O17. confessions

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OLDER | O17. CONFESIONES

     Febrero pasa en un parpadeó para Charlie, que no da por alto el gran cambio en el estado de ánimo en su hija.

Ya no es la misma Bella que un mes atrás parecía ser solo un fantasma que recorría la casa, limitándose a hacer las cosas básicas que un humano necesitaba para sobrevivir.

No, Bella se mostraba más alegré, más optimista. Hasta se atrevería a decir que se había olvidado por completo de la existencia del Cullen.

Y eso debe agradecerselo a Jacob Black, quién no ha hecho más que curar el corazón roto de su hija. Todo volvía a encajar en su lugar, sin más preocupaciones que las de explicarle a su mejor amigo que se había enamorado de la suya.

Realmente no le importaba lo que los demás pensaran sobre ellos, los chismes siempre iban y venían. Y al parecer su turno de ser la comidilla había llegado.

Aunque, ¿qué podrían hacer contra él? Cuando era ni más ni menos que Charlie Swan, Sheriff de Forks.

Si, sin duda eso ayudaba.

Sus ojos se movieron por la estancia hasta dar con la silueta de la cobriza, esa tarde había llamado para reunirse después de no verse en un par de días.
Coincidiendo perfectamente con la ausencia de Bella, quién se encontraba fuera en compañía de Jacob y otros amigos de su clase, y la sorprendente falta de casos dado a que el aparente causante de los asesinatos y desapariciones había sido capturado.

O simplemente se había esfumado, nadie lo sabía pero al menos la gente estaba más tranquila ante ese hecho.

—¿Cenaste? —el par de orbes verdes de la chica se centraron en él, en sus dedos delgados y pálidos se hallaba una copia de la llave de su casa.

Agnes se había negado al principio al tener tal libertad en el hogar del mayor, pero Charlie insistió tanto que al final terminó aceptando. Ahora  aquella prueba de confianza se encontraba colgando de su cuello, demostrando que lo suyo no era algo pasajero.

No, nada que la involucrara a ella podía ser tomado a la ligera.

Esa simple muestra hacia que Agnes tuviera más confianza de que iba en el rumbo correcto, todas sus decisiones eran evaluadas hasta el cansancio con una sola cosa en mente.

Charlie.

—Si, los chicos celebraron por qué por fin acabaron con la plaga que había en la zona —se incorporó del sofá en cuanto el hombre estuvo frente a ella—. Ayude un poco y tuve tiempo de robarme algunos bocadillos.

—Entiendo —sonrio, sintiendo los brazos de la chica deslizarse por sus costados hasta rodearlo—. ¿Fue algo difícil?

—Un poco —recargó su mentón en el pecho del contrario, Charlie le sacaba una cabeza y media de alto. Era más grande que ella en todos los sentidos y eso le gustaba—. No sabíamos que eran dos, una hembra y un macho, Sam se encargó de uno mientras nosostros del otro, pero logro escapar. Luego, tuvimos que prenderle fuego a los restos para que el olor no atrajera más de ellos. Sería un verdadero problema si la plaga continuaba.

—¿Tu no te lastimaste? —sus dedos acariciaron su mejilla, Agnes negó, cediendo ante el tacto del mayor—. Es bueno saberlo, ¿de qué querías hablarme?

El cuerpo de la cobriza se tensó, cosa que no pasó desapercibido para él. Pero Agnes no planeaba seguir ocultandoselo, no cuando aquello que era parte de ella también formaba un lazo con él.

Agnes estuvo dos días enteros, investigando, preguntando, recordando cada síntoma que recorrió su cuerpo cuando sus ojos conectaron por primera vez con los del Swan después de su transformación.

Sus piernas habían perdido fuerza, su respiración se atascó en su garganta, su corazón bombeando como si fuera a estallar dentro de su pecho.

Todo era igual a como Sam se lo explicó.

—Toma asiento.

—¿Es grave?

—Mas bien loco —suspiro, sentándose a su lado—. Obligué a Sam a qué revocará la orden de silencio, así que necesito que escuches lo que tengo que decir y luego decidirás si creerme, ¿si?

—Está bien —asintió, con los nervios a flor de piel.

