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Aún te recuerdo.

Sus ojos estaban cerrados, su cabello revuelto y mi mano acariciaba su mejilla. Estaba profundamente dormido a mi lado, las sábanas tapaban nuestros cuerpos ante el frío que hacía. No quería despegarme de él, veía lo jodidamente hermoso que era. Sentía mucho frío, demasiado así que levemente me levante de la cama, con mucho cuidado para no despertar a Ethan. Me quedé en el borde de la cama, viendo mi ropa en el suelo y la suya también. Era de noche, una noche que transmitía un ambiente acogedor. Camine descalza por mi habitación, abriendo la puerta de mi baño propio y encendiendo el grifo de la ducha, con un agua tibia que limpiaría mi piel, la refrescaría. Ethan estaba con ropa, lo que suponía que él se había duchado en algún momento en el que yo continuaba dormida. Estaba tan cansada, hace días no descansaba lo suficiente. El agua cayó en mi piel, mi cabello estaba amarrado para no mojarlo. Restregué mi cuerpo, cada extremidad de ella para estar limpia, para estar fresca. Restregué mi rostro, cogiendo mi cepillo de dientes y lavándolos mientras que el agua quitaba las burbujas que el limpiador provocó en mi piel.

Apague el grifo, tomando mi toalla y secando mi cuerpo. Me coloqué una camiseta grande, la que le pertenecía a Ethan, la había lavado para usarla, era acogedora y me transmitía su recuerdo. Veía como dormía plácidamente, no había ni siquiera escuchado el grifo de la ducha encenderse y luego apagarse. Dejé la toalla aún lado, aún sentía cansancio pero tenía otras prioridades. Abrí la puerta de mi habitación con cuidado, caminando por el pasillo de la segunda planta y asomándome por la puerta del cuarto de mi hija, a quien no vi en su cama. Dejé su puerta media abierta como estaba, caminando con silencio por el pasillo hasta llegar a la otra puerta que me llevaba a la habitación de Caleb. Con cuidado me asome por la puerta abriéndola, observando en la cama espaciosa de Caleb como él y su hermana estaban arropados y dormidos. Me adentré con cuidado, caminando entre ropa tirada en el suelo y algunos juguetes. Me acerqué a la cama de Caleb, viendo cómo él y Alanna dormían juntos, con sus mantas y peluches. Acomode sus sábanas, incluso les encendí una pequeña luz que Caleb tenía para su temor a la oscuridad. Me incline, dándoles un beso a cada uno en la frente.

—Los amo, descansen. Papá cuidará sus sueños.—les susurre a ambos ante ver cómo se removían ante yo ocasionar un poco de ruido ante trepar una pierna en el colchón para llegar hasta Alanna, les acomodé la sabana nuevamente y con cuidado, caminé hasta la puerta.

Los observé una última para cerrar la puerta de su habitación, la cual ya no estaría ocupada por Michael y la de Alanna por Connor, ahora la casa estaría menos hospedada y me sentiría mal por no tener tantos temas de conversación en la hora de desayuno. Camine nuevamente por el pasillo de mi hogar, sintiéndome de una forma estable y agradecida, porque no tenía duda de que Ethan se había encargado de mis hijos en las horas en que estuve dormida. Me adentré a mi habitación con cuidado, cerrando la puerta de igual manera para caminar hasta la cama. Pise la ropa que nos pertenecía a ambos, dejándola en una esquina de la habitación sin ganas de recogerla. Ethan se había movido pero parecía no percatarse de mi falta en la cama, así que me senté con cuidado en el borde para así recostarme nuevamente a su lado. Me acerqué a su cuerpo para sentir su calor ante el frío que estaba haciendo, el clima estaba hecho hielo y no cabía duda de que eso era lo que vendría, más frío. Su calor se transmitió por mi cuerpo mientras que observé su rostro y como respiraba profundamente, iba a cerrar los ojos y continuar descansando hasta que escuche pisadas por los escalones de mi hogar, se escuchaban por el gran silencio que había pero sabía que mis hijos no podían ser.

