21

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Un deseo de pasión.

Miraba aturdida la ventana abierta de mi habitación, transmitía la luz del día. Un día soleado, fresco. Mi cabello estaba revuelto con un trenzado francés que llevaba días en mi cabeza, no había comido bien, no me había levantado de aquí. Me sentía vacía, repetía un gran y horrible ciclo que ya había vivido de una forma diferente pero cada forma es peor. Mis manos sostenían aquella fotografía, aquel hermoso cuadro que cuidaba con mi vida. Prefería perder cualquier arma, cualquier prenda que perder esta foto, perder este recuerdo. Miraba a Carl en aquella fotografía, lo miraba con el deseo de jamás olvidarlo. El temor llegaba a mi cada vez que escuchaba su voz más lejos en mis sueños, no podía olvidarlo, no podía olvidar lo que había sido en mi vida y lo que logró en ella. Quien diría que esta aventura comenzó cuando tan solo viajaba con mi familia en busca de comida para Natasha, quien estaba embarazada en aquel entonces.

Recuerdo a Jayden más joven, a mi lado y siempre protegiéndome. Recuerdo a Nathan, recuerdo tantas cosas pero lo que nunca deseaba olvidar era el momento en que los ojos azules de Carl capturaron los míos en aquel risco cuando me arriesgué por primera vez ante una extraña, ante Maggie Greene. Recuerdo como mi cuerpo lleno de debilidad dio toda su fuerza para sostener su mano y su peso, para que ella no cayera por aquel risco. La arma de Carl me apuntaba, él me miraba fijamente y ese día todo cambió porque lo que sentí, no he vuelto a sentirlo de la misma manera. Acaricie la foto, la parte en donde él estaba, sus recuerdos eran música para mis oídos pero a la vez, era una tortura para mi corazón. Me levante de mi cama, dejando la fotografía aún lado. Mi garganta estaba seca pero mi cabeza quería explotar, salí por mi habitación, había un gran silencio pero escuchaba pasos desde la primera planta y para mi sorpresa en mi sala estaba sentado a quien menos espere ver, me quedé parada en las escaleras, viendo cómo él me sonreía.

—Tienes una hermosa casa.—miraba como Negan observaba cada detalle de ella, me sorprendía tanto verlo afuera, verlo con un semblante de tranquilidad.—De verdad que parece como si el mundo no fuese una mierda aquí dentro.—comentó, mientras que baje los escalones de las escaleras para quedarme parada en el margen que daba entrada a la cocina.

—¿Qué haces aquí papá?—le pregunté curiosa, sabía que este hombre estaba tumbado por dentro ante la muerte de su primogénita pero él parecía sobrellevarlo, parecía mantener un balance de que estaba bien. Él suspiró y me miro.

—Michonne me otorgó la libertad para que empezara de cero en esta comunidad, es un privilegio.—dijo en un suspiro mientras que sentía una ola de emociones invadirme.—Me brindó el apartamento de la celda, así que estaré bien y cerca de ustedes.—tenía ansias de llorar, sé que Natasha hubiese disfrutado esto.

—Pero estarás solo papá, puedes quedarte aquí.—dije y en ese justo momento, resonaron pasos y la puerta principal de mi hogar se mostró, reflejando a Connor y Michael Martínez mirándonos con una gran sonrisa.

—Oh no, no lo estará.—me respondió Connor, sentándose aún lado de Negan mientras que Michael sonreía de igual forma, metiéndose a mi cocina. Confundida alce una ceja y los mire.—Nos iremos con él, hemos estado aquí mucho tiempo. Tú y tus hijos necesitan su privacidad, ya lo hemos hablado, espero que no te enojes.—me hablo Connor de una forma burlona, tranquilizando mis emociones, cogí en mis manos una almohada de mis sillones y se lo aventé.

—Ethan dijo que se quedará, no estarás sola.—Michael apareció en la sala, con una manzana en su boca mientras se acercaba a los sillones, sentándose. Me apegue a él, sentándome a su lado y sintiendo como este tierno niño colocaba su cabeza en mi hombro, le acaricié el cabello.

