𝟎𝟒. there's no hope in my world

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CAPÍTULO 04
❛no hay esperanza en mi mundo❜

HABÍA UN MUNDO AFUERA QUE RAINE Y TODOS LOS HABITANTES EN EL LABERINTO DESCONOCÍAN. Ellos ya no eran parte de aquellos fragmentos pequeños e insignificantes que recordaban, tenían una nueva realidad a la que habían tenido que adaptarse, no por voluntad propia, sino por supervivencia.

A pesar de que luchaban día con día por buscar una salida fuera de esos muros, y haber pasado mes tras mes durante tres años investigando cada rincón del laberinto, las esperanzas de algún día descubrir la verdad acerca de los monstruos que los habían metido allí, y volver a recordar algo real se esfumaba con cada día.

Raine intentaba aferrarse a las pequeñas cosas que aún la hacían sentir humana, y no una sobreviviente, y al ser la única mujer en ese lugar, ella deseaba mantener su lado sensible, por lo que solía recolectar algunas flores del jardín y adentrarse a lo profundo del bosque para dejar algunas en cada una de las "tumbas" del cementerio que ellos mismos habían creado.

Había ya al menos quince tumbas en el suelo con los cuerpos de los habitantes que desafortunadamente habían terminado tres metros bajo tierra. Ella no conoció a muchos de ellos, algunas tumbas, por la falta de prolijidad y desgaste de las cruces en las que estaban tallados sus nombres, le indicaban que llevaban ahí, quizá desde hace uno o dos años.

Y aunque no tenía recuerdos que le resultaran familiares, o la certeza de que había tenido familia alguna vez, sabía por su memoria selectiva que a los difuntos había que llevarles flores, además de que si ella estuviera enterrada en alguno de esos huecos del suelo, con su cuerpo pudriéndose en la tierra, le gustaría que alguien tuviera el gesto de llevarle flores.

Para algunos podría parecer estúpido, pues no faltaba quien se riera de aquella nobleza que ella mostraba tener. Pero dado que el laberinto se había convertido en su hogar, y ella era la única mujer, a veces era bueno mostrar un poco de vulnerabilidad, para recordarles a todos, que aún eran humanos, que aun era niños.

Mientras dejaba las flores en la última tumba, escuchó a lo lejos el pequeño crujido de las ramas en el suelo. El cementerio quedaba un par de kilómetros apartado de la finca, y el punto de reunión de los habitantes, por lo que dado que todos tenían muchas tareas por hacer, no era habitual que sus compañeros rondaran por ahí, además de que debido a los inmensos y enormes árboles que se extendían hacia el cielo, esa parte del bosque se volvía un poco tétrica y oscura, a pesar de ser pleno día.

—¿Hola? —habló ella, esperando que una voz le respondiera desde alguna dirección.

No hubo una respuesta. Por lo que pensó que debía haber sido algún escarabajo con los que aparentemente Los Creadores del laberinto los vigilaban, o quizá incluso, su paranoia.

Retiró las flores muertas que se encontraban en esa tumba, que le pertenecía a un tipo llamado Stephen, que había muerto en el primer mes de Raine, siendo pinchado por un penitente, y haber caído en agonía por días, sin sobrevivir antes de que pudieran inyectarle el suero. La imagen que vio de aquel muchacho tendido en una cama dentro de la finca, jamás se le borraría de la cabeza.

Sus pensamientos, nuevamente se vieron interrumpidos por el sonido de una rama crujir en el suelo, pero esta vez, sonó mucha más claro, y cerca. Raine comenzó a inspeccionar su alrededor con la mirada, a la par que un miedo crecía dentro suyo, y se mantenía alerta. Su cabeza se movía de un lado a otro, mientras se levantaba lentamente del suelo.

—¿Hay alguien ahí? —habló, con voz temblorosa—. Si hay alguien es mejor que de la cara ahora —dijo esta vez, desafiante, aunque por dentro estaba muerta de miedo.

—Raine...

Una extraña y distorsionada voz se hizo presente detrás suyo, Raine se dio media vuelta muy alerta, con el corazón latiendo despavorido. Pero al darse cuenta de que era Ben, se obligo a si misma a guardar la cordura.