—¿Y mi arma?—me pregunté a mi misma ante no verla en mi mesa de noche, distanciándome un poco del cuerpo de Ethan ante ver a través de la puerta sombras de pasos ante la luz encendida del pasillo y fue ahí que mi puerta se abrió con delicadeza, mi corazón iba estallar de la ansiedad pero me sonrojé ante visualizarla.—¿Michonne?—la llame confundida ante verla en mi casa y como se adentró a mi habitación, esta confundida ante lo que estaba viendo abrió sus ojos grandemente y se quedó parada en la puerta.

—Debemos hablar, es urgente.—susurro ella, pude escucharla y aún avergonzada, le asentí viendo cómo está salía de mi habitación con algo de prisa. Mi puerta se quedó entre abierta, lo que entró un poco de iluminación a mi habitación.

A mi lado Ethan proseguía totalmente dormido, lo que con cuidado volví a levantarme de la cama para quitarme su grande camisa y quedarme en ropa interior. Fui al armario, colocándome un mahón y una camiseta, lo seguido de un abrigo algo caluroso para cubrirme del frío. Recogí mi arma y mi navaja de la mesa de noche con cuidado para evitar ruidos. Me acerqué a la cama, al lado donde Ethan dormía y suspiraba. Su pecho subía y bajaba, sus ojos permanecían cerrados. Me acerqué otorgándole un beso en la frente, transmitiéndole cada emoción ante tenerlo a mi lado. Proseguí en ajustármelo en el cinturón para así salir de mi habitación, dejando la puerta igual que Michonne la habitación dejado. Ante no verla en el pasillo, baje las escalares hasta la primera planta, viendo su silueta en el balcón de mi hogar. Ella estaba de espalda, así que abrí la puerta con cuidado y la observé, viendo cómo giraba su cuerpo y me observaba.

—Que puto frío.—suspire, sintiendo incluso como de mi boca salían aquel humo que provocaba el frío, sentí como se pegó en mis piernas ante la tela fina de mi mahón.

—Por eso te he venido a buscar, el consejo está reunido en la iglesia. Debemos hablar.—me dijo Michonne, alentándome a caminar con ella por las aceras de la comunidad mientras que veía la noche nublada.—Debemos prepararnos, una tormenta se acerca.—comentó ella, a mi lado, se veía soñolienta.—¿Como te sientes, por cierto?—me miró fijamente a los ojos, no tarde en suspirar y encogerme de hombros.

—Sobrevivo a mi misma, es lo que importa.—le respondí.—Además, estoy agradecida por lo que le otorgaste a mi papá, sé que no lo merece.—añadí viendo cómo ella sonreía y negaba, tocando mi hombro.

—Se los debo.—me respondió ante mi agradecimiento, sacando su mano de mi hombro y continuando a mi lado.—Hoy tus hijos estuvieron con él, incluso Judith. Lo ayudaron mucho, al final Ethan llego y los recogió, comieron en mi casa y iban a quedarse pero Ethan dijo que necesitaban tu permiso, así que no los dejo. Es un buen chico, se que tu los hubieses dejado pero pienso que lo que hace con ellos es correcto. Me alegra que esté a tu lado, de verdad.—la mire fijamente ante sus palabras, ante su gran honestidad que me hizo sentir alivio ante su aceptación.

—Tú aceptación es un gran honor para mi.—le sonreí, viendo cómo ella se acercó a mi y nos abrazamos por los hombros pero mi corazón se detuvo ante ver frente a la iglesia, a él.