—Ahora los niños pueden quedarse conmigo, seré un abuelo libre.—sonrió él, se veía emocionado ante la idea de su libertad, y saber que Michonne había hecho esto realidad, me haría sentirme agradecida con ella.—Puedo enseñarles como a Judith, ahora todo será diferente.—de su lado se levantó Connor, al igual que de mi lado Michael, quien terminó de comerse aquella verde manzana.

—Continuaremos en limpiar el apartamento, volveremos en un rato.—nos alertó Connor, invitándole a Michael a caminar afuera de mi casa, cerrando la habitación y dejándonos solo.

—Carajo... —Negan suspiró, mirando a todas las partes de mi casa, veía sus manos entrelazadas y como parecía ansioso, lo mire fijamente mientras continuaba recostada del sillón.—¿Cómo están Alanna y Caleb?—me pregunto curioso, su voz resonaba pasiva pero veía en su rostro, en su semblante, la tristeza.

—Lo están sobrellevando, ahora piensan que su tía no volverá como su papá y eso les entristece.—le comenté a él, viendo cómo asentía ante la respuesta corta que le di.

—¿Y sus hijos?—volvió a preguntar, preguntando por sus otros nietos, por los hijos de su primogénita.—¿Cuando volverán?—añadió a su pregunta, tome aire, intentando de permanecer en un ambiente neutral.

—No lo sé, hasta ahora estarán en el reino, con Daryl.—le respondí, pensando en cómo él estaría sobrellevando ese gran dolor encima.—Me encargaré de ayudarlo en lo que pueda, más con Samantha, a penas nació.—añadió a mi comentario, viendo a papa asentir. Suspire gruesamente.—Papá, no puedes pretender que no estás enojado conmigo, no puedes hacer eso.—mi voz resonó temblorosa, intentaba de enfrentar la realidad que debía vivir, él ni siquiera me miraba.—Maté a Nathan, de la misma forma que mato a Carl. Nunca tuve el valor de decirte, tampoco a Natasha. No sé de qué manera se enteró, la única persona que sabía era Jayden pero él, se que no lo hizo.—le expliqué a él, mientras bajaba su cabeza y mis ojos se humedecían ante hablar de dos personas que ya estaban en mi vida.—Nathan demostró una parte vil de él, me traumo mucho. No quiero que me culpes por eso, he tenido que vivir con ese peso encima de mi todo este tiempo, solo quiero que entiendas que mi hermana murió teniendo ese rencor hacia mi.—mis lagrimas salieron de mis ojos mientras que mis manos temblaban.

—Nada de lo qué pasó fue tu culpa, Aliana.—mis labios continuaron temblando cuando vi como él me miraba, como demostraba un semblante lleno de fuerza, no lloraba; no expresaba el dolor que sentía, de cohibía.—Aquel Nathan fue a quien cree, no con quien creciste. Cuando salve a ese niño de aquella horda junto a Jayden, cuando lo vi, lo supe. Él no me rechazó, quería mi amor y mi confianza pero lo arruiné.—me miraba fijamente mientras que aguantaba el llanto delante de él para continuar con un ambiente pasivo.—Él era mi hijo y me idolatraba, ustedes nunca podrían haberme idolatrado después de lo que les hice. Cuando supe que ya él no estaba, tuve miedo. Sentí algo muy profundo, un dolor diferente porque sin importar cuan ausente estuve en sus vidas, mi sangre corre por sus venas y una parte de mí está con ustedes. Quiero que sepas que siempre supe lo que le habías hecho pero tenía miedo de que fuese real, se lo que le hizo a Carl.—lleve mi mano a mi boca ante un sollozo desprenderse de mi boca.—Se lo que le hizo a ese niño, ese maldito tenía un futuro hijo de puta. También se lo que era capaz de dar por ti, lo supe cuando fue al santuario a buscarte porque él tenía ese intuición de que estabas ahí. Me dejo una carta Aliana, como a todos y sé cuan grande era su amor por ti. Pienso en él todos los días, al igual que a Rick.—mi garganta  dolía ante llorar, llorar delante de él viendo cómo de su bolsillo sacaba un papel algo amarillento y maltratado.

