CAPITULO 6

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Pov's Sky

Había conseguido que James me dejara quedarme en casa de Ivy con demasiada facilidad. En realidad, después de lo que pasó ese día en mi habitación me ignoró por unas 72 horas y aprovechando que se mantuvo sobrio durante ese tiempo tomé el valor y le pedí permiso. Creo que accedió porque se sentía culpable.

El hermano de papá no era una mala persona. Solo es que se transformaba cuando bebía.

Al principio, cuando lo conocí por primera vez pareció amable y relajado, duró dos semanas. Entonces se emborrachó, al inicio era cada tres días, después algo diario. Pese a ello todo iba bien, hasta que cometí el error de meterme en su camino cuando estaba ebrio, fue así que conocí la parte peligrosa de él. En aquella ocasión sólo me sacudió un poco porque uno de mis comentarios lo hizo enojar, fue tan insignificante que ni siquiera recuerdo qué dije, pero dejó un morado en mi brazo.

Lo que sucedió en mi habitación el primer día de clases parecía la vida de otra persona, no la mía. Sin embargo no había vuelto a suceder. Me pidió disculpas después de concederme el permiso y aunque al día siguiente se emborrachó no me causó problemas.

Me encargué de llamarle a papá, no esa noche -porque se daría cuenta de que había estado llorando-, si no al día siguiente y descubrí que James estaba sobrio cuando respondió su llamada así que mi padre no sospechaba nada.

Dejando de lado a mi tío borracho, la vida en Silver Falls era buena; El pueblo tenía pocos habitantes, por lo que parecía que todos se conocían. Las personas eran amables, en su mayoría, y casi todo estaba a máximo quince minutos a pie, en parte por eso rechacé la oferta de papá de enviarme mi auto. Los días eran tranquilos, nada que ver con el ajetreo de Los Ángeles.

Durante el fin de semana no había salido, por lo que apenas vi a mis amigos y a Dylan. En el fondo estaba agradecida por no toparme con el último; sé que tenía derecho a decir "No" pero no pude evitar sentirme culpable de que se aventara al agua.

Sabía que terminaría por encontrarmelo, pero fue más temprano que tarde. Estaba en el pasillo mientras yo me dirigía a clases. Nuestras miradas se toparon, sin embargo no hizo el intento de acercarse. Creí que me ignoraría, lo hubiese aceptado, honestamente no éramos tan compatibles como para poder ser amigos cercanos, aunque me sentía mal por como había terminado la noche de la fogata. Para mi sorpresa, me atrapó cuando estaba a punto de entrar al salón de clases.

—Ey. —Sonrió. —Ya no tuvimos oportunidad de despedirnos.

No esperé su animosidad. Casi habría jurado que estaba molesto, o por lo menos eso pensé cuando salió del agua y me pasó por un lado ignorándome.

Escuchar su voz congestionada solo empeoró mi culpa.

—Lamento lo del lago.

—No te preocupes. Te lo dije; no me importa sacrificarme por ti.

Dylan no disimulaba para nada. Así que sí, había notado sus intenciones desde la noche de la fogata. Sin embargo, no pude hacer más que sentirme incómoda. Había sido clara con él desde el principio; no estaba buscando una relación o algo parecido.

Antes de que pudiera volver a repetírselo me tomó por los hombros girándome en dirección al aula y abrió la puerta para mí. 

—No queremos que llegues tarde. —Dijo en mi oído antes de empujarme con cuidado dentro, cuando me volví a mirarlo ya estaba llendose.

No quería malentendidos así que de nuevo le aclararía las cosas lo más pronto posible.

Alex estaba leyendo un libro antes de que me viera llegar, cuando me notó lo guardó de inmediato.

—Jamás me hablaste de lo que te gusta leer. —Mencioné mientras me acomodaba en el asiento a su lado.

—No sabía que te interesaba.

Reí. —Alex, esa fue la primera cosa que te dije cuando nos conocimos.

—Creí que solo era una manera amable de iniciar una conversación.

—En parte. Pero la verdad es que una de las razones por las que quería ser tu amiga es porque noté que te gusta leer.

Algo hizo clic en su rostro. Como si por fin entendiera que había una razón por la que podíamos ser amigos, que mi interés por él era genuino.

—¿También te gusta? —Asentí con la cabeza. Parecía sorprendido. —¿Qué género?

—Romance.

Aunque quiso disimular su rostro se arrugó como primera reacción. Casi se me escapa una risotada, pero en su lugar fingí indignación.

—¡Alex! No te atrevas a decir que no te gusta.

Honestamente estaba un poco sorprendida. No esperaba que fuera su género favorito, pero ¿que le disgustara? Tal vez sí estaba un poco indignada.

Supe que sería capaz de mentirme con tal de no hacerme sentir mal. Así que agregué:

—¡Y no me mientas, Walter!

Una risa se le escapó. Eso me alegró, Alex no sonreía a menudo, pero era lindo cuando pasaba; sus ojos se iluminaban y sus mejillas se inflaban resaltado la lluvia de pecas que tenía.

—Sólo, digamos que, no es de mis preferidos.

—Esa respuesta no te va a salvar. —Soné como una maestra regañona. —¿Por qué no te gusta?

Él y yo teníamos algo especial. Nos conocimos hace una semana, pero era diferente a otras amistades que hubiese tenido antes. Aunque era reacio a dejarme conocerlo sin darse cuenta ya me había mostrado muchas partes suyas. No creía que hubiese una respuesta lógica, era simplemente que nuestras almas se conectaban, como si las piezas del rompecabezas encajaran. Es por ello que aunque no lo dijera Alex sabía que estaba bromeando, algo tan soso como gustos diferentes en literatura no haría que dejáramos de ser amigos. Para mí era importante que él lo tuviera claro, porque, de nuevo, aunque no lo dijera; yo sabía que era inseguro en cuanto a ese tipo de cosas, creer que no era suficiente para los demás. No tenía la historia completa, sin embargo podía ver las heridas con las que cargaba. De alguna manera podíamos leer al otro, era un don natural, por eso creía que Alex y yo éramos piezas del mismo rompecabezas.

Me sentí victoriosa cuando confío y me dio su sincera opinión.

—Demasiados clichés irreales. ¿Cuándo algún mafioso se enamorará de ti y mandará a asesinar a todo aquel que te mire?

Creo que el rostro se me coloreo porque sí, yo era una de las que mantenía la esperanza.

—¿Y por qué no? —Defendí mi sueño. —Podría ser posible, no demasiado, pero existe la posibilidad.

Una carcajada se le escapó. Fue tan fuerte que algunos se giraron a mirar. Decidí que esa fue mi pequeña victoria del día.

—Alex, me estás lastimando. —Fingí que me dolía el pecho.

—Vale, lo siento. Tal vez algún día suceda.

Solo lo decía por amabilidad, pero en realidad no lo creía. Por triste que fuera yo tampoco. Sin embargo continué.

—También tengo un plan b.

La diversión se pintó en sus ojos.

—¿Cuál?

—Si no es un mafioso podría ser un millonario que odie a todos menos a mí.—Le di mi más grande sonrisa.

De nuevo Alex rio.

Si tenía que mostrarle mis más vergonzosos sueños para ver una muestra de felicidad en su rostro lo haría.

Él no me había contado lo que sucedió con Jackie y su hermano, pero mi intuición me decía que la historia no era bonita. Quería quitarle esa tristeza de encima; no porque fuera mi responsabilidad, sino porque yo hubiese querido que alguien hiciera lo mismo por mí.

—¿A ti qué te gusta leer?

Se lo pensó por un momento, pero al final me respondió.

—Fantasía.

—¿Y te atreves a decir que mis sueños no tienen posibilidades?

Rio. —Bueno, sí. Porque en realidad yo no espero que pase, ¿sabes? Sé que no habrá dragones volando por aquí.

—De acuerdo, tienes el punto.

Pensé en dejar el tema ahí, pero una idea llegó a mi cabeza. La sonrisa se me amplió como el gato de Alicia en el país de las maravillas y Alex supo que estaba maquinando algo.

Apachurro los ojos y tiró de la cabeza hacía atrás como si requiriera valor.

—¿Debería preguntar?

—Aunque no lo hicieras te lo diría.

Su mirada se enterneció. Aunque fingiera estar asustado de mi plan él lo estaba disfrutando. Eso hizo que mi corazón se calentara.

—Bien, dilo ya.

—Mi cumpleaños es en tres días.

—Ajá.

Ya se lo había dicho hace varios días así que seguía confundido.

—¿Me negarías un regalo, Alex? —Puse los mejores ojos de cachorro que tenía.

—Me pediste tulipanes blancos.

Sí, había dicho de broma que los quería de cumpleaños -aunque en verdad si los quería-, pero él no me los daría, ¿no?

—Lee conmigo una de mis historias.

No se lo esperó. Sus cejas se levantaron con sorpresa al tiempo que rascaba su nuca. A Alex en verdad no le gustaba el romance.

—Sky....

—Por favor. —Lo alargue como una súplica. —Te prometo que después yo también leeré contigo uno de los tuyos, aunque sea el género que menos me gusta.

Tres parpadeos, me di cuenta de que con eso Alex siempre cedía y por esta vez quise aprovecharlo.

Uno.

Dos.

Tres.

—Bien, leeré uno de esos contigo.

Alex Walter era el único que podía hacerme feliz con facilidad.

El pensamiento me asustó.

.

..

🦋

Perdón por tardar en actualizar. Les juro que no es por hacerlos esperar.

Ya esta semana que viene me desocupo y espero que vuelvan las actualizaciones cada dos días.

Felices fiestas 🫶🏻

Pd: El cap que viene es cumple de Sky.

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