Abrí los ojos grandes como plato, sabía que era una alucinación, sabia que era mi mente querer perturbarme más de lo usual. Me detuve en seco, sintiendo el viento frió pegarse más en mi. Veía la silueta de Carl Grimes frente a la Iglesia, no lo veía detenido mirándome de forma espantosa, era como un recuerdo. Lo veía como si hablara, como si estuviese feliz y iba algún lado. Se veía limpio y tenía su vendaje en su ojo, pero no me miraba. Empecé a respirar gruesamente, mi pecho subía y bajaba. Me giré, dándole la espalda a Michonne quien notó mi extraño comportamiento. Cabizbaja, cerré mis ojos sintiendo como mis recuerdos me atacaban. Cómo mis brazos sostenían el cuerpo sin vida de Carl Grimes en aquella Iglesia, años atrás. Pálido, sangre saliendo de su cabeza ante la herida de bala que él se provocó, fui una cobarde en no ser yo quien terminara con su vida pero ese día me hace sentir escalofríos. Recordaba como mis piernas temblaban, al punto de que no podía caminar. Mi corazón quería salirse de mi pecho, mis ojos se humedecieron y los abrí ante sentir una pesada mano en mi hombro intentar de que volviera a reaccionar. Me quedé estática, mirando fijamente a Daryl Dixon frente a mi. Sus ojos me miraban, sus ojos hinchados que portaban grandes ojeras.

Sentí mi cuerpo tensarse, como mi estar así mental se empeoró cuando un cargo de conciencia empezó a consumir gran parte de mi. Incluso me distancié de él, observando a Michonne a su lado y como algunos alrededor de mi, me observaban. Tanto Jayden, como Rosita e Gabriel estaban ahí, no tarde en reaccionar y en distanciarme más de Daryl ante verlo. No sabía con exactitud cuando había llegado pero verlo me hacía recordar a mi hermana caminar por estas aceras junto a él, llena de felicidad, dándole a él un pedazo de esperanza. Mi hermana había sido su salvación y ahora, ya no estaba, ya ni había unidad que lo salvara, sus únicas esperanzas eran sus hijos. Limpie mis ojos y proseguí en entrar a la iglesia con los demás ante el frío, cortante me aislé de todos, viendo cómo cerraban las puertas ante el frío, encontrándome con más compañeros adentro de la iglesia. Contábamos con Connor y Yumiko, quienes estaban sentados en una de las bandas de la iglesia.

—Esto es una locura... —Connor se levantó del banco para sentarse a mi lado, se veía molesto e incomodo, lo suponía ante la presencia de Gabriel junto a Rosita, a quien se le notaba ya su abultado estómago. La puerta de la Iglesia se volvió a abrir, me quedé observando a este quien no tardó en buscar mis ojos y al encontrarlos, se abrigó, colocándose a mi lado, todos nos observaron.

—No te vi, pensé que algo ocurría pero vi que se reunían aquí, así que quiero enterarme de lo qué pasa.—mire fijamente a Ethan ante sus palabras, asentí ante su respuesta acercándome más a él y colocando mi mano en su muslo, mientras que lleve mi cabeza a su hombro.

—Vaya, ustedes sí que se ven lindos.—miraba a Jayden como hablaba enredado, podía notar lo ebrio que estaba. Me reí ante su aspecto y lo acerqué a mi lado para que no se sintiera solo. 

—Bueno, lamento haberlos despertados a estas alturas de la noche pero Daryl regresó justo ahora con unas importantes noticias.—expresó Gabriel, quien era uno de los principales del consejo, este nos miraba a todos con frecuencia mientras que Rosita estaba sentada a su lado sosteniendo en sus manos a aquella criatura, a la pequeña Samantha. Supuse que Daryl no deseaba dejarla sola en la casa, Noah era más grande y debía estar descansando.

—¿Qué sucede?—pregunto Jayden, con una gran actitud, mientras que todos estábamos al tanto de la incomodidad que este sentía. Rosita evadía por completo la mirada de Jayden y se mantenía meciendo a la pequeña en sus brazos.

—El Reino no soportará la tormenta de nieve que vendrá, no están listos.—comentó Michonne, manteniéndose de pie aún lado de Gabriel.—Eso le explicó Ezekiel a Daryl, por eso está aquí.—añadió Michonne, observando al hombre a quien evadí desde que nos adentramos aquí. Mantuve mi cabeza en el hombro de Ethan, mientras que sentí su tacto, sentí como colocó su mano encima de la mía.

—Tienen mucha gente, pocos suministros debido al gran gasto que hicieron en la feria. No estarán listos para esta nevada, además de que han estado teniendo problemas técnicos con algunas de sus plantas y drenajes.—Gabriel continuaba hablando, manteniéndose aún lado de Rosita en todo momento.

