⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀O18.

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El sol se había ocultado, los fuertes viento revolvían la arena creando una tormenta. Todo estaba muy oscuro y difícil de ver. Todos estaban explotados de adrenalina por lo que la tormenta y la oscuridad no nos impidieron seguir corriendo, huyendo de CRUEL.

Nos ocultamos dentro de lo que parecía ser un centro comercial. Estaba muy oscuro, pero Minho encendió una linterna. Estaba repleto de arena y las cosas estaban destruídas.

—¿Qué es este lugar? —preguntó el asiático.

—Hay que irnos. —ordenó Thomas, caminando y Minho se le unió.

—No, Thomas, espera —ellos se volvieron ante el pedido de Teresa—. Dime qué ocurrió.

—Es CRUEL. Nos mintieron. Jamás escapamos. Aris y yo vimos algunos cuerpos. Eran demasiados. —confesó.

—¿Qué? ¿Cadáveres? —preguntó Minho, con el ceño fruncido.

—No, pero tampoco estaban vivos. Estaban colgados. Llenos de tubos —explicó, haciendo algunos gestos con sus manos—. Los estaban drenando.

—Estaban buscando una cura a través de sus sangres. Tenemos algo que ellos quieren, es nuestra inmunidad ante el virus —expliqué, llamando la atención de ellos —. Es su plan. Lo sé. Recuerdo haberlo escuchado de una...amiga, cuando trabajaba para CRUEL.

Se me dificultó decir la palabra amiga al recordar a Marlene.

—¿Y porqué nunca nos los dijiste? —preguntó Teresa, enfadada. Bufé y rodeé los ojos.

—¿Tú crees que mis recuerdos llegan juntos? Me bloquearon mis recuerdos, inútil. Me cuesta recordar, apenas lo recordé no hace mucho. —respondí.

—Debemos de alejarnos lo antes posible. —interrumpió Thomas, evitando una pelea entre las dos.

—Okey, ¿cuál es el plan? —preguntó Newt. Thomas y yo nos miramos. No teníamos un plan—. Tienen un plan, ¿no?

—Sí, pero ahora mismo nope. —respondí, evitando sus miradas.

—¡Los seguimos hasta aquí...y ahora nos dicen que no tienen un plan! —exclamó Newt, frustrado.

—En realidad siguieron a Thomas, no a mí. —Thomas me dió un codazo en las costillas y me dirigió una mirada de "no me ayudes tanto".

—Esperen. Oí que Janson dijo algo sobre gente oculta en las montañas. Una especie de resistencia o ejército. —recordó Aris. Bendito sea este niño.

—¿Te refieres al Brazo Derecho? —él se encogió de brazos—. Recuerdo que me encargaron matarlos cuando era Pandora, pero no lo llevé a cabo.

—¿Entonces están en contra de CRUEL, no? —me preguntó Thomas totalmente esperanzado, asentí no muy convencida —. Tal vez nos apoyen.

—Personas. En las montañas. Montañeses. ¿Ese es tu plan? —preguntó irónico, Newt.

—Es nuestra única opción. —murmuró Thomas.

—¡Oigan! ¡Miren esto! ¡Ilumina, Minho! —pidió Sartén.

—Haz la luz, Minho. Sé Dios. —bromeé, el asiático sonrió.

—Ya soy Dios, preciosa. —me siguió el juego. Minho iluminó el suelo, dónde había huellas.

—Alguien estuvo aquí. —concluyó el moreno.

Agarré una lámpara antigua y milagrosamente funcionó. Había ropa y cosas que nos podría servir.

—Parece que alguien estuvo aquí. —dijo Aris, sacudiendo la tierra de una prenda.

—¿Y dónde está? —preguntó Newt.

—Empaquemos cosas. Agarren todo lo que creen necesitar. Dividámonos para buscar. Nos encontramos aquí. —dijo Thomas.

Yo me fui con Newt, mientras buscábamos provisiones me puse a bromear con él, recordando cuán unidos nos hicimos después de que llegara al Laberinto. Podría considerar a Newt cómo mi hermano, sabía que él también me consideraba su hermana.

