Al filo

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– Si llegas demasiado lejos ya no habrá vuelta atrás –

Nada más despertarme agarro mi portátil y reservo un billete a Londres. No sé porque esos cristales brillantes quieren que llegue allí, pero son lo suficientemente importantes como para que, al menos, vaya.

Tomo el libro que ayer saqué de la biblioteca y paso sus páginas, deteniéndome un poco en el capítulo de inicio de las gemas, que leí anteriormente, y busco el de la gema roja, hasta que encuentro su imagen.

“La gema de la realidad, también conocida como Éter, es una gema del Infinito, el remanente de una singularidad que ha existido desde antes de que comenzara el universo.
Siendo una gran antigua y poderosa fuerza catastrófica, el Éter tiene el potencial de alterar la realidad y transformar al universo entero.”

— Alterar la realidad... — susurro para mí — ¿sería posible? — con una idea latente en mi cabeza, continuo la lectura.

“Esta gema es única ya que, en su forma de Éter, podía manifestarse como un líquido viscoso rojo oscuro, aunque su forma primordial era la de una gema sólida, igual a las otras cinco. Los Elfos Oscuros trataron de transformar el universo usando el Éter.
El Éter representa a la realidad, ya que posee el poder de romper las leyes de la realidad y la física, convirtiendo la materia en materia oscura. Ésta es única debido que, en lugar de tener la forma de una gema u objeto sólido, aparece en forma de un líquido que fluye o una neblina.”

— Tengo que conseguir esa gema — digo — pero, sería imposible, es una fuerza muy poderosa, no podría con ella... A no ser...— me interrumpo a mi misma, con el resultado formándose en mi cabeza — solo robaría parte de la esencia.

Miro desesperadamente en mis cajones, buscando uno de mis proyectos del instituto, este trataba sobre una aguja de gran tamaño que al usarla en un objeto o ser vivo, extraía parte de su “poder” o esencia. Como la savia en un árbol, o parte del producto de súper-soldado si lo usara en Capitán América.

Rápidamente modifico varios parámetros para que se ajuste a lo que quiero. Espero que sea fácil encontrarla en Londres.
En ese momento recuerdo uno de mis sueños con los cristales, aquel en el que se juntaban y se separaban, ¿podría ser aquello una especie de convergencia?

Agarro el libro e indago en él sobre ello.

Durante la Convergencia, todos los Nueve Mundos de Yggdrasil están alineados. Está alineación hace que los límites dimensionales entre cada mundo sea delgada, lo que resulta en diversas anomalías físicas que ocurren al azar. Estos fenómenos son cambios en la gravedad, extrusiones espaciales, y posiblemente ocurren desgarrando el tejido de la realidad. Quizá lo más notable son los agujeros de gusano invisibles que permiten que la materia pudiera moverse entre los mundos. A medida que la Convergencia alcanza su ápice, varios agujeros de gusano más grandes son abiertos en el cielo sobre zonas del centro de cada mundo, con cada portal actuando como una ventana a través de la cual se pueden ver partes de otros mundos.”

— ¡Claro! —expreso — si ocurre una convergencia entre nueve mundos de como sea que se llame esa cosa, podré cruzar a dónde me indique esa gema, y conseguir su esencia, brilla, porque va a estar más cerca, ¡Londres es el punto de convergencia! ¡Sí! — grito, llena de alegría.

— ¿Pasó algo? —dice Chris somnolienta, entrando a mi cuarto.

— Nada, el final de una serie, que acaba como quiero, por cierto, me voy a Londres — respondo rápidamente.

— ¿Qué? — me mira estupefacta— ¿Como qué te vas a Londres?

Recojo mis cosas y voy haciendo la maleta.

— Sí, serán solo uno o dos días, tengo algo que investigar allí —.

— P-pero... ¿y tú trabajo? — replica.

— Ya le he escrito a Luke diciéndole que estaba algo mala, además volveré pronto  — explico.

— Sabes que, haz lo que quieras, cada día te entiendo menos — se rinde, dejando la habitación, a lo que yo suelto una risa.








Unas horas después estoy en suelo británico. Por desgracia, al haber salido a las 10 de la mañana, con 6 horas de vuelo, más el cambio horario, hace que cuando llegue sean las  9 de la noche y haya perdido todo un día.
Busco un bonito hotel donde alojarme y me recuerdo reservar un vuelo para pasado mañana, a las 6 a.m.