—¿Y qué se supone que debamos hacer para ayudarlos?—pregunto Connor, parado aún lado de Yumiko, quien no tardaría en estos días para volver a Hilltop.—Podemos ayudarlos pero Michonne, tenemos mucho trabajo aquí, también tenemos una comunidad que calentar.—opinó este, a lo que yo asentí tristemente a su respuesta, también necesitábamos encargarnos de nuestros asuntos.

—Opinó lo mismo que Connor, sería arriesgado. Hay cosas que no podemos dejar de hacer aquí, tenemos que preparar a todos, un plan.—Aaron mostró su apoyo ante las palabras de Connor, mientras que veía a Michonne y Gabriel mirarse, confusos.

—Quieren mover el Reino a Hilltop, estarán más seguros ahí pero claramente muchos no sobrevivirán a la nevada.—nos contó Michonne.—Ellos querían planear el día en que se moverían, querían hacerlo antes de la tormenta y que todo se empiece a congelar. Así que nos pidieron ayuda a nosotros, ya que no podemos brindarles nuestras casas, podremos ayudarlos a moverse. Ese sería un trato justo.—añadió ella a su comentario, todos se miraban y parecían estar de acuerdo con lo que decía.—Sería solo un día, los movemos y regresamos. Sin contar que Eugene y Rosita han estado creando un plan para la nevada, ya que supongo que algunos esteremos ausentes podemos prestar las casas que tengan chimenea para algunos que no la tengan.—todos asintieron ante eso, mientras que Jayden a mi lado bufaba, lo mire de una forma seria que hizo que esté se relajara.

—Creo que tiene hambre... —alce la mirada, observando a Rosita mecer a la bebé quien parecía emerger pequeños llantos, esta la miraba curiosa sin saber qué sucedía.

—Tiene hambre, necesita fórmula o leche materna.—le comenté a Rosita, quien miraba a Daryl algo inquieta pero este estaba cabizbajo sin saber qué hacer.—Creo que si empiezas a producir leche en tus senos, podrías sacarle y darle, si es así que deseas ayudar.—le comenté de buena forma, viendo ella como la bebé de Natasha tenía su rostro cerca de los pechos de Rosita.

—Cariño, decide lo que creas oportuno. Puedes ayudarla, así no tendrían que matarse buscando más fórmulas para la bebé. Cuando nuestro hijo nazca, estarás preparada y con experiencia.—me comentó Gabriel y a mi lado vi el rostro de entristecimiento que colocaba Jayden ante esas palabras, baje la cabeza y dejé que este tomara acción ante lo que sentía.

—No puedo con esta farsa.—Jayden se levantó con suma brusquedad del banco a mi lado, Ethan lo miro extrañado, al igual que los demás pero este iba a irse, no hasta qué Rosita lo llamo por su nombre deteniéndolo en seco. Jayden se giró, mirando así a su gran amor con mucha furia.—Vamos, esto es una mierda.—Jayden habló de manera agitada, lo que hizo que Ethan se levantara de mi lado cuando se iba acercando a Gabriel.

—Vamos amigo cálmate, ve afuera y toma aire.—le aconsejo Ethan a Jayden, pero este se negó ante lo que dijo, me levante y tome la mano de Ethan alejándolo de mi amigo y negando, debíamos dejar que sacara todo lo que sentía.

—¿Sabes por qué ella te eligió a ti y no a mi?—le pregunto Jayden a Gabriel, quien claramente tenía un semblante de pasivo y intentaba de evadir las palabras de quien estaba frente a él.—No fue por amor, fue por gratitud. Porque ella me ama, todos estos años. ¿Sabes el por qué no me escogió?—volvió a preguntar mientras que veía a Rosita con sus ojos humedecidos, sosteniendo aún a la bebé de mi hermana.—Porque ella sabe que en algún momento yo no volveré por esas puertas, porque ella sabe que salgo, que me expongo para acabar con todo lo malo que haya afuera con tal de que cuando ella salga no haya nadie que la lastime.—Jayden hablaba con su voz entrecortada y enredada, se escuchaba triste diciendo todo lo que sentía.

