005

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CAPÍTULO 005

ᶜᵃᵇᵃˡᵍᵘᵉᵐᵒˢ ʲᵘⁿᵗᵒˢ

La mañana estaba fresca, con una ligera neblina cubriendo las calles de Birmingham. El sonido lejano del motor de un coche rompió el silencio. Estaba lista, esperando en la entrada de la mansión cuando el auto de Thomas apareció en el camino. Bajó del vehículo, con su usual aire de misterio, y me dedicó una mirada que siempre lograba hacer que mi corazón latiera un poco más rápido.

Thomas, sin decir una palabra, caminó hacia mí y abrió la puerta del auto, gesticulando para que subiera.

—¿Lista? —preguntó con su voz grave y tranquila, como si lo que teníamos planeado fuera lo más natural del mundo.

Asentí, subiendo al auto. Él cerró la puerta detrás de mí con suavidad, y en cuanto se acomodó en el asiento del conductor, arrancó el motor.

El camino comenzó en silencio, solo interrumpido por el suave rugido del motor y el crujido de la grava bajo las ruedas. No podía evitar sentirme curiosa.

—¿A dónde vamos? —pregunté finalmente, mirándolo de reojo. Thomas tenía la vista fija en la carretera, su mandíbula tensa como si estuviera debatiendo si responder o no.

—Te dije que sería una sorpresa —respondió, lanzándome una mirada rápida, con esa ligera sonrisa que siempre parece esconder más de lo que muestra.

Me crucé de brazos, fingiendo un poco de molestia. —No soy fan de las sorpresas pero esta bien

Él dejó escapar una risa suave, apenas un susurro. —Lo sé, pero esta te gustará, confía en mí.

Me quedé en silencio por un momento, observando cómo el paisaje cambiaba de edificios a campos abiertos. Decidí no presionarlo más, aunque la curiosidad seguía picándome.

Después de un rato, rompió el silencio, mirándome de reojo.

—¿Sabes montar a caballo? —preguntó con aparente casualidad, aunque noté el interés en su tono.

Lo miré, sonriendo ante la pregunta. —Claro que sí, desde pequeña. Mi padre insistía en que aprendiera.

—Eso explica muchas cosas —comentó, su mirada volviendo a la carretera, pero con una leve sonrisa en sus labios.

—¿Qué cosas? —le pregunté, intrigada.

—Tu confianza, tu equilibrio —respondió él, como si todo tuviera sentido.

Lo observé con una mezcla de curiosidad y diversión. —¿Y tú? ¿Tienes alguna historia interesante sobre cómo aprendiste?

—Lo he hecho un par de veces —respondió, su tono como siempre, enigmático. Pero había algo en su voz, un matiz que indicaba que no era solo por diversión.

—Entonces, ¿quién ganaría en una carrera? —pregunté, queriendo saber más de él.

Thomas levantó una ceja, lanzándome una mirada llena de desafío. —¿Estás proponiendo una competencia?

Me encogí de hombros, sonriendo. —Solo si estás preparado para perder.

Él rió, una risa profunda que me hizo sonreír aún más. —Tendremos que ver eso.

El coche se detuvo en un claro rodeado de árboles, y al mirar a mi alrededor, vi dos caballos esperando, uno negro y otro era aquel caballo blanco de la feria.

—¿Montamos? —dijo Thomas, bajando del auto y caminando hacia los caballos. Me quedé unos segundos observándolo antes de seguirlo, con una mezcla de emoción y nerviosismo.

—Claro que sí —respondí, acercándome al caballo negro que él había traído para mí—. Pero, ¿estás seguro de que podrás seguirme el paso?

Thomas arqueó una ceja, claramente intrigado por mi seguridad.

—¿Así que sabes montar? —preguntó, mientras me observaba con atención.

—Podrías decir que crecí montando —le respondí, acomodándome en la silla y tomando las riendas con firmeza.

Thomas me miró con curiosidad mientras se acercaba con su caballo.

—¿De dónde viene esa habilidad, si se puede saber? —preguntó, sus ojos fijos en los míos.

—Mi padre tiene una villa en Italia. Asi que creci montando  —le expliqué mientras ajustaba mi postura—. Así que mi padre me enseñó todo lo que sé.

—Italia, ¿eh? —Thomas parecio asimilar lo que le había dicho , como si estuviera armando piezas de un rompecabezas.

Lo observé por un momento, notando la seriedad en su expresión, que contrastaba con el ambiente relajado del campo.

—¿Y tú, Shelby? —dije, inclinándome ligeramente hacia él—. ¿De dónde sacaste ese aire de vaquero?

Thomas soltó una breve risa, una rareza viniendo de él.

—El ejército te enseña a montar cualquier cosa que tenga cuatro patas, además siempre me han gustado los caballos—respondió con una sonrisa.

Comenzamos a cabalgar a un ritmo constante, disfrutando del silencio que nos envolvía, solo roto por el sonido de los cascos sobre la hierba. De repente, una idea cruzó mi mente.

—¿Qué te parece una pequeña carrera? —sugerí con una sonrisa desafiante—. A ver si puedes seguirme.

Thomas me miró sorprendido, pero no tardó en aceptar el desafío.

—No me tientes, Corleone. No querrás que te gane tan fácilmente.

—Lo veremos —respondí, y sin esperar una señal, espoleé al caballo y me lancé a toda velocidad por el campo.

Sentí el viento en mi rostro y el latido rápido de mi corazón mientras Thomas me seguía de cerca. Risas se escaparon de mis labios mientras ambos galopábamos, y por un breve momento, toda preocupación parecía lejana. Pero, claro, Thomas no tardó en alcanzarme, su caballo blanco corriendo a la par del mío.

—Eres rápida, lo admito —dijo, con una sonrisa que denotaba aprobación.

—¿Esperabas menos? —repliqué, deteniendo al caballo suavemente mientras nos acercábamos al final del campo.

El día transcurrió con una sorprendente normalidad, una calma que ninguno de los dos parecía esperar. Después del paseo, me despedí de Thomas, asegurándole que volvería más tarde. Me dirigí a Liverpool para revisar algunos asuntos con Gabriel y Mateo, quienes estaban encargándose de Billy Kimber. Al llegar, estaban todos allí. Gabriel me miraba con ese aire protector que a veces resultaba agobiante, pero entendía que lo hacía por mi seguridad.

—¿Has escuchado algo nuevo sobre las armas?—pregunte, rompiendo aquel silencio incómodo

Gabriel asintió, aunque su expresión seguía siendo grave.

—Sí,y sabes que es lo más jodido, parece que ese Shelbly está detrás de esto —Dice Gabriel
Sentí un nudo en mi garganta

Frunci el ceño. —Que hay del maldito inspector, el puede ser el peón de encontrar las armas, yo sé que Thomas no las tiene. Pero aún hay tiempo, ¿no? Si actuamos rápido, podríamos adelantarnos—Dije alzando en la voz

—Jennifer, no trates de defenderlo—Dice molesto Gabriel—pero puede que tengas razón el inspector debe saber algo ya, deberías dejarle un mensajito donde se enfoque en las armas

—Tienes razón Gabriel, hay que hacer algo ese maldito inspector debe saber algo además, nos queda poco tiempo, Papá. Él... siempre es cuidadoso con sus tratos, pero esta situación es diferente. Hay demasiados cabos sueltos, y temo que podríamos quedar atrapados en medio de todo esto

Gabriel soltó una risa seca, sin humor—Mateo está preocupado, como siempre. Está vigilando cada movimiento de Kimber, pero también está cuestionando si deberíamos estar involucrados en todo esto. Él cree que estamos jugando con fuego y que, tarde o temprano, nos quemaremos

—Él siempre ha sido más prudente— comente, recordando las numerosas veces en que Mateo me había  advertido sobre posibles riesgos

—Lo que digan pero sobre Billy kimber es un puto cabron—Dice Gabriel molesto

—Hagan lo que quieran—Dije para irme de la casa de apuestas

Ya en la noche, salí de casa con Mateo y Gabriel después del atentado de los policías en Liverpool, Thomas nos invitó a una hoguera que iban a hacer, la idea era llevar cuadros del rey
Al estar allí me encontré con Finn

—Vamos Jennifer Tommy te espera—Dice el para jalarme del brazo

—mocoso despacio—Dije

Al llegar a la hoguera, el ambiente estaba cargado de humo y risas. Las llamas se elevaban en la noche oscura, iluminando los rostros de todos los presentes. Thomas estaba de pie junto al fuego, con un vaso de whisky en la mano, observando el vaivén de la reunión.

Me acerqué, sintiendo el calor de las llamas en mi rostro. Cuando Thomas me vio, una sonrisa ligera se dibujó en sus labios. Sin decir una palabra, me ofreció el vaso de whisky que tenía en la mano. Lo acepté sin dudar, dejando que el licor caliente me recorriera la garganta.

—Espero que te haya gustado el día de hoy, Jennifer —dijo, con un tono bajo, casi íntimo.
Asentí, disfrutando del sabor del whisky mientras lo miraba. Había algo en su manera de observarme que me hacía sentir una mezcla de nerviosismo y atracción.

—Ha sido un día... interesante —respondí, con una sonrisa que intenté mantener neutral, aunque sabía que no lograba disimular del todo.

Thomas dio un paso más cerca, lo suficiente para que nuestras manos casi se rozaran. Pude sentir su mirada recorrerme, desde mi rostro hasta la ropa que llevaba.

—Te ves muy linda esta noche —dijo, con una voz suave, cargada de un sutil coqueteo.

Mi corazón dio un vuelco, y por un momento, no supe qué responder. Sentía la tensión entre nosotros, ese tirón invisible que parecía atraerme hacia él.

—Gracias, Tommy —logré decir, con una sonrisa que no pude evitar.

Él no respondió, pero la forma en que sus ojos se mantuvieron en los míos fue suficiente para entender que había algo más en su comentario. Algo que ambos estábamos empezando a reconocer.

𝘣𝘺: 𝘫𝘪𝘵𝘪𝘯𝘺𝘵𝘪

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