—Mira lo que encontré —Newt alzó una chaqueta color marrón, estaba polvorienta, pero en buen estado. Me la lanzó y todo el polvo que soltó me hizo estornudar...varias veces—.  Se me olvidó que eres alérgica al polvo.

Una vez que terminé de estornudar, Newt sacudió todo el polvo de la ropa que me ayudó a encontrar para mí. Se volvió mientras yo me cambiaba; un jean claro, una camiseta blanca que ahora parecía beige y unas botas que, un poco más, y me quedaban justas.

—Casi me quedo sin nariz por tu culpa. —hablé, Newt se rió y comenzó a buscar cosas en una mochila.

—Es que eres muy delicada. —bromeó Newt, le tiré un trapo viejo, le cayó en su cabeza e inmediato se lo quitó asqueado —. ¡Oye! ¡Tenía sangre!

—Qué delicado eres. —bromeé de la misma manera que él lo había hecho anteriormente.

—¡Encontré agua! —gritó Sartén.

Fuimos donde se encontra Sartén y lo ayudamos a envasar en termos que también había encontrado. Por suerte podríamos tener una botella con agua para cada uno.

El lugar se iluminó con unas luces, al parecer Minho y Thomas habían encontrado un interruptor. Apagué la linterna de mano y la guardé en la mochila junto con los demás suministros.

—¿Qué ocurre? —preguntó Winston, llegando junto con Aris.

—No lo sé. —respondió Sartén.

Sentí un cosquilleo en mis oídos, escuché unos pasos apresurados corriendo hacia nosotros y unos gruñidos más atrás.

—Cranks. —susurré, angustiada. Los chicos me miraron confundidos.

—¡Oigan! ¡Oigan! —gritó Thomas, corriendo junto con Minho —. ¡Corran!

—¡Rápido! —gritó Minho, más atrás apareciendo los cranks.

—Super oído. —murmuró Newt, antes de arrastrarme con él lejos de ahí.

Le lancé la mochila a Minho y acomodé la mía. Comenzamos a subir unas escaleras como pudimos ya que estaban obstruidas por objetos abandonados.

—Thomas, Minho, ¿qué son esas cosas? —preguntó Sartén.

—¡No lo sé! ¡Sigan corriendo! —contestó Thomas.

—¡Son Cranks! —respondí.

—¡Se más específica! —me gritó Minho, estando en la otra escalera.

—¡Son como zombies, pero mucho más agresivos y contagiosos! —recordé—. ¡Eso es lo que convierte el virus que llegó después del calor!

Llegamos al segundo piso, pero nos tomó por sorpresa un crank que Aris golpeó con un tubo metálico. Teresa y Thomas subieron por la escalera del otro lado del pasillo. Saqué mi daga y apuñalé en la cabeza a un crank que estaba por agarrar a Minho.

—¡Debemos de encontrar una salida! —gritó Sartén.

—¡Newt! —grité, al ver que un Crank se le tiró encima.

Corrí hacia él y agarré al crank del cabello, tiré de él hacia atrás, Newt agarró mi daga y se la clavó en la uniceja.

—Bien hecho. —halagué, soltando al crank y ayudando a Newt a levantarse.

—Gracias, Karma. Ahora vámonos. —dijo, viendo una horda de cranks dirigiéndose por nosotros.

—¡Por aquí! —señaló Minho, haciéndonos entrar a un callejón.

—¿A dónde vamos? —preguntó Newt.

Thomas intentó abrir una puerta, pero estaba con seguro. Intentamos con otra, pero tenía candado en el otro lado.

—¡Los voy a parar! —gritó Winston, sacando una pistola y matando a los cranks.

Sartén logró abrir la puerta dándole un empujón. Entramos, cuando Winston entró, un crank agarró su pierna.

—¡Winston! —gritó Thomas.

Minho intentó cerrar la puerta, mientras los demás agarramos a Winston de sus manos tirando de él. Entre Sartén y Newt cargaban a Winston, que quedó con una pierna lastimada. Sabía lo que ocurriría con él, pero no quería pensarlo en el momento.

Logramos encontrar un lugar donde podríamos escondernos de los cranks. Hicimos todo el silencio posible.

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