❁•° T R E I N T A Y N U E V E °•❁

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—Han Gil, ¿Podrías ir al minisúper y traer algo de leche para tu sobrina? La niña no para de llorar y necesito dormirla de una vez para continuar con estos informes.

—Por supuesto. —El chico dejó su laptop sobre el sillón y fue por el abrigo más cercano, era invierno y esa noche era la segunda nevada en la ciudad. Así que las posibilidades de que la calle estuviera sola eran muy altas.

—¿Puedo ir contigo? —Escuchó a la lejanía una vocecita aguda, rápidamente se giró sobre sus talones y le regaló una tierna sonrisa a la más pequeña, esta traía su pijama azul junto con sus botitas moradas. Sus ojos se notaban rojos y cansados por tanto llorar.

—Uh... hace mucho frio y te podrías enfermar.

—Pero yo quiero tocar la nieve. —Un puchero salió de sus labios, por lo que sus ganas de abrazarla eran cada vez más grandes. Pensó luego de unos segundos...

—¿Qué tal si te quedas aquí y yo me encargaré de traerte esas golosinas que tanto te gustan?

—¡Si, si, si! —Saltó de alegría.

—Pero recuerda que tu mamá no se debe de dar cuenta, ¿Sí? Es nuestro secreto.

La niña asintió con energía y regresó a su habitación en silencio, Han Gil volvió a sonreír mientras se ponía una de sus zapatillas, a pesar de que su sobrina era pesada para algunas cosas, siempre usaba los valores que se le impartían desde casa, todos sabían que el cariño y amabilidad de su pequeño corazón era tan grande.

Luego de unos minutos la mujer apareció con su pequeño bolso y le extendió un billete, parecía bastante cansada, sus ojeras se marcaban por cada noche que no dormía, su vestimenta estaba un poco desarreglada y ni hablar de su cabello. Todo la hacía verse con más años cuando apenas pasaba de los treinta años.

—No te distraigas mucho y cuidado por donde vengas.

—Entiendo. —Tomó el billete para después salir de pequeño departamento. Fue directo al elevador y presionó el primer botón, pero antes de que las puertas se cerraran una mano apareció al instante, haciendo que el castaño diera un pequeño brinco en su lugar.

Las puertas se abrieron y apareció un hombre alto, este al mirar al menor sonrió sin mostrar los dientes y se detuvo enseguida del chico, igual, mirando hacia el largo pasillo del edificio. El silencio reino en el lugar mientras que el elevador bajaba, Han Gil no se sentía incómodo sino confundido ya que estaba seguro de que ese hombre no vivía en tal lugar, así que lo tomo como si fuera un familiar de x vecino. Ambos estaban tranquilos.

Nuevamente las puertas se abrieron y enfrente de ellos se encontraba la recepción, nuevamente apareció frente a él la mano del extraño en señal de que el avanzara primero, Han Gil se giró un poco hacia él (sin mirarlo) e hizo una pequeña reverencia.

Avanzó hasta la salida con el fin de llegar al supermercado lo más pronto posible.

🌇

Sus pies se movían con velocidad, sentía como su corazón palpitaba rápidamente, aquel pecho subía y bajaba como si acabara de participar en una carrera, se sentía observado, pero por más que mirara a su alrededor no podía ver a nadie.

Faltaban algunas cuadras para llegar al edificio y tal vez, solo tal vez podría sentirse seguro. Ni siquiera contaba con su celular para marcar a alguien cercano o incluso a la policía por si algo le llegara a pasar, maldecía tanto esa noche de que estuviera fría y oscura. Quería hacerse la idea de que podría tratarse de algún perro o gato, pero algo dentro de él le marcaba que no era así.

Siguió caminando con la mirada en el suelo y apretando aquella bolsa de plástico negra, contaba sus pasos ya que tenía la ilusión que así sería más corto el camino, sin embargo, al no darse cuenta por donde caminaba su hombro chocó con el de otra persona, rápidamente levantó la mirada y se giró en dirección a él o ella.

Su miedo creció y lo único que pudo hacer es disculparse bajo y girarse para continuar con su camino, no obstante, ni siquiera había avanzado dos pasos cuando sintió una mano apoyarse en su hombro. ¿Le iban a robar? Pero... Él no tenía nada, ¿Qué le podría dar a ese par de hombres?

No sabía qué hacer, tenía tanto miedo que solo podía pensar en una persona y esa persona era nada más que Baek Dong Sun

—Uh, ¿se les ofrece algo? —Preguntó con una angustia en la garganta.

Primer error.

—¿Qué edad tienes?

¿Qué clase de pregunta era esa? —Se preguntó.

—¿Por qué la curiosidad?

Segundo error.

—Bueno. —El hombre rió sin ganas—. Necesitamos a gente que trabaje para el jefe, y ahora que te tenemos aquí, podrías ser un buen candidato.

—¿El jefe? —dijo con más miedo. —¿De qué hablan? Y-yo... No estoy interesado en ningún trabajo.

Dicho esto, realizó un movimiento rápido para que la mano del hombre lo soltara, no obstante, al dar unos cuantos pasos sintió unos brazos envolverlo y como su cabeza era cubierta con un saco. Inmediatamente comenzó a forcejear e intentó emitir algún sonido, pero una mano grande estaba sobre sus labios, ante eso, también se le complicaba respirar.

Luego de pelear por algunos segundos más sintió como algo duro golpeó su cabeza, nadie sabía que ese sería el último día que verían a Han Gil.

Y, sobre todo, nadie sabía que era el comienzo de una vida gris.

🏔

El castaño abrió los ojos rápidamente al recordar lo que había pasado aquella noche, por una pequeña parte sintió alivio al ver que Dong Sun lo sostenía con tanta delicadeza, pero en su cabeza no podía sacarse las imágenes tan aterradoras, el misterio que lo envolvía por todo ese tiempo por fin era claro. Por fin conocía la verdad ante la gran incógnita que lo perseguía, ahora tenía mucho miedo, miedo a que esos hombres volvieran por él y le hicieran algo peor.

Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, aquellos ojos llenos de luz se cerraron y su cuerpo se puso pesado, el peli-negro al darse cuenta de que el chico no lo seguía besando, lo miró con temor al confirmar que el menor no reaccionaba.

—¿Han Gil? —Tocó su mejilla. —¡Han Gil!

HyunJack.

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