O11. darkness

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

OLDER | O11. OSCURIDAD

   —¿Haz tenido noticias? —Charlie negó.

—La encontraremos.

Un par de semanas transcurrieron, sin saber el paradero de Agnes Campbell. Había desaparecido y nadie sabía nada de ella, ni una sola pista más que su motocicleta abandonada en medio de la carretera.

Claramente todos se encontraban preocupados por su ausencia, su padre había sufrido un pequeño episodio de estrés, pues desgraciadamente Agnes no tenía una conexión con Sam, quién podía dar con su ubicación en un santiamén.

Jacob no había parado de preguntar a toda persona que la vio por última vez, montando toda una interrogación que no hacía más que frustrarlo.

Ambos sentían que era muy injusto e inhumano perderla después de apenas recuperarla aún si no sabían de su existencia hasta hace seis meses. Para ellos Agnes lo era todo desde que supieron que era parte de su familia.

Pero para Charlie, para Charlie el sentimiento era extraño. Algo que no podría explicar si se lo preguntaban, aunque no negaría que si tenía aprecio y cariño por la muchacha.

Necesitaba aclarar su sentir antes de poder una respuesta concreta.

Pero algo estaba claro, sentía una especie de atracción por ella y eso no se podría negar.

—Eso espero... —Billy dejó salir un sonoro suspiro, temiendo que algo más le hubiera ocurrido a su hija.

Aunque la posibilidad de que Agnes hubiera despertado su gen no era de cero, deseando que al menos ella estuviera tan encantada de ser una cambiaformas como para andar paseándose por el bosque con toda libertad.

Si, era muy optimista comparado a la angustia que sentía.



   El cielo se oscureció una vez más y Agnes solo se limitó a observarlo, de pie sobre sus cuatro patas a la orilla de un acantilado.

Los primeros días después de su transformación estaba demasiado asustada como para pensar, después de eso, perdió la cuenta y dejo que la naturaleza del bosque la guiará hasta sus adentros.

Se sintió tan libre que un sentimiento de culpa lleno su conciencia. Estaba disfrutando por fin lo que su madre le había quitado pero también estaba hiriendo a las únicas personas que se preocupan por ella.

Su padre y Jacob no tenían la culpa, no tenían que pasar por nada malo a causa de su ausencia. No sería capaz de mirarlos a la cara si lo que hacía los lastimaba cuando lo único que ellos habían hecho era quererla.

No se lo perdonaría.

Que desastre. Fue lo último que pensó antes de perderse en el bosque.

Confiando en su sentido de la orientación y de que ya se había familiarizado con el entorno, dio pasos largos pero lentos de regreso a casa.

Entonces lo vio. Sus ojos se encontraron por cortos segundos y Agnes sintió que el suelo sufrió un pequeño deslave al estar apunto de caer por un tambaleó.

Pero no tardó en recuperarse del pequeño tropiezo, mirando al vampiro frente a ella. Los orbes de él estaban oscuros y parecía estar rodeado de un ambiente melancólico.

Se notaba más solitario que otras veces.

Su cuerpo regreso, saliendo de fase y cayendo sobre sus rodillas en el lodo que se formó bajo sus pies. Sus párpados se cerraron contra su voluntad y la oscuridad se apoderó de su entorno, perdiendo el conocimiento frente al vampiro.



    Cuando volvió a abrir los ojos, visualizo el techo con el que despertaba todas las mañanas en casa de Billy.

¿Había tenido un sueño?

Si la respuesta era si, había sido el sueño más raro de todos.

—¡Angie! —Jacob se inclinó sobre ella al verla parpadear, recostada sobre su cama. Su rostro pálido estaba sin ninguna cambio más que unos ojeras poco notables bajo sus orbes claros—. ¿Cómo estás?, ¿Te sientes bien?

Agnes lo miró, con la preocupación desbordándose hasta por los poros.

No había sido un sueño.

—Tengo...sed...

—Oh, claro. ¡Agua! —Jacob se incorporó, saliendo de la habitación en busca de un vaso, dejando la puerta abierta.

Bajo el umbral se poso la figura de Sam, vestido con nada más que unos pantalones de mezclilla recortados. Su largo cabello ya no estaba y en su brazo derecho se hallaba un tatuaje.

—¿Cómo te sientes, Agnes?

—Mal —bufo, relamiéndose los labios—. Esto no puede estar pasando.

—Lamentablemente paso.

—Si, lamentable.

Un silencio le siguió después, uno dónde ambos cambiaformas intercambiaron miradas hasta que la presencia de Jacob regreso.

—El viejo casi sufre un ataque al corazón al no encontrarte, Angie —el menor ignoró al Uley, quién no tardo en marcharse de la casa—. ¿Dónde te habías metido?

Agnes bebió del vaso, analizando la situación. Era obvio que su hermano sentía un rechazo ante Sam, y que tenía muchas preguntas.

Tal vez Jacob aún era ajeno al mundo al que pertenecía ahora junto al pelinegro. Y esperaba con todas sus fuerzas no involucrarlo jamás.

—Fui a visitar a mi madre —mintió, sintiendo el olor de su padre intensificarse—. Enfermó y soy la única familia que le queda, tuve un accidente y me perdí de regreso aquí, lo lamento.

—Angie...

—No sabía que hacer, estaba asustada pero ahora estoy aquí —le sonrió, sabiendo que su padre había escuchado su cuartada—. Perdóname por preocuparte.

El moreno negó, permitiéndose envolver a la cobriza entre sus brazos y dejando salir unas cuantas lágrimas.

—Ustedes las chicas son bien raras —confeso entre pequeñas risas—. Se pierden en un bosque y solo se adentran más en lugar de salir.

—¿Por qué lo dices? —pregunto luego de separarse.

—La hija de Charlie también se perdió en el bosque —Billy se acercó a ellos, tomando la mano de su hija—. La encontraron al mismo tiempo que te encontraron a ti, todos estaban buscandolas.

—¡Pero tu te fuiste por casi un mes, Agnes! —reclamó Jacob—. Pensé que algo malo te había pasado, no me asustes así.

—Lo siento, lo siento —palmeo la espalda del chico—. No lo volveré hacer, perdóname.

La mancha de oscuridad que su progenitora había dejado en ella, todavía seguí ahí pero, su alma aún era un lienzo en blanco que estaba siendo pintado por los sentimientos puros de su padre y su hermano.

Ahora que había despertado aquello que su padre llamaba "magia", no habia vuelta atrás. Se esforzaría por no dejar que la oscuridad la consumiera, no haría sufrir a sus seres queridos.

—Todo está bien, estás aquí —tranquilizo Billy—. Es todo lo que importa.

—Lo siento, papá —sollozó.

—Yo lo siento, puse una carga muy pesada en ti, Angie —la susodicha negó con la cabeza, dejando de abrazar a su hermano para acercarse a su padre—. Pero ya no estás sola.

Se aferró a él, dejando que las lagrimas se desbordaran.

Estaba en su lugar seguro ahora.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro