𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐬𝐞𝐢𝐬

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El día llegará.

Ella se esforzaba, realmente lo hacía, pero no era suficiente si quería sobrevivir fuera de los muros. Las gotas de sudor bajaban por su frente, apretaba con fuerza el mango de sus hojas, incluso gastaba más gas de lo usual, pero intentaba centrarse en golpear la madera plasmada en forma de un titán, donde su único objetivo sería cortar la nuca. No fallo. Para tener tanta fuerza, no tenía centralización en su único objetivo, pero era evidente que se sintiera perdida, Leandra nunca tuvo un objetivo en su vida. En estos momentos, donde ambos estábamos parados solos en el bosque, no había nada en lo que ella se centrara, ni siquiera en esforzar más sus habilidades para superar la expedición del muro María. Era una Ackerman, había una fuerza brutal sobre ella, realmente la había. Quizás, esa fuerza la sintió cuando éramos niños, fui el causante de que despertara esa energía de pelear en ella, eso la aferró más a mi y lamentaba el no haber protegido a esa niña que siempre creyó en mi juicio. Leandra cayó firmemente en el césped, cansada y respirando gruesamente, ya no podía más, el atardecer nos afirmaba que nos habíamos excedido. Para mi, había sido un día largo. Estuve toda la mañana dedicándome a que esos niños entendieran las estrategias, las mismas que debían superar en nuestra próxima expedición, porque era la más importante de todas, la más anhelada, recuperar el muro María.

-Suficiente por hoy.-musité, encargándome de levantar los trozos de hojas a la mitad, viendo como Leandra quien tenía su cabello amarrado, asentía.-Lo has hecho bien, pero debes objetivarte.-indique, estrechando mi mano y cerrando mi nudillo, ella abrió sus ojos abatida; cuando éramos niños, era nuestra manera de felicitarnos o incluso, saludarnos y despedirnos.

-Gracias.-agradeció en un tono bajo, chocando su nudillo con el mío, para así quedarse cabizbaja mientras retomaba la respiración.-¿Crees que Erwin no se haya equivocado en que yo vaya a esta expedición suicida?-me preguntó, retomando el aire.

-No.-denegué, alentándola a caminar junto a mi, debíamos volver al cuartel antes de que anocheciera.

-Confías ciegamente en él. A pesar de que... -ella se detuvo, estaba un poco agitada, había practicado muy arduo.

-¿Quería matarlo?-le pregunté, viendo como asentía, detenida en seco, mirándome fijamente.-Erwin una ves me dijo, que "si empiezas a arrepentirte, entorpecerás tus decisiones futuras y dejarás que otros tomen tus decisiones por ti. Lo único que te queda entonces es morir. Nadie puede predecir el resultado. Cada decisión que tomas sólo tiene sentido al afectar a tu siguiente decisión".-dije, recordando esas frías palabras de él, muchos años atrás.-Es por eso, que confío en él y no puedo juzgar su juicio, aunque ese perjudique el mío.-le esclarecí a ella.

-Que poético.-murmuró, con un tono sarcástico, viendo desde la entrada del bosque, el cuartel de exploración.-No parece ser lo tuyo.-opinaba, pero realmente, el ser sabio no me hacía poético, me hacía entender la vida.

-Parece ser que Hange ha terminado de explicar cómo se usará la nueva arma.-comente, quedándome detenido junto a Leandra en la entrada del bosque, observando cómo parecían estar recogiendo, y entre ellos, estaba Eren.

-Entonces, ¿también confías en que ese tío sea la esperanza de la humanidad?-me preguntó ella, en un tono más sereno que antes, mirando afligida a Eren.

-Ya a estas altura, no sé si es correcto creerlo o no, pero la humanidad en este momento, depende de él y lo qué hay en el sótano de su casa.-respondí, viéndolo agotado, levantando algunas cajas, pero sus verdosos y azulados ojos se dirigieron hacia acá, aunque no me miraban a mi.

-Claro... -murmuró Leandra, viéndolo de la misma manera tan fija que Eren lo hacía con ella.