Me paso la noche leyendo el libro y buscando información en internet, hasta que cerca de las cuatro de la madrugada decido dormir un poco para no parecer un zombie.

En mis sueños vuelve a aparecer la gema roja, brillando con gran potencia, esta vez está dentro de un edificio abandonado, y creo que quiere que vaya allí.

A la mañana siguiente, con un día lluvioso por delante, tras haber desayunado y con mis imprescindibles pertenencias en los bolsillos llego al lugar donde la gema me guió en el último sueño.

El sitio estaba lleno de policías y ambulancias, cojo uno de los chubasqueros de enfermería y me coloco la capucha antes de seguir andando. Intento no llamar la atención y observo a un rubio musculoso, seguramente de otro reino de los que están en la unión, hasta se parece a Thor de la mitología nórdica; él habla cercanamente con una mujer morena, me da un pequeño pinchazo en la cabeza, ella tiene mi gema, la siento, no sé porqué ni cómo ha llegado a ella, pero me facilitará parte del trabajo.

Saco mi invento para extraer teóricamente la esencia parcial de una gema y me preparo para ello, bajo mi capucha y me incorporo al lado del coche.

Segundos después veo como una mujer de ojos claros y rubia melena bastante irritada viene velozmente hacia mí, me arrastra para ir hasta la parte de atrás  del vehículo y allí me agarra del cuello de mi ropa, a lo que le agarro las muñecas y forcejeo.

—¿Quién eres tú, espía? —masculló la mujer. ¿Quién es esta loca y cómo cree que puede hacerme esto?

—¡Suéltame! —protesté mientras intentaba soltarme.

—¿Karnilla te envió? — me preguntó.

—¿Quién mierda es Karnilla? ¡Déjame! — exigí, apretaba sus muñecas para poder soltarme.

—¡Deja de fingir! —se quejó— ¿Qué es lo que estás buscando?

Paro de resistirme y la miro seriamente, no pienso compartir ninguna gema.

—No es asunto tuyo — replico con aspereza, siendo firme.

La mujer me dirige una envenenada mirada cetrina.

—Dime qué es lo que planea Karnilla, y tal vez te deje ir viva —dice, pero opto por volver a forcejear y a actuar de forma desinteresada.

—¡No sé de qué narices estás hablando! —solté con irritación, esto ya empieza a cansarme

—Estabas espiándolo —gruñó —, a Thor. Dile a Karnilla que si intenta ponerle una mano encima yo...

—¿Thor? —interrumpo, joder, ahora los dioses también existen, ya solo faltaría que el de New York fuera de su familia — Yo no estaba espiándolo, no me interesa en lo más mínimo.

—No te atrevas a mentirme, mortal —amedrenta contra mí, pongo los ojos en blanco, estoy harta de esto, ¿ y cómo qué mortal?

—¡No soy una espía! —declaro exhausta. — ¡Suéltame!

—¿Entonces qué demonios estás haciendo aquí? — pregunta, pero antes de que pueda mandarla de nuevo a la mierda una explosión nos sobresalta, lo que hace que me suelte y me recoloco la ropa.

Fue la morena, parecía que la gema había reaccionado en ella y había generado una onda expansiva que había terminado con una explosión.

—Alguien la hirió —afirma la rubia mientras estudia el perímetro.

—No, no lo creo —susurro sin despegar los ojos de esa mujer, debo conseguir esa gema y rápido.

—Estás espiándola a ella —me acusa — ¿A eso te envió Karnilla?

—Mira, estás cansándome —confesé, ojalá supiera quién es esa Karnilla para estrangularla — No sé quién mierda es Karnilla, y si vuelves a sujetarme voy a demandarte, o algo peor.

—¿Estás amenazándome? —insinuó ella con incredulidad.

—¡Tú me amenazaste primero! —repliqué — y ahora, tengo algo que hacer — hice el amago de ir hacia la morena, pero me detuve.

Entre el disturbio, ella se había puesto de pie y ese tal Thor había empuñado un martillo, y de un momento a otro las dos figuras habían desaparecido en un maremoto de luces y explosiones.

— ¡No! ¿Pero qué diablos fue eso? — quise saber, mi gema había desaparecido de repente.

—¿Estabas espiando a Jane Foster? —preguntó con seriedad.

Paso una de las manos por mi cabello con hastío, mientras murmuro palabras de enfado; no pienso decirle nada hasta que no sepa cómo recuperar mi gema.

—¿Quién te envió? —insiste — ¿Eres una de esos… vengadores?

Esa insinuación provoca que me ría, jamás sería una de esos ególatras, aunque no sé cómo siquiera sabe de ellos cuando obviamente parece ser de otro reino.

—¿Y quién eres tú? — me burlo — acabas de robarme la oportunidad de oro de conseguir mi objetivo, y eso no me gusta nada — digo con  desagrado, y siento unos escalofríos de poder por mi cuerpo, intento calmarme todo lo posible y buscar una forma de detectar  la gema.

—Entiendo —habla de nuevo—. ¿Qué asuntos deseas arreglar con Jane Foster?

—No sé quién es Jane Foster —respondo, sin dejar de mirar al cielo — y sinceramente tampoco me importa.

—¿Entonces eres… una especie de mercenaria? —deduce la mujer.

Me vuelvo hacia ella con una expresión de confusión en el rostro, y después la cambio a  una de incredulidad.

—No tengo tiempo para esto —resolví, antes de alejarme de ella. No dejaba de mirar al cielo por si ese extraño haz de luz iridiscente volvía a aparecer.

—¿Quieres hacerle daño a Jane Foster? — pregunta la rubia, mientras camina detrás de mí.

Me quito el impermeable y lo tiro a un lado del camino.

—¡No! —respondo algo ofendida,  no  me considero una asesina — Pero ella tiene algo que necesito. O eso creo, estoy bastante segura de que posee algo que busco — intento no darle mucha información.

—Aburrido —musita ella con desilusión.

—¿Qué dijiste? — replico, a la  vez que me paro y giro para mirarla. La mujer me imita, pero sonríe con abierta curiosidad.

—¿Y qué es eso que estás buscando? —pregunta con diplomacia.

—Es… complicado —respondo mirándola intrigada — aunque obviamente no voy a decirle  nada a una loca que me asalta de repente y me habla de alguien a quien  no conozco, y menos cuando esa persona me ha hecho perder mi valioso y escaso tiempo — miro otra vez al cielo y sacudo mi mano por lo alto, a ver si esa cosa vuelve a aparecer.

— Eso no funciona  así — dijo amablemente, muy extraño, siento que está intentando investigarme — no van a volver mágicamente, quizá si me dices lo que buscas pueda ayudarte—.

—¿Ayudarme después  de interrogarme? Curioso, pero no gracias, creo que podré conseguir lo que quiero sola — le sonrío cínicamente, no me fio de ella —.

— No creo — la miro dubitativa — a no ser que sepas conductos secretos para llegar a Asgard — ¿Asgard? Desearía que jamás hubiera hecho ese trabajo de mitología nórdica.

— ¿Así que eres asgardiana? ¿Qué se te ha perdido por la Tierra, hechicera? — su mirada se vuelve estupefacta, lo de cambiar el juego da sus frutos — ¿Qué, lo eres no? Pero desgraciadamente tu historia no salía en los libros, si no conocería tu nombre.

—No tengo porqué darte explicaciones mortal, pero puedo ofrecerte un trato —resuelve ella—. Lo que sea que necesites, puedo ayudarte a conseguirlo.

—¿ Y qué obtendrías tú a cambio?  — la sonrío, viendo como su expresión se vuelve pensativa.

—Necesito el acceso a la mayor fuente de información en Midgard —solicita—. Le llaman «internet».

— ¿Internet? — esta mujer me va a dar parte de la esencia de una gema del infinito por Internet, ¿los asgardianos serán todos así?— Bueno, entonces parece que tenemos un acuerdo,  ¿tu nombre es?

—Amora —responde la asgardiana.

— ¿Amora? ¿Como amor? Tal y como mirabas a ese rubio no parecía estar muy interesado en tu amor, Amora  —me burlo, aunque no sé si es lo más prudente teniendo en cuenta que es de otro planeta.

Amora finge una sonrisa.

—¿Cuál es tu nombre, mortal?

— Olive Dahlian —.

—Olive hija de Dahlian — me llama con una sonrisa—, ¿Todos los mortales son tan irritantes como tú?

— Aquí no usamos el apellido así Amora, y no, conozco a alguien peor  — me dirijo a ella en el mismo tono, como Strange por ejemplo.

—¿Stephen? ¿Él es tu esposo? —infiere Amora con perspicacia.

— ¿Cómo sabes de él? — digo amenazante, no quiero que sepa sobre mi, es más, por qué lo sabe.

—No lo hago —explica —. Pero estás pensando en él. Puedo escucharlo...

La miro sorprendida — Sal de mi cabeza, hechicera — le exijo — yo te juzgo por lo que he visto no por meterme en tu mente.

—¿Así que no tienes esa habilidad? —pregunta Amora.

— No entro en mentes ajenas si es a lo que te refieres, solo soy buena observadora —.

—Una entrometida —corrige Amora—. ¿Vas a decirme qué es lo que buscas?

— ¿No lo has encontrado ya en mi  cabeza? — respondo mordaz.

—Hay mucho en tu mente, para ser una simple mortal —señala—. No… no entiendo qué son esas...

— Hay sueños que no pido tener, Amora — la miro fijamente — y quiero uno de esos cristales.

Amora me mira con suspicacia.

—Eso que buscas parece... poderoso —apunta Amora—. Ningún mortal podría soportarlo.

— Lo es, y estoy dispuesta  a correr ese riesgo — sonrío.

Amora lo reflexiona por un momento, parece sopesar sus opciones.

—Bien —Amora sonrió—. Te ayudaré. ¿Alguna idea de cómo podemos obtenerlo?

— Genial, nos vamos entendiendo —hago una pequeña pausa y saco mi recolector del bolsillo  — este aparato te ayudará a obtener esa magia, solo, no hagas que ella explote y te mande lejos antes de conseguirlo, le inyectas esto —señalo la aguja — y el aparato sacará lo que quiero.

Amora toma el aparato en sus manos y lo estudia por un momento.

—De acuerdo —concedió con una sonrisa mezquina—. Tendrás lo que buscas, Olive.

— Oh,  se me olvidaba —le entrego mi teléfono desbloqueado — el Internet.

—¿Esta cajita  es la mayor fuente de información de Midgard? —pregunta escéptica.

— Mayoritariamente si, tan solo tienes que entrar en Google — sonríe astuta.

—Bien —Amora se guarda el aparato en el bolsillo de su túnica.

La miro algo incrédula — no vas a devolvérmelo  ¿verdad? —.

Amora esboza una sonrisa de oreja a oreja.

—Te veré después, midgardiana —repuso, antes de desaparecer en el estallido de luces.

— Oh, genial, más vale que tarde poco en conseguir mi gema — digo, mirando al cielo, por donde se había ido mi nueva aliada, si es que podía llamarla así.





Por la tarde, mientras mi nueva amiga seguía desaparecida, emprendí una investigación exhaustiva sobre ella, en mi portátil, porque mi teléfono se lo había llevado la asgardiana, si es que a veces soy tonta.

Encuentro algo de información en la mitología nórdica.

“La familia de "La Encantadora" es desconocida, aunque se sabe que nació en Asgard y tiene una hermana llamada Lorelei. Amora comenzó a aprender magia como aprendiz de Karnilla, la Reina Norn, pero finalmente fue desterrada.”

Así que esa es de quién hablaba — sonreí para mí — tal vez tú sepas algo o poco sobre mí, pero yo puedo buscar mucho sobre ti.

Continuó aprendiendo magia por sí misma, sobre todo seduciendo a otros bien versados ​​en magia y aprendiendo sus secretos. Con el tiempo, Amora se convirtió en una de las portadoras de magia más poderosas en Asgard, con su arsenal mágico centrado en (pero no limitado a) gente encantadora y que controla la mente. Su belleza por entonces bien conocida no obstaculizó en esto.


— Interesante — susurro, y busco "poderes de Amora, mitología nórdica"

“Aparte de las aptitudes mejoradas de los asgardianos, en fuerza, destreza, agilidad y velocidad, La Encantadora posee también varias habilidades a través de poderes místicos, como:

Control mental, telepatía, viaje dimensional, explosiones de energía, levitación e ilusiones.”

Sigo navegando en varias pestañas y web's, hasta que la información que encuentro es tan poco fiable que decido apagar el portátil.

Cojo uno de los abrigos que tengo en la maleta y salgo a dar un paseo. Había ido anteriormente a Londres, en viajes del instituto y la universidad, pero nunca antes me había parado a apreciar su arquitectura e imagen, en verdad, parece un cuento de la época victoriana esperando a que recorras sus calles, observando todos y cada uno de sus detalles, con las gotas de lluvia siguiéndote a cada paso.
Siento que estos días me han sobrepasado un poco y esos extraños sueños, no tienen siempre sentido, tengo que empezar a preguntarmelo, ¿Por qué los tengo?








Llegada la noche subo a la azotea del hotel, esperando que la hechicera aparezca antes de que salga mi vuelo. La mujer de cabellos rubios aparece segundos después del estallido de luces que la había hecho desaparecer hace unas cuantas horas.

—Este palacio no está tan mal —apunta Amora, como saludo—. Mi hermana tenía uno así.

— El hotel no es mío asgardiana —le comento — aquí se reserva una habitación y pagas por ella.

—¿Y por qué estás viviendo en una posada, Olive Dahlian?

No pude retener una risa.

— No vivo aquí, estoy solo temporalmente, mi casa permanente está  en otra ciudad — le explico.

—Así que eres una viajera —deduce. 

— Se puede decir así, en la Tierra los llamamos turistas —. digo, ante su confusión.

—Yo también soy una turista —comenta Amora—. Volví a Asgard, pero antes de eso pasé mucho tiempo viajando. Pero algo me dice que tú estás huyendo.

— Ehh, no es exactamente ese significado, pero da igual — hago una pausa, reflexionando las palabras de Amora — No huyo, estoy de búsqueda, creéme no tengo razones para huir de mi hogar.

—Todos tenemos razones —declara Amora. Por un momento guarda silencio, y después se saca mi extractor del bolsillo con desconfianza—. En fin, aquí están tus muestras. 

Tomo mi invento de las manos de la hechicera, e inspecciono el líquido bermellón de su interior, corroborando que las características de este concuerden con las del libro.

— Parece ser lo que busco — hablo — ¿te costó conseguirlo? 

—Como quitarle una espada a un bebé —se burló—. Fue fácil. 

— ¿A los  bebés asgardianos les dais espadas? — la miro como si estuviera loca.

—Espadas con poco filo —explica Amora. Después de un rato, vuelve a hablar — Olive Dahlian, no es que me interese qué uso vas a darle a esa cosa. Solo me preguntaba… ¿Sabes exactamente qué es?

Dudo antes de responder — Creo saber bastante, o bueno, lo suficiente sobre lo que es, y tampoco es que haya mucha más información fiable sobre ella, por lo menos aquí —.

—Bueno, hay algo de información en Asgard —comienza Amora — Esto es probablemente lo más antiguo del universo. Y no es el único en su clase. Hay más… 

Hizo una pausa, y estudia mi rostro con suspicacia. Sin embargo no me afecta en absoluto, sé lo que es, y lo que puede hacer.

—En tus sueños lo has visto, y de algún modo lo encontraste sin ningún tipo de magia — me acusa — ¿Cómo es posible?

— No lo sé, pero aunque lo supiera no confío lo suficiente en ti como para decírtelo, ¿o es que tú no tienes sueños extraños, Amora? —replico.

—Karnilla me enseñó que todos los sueños esconden secretos —explica ella.

— Por curiosidad, ¿La tal Karnilla es tu madre entonces? — pregunto, ignorando el tema de los sueños y recordando como horas antes la había nombrado al interrogarla.

—¿Esa bruja? —pregunta Amora ofendida—. No, ella es la reina de Nornheim. Está demente y quiere asesinarme. Solo pensé que ella te había enviado porque eres bastante… extraña. 

— Reyes, reinas, dioses... ¿Cuánta gente hay allí? — hablo con sarcasmo— No sé si tomarlo como un cumplido, pero gracias, no me importa parecer extraña —respondo —.

Amora sonríe. 

—Solo sé que los mortales no tienen sueños así —.

— No te cansas de preguntar por ellos, ¿no? — intento cambiar los roles — ¿Qué  hay en tus sueños para que te intereses tanto en los míos Amora?