—Jayden, basta.—opinó Aaron ante el comportamiento de nuestro amigo pero yo mire a Aaron y le negué, ni siquiera Michonne impedía lo que sucedía, nadie lo hacía porque sabían que él debía sacar lo que sentía.

—Ella te eligió porque tú siempre estás aquí, no te vas, yo si. Pero ese bebé que ella está esperando es mío, y no vas a quitármelo. No vas a criarlo como si fuese tuyo, porque lleva mi sangre. Va ser mío, puro de mi y de ella, así que no vuelvas atreverte a dirigirte a ese niño que crece en ella, como tuyo.—las lágrimas de los ojos de él salían, Jayden lloraba de rabia mientras que ni siquiera miraba a la pobre Rosita como estaba en llanto.—Ella me ama y lo sé pero acepto que esté contigo porque sé que tú la harás sentir segura, y también la amo. Todo lo que hago por mantener a esta comunidad a salvo, ha sido por los hijos de Aliana y por Rosita, y ahora será por ese bebé.—Jayden se giró en sus talones, terminando sus palabras que claramente debían dejar hueca a Rosita.

Veía aquella chica derramar lágrimas mientras que todo aquí se volvió con incomodidad, el ambiente había cambiado por completo. Gabriel se acercó a ella, ignorando cada palabra y gesto que Jayden arremetió contra él. Mientras que veía claramente a Jayden coger su chaqueta, y irse de esta iglesia. Las puertas se cerraron de forma estruendosa ante su enojo, ante su rabia. Me entristecí por su situación, por lo horrible que debía sentirse ante no poder estar con quien amaba. Jayden haría cualquier locura por esa hermosa mujer que conozco desde hace mucho, se cruzaron en un pasado y nadie imaginaría que terminarían así. De esta manera me sentía con Ethan, quizás nos cruzamos y jamás imaginamos que seríamos el uno para el otro. Sostenía mi mano entrelazada con él, escuchando cómo prosiguieron o fingieron seguir la conversación que tenían sin Jayden. Me despegué de Ethan, inculcándole con la cabeza a donde iría. Él asintió, solté su mano y le sonreí. Él me sonrió para atrás y sentía una una sensación extraordinaria.

Camine hacia las afueras e la iglesia, abriendo la puerta con cuidado y cerrándola a mis espaldas tapándome con algo maravilloso. Veía a Jayden no tan lejos de las puertas, mirando al cielo con los ojos cerrados y dejando que esos copos cayeran encima de él. Las aceras se veían blancas, se veía hermoso. Las estrellas y la luna escondidas en las nubes, dejaban ver aún la iluminación. Se veía la nieve cayendo, mi chaqueta se tornaba con algunos puntos blancos. Sonreí, hace mucho no veía la nieve caer en esta zona. Sabríamos entonces que realmente se avecinaba una gran tormenta, me fui acercando a Jayden mientras que el frío se pegaba en mi piel. Veía como él disfrutaba ver la nieve caer, sabía que era su época favorita. El día en que é y yo nos hicimos novios por primera vez, fue en invierno y decidió que por siempre sería su época favorita. Llegue hasta él, mientras que me miraba fijamente y sabía lo triste que se sentía.

—Es mi época favorita, es lo único que me alegró la noche.—sonreí asintiendo, sabía que transmitiría esas palabras.—Recuerdo que estábamos frente a mi casa, comíamos galletas y me arriesgué, iba a pedírtelo en el baile de san Valentín de la escuela pero estaba ansioso de que al fin hayas puesto tus ojos en mi.—me sonrió, ambos continuamos viendo la nieve caer.—Las dos mujeres que más he amado, he tenido que ver como se van de mis manos, a otros brazos.—bajo la cabeza, mirando sus pies mientras que no evite sentirme mal ante su comentario, sentí tristeza por él.