—Ben, me diste un buen susto —dijo Raine, suspirando hondo, mientras el chico se acercaba a ella. Raine estaba por acortar el camino hacia él, cuando entre los pequeños rayos del sol que atravesaban los inmensos arboles que los rodeaban, pudo apreciar que Ben se encontraba en un estado deplorable. Lucía enfermo, con la piel sudorosa, y venas negras que sobresaltaban de su cuello y brazos, pero su miedo solo incrementó cuando lo vio frente a ella, con sus ojos... sus ojos rojos y perdidos. Ella sabía lo que sucedía.

Soltó un suspiro de asombro, y el miedo, aunque no desapareció, disminuyó, dándole paso a la tristeza. Ben había sido pinchado por un penitente.

—Ben...

Antes de que Raine pudiera continuar, Ben soltó un rugido, no un grito. Un rugido, Como si ya no fuera una persona. Salto, con la intención de caer sobre Raine, quien se hizo hacia atrás dando traspiés, intentando esquivarlo. Pero el se había vuelto completamente salvaje.

—¡Ben! —exclamó Raine, mientras comenzaba a correr por el bosque muerta de miedo, y el chico del que gustaba, la perseguía muy de cerca.

Los pies de Raine se movían ágilmente por el suelo del bosque, podía escuchar las hojas y las ramas crujir bajo sus pies, y cada vez que volteaba hacia atrás, podía ver a Ben más cerca suyo, con sus dientes chocando entre si, sus labios morados y sangre negra saliendo de su boca. Se sentía como estar viviendo una pelicula de terror.

Su corazón latía con rapidez, y estaba muerta de miedo. Corría lo mas rápido que sus piernas se lo permitían, y no lograba explicarse porque Ben la perseguía como un animal cazando a su presa.

—¡Ben, soy yo, Raine! —chilló, esperando que él se detuviera.

—¡Tengo que matarte! —exclamó él, con una voz que ya no era suya—. ¡Tú querrás sacarnos de aquí, pero es mejor que todos nos tiremos del acantilado!.

Las lágrimas de Raine comenzaban a brotar de sus ojos. Estaba aterrada y desconcertada por las palabras que balbuceaba.

—¡Ben! ¡Por favor! —exclamó con la voz entrecortada.

Daba pasos grandes, los más grandes que podía, pero el parecía alcanzarla. Sintió un fuerte jalón de cabello, y cayó hacia atrás, con Ben colocándose encima suyo rapidamente. Estaban solo a unos 20 metros de la finca, podía ver que la cantidad de arboles dismunia y los habitantes se paseaban por el área.

—¡No! ¡Detente! —exclamó ella, empujándolo con sus manos hacia arriba—. ¡Ben! ¡Soy Raine!.

—¡Tengo que matarte! ¡Tengo que matarte! —continuaba repitiendo Ben, como si ese fuera su único pensamiento.

El chico colocó sus manos alrededor del cuello de Raine, cortándole la respiración de golpe. Raine coloco sus manos sobre las de el, buscando apartarlo de ella, pero su fuerza era sobrehumana. Las venas se habian hecho mas prominentes, y sus ojos lucían como si fueran a brotar de sus cuencas en cualquier momento. Era una imagen horripilante, que Raine sabia que de sobrevivir, la acompañaría por el resto de sus días. Apartó sus pequeñas manos de las de Ben y busco a tientas en el suelo tierroso algo con lo que pudiera defenderse. Sentía que la presión en su cabeza con cada segundo que pasaba se volvía mas insoportable, y los rugidos de Ben hacían eco en su cabeza. Logró tomar una piedra que se encontraba a unos centimetros de ella, y con la poca fuerza de voluntad que tenia, la levanto y golpeo a Ben justo en la sien.

El muchacho cayo a un costado de Raine haciendo un sonido extraño y asqueroso, mientras Raine tomaba bocanadas de aire y se apresuraba a levantarse del suelo, tropezando con sus pies hasta que logro mantenerse de pie. No necesito esperar una señal de que Ben aún estaba listo para perseguirla antes de salir corriendo hacia el área nuevamente.

—¡Ayuda! —exclamó con furor en la voz—. ¡Ayuda! ¡Newt! ¡Alby!.

Las lagrimas brotaban de sus ojos como agua cayendo de una cascada, sentía la presencia de Ben detrás suyo y escuchaba rugidos lejanos que se acercaban con rapidez, aunque la llenaba de pavor la idea de que Ben la alcanzará, estaba fugazmete alegre de no heberlo herido.