-En la noche habrá una reunión, los cadetes tendrán una cena especial, si es de tu humor, puedes ir, si no, igualmente alguien devorará tu plato lo más seguro.-dije, viendo como ella levantó la mirada y me miró.

-¿Sabes lo que me parece curioso? El hecho de que te hayas esforzado tanto en llegar hasta aquí, para que no tengas lo que siempre soñaste con ella.-musitó Leandra, levantando la cabeza para darme el avistamiento de Adeline en aquel patio, ella se encargó de ayudar a Eren, quien le sonrió agradecido.-Tanto anhelo de que ese día llegara, para nada.-continuó diciendo, en un tono frío.

-El hecho de que creas conocerme, no hace que así sea. Nadie sabe lo que siento, o lo que pienso. Soy el soldado más fuerte que tiene la humanidad, y no solo porque aquellos que no luchan lo dicen, si no, porque yo mismo me he forzado en ser fuerte.-decía, observando cómo Eren y Adeline charlaban, para así, Armin unirse junto a Mikasa, todos alrededor de ella.-No solo he sacrificado a mis compañeros, también a la mujer que amo.-musité, viéndola detenidamente y como ellos la abrazaban fuertemente, la amaban, tanto como yo.-Quizás, cuando todo esto acabe, pueda arrodillarme frente a ella y darle un hermoso anillo que jure mi lealtad en toda una eternidad, o, moriré antes de que ese día llegue, pero llegaré. Ese día llegará.-dije, fríamente.

-Creí que no eras poeta, pero mira que te gusta espabilar.-musitó Leandra, mirando la escena que yo veía.-Probablemente he equivocado todo este tiempo, pero no hará que me disculpe por eso.-dijo, refiriéndose al daño que le había hecho a Adeline.-Lo único que quiero, es volver a sentirme viva.-ella miró sus manos, sintiendo algo que yo no podía sentir, solo ella en su interior.-O al menos valer por mi misma... -susurro, en un gran suspiro de hilo, mientras que yo observaba cómo Adeline se adentraba al cuartel junto a Mikasa y Armin, dejando a Eren solo, quien parecía observar la caja repleta de armamentos.

-Quieras escucharlo o no, me alegra que estés aquí.-opine, cortantemente, sin tener que mirarla para demostrarle mucho más mi sentir, simplemente bastaba con decirlo.

-Es importante para mi que lo digas. Gracias, Levi.-agradeció ella.-¿Tú crees que Furlan e Isabel nos estén observando?-me preguntó, haciendo que me tensara por completo.-Yo creo que ellos nunca han abandonado nuestros corazones, porque aunque ya no estén, aún los recuerdo.-murmuró, para así caminar, dejándome solo en ese vago pensamiento del que no podía escapar.

-¿Leandra?-Eren levantó su mirada, creando que la chica de cabello oscuro y amarrado, se detuviera en seco delante suyo.-¿Estás bien? Eh, yo... ¿tú? ¿Como te fue en el entrenamiento?-Eren rascaba su nuca, no tuvo precisión de cómo expresarse a ella, pero lo intento, Leandra era muy fría, era entendible que los demás no pudieran saber cómo dirigirse a ella sin molestarla o irritarla.

-Bien.-la escuché responder, cortantemente mientras que Eren la miraba tembloroso.-¿Quieres que te ayude?-le preguntó ella, fríamente, y Eren sin más, asintió.

-Muchas gracias.-agradeció él, levantando la caja junto a Leandra, removiéndolas.-Me alegra mucho que te allá ido bien, se que lo harás genial.-alentaba Eren, con esa sonrisa tan grata que tenía en los momentos más adecuados.