—Eres extraordinario, y se que ella sabe cuan valioso eres. Dale tiempo.—le aconseje, mientras que miraba la iglesia frente a mi, sintiendo aquel vacío y aquel pitido resonar en mi oído, haciéndome recordar la última noche de Carl. Él a mi lado se doblo, arranco una flor blanca que resaltaba, estuvo a punto de ser tapada por la nieve.—¿Le llevarás una flor?—pregunté sonriente, algo burlona pero este negó, moviéndose de mi lado. Camine junto a él curiosa, yéndonos detrás de la iglesia y sentí mi piel tensa cuando vi la tumba de Carl, la misma que Rick y Michonne cavaron ese día.

—Él estaba loco, loco por ti.—se doblo dejándole la flor encima de la pequeña montaña de nieve que se estaba formando ahí. Sentí mi corazón palpitar con rapidez ante estar aquí, ante recordar.—Lo supe desde que lo vi, sus ojos se plasmaron en ti. No tengo duda de que te amaba, tanto que prefería morir a tener que vivir una vida sin ti.—mis ojos se humedecieron ante las palabras que Jayden transmitió.—El día en que Negan atacó la comunidad, fui a buscarlo y a confrontarlo. Lo encontré casi muerto en el suelo por los bombardeos pero de seguro él no recordaría eso, estaba ido, quizás pensó que alucinaba. Iba a matarlo pero me paré en seco y el solo pronunciaba tu nombre, una y otra vez. Le golpeé para que reaccionara, le dije que debía correr. Y él apretó mi camisa con fuerzas y me dijo, "debes protegerla, me lo debes". Te empece a escuchar, gritabas desesperada buscándolo, así que huí pero sus palabras se quedaron en mi mente. Hasta que Negan informó que había muerto, nos preguntó uno por uno si habíamos hecho algo pero nadie dijo nada, me sentí como cobarde. Así que aquí estoy, porque se lo debo.—mis lágrimas salían de mis ojos, sintiéndome vulnerables por las palabras que Jayden transmitía. Él no escuchaba tan enredado pero estaba aún ebrio, sabía que estaba siendo sincero.

—Nunca superare que se haya ido, jamás podré hacerlo pero lo único que me ha quedado este tiempo es aprender a vivir sin tenerlo.—le dije a Jayden, ambos parados frente a la tumba de Carl Grimes, llorosos y la noche tan fría, era el clima perfecto para nuestras penas.—A veces, pienso en que esto es una pesadilla y que él no murió, que voy encontrarlo en algún punto.—comentaba, imaginándome el día en que Carl y yo nos volviéramos a encontrar pero no sería en esta vida, sería en otra.

—No debes encontrarlo a él, él te encontrará a ti. Es por eso que debes seguir, te va costar y doler pero Aliana, la vida te esta poniendo a alguien que también se vuelve loco por ti. Veo cómo te mira, cómo cuida a tus hijos como si fuesen de él, Ethan es un gran hombre. Se que jamás, jamás pero jamás Aliana, vas a sentirte como con Carl pero es una experiencia nueva. Tus hijos lo adoran, lo adoran y quizás él jamás será como Carl pudo haber sido con sus padres pero Aliana, debes dejar ir a Carl.—me miraba fijamente mientras que sus manos estaban puestas en mis hombros, asentí llorosa ante la petición que hacía.

Jayden me abrazo fuertemente mientras que solloce, solloce fuertemente ante el terrible recuerdo de mi gran amor. No podía dejar de pensar en lo que Carl se hubiese convertido, en lo que hubiese creado. Me lo imaginaba como un gran líder de esta comunidad, como un gran hombre paternal que amaría a sus hijos sin infinitudes. Los días en donde lo tuve tan lejos pero tan cerca, fueron dolorosos pero nada en comparación a cómo son ahora, parece que el doler no se acaba pero era difícil desprenderme de algo que ame, que anhele tener y cuando estuve apunto de tenerlo, se desvaneció. Apreté a Jayden con fuerza en mi cuerpo, sintiendo como me desprendía de la tristeza que acumulaba día y noche con tal de ser fuerte. Lloraba, mirando frente a nosotros a Ethan y Michonne mirándonos, distanciados y teniendo en cuenta del por qué lloraba. Esta, bajo la cabeza para evitar su llanto ante estar en la tumba que ella misma cavo con sus manos aquella noche en donde perdimos, una parte de nosotras.

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