—También tengo sueños extraños —revela Amora—. Y por lo que he visto, siempre se cumplen. Lo que has visto podría cumplirse. 

— Quizá sea así, pero de momento, solo parecen guiarme —sonrío enigmática.

A lo que me devuelve la sonrisa con astucia.

—Olive Dahlian, puede que creas que tus sueños son solo tuyos, pero entrar en tu mente es sencillo —informa—. Alguien podría estarte guiando a propósito. 

— Te agradecería que dejaras mi mente de forma permanente, me irrita muchísimo eso y aunque alguien me guiara, me lleva a cosas que son para mi beneficio, así que no creo que me estén controlando — sentencio, con una mirada fría. Estoy harta de sus intentos de manipulación.

—¿Tu beneficio? — comienza a impacientarse—. ¡Esto podría matarte! En algunos minutos alguien podría venir y quitártelo. Solo piénsalo, Olive. 

— Nadie osará hacer eso, sobre todo cuando no esté dentro de este tubo, y he pasado por cosas peores que no me han matado —uso el mismo tono que ella. 

—Bien —masculla Amora—. ¿Sabes? La vida midgardiana es corta, Olive, quizá podrías no ser tan estúpida como para seguir arriesgándola.

— Siempre me he considerado más que una simple humana y así lo parezco, más fuerza, más velocidad y más resistencia, mi padre decía que era toda una atleta, creo que lo soportaré. — sonrío astuta.

Amora me devolvió la sonrisa con sarcasmo. 

—¿Crees que eres más fuerte que yo? —amedrenta—. Puede que en Midgard seas fuerte, pero hay otros nueve mundos allá afuera.  

— Sé que hay seres con más poder que yo, pero conseguiré más y las cosas de mis sueños me lo proveerán, solo busco algo justo — digo, recordando todo el poder que tienen los vengadores y que a ellos nadie les pone replicas.

—¿Puedes controlar eso? —me desafia Amora—. Veo que solo aparece cuando sientes ira. ¿Eres una hechicera o solo es un don?

— ¿De qué estás hablando? — pregunto entre confusa y enfadada.

—Tus ojos —explica Amora—. Brillan. ¿No lo sabías? —se burló. 

—Me lo habían comentado, pero aún no sé de lo que soy capaz —repongo — y eso debería asustarnos a ambas. 

—No te tengo miedo, Olive —declara Amora con confianza—. No lo haré ahora, pero ten por seguro que acabaré contigo. Y cuando lo haga, vas a devolverme ese éter. 

Amora se vuelve hacia la ciudad, dándome la espalda, lo que interpreto como un acto engreído. Yo perdía cada vez  más la paciencia y el descontrol se apoderaba de mi.

—Puedes cuidarlo por mí, mientras tanto —concede con una sonrisa.

— No debiste amenazarme Amora, y mucho menos darme la espalda — determino en un tono iracundo. Me concentro en desatar esa nueva habilidad, y mientras mis ojos adquieren un fulgor sobrehumano, extiendo los brazos. 

Siento como potentes ondas de poder cruzan mis brazos hasta llegar a mis manos, donde se expanden y desaparecen hasta llegar a ella.

Por un minuto, noto su cuerpo estremecerse, y al darse la vuelta con una expresion sombría, relajo mis brazos y paro lo que fuera que hacía.

—¿Qué hiciste?  —desea saber Amora. 

— Te lo advertí — me dirijo hacia ella, con una mirada algo cansada. 

—Puedes creer que serás capaz de controlarlo, Olive, pero no es así —desprecia, dirigiéndome una última sonrisa, antes de empiecen a aparecer los cúmulos de luz, y desaparece diciéndome—: Si llegas demasiado lejos ya no habrá vuelta atrás. 

Por desgracia, a ella no le da tiempo a escucharme.

— Te equivocaste de persona Amora, “La Encantadora” — hablo mientras observo ese bonito líquido granate moverse en el cristal.

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Hola! Capitulo largo e intenso, chicxs estoy pensando en cambiar de un narrador en primera persona a uno en tercera, es decir, en vez de que narre Olive, que narrara yo, ¿qué les parece? ¿Lo dejo así o lo cambio?  Vale, hermosas, ya lo decidí, a partir de este cap. tendréis el narrador en tercera persona.

Darle LOVE ❤️

Hasta el próximo capítulo

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