Los miré. Detenidamente observe cómo ellos se ayudaron entre sí. Por un momento, olvidaba que ellos eran solo unos simples mocosos, pero habían pasado por tantas cosas en los últimos meses, que nada parecía sorprenderles, absolutamente nada. Pero a pesar de todo eso, aún tenían esperanza y eso los hacía ver que aunque habían sufrido incontables cosas, eran inocentes de este mundo y sus grandes misterios. Me introduje al bosque, pensativo y aislado, solo procesaba el hecho de que yo también aún recordaba a cada uno de esos compañeros. Mire al cielo, ese que caería sobre nuestros hombros en una noche estrellada. Esas estrellas que brillaban igual que la luna, dándome una gran iluminación del bosque solitario en el que estaba. No solo guardaba sus insignias, esas en donde pusieron su mano para consagrar su corazón, guardaba cada una de sus peleas por salvar lo que era justo, y esperaba que cada una de sus muertes no haya sido en vano, porque aún estábamos aquí sin esclarecer cuál es el gran misterio de los titanes, o más aún de eso, la humanidad. Suspire, restregando mis ojos. Extrañaba a mis compañeros, a cada uno de ellos. Furlan, Isabel, Petra, Auruo, Gunther, Erd, Conan, Mike. Podía nombrar a más, pero era una larga y amarga lista, una que nunca podría olvidar o sanar, ellos no estaban aquí, pero nosotros aún así, aún no habíamos resuelto la razón por la cual consagraron sus corazones. No quería que sus muertes hayan sido en vano, no podía ser así.

-Oye enano, ¿no irás a comer?-me giré, observando a Grace, ella estaba con un atuendo casual e incluso su cabello suelto, se veía feliz.

-No me interesa ver a unos mocosos comer carne como todos unos animales. No me sorprendan que hagan un terrible escándalo.-opine, mirando como ella mantenía sus manos en las caderas, sintiéndome mientras negó.

-Y ahí estará tú para detenerlos, reprenderlos y enviarlos a la cama. ¿O me equivoco?-me preguntó, haciéndome quedar en silencio.-No te juzgo. Yo también los estimo, siento que ahora son parte de mi día.-murmuro ella, manteniendo la distancia conmigo.-Levi, ¿estás bien?-me preguntó, haciéndome sentir tenso por la manera tan serena en la que se dirigió a mi, veía sus azulados ojos mirarme con detenimiento, Grace se veía preocupada.

-Si, Grace.-respondí, haciéndola sentir más tranquila, viendo como calmaba sus tensos músculos.-Preocúpate por no comer lo suficiente, si no, no te aseguro que entrarás en tu traje.-musité, pasando por su lado, viendo como reía ofendida.

-No puedo creer que me casaré. Es que, se siente como si fuera ayer el que estuviera casi muriendo en la ciudad subterránea. Estar viva, es un privilegio.-musitaba, tan contenta, con ese brillo que le hacía única, mientras que caminaba junto a ella.

-Estás hablando muy rápido. Ya empiezas a irritarme.-le dije, viendo como se detenía cabizbaja, parecía pasmada, lo cual me desconcertaba.-Me quieres preguntar algo. Adelante.-pedí, la conocía, al igual que sus expresiones.

-Me gustaría que fueras el padrino de honor. Solo si tú quieres, después de todo, eres mi amigo, Levi. Mi amigo más fiel.-me detuve con ella, escuchando bastante bullicio en el interior de la cafetería, donde deberían estar todos los cadetes en aquel gran festín, pero me dirigí en observar cómo Grace me miraba, con mucho respeto de por medio, así se basaba nuestra gran amistad.

-¿No tengo opción, verdad?-le pregunté en un tono serio y sarcástico, pero a estas alturas, a ella tampoco parecía ofenderle en lo absoluto; negó en una gran sonrisa.-De acuerdo.-asentí, escuchando su emocionante risa y en cómo sus brazos se estrecharon grandemente para abrazarme.

-Gracias Levi, tú no sabes cuánto esto significa para mi. Tú... tú eres importante.-murmuro en medio de aquel abrazo, ese que se me dificultó devolver ante mi forma tan inexpresiva, pero ella se despegó de mi dándome ese espacio que entendía que debía sentir, para no abrumarme.