—Lo lamentó mucho.—le dije mirándolo, mientras que aceptaba aquel papel amarillento, levantándome del sillón y quedando frente a frente a mi padre, quien se levantó y me miró fijamente a los ojos. Aguantaba su dolor para que yo retuviera el mío, apreté aquel papel en mis manos mientras que me mantenía con mis papás.

—Tú hermana no murió por ti, no fue tu culpa y lo sabes con claridad.—dijo él mirándome con sus ojos humedecidos pero no derramaban ni siquiera una sola lágrima.—Yo te juro Aliana, que no será hoy, tampoco mañana pero voy a matar a esa mujer con mis manos.—su frente choco con la mía, mientras que la perturbadora imagen de Natasha en aquellas estacas alarmó mi cabeza.

Me había ido en un transe, en un transe horrendo. Veía su cabeza, veía como estaba espetada en aquella estaca. Su piel pálida, la mitad de su cuello ensangrentado y su boca abierta, gruñendo. Sus ojos estaban de un color llamativo, un gris. Su cabello tapaba su rostro y tan solo imagine el miedo que ella sintió, el miedo que recorrió sus venas cuando supo que moriría, qué no volvería a ver a sus hijos nunca más. Retomando aire, miraba cómo mi papá intentaba de tranquilizarme pero tan solo sentí como perdía el aliento al recordar a Alfa delante de mi, ver su rostro y saber que ella tenía conocimiento del horrible dolor que sentiría. Mi mano aún sostenía aquel papel amarillento, me distancié de mi papá, viendo la puerta de mi casa media abierta. Mire en mi cintura, aquel cinturón y mi arma postrada en el. Vi como mi papá se acercó a mi, con la intención de detenerme ante descifrar lo que deseaba hacer pero había sido tarde. Había salido de la puerta, con suma rapidez. Baje los escalones de mi casa corriendo, sintiendo el aire chocar con mi rostro y llevar mi cabello hacia atrás. Sus gritos pedían que me detuviera mientras que veía algunos residentes mirarme, mirarme con confusión el por qué corría. Corrí con mucha más fuerza, sintiendo la adrenalina recorrer por mis venas.

Una adrenalina mezclada de venganza, de rencor y de odio. Visualizaba cómo mataba a esa hija de puta con mis propias manos, cómo destripaba su cuerpo hasta que perdiera el conocimiento, quería su sangre en mis manos. Vi aquella gran puerta de la comunidad abierta, vi como Michonne me miró extrañada ante escuchar a Negan pedir que me detuviera. Ella tuvo intenciones de acercarse al igual que mis otros conocidos pero tan solo los evadí y de una manera que ni yo podría creer, me trepé en aquel cabello que relinchó ante mi brusquedad encima de él, otorgándole con la soga que partiera y este con rapidez, salió de la comunidad. El frío viento se pegaba en mi, vendría una tormenta, una llena de sangre y de muertes que traería una guerra. Estaba aturdida, estaba cegada y con un solo pensamiento que recorría mi cabeza. Por un momento, sentí que mi cuerpo continuaba sintiéndose débil, sentí que iba a caerme del caballo. Me aferré a él, me aferré con mucha fuerza mientras seguir cabalgando con rapidez. Ni siquiera veía bien los árboles pero una rama raspó mi mejilla, tan fuerte que sentí como me desprendió la piel.

Sentí mi cuerpo irse, el balance lo perdí ante el relincho de aquel caballo por un gruñido de un caminante. Caí al suelo, con tanta brusquedad que sentí un terrible dolor en mi espalda, no podía levantarme o acomodarme. Arqueaba mi espalda, la arqueaba intentando de que el dolor sanará pero era reciente y dolería demasiado. Me arrastre por el suelo, viendo al caballo intentar de escapar de aquellos caminantes que nos acorralaron. Los miraba atentamente y miraba sus manos pero no veía un cuchillo, veía como deseaban mordisquear aquel animal. Continué arrastrándome por el frío suelo y mi corazón bombardeó con fuerza cuando sentí como apretaron mi tobillo, lo apretaron con fuerza. Gemí, gemí grandemente empujando aquel caminante mientras el dolor en mi espalda aún estaba más que presente. Me quedé aturdida ante sentir un gran silencio, no habían caminantes, tampoco gruñidos, solo él. Arquee la espalda en el suelo mientras veía su sombra tapar la iluminación del día, la cual opaco mi vista. Se acercaba a mi, con una sonrisa. Sus ojos azules me miraban, me hechizaban como la primera vez. Carl me alentaba a tomar su mano pero de un momento a otro, su rostro cambió.

—¡No!—un grito estruendoso, un grito varonil alarmó mis tímpanos y me hizo llegar a la realidad cuando aquel caminante se abalanzó encima de mí pero yo me quedé ida, podía jurar que estaba viendo a Carl Grimes hace un rato pero ya no. La sangre de aquel caminante salpicó en mi rostro, incluso en mi ropa y mis ojos estaban abiertos como plato ante el sonido estruendoso de aquella bala molestar mis oídos, disparos que se repitieron constante, que incluso escuché a lo lejos.—¡Aliana, qué carajos! ¿Qué diablos te pasa?—gemí levemente ante sus brazos levantarme, mi espalda aún dolía y él aún así me sacudía.—Mírame, Aliana, mírame.—él sacudía mi rostro con sus manos mientras que yo continuaba negando, negaba que todo pudiera calmarse, que estas emociones que sentía pudieran cesar por completo, sentí como limpio mi rostro sangriento.—Eres más que esto, eres más fuerte que esto.—sus ojos claros me miraban fijamente y yo sostenía sus manos, las mismas que estaban plasmadas en mi rostro mientras que continuaba aturdida.—Oye, mírame. No estás sola en esto, estoy contigo, estoy contigo Aliana y no voy a dejarte.—sus palabras hacían que la neblina que mi mente tenía se esfumara, se fuera de ahí.

—Tengo miedo Ethan... —susurraba pero él no podía entender lo que yo decía con claridad.—No quiero verte morir. No quiero perderte Ethan, es por eso que no quiero quererte.—su voz se detuvo ante lo que dije, ante lo que salió desde lo más profundo de mi alma.—No quiero querer a alguien que al final deba tener que enterrarlo o visitarlo en una tumba.—respondía aquella duda que él tenía, la que sabía que rondaba por su mente y ante mi debilidad, dejé mis emociones y sentimientos al aire.

—Aliana, mírame.—sus labios estaban tan cerca de los míos, su presencia hacía que el dolor disminuyera, me sentía segura a su lado.—Todos vamos a morir de una forma u otra, todos lo haremos pero estoy seguro de que no quiero otro funeral, mucho menos que sea el tuyo. Déjame quererte, permitámoslo, por favor.—su frente choco con la mía, mientras que me negaba a esa idea de querer a alguien, de querer otra vez.

Su cabello ondulado, negro azabache y esos labios carnosos rosados. Veía sus pestañas largas, sus ojos claros mirarme con desesperación, con un deseo más allá que lujuria. Dejé mis lágrimas salir, todo aquel peso en mi y lleve mis labios con atrevimiento a los suyos. Los lleve de una forma desesperada, con deseo. De un momento a otro, estaba en la pared de mi habitación siendo dominada por este hombre. Sus labios recorrían mi cuello, mis manos estaban tocando con delicadeza su espalda cubierta por aquella camisa. La pasión y el deseo se hicieron más fuerte, su mirada llena de lujuria provocaba en mi tantas emociones. Apretaba su cuerpo contra el mío, sus labios y los míos desataban un paseo de pasión desenfrenado. Sus manos quitaron mi camisa, la desprendieron de mi cuerpo de una forma brusca que me excitaba. Beso mi pecho, bajando poco a poco a mis senos. Sus ojos claros me miraron, llego a mi altura y sus manos quitaron mi sostén, dejándome sin prendas arriba. Sus labios mojados besaron mis senos de una forma delicada, de una forma que me hizo estallar de excitación y con ganas de más. Desprendí su camisa, quedando ambos en par. Mientras que lo empujaba a la cama, trepándome encima de él y sintiendo su bulto rozar mi parte íntima.

