Capítulo Diecisiete:

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—Eso no es una oportunidad, Christopher, es una prisión y tú dijiste que no querías que lo fuera para mí, que querías que me sintiera libre—respondí, levantándome de la silla.

Christopher se levantó también, rodeando el escritorio hasta quedar frente a mí. Su altura y su presencia imponente me hicieron sentir pequeña, pero no iba a retroceder.

—Claro, libre aquí dentro fue lo que dije. No es una prisión, quiero que lo veas como una nueva vida, una vida que podemos construir juntos. —dijo, su tono más suave, pero su mirada aún intensa.

—No puedo aceptar eso, quiero volver a mi vida —dije, tratando de mantenerme firme.

— ¿De qué vida hablas? ¿Tu trabajo? En tu ausencia me dieron tu proyecto a mí y tu puesto a otra, ¿Tu relación? Ya no existe, ya no tienes nada de tu vida, ¿Cuántas mujeres allá afuera no querrían que de pronto un tipo guapo, sexy y con muchísimo dinero les solucione la vida tan solo pidiéndoles que se queden con él? —dijo, acercándose un poco más.

Dimos un paso más cerca el uno del otro de una manera desafiante, y aunque sentía un fuerte impulso de retroceder, me mantuve en mi lugar.

—Yo no soy así y no me interesas, no quiero esto, ¿acaso no tengo elección? —pregunté, desafiándolo con mi mirada.

Christopher se quedó en silencio por un momento, luego extendió una mano y acarició suavemente mi mejilla. Me estremecí ante su toque, una mezcla de repulsión y algo más que no quería admitir.

—Siempre tienes una elección, T/n, pero es mejor para ti que elijas quedarte conmigo —dijo, su tono suave, pero sus ojos ardían con una intensidad que me inquietaba.

Aparté su mano y di un paso atrás.

—Estas no son las formas, Christopher —dije, tratando de alejarme.

Él asintió, aunque sus ojos mostraban una clara señal de que no estaba complacido.

—Piénsalo bien, mi angel, ni siquiera te estoy pidiendo que vayas a la cama conmigo —Me miró de arriba a abajo —A menos que quieras.

Sonrió con superioridad y rodeé mis ojos.

—Solo recuerda, que aquí siempre tendrás un lugar seguro. —dijo, su voz volviendo a ese tono tranquilizador.

Salí de su oficina con el corazón latiendo con fuerza, sabía que el tiempo no estaba de mi lado, y que cada momento que pasaba en esta casa me acercaba más a la trampa de Christopher.

Tenía que encontrar una forma de escapar, pero también tenía que ser cuidadosa.

Ya en la habitación noté un vestido corto y ajustado, pero muy elegante encima de la cama, junto a unos tacones negros preciosos.

Cada vez que intentaba pensar en una manera de escapar, me encontraba con un muro de incertidumbre, sabía que Christopher tenía recursos y conexiones que hacían que cualquier intento de pedir ayuda fuera inútil, era un hombre poderoso y eso me dejaba con pocas opciones.

Suspiré mirando el vestido aún sobre la cama, me vestí, maquillé y peiné, la asistente llegó y me condujo fuera de la casa, hasta un coche de lujo que nos esperaba. El viaje fue corto y pronto nos detuvimos frente a un restaurante que solo podría describir como opulento.

El exterior era impresionante, pero cuando entramos me encontré rodeada de un lujo que solo había visto en películas.

Las paredes estaban adornadas con paneles de madera oscura y cuadros de artistas famosos, candelabros de cristal colgaban del techo, iluminando las mesas cubiertas con manteles de lino y arreglos florales impecables.

Christopher me tomó de la mano y me condujo a una mesa reservada en un rincón privado, con vistas a un hermoso jardín japonés a través de un ventanal. La mesa estaba decorada con velas y un arreglo de flores frescas que desprendía un delicado aroma.

—Espero que te guste este lugar, es uno de mis favoritos. —dijo Christopher mientras nos sentábamos.

—Es... impresionante. —admití, aunque mi mente seguía buscando una forma de hablar sobre mi deseo de irme.

Mientras los meseros nos servían platos de cocina gourmet y vinos caros, Christopher mantenía la conversación ligera, hablando de negocios y eventos sociales, como si nada fuera anormal.

Cada vez que intentaba cambiar el tema y mencionar mi deseo de irme, él lo evadía con una habilidad desconcertante.

—Christopher, de verdad necesito volver a casa y mi trabajo, a mi vida. —dije finalmente, tratando de sonar firme.

Él me miró, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y determinación.

—T/n, ya hemos hablado de esto. Aquí estás a salvo y cuidada, no quiero que te preocupes por nada. —aclaró, tomando un sorbo de vino.

—Pero mis padres... —empecé a decir, pero él me interrumpió.

—Tus padres están de acuerdo conmigo, ellos quieren lo mejor para ti, y ahora mismo, eso es estar conmigo. —dijo, su tono dejando claro que no había lugar para discusión.

Sentí una oleada de frustración y miedo, estaba atrapada en una jaula de oro, y solo él tenía las llaves.

—No entiendo por qué insistes tanto en que me quede. —le dije, mi voz temblando ligeramente.

Christopher se inclinó hacia mí, sus ojos clavados en los míos.

—Porque me importas, quiero lo mejor para ti, quiero que seas feliz, y sé que puedo darte eso. — su voz era baja y con intención de persuadirme.

—Eso no es felicidad. —murmuré, apartando la mirada.

Christopher suspiró y se recostó en su silla, observándome con una mezcla de paciencia y exasperación.

—T/n, entiendo que estés molesta. Pero te prometo que con el tiempo verás que esto es lo mejor. —dijo, su tono casi suplicante.

La cena continuó en un silencio tenso y finalmente, cuando terminamos el postre, Christopher se levantó y extendió una mano hacia mí.

—Ven, quiero mostrarte algo. —dijo, su sonrisa cautelosa pero sus ojos aún llenos de esa intensidad inquietante.

Lo seguí fuera del comedor privado, pasando por el elegante restaurante donde otros comensales disfrutaban de sus cenas en un ambiente de lujo y serenidad. Me llevó hasta el jardín japonés que habíamos visto desde nuestra mesa, el lugar estaba iluminado con linternas de papel que daban una luz suave y romántica al entorno.

—Es hermoso, ¿verdad? —dijo Christopher, acercándose a mí.

—Sí, lo es. —respondí, mi voz apenas un susurro.

Él se volvió hacia mí y tomó mi mejilla.

—Quiero que sepas, T/n, que haré todo lo posible para que seas feliz. —dijo, su voz suave pero firme.

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