Cuándo aprenderá a afrontar las consecuencias de sus decisiones? ¿Cómo ganar confianza en sí misma?

Y... bueno, el segundo beso de Pae, jeje.

Solo digamos que Peter y Rae no podían seguir guardándose todos los sentimientos que llevaban por dentro. Ahora veremos cómo manejarán todo eso que sienten el uno por el otro.

Preguntas de este capítulo: ¿Cambiarían algo acerca de la historia o de los personajes? ¿Me recomendarían algo para mejorar como escritora?
Me encantaría leer sus respuestas.

También he de decir que me siento muy avergonzada por algo. Recién me he percatado de la nominación de esta historia en algunos premios que se han creado en la plataforma. Agradezco inmensamente a todos ustedes por su apoyo en los MARVEL AWARDS y en los HEROINES AWARDS (a pesar de que no hayamos ganado) y los ACADEMY FANDOM AWARDS, de los cuales ya somos finalistas ¡!
¡Muchas gracias por todo! Desde las casi 34k lecturas en «Superstition» hasta los comentarios y los votos. Los amo muchísimo, a todos y cada uno de ustedes.

Pues... creo que ya está. Tenía muchas ganas de volver a comunicarme de alguna manera con ustedes, lectores, pero ahora tengo que ahogarme en tarea una vez más xd

En fin, ¡los quiero muchísimo! Espero que puedan comprender mi desaparición y deseo no haberlos decepcionado, a ninguno de ustedes.

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