Los habitantes del área, al escuchar sus gritos de auxilio comenzzaron a prestar atención a la chica que corria hacia ellos. Newt y Alby divisaron a Ben detrás de ella, y corrieron lo más rápido que pudieron para llegar a Raine.

Raine corrió hasta que llego al área, y justo cuando sus pies salieron del espeluznante bosque, sintió como el cuerpo de Ben se avalanzaba contra el de ella y la derrivaba al suelo una vez mas. Ella intento luchar por escapar, arrastrándose por el cesped desesperadamente, mientras Ben a su vez, se acercaba a ella con rapidez, hasta que logró colocarse encima suyo sosteniendo las manos de Raine a los costados de su cabeza contra el suelo, cuando alguien, que Raine no logro contemplar, derribo a Ben de encima suyo.

Newt se acerco a Raine y la ayudo a levantarse del suelo mientras ella intentaba estabilizar su respiración, y Gally, Sartén y Minho se acercaban a Ben.

—¡No sé que le pasa! —exclamó Raine entre sollozos, demasiado absorta en la traumática escena que habia vivido para pensar en sentirse avergonzada por llorar de tal manera frente a sus compañeros.

Los chicos sostenían a Ben de los brazos y las piernas, mientras miraban con atención a Raine.

—¡No! ¡No! ¡No quise hacerlo! —exclamó Ben, aterrado.

Alby llegó al grupo, observando desconcertado la actitud tan impropia de Ben.

—¡Levántenle la camisa! —ordenó Alby, observando a Ben retorcerse como maniaco en el suelo. Balbuceando cosas y lloriqueando.

Gally obedeció sus indicaciones, y le levantó la camisa, que ya tenía manchas de sangre viscosa y negra, pero al mostrar el torso desnudoo de Ben, reveló lo que todos ya sabian; que habia sido pinchado. Había una gran herida en su abdomen, con venas verdosas que se extendían alrededor de esta.

Thomas tambien se acercó al grupo que observaba con pena y sorpresa a Ben en el suelo. Alby bufo haciendo una mueca y apreto los ojos un instante. Thomas observó a Raine con preocupación. Lucia destrozada, y aterrada.

Sentía unas inmensas ganas de correr a ella y abrazarla fuertemente, de protegerla, pero se obligó a sí mismo a descartar esos pensamientos.

—¡Ellos son los malos! ¡Ellos son los malos! ¡Tengo que matarla! ¡Tengo que matarla!.

Los ojos de Raine irremediablemente se llenaron de lágrimas una vez más al oír los gritos desesperados de Ben. Había visto a personas ser pinchadas por los penitentes, pero jamas había escuchado a ningún con tanto deseo de matarla.

—Levántenlo. Prepárenlo para el exilió —hablo Alby con firmeza. Los ojos de Raine, que ahora estaban rojos por su llanto, se abrieron de par en par.

—¡No! ¡No! —exclamó, agachandose al suelo junto a Ben y sacudiendo la cabeza— ¡Solo dale el suero! —repuso Raine en un grito desesprado.

Los chicos que sostenian a Ben, comenzaron a levantarlo del suelo, utilizando todas sus fuerzas, a pesar de la resistencia que ponía el muchacho, y la chica junto a él. Tuvieron que acercarse otro par de chicos para ayudar a Gally y a Minho a levantarlo al chico, aunque Raine se aferraba a Ben, a pesar de que este lanzaba mordiscos y seguía intentando lastimarla.

—¡No! ¡No! ¡No se lo lleven! —suplicaba Raine mientras las lágrimas desbordaban por sus ojos.

—¡Newt! —exclamó Alby. El chico asintio, entendiendo enseguida lo que Alby le ordenaba.

Se acercó a Raine, mientras ella aún luchaba por aferrarse a Ben, y la tomó por los brazos bruscamente, levantándola del suelo y cargandola para apartarla del chico. Raine suplicaba y lloraba, pidiendole a Newt que la bajará, pataleando e intentando zafarse de su agarre, luchando por alcanzar a Ben, hasta que finalmente se dio por vencida. Newt le ganaba en tamaño y fuerza, ella jamás podría vencerlo.

Lo único que pudo hacer fue ver cómo Ben desaparecía hacía la finca.

Newt llevo a Raine a una de las entradas del laberinto, acompañandola en silencio y escuchando sus sollozos. La chica se encontraba recargada contra los muros del laberinto con su cabeza hundida entre sus manos, aún conmocionada por la rapidez de la situación y las miradas de lástima que todos le habían entregado. No se sentía capaz de hablar o pronunciar palabra alguna sin romper en llanto nuevamente.

Pasaron al menos 20 minutos en ese lugar. Newt solo observaba a Raine, y esta sollozaba.

Hasta que Newt decidió que debía saber que era lo que había pasado.

—Raine... ¿me contarás qué fue lo que sucedió? —le cuestionó Newt con suavidad, deslizándose lentamente por el suelo, hasta sentarse junto a ella.

Raine aún mantenía las manos contra su cabeza, sollozando en silencio y sintiéndose estúpida por llorar de tal manera, pero simplemente no podía evitarlo. Una tristeza desgarradora azotaba su corazón. El miedo de perder a Ben y el vínculo que habían formado, por una reacción que el chico había tenido estando fuera de sus cabales la ponía ansiosa. No era justo, ni para ella, ni para Ben.

—No pueden mandarlo allí afuera, Newt —Raine finalmente levantó la mirada, mostrando sus marrones y afligidos ojos a Newt—. Él está infectado. No estaba actuando con claridad —hablo Raine.

Newt desvió su mirada de ella y recargó su cabeza contra la pared.

—Tú sabes que eso no es posible, Rainy. Si comenzamos a romper las reglas esta comunidad que hemos construido se desmoronará.

Raine hizo una mueca y desvió la mirada de Newt, furiosa.

—Pero él no es un mal chico, Newt. Tú lo conoces. Todos sabemos lo que un pinchazo provoca...

—Raine... —la interrumpió Newt—. Intento matarte, era lo único que repetía...

Raine bajo la mirada y sacudió la cabeza lentamente.

—Simplemente... no entiendo porque haría eso. No tiene sentido. Ese no era Ben... y no merece ir al laberinto.

—Son las reglas —repuso Newt. Raine nuevamente limpió las lágrimas que ya se secaban de su rostro, y se levantó del suelo con firmeza.

—Bueno, sus reglas apestan. Sabes que siempre he pensado eso —dijo ella, mirando al chico por encima de su hombro.

—Esas... reglas...—Newt se levantó del suelo con esfuerzo—. Son las que nos han mantenido vivos tantos años. Raine paseó la lengua por el interior de su boca y elevó los hombros, como si le restara importancia a su comentario.

—Como sea. Iré a ver si me puedo despedir de Ben.

Antes de que Newt pudiera decir otra palabra, Raine ya se estaba apartando de aquella esquina del laberinto, dirigiéndose apresurada hasta la finca. Durante su camino, observó como los corredores entraban a una bodega pequeña que habían construido, donde guardaban el material que usaban para trabajar las tierras, y entre otras cosas. Ella sabía lo que buscaban, y que era lo que estaba por suceder.

Su corazón latía despavorido y no había ni un gramo de esperanza que la hiciera sentir que las cosas mejorarían.

Camino hasta la finca, rodeada de miradas juzgadoras y de lástima. Podía sentir que por cada paso que daba, había un habitante que ya la estaba mirando, y así fue hasta que se abrió la puerta de madera de la finca. Era un espacio no muy bien construido, pero capaz de mantenerse en pie y darle asilo a gran parte de los habitantes. Incluso tenían una segunda planta, con un par de habitaciones, y una específicamente diseñada para atender a los enfermos. No obstante, antes de que ella pudiera dar un paso adentro, vio como Minho salía del lugar con Ben caminando frente suyo.

El corazón de Raine dejó de latir por un instante, veía como todos los habitantes se juntaban, y tomaban unos palos largos y gruesos que los corredores se habían encargado de distribuir a cada uno de los encargados de cada área. Winston, el encargado de la granja, Sartén, el encargado de la cocina,, Gally, el de los constructores, Edward, el de jardinería, y así simultáneamente hasta que todos los encargados –excepto Minho, quien llevaba a Ben– tenían un palo en sus manos. Newt pronto también se les unió, camino por un costado de Raine, haciendo contacto visual con ella y esperando que no creara revuelo.

Ben ni siquiera había notado que Raine estaba ahí, observándolo. Estaba tan asustado, teniendo por su vida, que solo podía pensar lo que le pasaría una vez las puertas se cerraran.

Minho miró a Raine con una mirada cargada de lástima. Ella tragó saliva y desvió su mirada de ambos.

La mayoría de los habitantes ya se habían reunido junto a la apertura del laberinto del lado este, que era la más cercana a la finca. Los encargados, junto a Newt, que era el sublíder, y Alby, sostenían sus palos con firmeza, observando como Minho obligaba a Ben a caminar.

El chico no lograba de llorar y sollozar, pidiendo piedad.

—Solo escúchame. ¡Por favor, escúchame!. ¡Por favor, Minho! —gritaba Ben, con voz distorsionada. Ben se encontraba amarrado de las manos, teniendo estas hacia atrás sobre su cabeza. Minho lo llevó hasta la puerta del laberinto, siendo rápidamente rodeado por sus compañeros.

Minho empujó a Ben al suelo, y cortó la cuerda con la que lo habían atado. El chico aún gruñía y lloriqueaba. Estaba en un estado incluso peor que antes.

Thomas también se había acercado a ver. Alby había hablado con él momentos atrás y le había explicado lo que sucedería con Ben, aunque se encontraba muy sorprendido por aquella declaración, y podía ver en los rostros de sus compañeros que era una situación muy difícil. Aún así, su mirada solo podía enfocarse en Raine, ella seguía lentamente a Minho, escuchando a Ben llorar y sollozar. Podía notar lo mucho que le estaba costando retener las lágrimas y que sus ojos aún seguían ligeramente hinchados por su llanto de hace un rato.

Minho se colocó frente a Ben, con una mochila que tenía provisiones y algunas cosas que Ben podría utilizar para sobrevivir lo más que pudiera allí afuera.

—No, no, no. Por favor, no lo hagas —rogó él.

Raine apretó los ojos. Se sentía culpable.

Alby le dio una señal a Minho una vez escuchó el sonido de la puertas que les indicaba que estaban por cerrarse. Los chicos se pusieron en posición, aún escuchando con mucha claridad los sollozos de Ben.

—¡Postes! —exclamó Alby. Todos los chicos colocaron su palos horizontalmente, apuntando hacia Ben—. ¡Avancen!.

—¡No, no, no! ¡Por favor! ¡No, por favor!.

Los Encaragdos comenzaron a caminar hacia Ben. Empujándolo con los postes hacia el laberinto.

El corazón de Raine se hacía añicos al escuchara la súplicas de Ben. Quería correr e interponerse entre ellos, inyectarle el suero ahí mismo, o huir con él hacia el laberinto.

—¡Puedo sanar! ¡Por favor, deténganse, por favor!.

—¡Empujenlo!.

Los chicos empujaron a Ben hacia los grandes muros, con las dos paredes corredizas deslizándose la una hacia la otra. Ben se rehusaba a ir, pero no tenía otra opción. Los empujaron y llevaron hasta el interior del laberinto, con los dos muros apunto de cerrarse. Ben no tuvo otra alternativa que caminar a través de ellos hasta llegar al otro lado para evitar se aplastado, y aún ahí, seguía gritando y llorando, hasta que las dos paredes se cerraron, ensordeciendo sus súplicas y sollozos.

Los chicos finalmente volvieron a sostener sus palos hacia el aire. Había un extraño sentimiento alrededor de todos ellos que se podía sentir en el aire. Raine se quedó observando fijamente el muro ahora cerrado, como si esperará que en algún momento se volvieran a abrir y Ben saliera de ellos.

El resto de los habitantes comenzaron a dispersarse, volviendo a sus tareas, y actuando como si no acabaran de cometer un acto tan atroz, pero necesario para su supervivencia.

Thomas aún sentía que todo lo que estaba experimentando era una locura, y que la manera en que todos actuaban era aún más perturbadora. Pero sus ojos aún no podían apartarse de Raine, era como si pudiera sentir su dolor. La chica finalmente dejó de observar el muro y se dio media vuelta, Thomas tuvo que improvisar y actuar como si ya estuviera por apartarse, pero cuando volteó a verla nuevamente, la expresión en su rostro, simplemente lo destrozó.








hiii, me re volvió la inspiración para este fic pq ya me terminé el primer libro de la saga, y me di un maratón de tmr pq las sacaran de netflix 😭😭😭, así que quiero escribir la mayor cantidad de capítulos que pueda en septiembre y aprovechar que aún están las pelis en plataforma, de todos modos, todos aquí sufrimos con Raine 🥹

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