—Bueno, esto es muy ridículo —susurro, estirando su brazo hasta la pequeña mesita frente al sofá, donde tomo el libro de pasta dura que había cargado con ella esa noche—. Cuando llegue a Forks y comencé a vivir con Billy, me explicaron lo básico sobre las cosas que pasaban en la Reservación, lazos familiares, amigos, leyendas...

—Conozco un poco, mi trabajo lo amerita —asintió, esperando a que continuará.

—Hay una leyenda, sobre los protectores, hombres que pueden transformarse en grandes bestias capaces de acabar con cualquier amenaza hacia su gente —se relamió los labios, tomando las manos de Charlie entre las suyas y dejando el libro en estas—, Mi padre le llama "magia", aunque antes pensaba que era una maldición, pero, ocurrió algo que me hizo tragarme mis palabras —rio por lo bajo, abriendo el libro y pasando las hojas hasta detenerse en una en específico.

"La imprimación de un lobo."

Charlie leyó el texto frente a sus ojos, cada párrafo, cada palabra que relataba minuciosamente lo que el título expresaba.

—Esto...

—Si, parece sacado de una fantasía —se apresuró a decir—. Yo también lo pensé... hasta que lo viví en carne propia.

—¿Qué quieres decir?

—Yo- —la puerta de la casa se abrió interrumpiendo su conversación, Bella los miraba con clara confusión plasmada en el rostro.

—¿Qué sucede?, ¿No es muy tarde para las visitas? —escupió la castaña, clavando sus ojos oscuros en Agnes—. Charlie es un hombre ocupado, no tiene tiempo para ambas.

—Espera, Bella —el susodicho se interpuso entre ambas—. No es lo que piensas.

—¿Qué es lo que pienso? Está claro que Agnes planea robarse tu atención, ¡Yo soy tu hija! ¡No ella! —sollozó—. Siempre está contigo, haciendo que no tengas tiempo para mi...

Agnes dejo salir un suspiro, conteniendo las ganas de reír ante la conclusión a la que había llegado la menor.

—Bella, no intento robarte a tu padre —se acerco a ella a paso lento—. Lo amo, de una manera muy diferente a la tuya. Romántica. Amo al hombre que es, que se preocupa por ti, por todos, ¿lo entiendes?

Bella parpadeó un par de veces, deshaciéndose de las lágrimas para mirar a la chica frente a ella, estupefacta ante su inesperada confesión.

—¿Eh?

—Si, es una gran sorpresa pero créeme cuando te digo que hay cosas más locas allá afuera —posó una mano sobre su hombro, dando un ligero apretón—. Y sé no eres ajena a eso...

Bella aplanó los labios, intercambiando miradas con Agnes.

—¿Él lo sabe? —apunto a su padre, quién se cubría el rostro, procesando aún lo dicho por Campbell.

—Todavía no, estaba en eso —suspiró—. Aunque, hay una cosa que dudo que ese chico te haya explicado.

—¿Cómo- —Agnes la interrumpió alejándose y moviendo la cabeza en dirección a la ventana que daba hacia el bosque.

Un aullido proveniente de Embry se escucho a la lejanía, él junto a Quil se habían unido recientemente a la manada, dándole más problemas al Alfa al tratar de mantenerlos quietos sin causar desastres.

—¿Qué pasa, Agnes? —Charlie la miró preocupado.

—¿Dónde está Jacob? —preguntó a la menor.

—¿Jake? —Bella negó ante el recuerdo de esa noche, él chico habia tenido una pequeña disputa con uno de sus compañeros del instituto—. Se fué a casa.

—Me tengo que ir —se giro sobre sus talones, encarando a Charlie—. Vendré luego, por favor, piensa en lo que te dije...

—Pero, es demasiado tarde para que vayas sola —trato de razonar el jefe de policía, el instinto protector siempre estaba ahí.

—Descuida, estaré bien —dejo un beso fugaz sobre su mejilla antes de caminar hacia la puerta—. Y Bella, no te enojes con tu padre. El corazón no elige a quién querer, solo lo hace, tu más que nadie entiende eso.

Y sin recibir alguna respuesta, se marchó de la propiedad. 

Entrando en fase en cuanto puso un pie dentro del bosque que rodeaba la casa, Jacob la necesitaba y ella no dudaría en correr hasta él para ayudarlo.

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