-Chicos.-levante la mirada, observando a Hange, quien traía en ambas manos unos platillos, los cuales tenían un buen aroma.-Los vi desde el interior, supongo que no han comino nada. Tengan.-nos pasó aquel plato, extendió la también los cubiertos, nos miró sonriente, aquella cuatro ojos.

-Gracias, cuatro ojos.-agradecí, al igual que Grace, para así, darle un bocado a la carne.

-¿Está delicioso no?-nos preguntó, mientras que masticaba y asentía, comiendo.-Los chicos adentro están emocionados. Se van acabar todo.-decía ella, cruzándose de brazos.

-Debo admitirlo, estoy un poco nerviosa. Pronto será el gran día.-murmuraba Grace, mientras tragaba.-Es irreal que vayamos al muro María, parecía ser que jamás llegaríamos.-continuaba diciendo.

-Pero lo haremos. Llegaremos y recuperaremos esa zona, solo depende de nosotros.-opinaba Hange, con un tono esperanzador, pero realmente todos estábamos tensos.-Perdimos a muchos en el camino, no quiero pensar en cuantos faltan por perder, solo se que, me alegra que estemos aquí juntos, todavía.-decía ella.

-Son unos escandalosos... -opine en un grueso suspiro, desde aquí, podía escuchar claramente aún su gran bullicio.-No se saben comportar.-comentaba, bastante expresivo y con el ceño fruncido.

-Creo que sucede algo más.-comentó Grace, asomándose a la puerta, mientras que me encamine acompañarla.-¿Están peleando?-se preguntó extrañada, haciéndome pasarle mi plato ya culminado a Hange, quien lo sostenía.-Jean y Eren, están peleando pero... ¿como niñas?-desconcertada, la rubia me miró.

-Estos niños me van a volver loco.-musité, observando el gran círculo alrededor, y como un gran bullicio se dirigía dentro de este.-Nadie pone orden, nadie los detiene. Dejan que se peleen como cerdos.-murmure, adentrándome a la cafetería, donde vi como el círculo se despegó de en si, y un gran silencio se formó en cuanto extendí mi brazo derecha y pierna izquierda, golpeando a la par, logrando la separación de nada más y nada menos que, Eren y Jean, quienes esbozaron una gran falta de aire.

-Es el capitán Levi... -decían en un tono bajo los que se distanciaban, pero en la multitud podía ver a sus allegados mirarlos sin decirle nada, inclusive Adeline, quien parecía estar absorbiendo un poco de alcohol ante notar sus mejillas coloradas y su risa risueña.

-Se emocionan demasiado.-comente, viendo a los jóvenes en el suelo con decepción por sus actitudes tan vagas e inmaduras.-Váyanse a dormir.-les ordene a cada uno de ellos, viendo el desagrado en sus rostros.-Y limpien todo esto.-pedí, distanciándome con molestia, para arrebatarle de la mano la taza de alcohol que Adeline sostenía, la cual estaba repleta, ella me miró desconcertada, pero me distancié, abrumado.

-¡Entendido!-indicaron los demás cadetes, mientras que me aísle, pasando por el lado de Sasha, quien estaba atada a una columna, pero realmente me dio igual.

Abrí la puerta trasera bruscamente. No había un momento donde pudiera sentir que todo estaba bien, pero es que de por si, nada estaba bien. Me tumbe en aquel rincón, dejando que todo mi cuerpo se deslizara por la pared, hasta que caí al suelo sentado y agotado. Estaba cansado. Muy cansado para dar mi cien por ciento en la restauración del muro María, pero jamás habíamos estado tan cerca como ahora, a solo horas para encaminarnos a ese gran camino del que muchos huyeron y perdieron sus vidas. Este era el día que todos estaban esperando, el día que querían que llegara, ya estaba en la esquina, nos observaría desde el amanecer, pero ahora, nos restaba hacernos esperar ansiosos y tensos, porque sabíamos de hoy, pero no de mañana. Suspire, amargamente absorbí de aquel amargo alcohol, sintiendo como bajaba caliente por mi garganta. Fruncí el ceño. Estaba muy pesado, aunque la noche realmente ameritaba que lo absorbiera, porque necesitaba no pensar en nada más que nuestra próxima expedición. Una gran peligrosa expedición. Porque el muro María, era tierra de titanes, y aún, no sabíamos lo que nos toparíamos ahí, pero realmente nada me sorprendía. Solo me restaba confiar en mis compañeros, en la decisión de mi comandante y en que Eren Jeager era la esperanza de la humanidad. Faltaba un paso, uno más para poder llegar a ese sótano, a ese donde conduciría la verdad sobre esta gran vida. O quizás, algo más allá, algo que no entenderíamos. Solo se que moría por descubrir si realmente, valdrá la pena.

-¿Eh?-me pregunté, escuchando varias voces, estaban ahí, cerca de mi, podía escucharlos con mucha claridad.

-Creí que era Hannes.-escuché la voz de Adeline en un gran suspiro, pero me mantuve en ese rincón, solitario y vacío, sumamente vacío.-Sentí que el corazón se me detuvo.-decía ella.

-Cuando recuperemos la muralla María, y derrotemos a todos los enemigos, podremos regresar a aquellos días.-escuché la voz de Mikasa esclarecerse también, así que no había duda de que estuvieran acompañadas de los dos chicos restantes.

-Lo vamos a conseguir, pero no todo será como antes. Por eso, los haremos pagar.-musitó la voz de Eren, a quien supe que distinguiría entre ellas.

-Pero eso no es todo.-baje la cabeza, escuchando a Armin, a ese pequeño hermano desconocido de Grace, eran dos gigas de agua.-Un lago salado, tan grande que un comerciante no podría conocer, aunque pasará toda su vida entera navegando. Fuera de las murallas no solo existen titanes, también hay agua de fuego, un continente de hielo, y planicies de arena. Nos unimos a la legión de exploración para ver todo eso.-detallaba él, haciéndome recordar uñas viejas páginas que Adeline solía releerme cuando éramos unos mocosos.

-Si, eso es verdad. Casi lo olvido.-expresó Eren, con un tono bastante bajo y desilusionado.

-¡Primero, tenemos que ir a ver el mar! ¡Toda esa agua salada en el horizonte, existe, es real!-exclamó fuertemente Armin, se escuchaba emocionado, y muy esperanzador.-¡Ya lo verás Eren!-le decía.

-No tienes remedio.-indicó el chico de verdosos azulados ojos, a quien había golpeado brutalmente en los anteriores minutos.-Recuerdo cuando Adeline escucho eso de ti, por primera vez ella pareció tener un sueño como tú. Me preguntó si aún sigues pensando en eso, Adeline.-decía Eren, refiriéndose a su hermana, quien seguro debía estar sentada aún lado suyo.

-Si.-De hecho, si el mar existe. Me encantaría casarme frente a el.-murmuro ella, con un tono suave que me hizo erizarme.-No hay nada más que desee, que vivir en paz, luego de que recuperemos el muro María. Mi misión, habrá culminado.-decía ella.

-Adeline... -la nombraron, algo afligidos por lo que ella había dicho, pero inclusive yo, sentí ese balde de agua fría.

-¿Tú lo amas no es así?-le preguntó Mikasa, bastante curiosa.-¿Al capitán Levi?-ante mi nombramiento, absorbí más de ese alcohol.

-Creo que, casarme con él en el mar, sería un gran sueño. ¿No creen?-se preguntó ella, haciendo que mis mejillas se calentarán.

-Entonces habrá que comprobar primero que existe, hermana.-infirió Eren, dirigiéndose a su hermana mayor, a la cual veía con grandes luces.-Te prometo que cumplirás tu sueño.-le dijo él.-Haré lo que sea, Adeline.-esbozaba Eren.

-¡Es una promesa! ¡Iremos!-exclamaba Armin, felizmente por lo que decían y afirmaban.-¡Todos nosotros iremos!-continuaba diciendo Armin.

-Si, a explorar el exterior. Juntos, como siempre.-opinaba Mikasa, a quien escuchaba más fluida con ellos, porque, eran ellos en los únicos que ella confiaba plenamente.

-Chicos, no importa lo que pase. Ustedes son mi familia. Los amo, demasiado.-escuché a Adeline decirle, mientras que unas pasmadas sonrisas convertidas en risas.-Todo esto, es por ustedes. El que me uniera a la legión, el que sea reina, todo es por ustedes.-les decía, pero era algo que se sabía, ella más que nadie, los amaba y cuidaba.

-Adeline, gracias por cuidarnos. Nos has hecho sentir, protegidos. ¡Quiero llevarte al mar, así podré cumplir tu sueño!-exclamaba Armin, tan agradecido y genuino, como lo era su hermana.

-Primero habrá que comprobarlo, Armin.-le recalcaba Eren, haciendo que Armin pareciera endurecer.

-¡Pero existe, es real, yo se que si! ¡Es lo más grande que tiene el mundo exterior!-le decía Armin nuevamente, queriendo convencerle.

-Iremos a cada cosa que queramos conocer.-opinaba Mikasa, pero solo se podía escuchar la alta voz de Eren difiriendo de Armin, quien se defendía y justificaba.

-Pero Armin, eso del agua de fuego no suena muy seguro que digamos. Creo que podríamos evadirlo.-opinaba Adeline, mientras que se escuchó un chillido de parte del rubio.

-¡Adeline, por favor! ¡Tienes que acompañarnos!-seguía diciendo Armin, sumamente soñador.

Absorbí de aquel alcohol, al cual se acababa entre mi garganta con su amargo sabor, para así sentir como se infligía en mi cuerpo, haciéndolo pesado. Levante la mirada, observando la noche estrellada. Sus voces, su forma de dirigirse el uno al otro, me hacían sentir la gran nostalgia de cómo era sentarme en las viejas columnas del cuartel de exploración, donde Furlan, Isabel y Grace, me acompañaban. Esas noches, cálidas donde me rodeaban de sus bullicios, aún yo manteniendo mi silencio, eran noches que extrañaba y recordaba con mucho aprecio. Deje la taza de alcohol aún lado, ya no podía ingerir más ese líquido tan vigoroso. Limpia mi boquilla, la cual estaba remojada y me mantuve recostado en esa pared, con mis ojos cerrados. No podía imaginar el mar, no tenía una visualización de como podría ser, solo se que la imagen de Adeline frente a mi, con un hermoso traje, me hacía sentir más vivo que nunca.-Luego de que recuperemos el muro María, me aseguraré de comprar una casa para los dos. Empezaremos de cero y nos casaremos. Tendremos hijos a los que amaremos y cuidaremos, pero, me encargaré de entregarles mi corazón cada día de mi vida. Se convertirán en mi norte. Lo prometo, Adeline.-murmuraba, con mi lengua pesada ante el alcohol que había consumido, abriendo los ojos para ver las estrellas.-Si, eso haré.-afirmaba, en un anhelo de que ese día llegara, ese día donde mi vida se uniría con la suya más allá de una eternidad, porque ya en esta vida, nuestras vidas estarían unidas.-Porque te amo... -suspire, cerrando los ojos nuevamente, con la esperanza de que ese día llegará.

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Próximo capítulo: El muro María.
Luego de cinco años, la legión de exploración se acerca a la muralla perdida, pero lo que no saben es que no serán los únicos que rondan por ahí.

Nota: Solo quedan un aproximado de cuatro capítulos para culminar con esta primera parte. Muchas gracias por el apoyo que me han dado. Como saben, este libro contará con una segunda parte, la cual pronto se encontrará en mi perfil. Como título tendrá, Soldier Wings. (Las Alas de un soldado). Estoy muy contenta. No creí que esta novela fuera de mucho agrado al principio, pero he podido controlar el trama, y créanme, esta gran historia también tendrá un desarollo y plotwits magnífico, que ustedes aman. Estoy agradecida, una historia acaba, pero otra empieza. Habrá rato para Levi Ackerman y Adeline Jeager (Reiss).🤍

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