Sentí miles de escalofríos, mientras que besé su cuello y continué bajando por su pecho marcado, su abdomen y desabrochando su pantalón. Metí mi mano de forma atrevida dentro de su pantalón, tocando su intimidad. Sintiendo como tenia a Ethan en mis manos, mordió sus labios mientras que me miraba fijamente. Experimentaba más allá de lo que habíamos hecho, mientras que continuaba tocándolo, hasta que no aguanto más las ganas de seguir haciéndome suya. Ethan me giro con brusquedad, quedando él arriba de mi. Desprendiendo mi mahón, y examinándome con su mirada. De mi boca salían suspiros ante la adrenalina que sentía, el acariciaba mis muslos mientras que con delicadeza me quito la última prenda, quedando desnuda frente a sus ojos, nuevamente. Sus manos con delicadeza rozaban mi intimidad, apreté mis labios con ansias de que hiciera más pero los dos estábamos desesperados por sentirnos dentro de cada uno. Ethan se quitó sus últimas prendas, se trepó en la cama junto a mi y se acercó. Sentí su calor arropar mi cuerpo, mi pecho tocaba el suyo, provocando mucho más calor.

Beso mis labios con suavidad, demostrándome un nuevo sentimiento, un sentimiento que transmitía cariño. Sus ojos me miraban mientras que sus manos atraparon las mías, alzando mis brazos arriba de mi cabeza. Lo miraba mientras que él no tardó en colocar su miembro dentro del mío, de una forma suave que me hizo sentir muchos escalofríos. Veía su cabello revuelto y como sus manos apretaron las mías, como no me permitía moverme para que disfrutara esto mucho más de lo que antes habíamos hecho, esta vez no era deseo, era pasión revuelta de cariño para explotar lo que ambos estábamos sintiendo. Empezó a embestirme con suavidad, con suma suavidad mientras que mis ojos permanecían abiertos para disfrutar su semblante, para ver cómo sus ojos explotaban de excitación como los míos. Beso mis labios para así impedir que de su boca saliera un gruñido cuando empezó a vestirme con rapidez, haciéndome sentir un gran cosquilleo ante su miembro embestir el mío. Cerré mis ojos, sintiendo todas esas emociones invadir mi cuerpo. De mi boca salían gemidos, gemidos que se mezclaban con sus gruñidos ante continuar embistiéndome.

Quería más, quería sentirlo más así que lo empujé con suavidad de encima de mi, este quedó sentado y yo me senté encima de él. Besaba mi cuello, mientras que mis labios estaban cerca de su oído y podía sentir como q él le gustaba que susurrara su nombre, susurraba cuando deseaba tenerlo más. Ambos teníamos un ritmo, mis caderas se movían de arriba a abajo, y él me ayudaba a moverlas mientras que nuestros ojos se miraron fijamente. Nuestros cuerpos pegados en sudor, la lujurias estaba en toda la habitación y ambos continuábamos mirándonos, gimiendo ambos excitados. Llevo su mano a mi parte íntima, tocando mi parte más delicada mientras que me embestía a la vez, gemía con mucho más placer. Ambos dimos aquel gruñido, aquella gruesa respiración mientras nos besábamos apasionadamente, locos uno por el otro. Apreté a Ethan a mi cuerpo, aferrándome a él porque era lo único que quería.

• • •

Bueno, dos capítulos combo ante mi aburrimiento de la cuarentena. Todos continúen manteniéndose a salvo, os adoro chicos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro