O18. loose ends

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OLDER | O18. CABOS SUELTOS


    Unos cuantos kilómetros antes de poder llegar a la Reservación, una figura borrosa de melena oscura la embistió contra un árbol.

Los ojos rojos del vampiro la miraban asustado por cortos segundos antes de ser atacado por el lobo de pelaje negro.

Era el mismo vampiro que los atacó días atrás, y que por desgracia se les había escapado. Aunque no sin antes traicionar a la mujer que iba con él.

Victoria. Cómo la había llamado, había sido abandonada a su suerte después de ser malherida por el que creyó su amigo.
Agnes junto a los demás no dudaron ni un segundo antes de matarla.

Sin saber qué, habían puesto fin al cabo suelto de los Cullen.

Déjanos a esta sanguijuela, Jacob te necesita. Escuchó por parte de Sam y no tardó en reponerse, aturdida por el golpe siguió su camino hasta donde el efluvio de su hermano le indicaba.

¿Qué fue lo que pasó? Cuestionó a cualquiera que le pudiera responder en ese instante.

Jacob entró en fase. Se apresuró a contestar Paul. Nosotros sentimos al intruso y en medio de la persecución, Jacob apareció hecho una furia.

Nada puede calmarlo. Dijo esta vez Jared.

Su hermana mayor tal vez podría. Quiso bromear Quil, pero nadie se rio. Estaban demasiados tensos con lo que estaba pasando que por un instante se olvidaron de las bromas.

Yo me encargo, ayuden a Sam.

Fue lo último que dijo antes de encontrarse de frente con el lobo de pelaje rojizo. Lo identifico de inmediato al ver esos grandes ojos cafés, su hermano se escondía debajo de esa gran bestia.

Jake...

Sus pensamientos fueron un susurro en la cabeza del Black, no veía nada más que la nada. Pero la voz de su hermana era una caricia para él, asustado de sí mismo y en lo que se había convertido.

Estoy aquí, Jake...

El lobo de pelaje castaño con rojizo se encogió en su lugar ante cada paso que Agnes daba hacia él.

Soy yo, Angie.

Angie... Tengo miedo.

Deja que tú hermana se encargué.

Ella más que nadie conocía ese miedo, había vagado por casi un mes después de transformarse. Pasando por las cinco etapas del duelo en todo ese tiempo.

La negación y la aceptación fueron las que más le causaron conflicto.

Acercó su cabeza a la de él, restregando sus costados mientras seguía soltando palabras reconfortantes. Haciendo que el cuerpo de Jacob se relajara por fin, hasta el punto en que su silueta humana se hallaba ahora abrazando el cuello del lobo de Agnes.

¿Agnes?

Todo está bien por acá.

No, no es eso...

¿Qué pasa ahora?

Tenemos más problemas. Anunció Sam, mirando como su ex novia, transformada en un gran lobo gris, destrozaba al vampiro que segundos antes había logrado escabullirse de él.

Mierda.





      —Mamá...

Ahora no, mocosa.

No seas mala, tu hija necesita de ti —le susurro su acompañante.

Ignórala, ¿sí? —pidió la mujer—. Estoy disfrutando de ti ahora, luego me ocupare de ella.

Mamá.

La mayor soltó un resoplido antes de alejarse del hombre junto a ella, acercándose a su pequeña hija de seis años que la llamaba débilmente desde el oscuro pasillo. Sus ojos claros la miraban fijamente, cosa que la asqueo.

Deja de llamarme, estoy ocupada, mocosa —le susurro, clavando sus uñas en los hombros delgados y desnudos del infante. Agnes sollozo ante el agarre, asintiendo y sonriendo para su madre.

Aun después de todo, anhelaba un poco de su cariño.

—¿Angie?

La nombrada parpadeo hasta enfocar la silueta de su hermano bajo el umbral de la puerta.

Se había quedado dormida casi al instante de recostarse en su cómodo colchón, el último par de días habían sido algo estresantes para todos. Sobre todo, para ella, que se abstuvo de comunicarse con el Swan por la situación que involucraba a su hermano y a Bella.

La chica se sentía al borde del colapso al sentirse nuevamente abandonada por la persona en la que más confió en su momento más débil, pero no podía culpar a Jacob. Bella Swan sabía que no estaba haciendo lo correcto usando al muchacho para ya no sentirse sola, sabía que necesitaba darse un tiempo para aclarar cualquier pensamiento, cualquier sentimiento.

Por otro lado, Jacob y Leah entraron en fase ante la presencia del vampiro moreno, causando un poco de revuelo entre los demás miembros de la manada. Las únicas noticias buenas habían sido el acabar con la pareja de vampiros que, desconocían, iban y venían en su territorio.

Pero aquel hecho había calmado a la población, pues los asesinatos masivos que rodeaban la zona se detuvieron. Sintiendo nuevamente aquella paz que los caracterizaba.

—¿Si?, ¿qué paso? —se incorporó, tallándose los ojos al mismo tiempo en que se deshacía de ese sueño que no era más que un recuerdo lejano de su niñez.

Los rondines que Sam la obligaba hacer junto a Embry o Jared la estaban matando. Aunque al menos se sentía un poco feliz de no ser la única mujer entre tantos chicos revoltosos.

Leah era sin duda su pequeño oasis, sin contar la tensión que se formaba en ocasiones entre ella y el Alfa.

La incomodidad se respiraba y nadie quería estar en medio de ellos. Excepto Agnes, ese drama le servía para seguir escondiendo fácilmente su secreto.

—Charlie está aquí.

Pero no por mucho tiempo.

—¿Qué?

—Está hablando con papá en la sala —murmuro, evitando llamar la atención de ambos adultos.

Agnes se levantó, dando un pequeño tropiezo y lanzándose junto a su hermano que aún se mantenía bajo el umbral. Su cabeza se asomó apenas unos centímetros fuera de la habitación, observando a los dos hombres charlando amenamente.

—¿Por qué esta aquí? —susurro.

—Dijo que quería hablar contigo —le respondió de igual forma sin saber por qué—. ¿Qué fue lo que hiciste, Angie?

—Yo no hice nada...aun.

—No te creo, el jefe de policía te está buscando —siguió susurrando con una ceja alzada—. ¿Te volviste una criminal?

—Yo no soy la que está en un arresto domiciliario —ataco, haciendo referencia a las ordenes por parte de Sam de mantenerse alejado de cualquier otro ser humano que no fuera su padre o la manada.

El Alfa no deseaba tener a otro rebelde que lo obligara a revocar sus propias órdenes.

—Delincuente.

—Cállate, pequeño ladrón.

—¿Agnes?, ¿Jacob? —ambos hermanos dejaron de discutir entre murmullos al escuchar a su padre llamarlos—. ¿Por qué están susurrando?

Charlie solo los miro, conteniendo la risa al ser descubiertos infraganti.

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