Capítulo Dieciocho:

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Christopher... —empecé, pero me interrumpió de nuevo, posó su frente sobre la mía y cerró sus ojos.

—No tienes que decidir ahora. Solo quiero que pienses en lo que podríamos tener juntos, por favor, por favor, mi ángel, piensa en esa noche que me pediste que me quede contigo, esa noche que te protegí de tus miedos, ¿por qué no puedes pedírmelo por el resto de nuestras vidas? —abrió sus ojos en una mirada afligida que se clavó sobre mí.

Sabía que estaba intentando manipularme, pero también sabía que tenía razón, a su lado aquella noche había sentido una tranquilidad increíble, una calma que me brindó después de todo lo que sufrí.

Sabía que no podía confiar en él, pero también sabía que sus sentimientos hacia mí, quizás algo obsesivos, eran sinceros.

La cercanía de su cuerpo, el calor que emanaba y la intensidad de su mirada hicieron que mi corazón latiera con fuerza. Intenté apartar la mirada pero él sostuvo mi rostro con una mano, su pulgar acariciando suavemente mi mejilla.

—T/n, ¿No estás cansada de tener que controlarte todo el tiempo? ¿No quisieras dejarte llevar por lo que sientes? —susurró, su voz baja y cargada de tentación.

Su presencia era abrumadora, y aunque mi mente me pedía que me alejara, mi cuerpo parecía tener otros planes.

Él se inclinó más cerca, sus labios ya casi rozando los míos en un susurro de un beso.

—Esto no está bien —logré articular, pero mi voz sonó débil incluso para mí misma.

—Dime que no sientes lo mismo, dime que no te sientes viva cuando estoy así de cerca —murmuró, ya sus labios tocaban los míos cuando hablaba.

Su otra mano se deslizó por mi espalda y me acercó más a él causando que su cuerpo intimide al mío con tal inexistente distancia, la electricidad entre nosotros era palpable, que no era lo único palpable que sentía si a la cercanía de sus caderas con un bulto creciente me refería.

Me sentí perdida en la intensidad de sus ojos, de su cuerpo, de su voz y el momento, pero la realidad volvió con fuerza, recordándome que esto no era lo correcto.

—No puedo, no así —sentencié, tratando de apartarme, sus manos me aprisionaron en su cercanía.

—Por favor, mi ángel —su voz era un ruego cargado de una desesperación que nunca había visto en él.

La tensión era insoportable, podía sentir su deseo, su necesidad de tenerme, y eso solo aumentaba la confusión en mi mente y el miedo de lo que me causaba.

Me estaba arrastrando a su infierno de deseo.

—Dame tiempo —le pedí finalmente, tratando de encontrar un punto medio.

Él asintió, pero no me soltó, por el contrario, sus labios finalmente se posaron sobre los míos, en un beso que comenzó suave pero rápidamente se volvió más y más feroz, fuerte, apasionado, candente.

Y solo entonces hice lo que me había dicho antes, me dejé llevar.

Me aferré al cuello de su camisa para cerrar cualquier espacio entre nosotros y su mano en mi espalda me acercó aún más a él.

No sabía qué tan lejos podíamos llegar después de aquello, pues la calentura solo crecía más y más en mi interior.

El beso a la final se rompió cuando ambos nos quedamos sin aliento, ambas respiraciones agitadas, apenas a algunos centímetros aún, él me miró con una mezcla de triunfo y deseo.

— ¿Ya ves que no fue tan malo? —no pude decirle nada y él solo soltó una risa pequeña y a la vez ronca, suspiré y traté de alejarme, pero sus manos se posaron en mis brazos y me jalaron hacia él, haciendome chocar con su pecho —Te daré tiempo, pero no te dejaré ir, eso no me lo pidas más, y menos después de esto —se acercó a mi cuello y depositó uno que otro beso mojado allí.

¿Yo? Yo ya no tenía ganas de alejarme.

Nos quedamos en silencio, sus manos subieron a mi rostro, nuestras respiraciones entrelazadas.

Yo estaba caminando por una cuerda floja y muy delgada, pero estaba consiente también que debía encontrar la manera de huir de él, pues ya no había esperanzas de que me dejara libre, todo esto debía hacerlo sin perderme por él, con él.

De vuelta en el coche el silencio entre nosotros era denso y cargado de muchísima tensión sexual.

Finalmente cuando llegamos a su casa se volvió hacia mí.

—Si me dejas opinar, la noche de hoy fue bastante emocionante —me confesó con una sonrisa que me contagió.

—Yo diría más bien interesante —mi respuesta, algo coqueta, lo tomó por sorpresa, bajé del vehículo y él siguió tras de mí, su mano se posó en mi cintura guiándome dentro de casa con una seguridad que solo aumentaba mi sensación de aprisionamiento.

En aquel momento no pensaba sino en llegar a mi habitación, darme una ducha e irme a dormir para olvidar toda esa tensión que seguramente después me sabría a culpa, por caer.

Apenas llegué a la misma, me despedí de Christopher y cerré la puesta y me recosté en ella, me mordí los labios y suspirando recordé tan candente beso, no sé si fue la calentura por recordar ese momento, la falta de sexo que traía de ya algún tiempo, el exceso de manipulación que había ejercido toda la noche o el alcohol que contenían las bebidas que había tomado, pero los culparía a todos ellos antes de aceptar que lo siguiente que hice fue movida por todo el deseo que llevo evadiendo sentir por Christopher.

Tomé el pomo de la puerta y con brusquedad lo giré, caminé hacia la habitación de él y me metí en ella sin haber tocado la puerta.

¡¿Qué demonios trataba de hacer?!

—Ehh yo... —me quedé muda al verlo sorprendido, sin su camiseta y su pantalón a medio desabrochar, parpadeamos en un silencio que lo sentí eterno y procedí a cometer el crimen contra mi consciencia.

Di unos pasos hasta estar cerca de él, cuando iba a preguntar qué sucedía, lo tomé de la nuca y lo jalé hacia mí con fuerza.

Entre sorpresas no tardó en corresponder a mi beso, caminé como pude hasta que sus muslos chocaron con el borde de su cama, mordí su labio y me alejé de él, solo para cagarla aún más.

Puse mis manos en su pecho, totalmente duro y bien definido cabe recalcar, lo empujé causando que cayera sentado sobre la cama, sin dudarlo me subí sobre él y me acomodé con toda mi humedad, tan solo cubierta por una delgada tela de algodón, en toda su erección creciente para enseguida acercarme a sus labios.

—Me importa una mierda lo que sea correcto o si mañana sigo pidiendo que me dejes ir, hoy tómame toda, hazme tuya, Christopher Bang, cógeme tanto como te plazca —susurré en sus labios solo para sellar nuestros labios al final.

Ufff, de verdad me emocionaría mucho saber cuáles fueron sus reacciones, así que por favor comenten 🫶

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro