O1O. wolf

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OLDER | O1O. LOBO

   Dos días tuvieron que pasar, en desveló y con la preocupación al tope para que Charlie Swan pudiera por fin ser notificado sobre el estado de su hija.

Pues Isabella había tenido un accidente al caer de unas escaleras,  atravesando una ventana y rompiéndose una pierna. El azabache fue notificado por el padre de Edward, quién fue el encargado de atenderla una vez la ambulancia la transportó al hospital.

Y Agnes se había quedado a su lado todo ese tiempo, apoyándolo y velando su sueño cuando el mayor se quedaba dormido del cansancio.

Fueron las 48 hrs más agotadoras de su vida, aunque no le importaba si Charlie estaba a su lado.

Pero ahora estaba en el extenso patio delantero de la casa de Sam, después de recibir su llamada, alertando que algo malo estaba por ocurrir.

Ambos habían estudiado hasta el cansancio lo que se supone que aún dormía en su interior y según las palabras de los ancianos, no tardaría en despertar.

Un lobo.

Y si en un principio Agnes pensó que todo era sumamente ridículo, ahora estaba más que dispuesta a tragarse sus palabras. Pues frente a ella se hallaba una intimidante criatura de pelaje negro como la misma noche.

Claramente sabía que esa cosa era Sam, ya que había llegado justo en el momento en que el muchacho desgarraba su propio cuerpo hasta convertirse en el lobo que parecía mirarla con miedo y furia a la vez.

—Esto no puede estar pasando —jadeó, queriendo estar en su cama, soñando estar en una pesadilla.

—¡Agnes! —Leah, quién se encontraba en el porche la miro aterrorizada.

—¡No te muevas! —exclamó entre dientes, impidiendo que ninguno de sus musculos se moviera—. Regresa adentro y llama a esos viejos, o prefieres ser comida de tus ancestros.

La pelinegra se quedó en silencio, pasando sus ojos de su amiga al lobo que parecía querer abalanzarse sobre ella en cualquier segundo. Pero antes de refutar, su prima Emily salió empeorando la situación.

Sam la miró, con esos ojos cafés que alguna vez la miraron a ella, con la diferencia que ahora en sus pupilas la única cosa que se reflejaba era la silueta de su prima.

Agnes soltó un grito que casi le desgarra la garganta en cuanto el lobo negro se lanzó contra ambas en el instante en que Leah se movió estupefacta, herida y un sin fin de sinónimos más que describían su sentir.

—¡No!





   —¿Puedes decirme otra vez lo que pasó?

Agnes se encontraba con la mirada fija en el lodo que se había formado gracias a la lluvia. Su entrecejo se arrugó ante la pregunta, cansada de repetir lo mismo un millón de veces.

—Un oso nos atacó, Emily resultó herida al proteger a su prima.

—¿En dónde se encontraba el dueño de la casa durante ese suceso? —Billy, quién estaba a su lado, tomo su mano en un intento de tranquilizarla.

— Salió por comestibles, cuando llegó, él y sus amigos se encargaron del oso —suspiro, recordando lo que en verdad había pasado.

Una verdadera tragedia.

—Gracias, Señorita Campbell —el oficial guardo su libreta y le tendió la mano a la fémina, quien no tardo en tomarla—. Siento retenerla por más tiempo, nos encargaremos del resto.

—No es nada, oficial.

El hombre se marchó, dándole un respiro a la cobriza y dejando a padre e hija a solas. Billy la miro, sabiendo muy bien lo que había ocurrido realmente, pues él, con ayuda de los otros ancianos, habían ideado esa historia para las personas del exterior.

—¿Está todo bien?

—No —suspiro de nuevo, sentándose en los escalones que daban al interior de la casa de Sam—. Quisiera que fuera una pesadilla, yo no puedo convertirme en eso.

—Tu caso aún está en debate, Angie —el Black negó, mirando la ambulancia y el par de patrullas retirarse de la propiedad—. Pero eres mi hija, tienes una posibilidad...

—Me niego, no quiero, no, no —hundió la cabeza entre sus manos, con los codos recargados en sus rodillas—, Me es imposible no pensar en que un día podría lastimarte a ti o Jake, si pierdo el control, yo... no quiero, papá —sollozó.

Billy se quedó callado, entendiendo las razones de su hija al renegar la "magia" que corría por sus venas. Muy a su pesar, Agnes tenía un punto y sería difícil hacerla cambiar de opinión.

Pero aún quedaba un atisbo de esperanza.

—¿Llamarías a tu hermano "monstruo" si el llegará a despertar sus genes de lobo? —Agnes dejo de tirar sus cabellos para encarar a su padre.

—No —se secó las lágrimas que habían escurrido por sus mejillas—, Pero esto no es "magia", padre, es una maldición —solto mordaz, poniéndose de pie y alejándose de su progenitor.

Jamás vería aquello como mágico, aunque no dudaba que algún día se daría cuenta de que se equivocaba al pensar así. Esperaba con todas sus fuerzas que ese día nunca llegará.

—Al parecer Sam perdió el control al sentir que Leah era una amenaza para su impronta —escucho susurrar a uno de los ancianos mientras se dirigía a su motocicleta—. Una verdadera pena.

Agnes sintió su sangre hervir al oírlos hablar así de sus amigos, empezaba a odiar toda esa mierda en la que se había envuelto en los últimos meses.

Lo detestaba.

Sin querer quedarse un minuto más cerca de ellos, se montó en su motocicleta y se alejó haciendo rugir el motor.

Quería ver a Charlie, lo necesitaba.

Pero se contuvo en manejar hasta su casa al creer que el Swan estaría ocupado atendiendo a su hija, y quizá no la dejaría entrar si ese era el caso.

Maldijo, comenzando a sudar frío y sentir su piel arder aún cuando la motocicleta iba a alta velocidad, dejando el follaje y los árboles como borrones a ante sus ojos.

Lo odiaba.

Dejó de sentir sus manos apretar el manubrio, al igual que su cabello moverse enfurecidamente por el viento.

Estaba asustada.

Sus patas se enterraron en la tierra, frenando su andar bruscamente sin un rumbo fijo. Sus ojos enfocaron todo a su alrededor, percatandose hasta ese momento que ya no estaba en la carretera y que su motocicleta ya no se hallaba abajo de ella.

Todo lo que había era tierra, piedras y maleza.

No. Aulló.

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