Desconocido

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"Si no puedo con esto, todo lo que he hecho no servirá de nada"

La chica de pelo azabache abre la puerta y entra en su casa, deshace la maleta somnolienta y se prepara un café bastante cargado para ir a trabajar. Mientras remueve la cuchara piensa en el poder que se almacena en la probeta que ha traído de Londres, en lo que puede conseguir con ella. Una idea se refleja en su mente y saca el libro de las gemas de su mochila, le da un sorbo a su café a la vez que pasa rápidamente las páginas, y lee las aptitudes de cada uno de esos cristales de colores. Se da cuenta en ese momento de que ya no tendría que buscar más elementos radiactivos, solo buscarlas a ellas.

Antes de irse le deja una nota a su mejor amiga y coloca la probeta entre sus papeles del trabajo con gran cuidado, debía hacerle algunas pruebas previamente a inyectarse esa nueva sustancia mágica.

En el camino, a la vez que llevaba su moto por las bulliciosas y abarrotadas calles de New York, su mente trabajaba arduamente en la comprensión de aquellos misteriosos cristales luminiscentes, intentando explicarse la situación a sí misma, que su extraño producto radiactivo le había dado una habilidad para ella desconocida, y que sus sueños, ajenos a la realidad, le mostraban una magia que según la asgardiana, nunca llegaría a controlar.

Llega pronto, cuando afortunadamente no hay nadie en el laboratorio. Saca la probeta y la coloca delicadamente en el análisis de sustancias, tras ese análisis, mira la hoja de resultados, ninguno, ninguna referencia a nada que fuera terrestre, no había siquiera un parámetro que tomar de semejanza para saber qué esperar. Pasa el contenido bermellón con gran cuidado a un recipiente más grande y llena una pequeña aguja con esa materia entre líquida y gaseosa.

Toma uno de los pequeños ratones de la jaula y lo acaricia, a la vez que inyecta en él una ínfima parte de la sustancia. Los ojos del pequeño ratón se iluminaron momentáneamente, de un potente granate, y después empieza a cambiar, a lo que Olive lo mete en una de las jaulas, al ratón lo envuelve un aura roja y este se convierte en una tortuga, en una hormiga y hasta en una mariposa, tras unos minutos de varias transformaciones, el ratón vuelve a su forma original y muere.

La chica lo observa, entre confusa y asustada y parpadea repetidamente, si se moría por la búsqueda de más poder, de nada servirían todas sus investigaciones sobre él.

- Si no puedo con esto, todo lo que he hecho no servirá de nada - suspiró.

Pasa varias horas en ese laboratorio, trabajando, calculando, disimulando ante sus compañeros preguntones, viendo como las agujas del reloj encima de la puerta giraban sin parar, sin importarles nada. Llegada la noche se sienta en su escritorio de nuevo y se suelta el pelo que llevaba todo el día recogido en una alta coleta, mira la probeta delante suya, ese líquido bermellón que había pasado por más de treinta recipientes en toda la tarde y que le había dado dolor de cabeza. Ahora dudaba, ¿Por qué? Se preguntaba, estaba decidida a conseguirlo de las manos de aquella asgardiana, pero llegaba la hora de decidir y... No podía, quizás habían sido esos extraños y nuevos poderes los que la desconcertaban, o la sobrecarga de sueños y las pocas horas de descanso. Frotó sus ojos y suspiró.

- A la mierda - dijo.

Recogió sus cosas, incluyendo la esencia de la gema, se puso la mochila al hombro y salió de esa sala.

Recorrió los pasillos en busca del arrogante, egocéntrico e insoportable Stephen Strange, y no precisamente por que le fuera a dar algún tipo de información profesional, hasta que de la nada se topó con la doctora Palmer; lo que me faltaba, pensó la joven azabache.

- Hola Palmer - la saludó con una sonrisa completamente fingida - ¿ Sabes dónde está Strange? Debo entregarle unos documentos del laboratorio -.

La mujer de pelo castaño la observó, sin fiarse demasiado de ella, pero con una sonrisa en los labios - en su despacho, terminando de trabajar - le indicó.

- Vale, gracias - respondió, queriendo alejarse de esa mujer lo más rápido posible - que antipática es - susurró Olive ya cerca de la puerta del despacho.

Al llegar allí, abre la puerta sin siquiera llamar antes y se encuentra con los ojos de Stephen.

- ¿Me has echado de menos? - sonrió divertida mientras avanzaba hacia la mesa del cirujano y dejaba su mochila en una de las sillas del cuarto.

- No, la verdad - habló serio el hombre, sin mirarla, pues estaba ocupado con unos papeles encima de su escritorio - ¿Acaso tú a mí sí?

- Tal vez - dijo la chica, cerca suya - Aunque quizá no exactamente a ti.

El castaño levantó su mirada de los informes con una sonrisa ladina, para posar sus ojos en los de Dahlian.

- Lo que vienes a buscar te lo ofrecí hace poco, y lo rechazaste - contestó, altivo - ¿qué te hace creer que la oferta no ha expirado?

La chica se movió colocándose justo detrás de Strange, y agachó su cabeza hasta el cuello de este, pues estaba sentado.

- Cualquiera diría que me estás rechazando - contraatacó ella, besando suavemente su cuello, tentándolo.

- Puede que sí - se resistió él, a la vez que cerraba los ojos y sentía un cierto cosquilleo que llegaba a su entrepierna, pero no podía dejar ganar a la azabache, no después de que ella se negara la última vez.

- Ambos sabemos que no - dijo con un tono seductor en su oreja, para posteriormente volver a recorrer el cuello de Strange con sus labios.

- Quietecita Dahlian - advirtió él - no todo puede ser cuando tú quieres - movió la silla, alejándose y girándola para quedar frente a ella.

- ¿ Y por qué no ? - habló burlona, acercándose.

- Porque esta vez soy yo al que no le apetece - dijo, desafiante.

La chica no pudo reprimir una sonrisa, estaba excitando a Stephen, se notaba claramente en sus pantalones pero le estaba echando un pulso, y ella iba a ganar, ¿no quería? Estaba bien, sin embargo eso no iba dejar que se quedara sin diversión volviéndole un poco loco.

- Eso, es mentira - sonrió ella.

- No puedes saberlo -.

- Oh, si, cariño - utilizó el mote como burla - te delata tu erección en los pantalones.

- Detesto tus juegos -.

Stephen se puso serio, si, quizá le encantaba tener a la imponente mujer delante suya, encima de él, pero los dos eran igual de arrogantes y no soportaba dejarla llevarse ese punto en la discusión.

Olive por otro lado había llegado hasta Strange y se había colocado sobre él, haciendo que su erección creciera notablemente.

- Te encantan mis juegos admítelo - susurró ella, mirando los ojos duros y azules del cirujano.

El castaño no se pudo resistir mucho más y comenzó a besar el cuello de la azabache, a la vez que ella empezaba a levantarse de su sitio, con una sonrisa.

- Aunque, en fin, si no quieres, no puedo obligarte - habló mientras caminaba hacia la puerta, llegando a abrirla.

El hombre se levantó, también con una sonrisa en los labios.

- Oh, no Olive, hoy no te escapas - dijo, agarró su brazo y la giró para que le mirara.

La chica sonrió y mientras sus labios se juntaban con los de Strange, cerró la puerta.

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Maratón 1/3
¿Qué tal les pareció hermosas?
¿Preparadas para más?

Darle LOVE ,💙💣

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