Ϟ 04. 𝘁𝗵𝗲 𝗯𝗹𝗮𝗰𝗸 𝗰𝗮𝘁

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04 : : CAPÍTULO CUATRO

i. EL GATO NEGRO

              DESDE LA LLEGADA DE RONNIE AL BARATIE LAS cosas o bueno algunas habían cambiado un poco, entre esas resalto el orden en que se hacían las cosas, también el del lugar. Ronnie le había dado el toque femenino que necesitaba la cocina, gracias a ella tenía un mejor aspecto que antes. Todo estaba ordenado, en un solo lado los sartenes, ollas y cubiertos, las especies igualmente separadas, por forma o polvo, ella misma se había encargado en un día en crear su propio sistema para la cocina de. La castaña se sentía orgullosa de su trabajo pues con eso le pagaba de cierta forma a Zeff el hecho de que la haya dejado quedarse.

En secreto el cocinero se sentía orgulloso de la castaña, pues está le había demostrado que tan diferente a las demás chicas —que han tenido Sanji y Jaeger— que a conoció por casualidad de sus dos hijos adoptivos.

Cómo ya era costumbre la chica se encargada de monitorear los alimentos, si hacía falta, ya se había acabado o estaba a punto de acabar.

Esa noche vestía una blusa corta de color azul, unos pantalones negros, el cabello atado en un rollete y con un lápiz en la mano apuntaba en la libreta lo que hacia falta o estaba por terminar. Chequeo por última vez la alacena de los ingredientes, lo único que hacía falta en un rincón especial, era orégano. Curiosamente este estaba prohibido en el Baratie, cualquier cosa que tuviera este ingrediente sería inmediatamente alejado de la chica, días antes habían descubierto la alergia de la castaña hacia este ingrediente, por lo tanto Zeff se encargó de eliminar cada frasco con dicho contenido.

—sigo sin creer que hasta hace tres días teníamos orégano, ahora ya no.— murmuró detrás de ella Jaeger.— carajo, si que has de ser muy especial para que Zeff haya hecho lo que hizo.

—buenas noches, Jaeger.—respondió ella sin asustarse. Comenzaba a acostumbrarse a las repentinas apariciones del ojiverde.— respondiendo, no lo sé, ni yo sé lo que hago.

—yo si se, el viejo te quiere más que a nosotros.—puntualiza Sanji.

—es un buen punto.—lo señaló con el lápiz.— pero no lo entiendo. Apenas tengo dos semanas de estar aquí.

—y has cambiado muchas cosas.— comento el ojiverde gurgusiando entre las frutas que habían.

—¿ya casi terminas?— pregunta Sanji a la castaña.

—estoy por terminar.

La bodega se quedó en silencio. Eran al rededor de las once de la noche, a esas horas ya no había clientela y el silencio es más notorio. Solo el chocar de las olas a lo lejos se podía aún escuchar.

Ronnie siguió con su trabajo, mientras Sanji la sigue con la mirada.

«¿cómo puede ser tan perfecta?» pensó.

Ronnie solo se encontraba parada frente a un mueble lleno de verdura, movía de vez en cuando la cabeza o se agachaba. Lo que le daba al rubio la perfecta visión de su trasero.

El que tiene hambre en pan piensa.

«carajo, no puede estar como si nada frente de mí. No es mi culpa...ella se puso al frente»

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el gritó de Jaeger.

—¡el gato!— exclamó él pelinegro, señalando al animal.

Tanto la castaña como el rubio voltearon en dirección, viendo a un felino de pelaje negro, con ojos brillantes color amarillo, subido en unos costales de harina.

—¿desde hace cuanto está aquí?— cuestiona el rubio cambiando la dirección de su mirada a ella.

—mejor dicho, ¿cómo fue que entró?— corrigió Jaeger.— Ronnie, ¿que estás haciendo?

—voy atrapar al minino.— respondió acercándose a los costales de harina.— seguramente vino en un barco y vino aquí en busca de comida.

—no te vayas a caer.— el rubio se acercó con ambos brazos extendidos preparado, para evitar cualquier accidente.— baja de ahí Ronnie, vas a caerte.

—estoy bien Sanji.—respondió ella sin voltearse. Subió al siguiente costal y extendió un brazo.—ven gatito, ven aquí.— llamo al felino.

Sanji no le quitó la mirada ni un segundo, seguía en la misma posición cuidando de que no fuera a caer.

Jaeger por su parte había tomado una escoba dispuesto a bajar al felino a base de escobazos.

—a un lado, yo lo bajo.—dijo con la escoba alzada.

—¡NO JAEGER!— gritaron al mismo tiempo Sanji y Ronnie.

El pelinegro no los escucho y golpeó con la escoba el costal dónde se encontraba el gato. El animal asustado salto y paso golpeando a la castaña que perdió el equilibrio y cayó en los brazos del rubio.

Menos mal Sanji se quedó todo ese tiempo detrás de ella. De lo contrario hubiera sido una caída muy dolorosa, en especial para su espalda.

—¡serás idiota Jaeger!—exclamó Ronnie con los cabellos en su rostro.

—¿que? solo quise sacar al gato.— se excusó dejando la escoba a un lado.

—amigo, solo lo asustaste y ahora no sabemos dónde está.— aclaro Sanji con el entrecejo fruncido, por un segundo creyó que no la atraparia.— ¿estás bien?— pregunto a la chica suavizando su expresión.— ¿te lastimaste?

—no, estoy bien.— afirmó dándole una palmada en el pecho.— y será mejor que me bajes.

—por supuesto.— la bajo con cuidado repasando una vez más a la chica.— tenemos que buscar a ese gato.

—¿alguno vio si se salió?

Jaeger se encogió de hombros.

—tenemos que buscar a ese gato, antes de que Zeff lo encuentre.

Ronnie salió de la bodega, seguida de ella Jaeger con su escoba y Sanji llevaba una pequeño saco en las manos.

Los tres buscaron por el largo pasillo semi iluminado, el color del gato no ayudaba en nada. En ningún momento lo lograron ver, oscuro y silencioso trataron de escuchar algún sonido pero nada, todo estaba normal.

—¿creen que solo haya sido un fantasma?—pregunto Jaeger colocando el palo de la escoba sobre su hombro.

—oh si Jason, escuché que en los Baratie's aparecen gatos fantasmas.- dijo el rubio en un obvio tono sarcástico.— que les gusta meterse en las bodegas para ser ahuyentados a base de escobazos.— bufó.— deja de decir estupideces.

—oh pues perdón.— murmuró.

—deja de decir tonterías y ayuda a buscar al gato.— ordenó.

—¿por qué?

—porque fue tu culpa que se fuera.

Jaeger hizo una mueca.

Ronnie había comenzado a reír. Su risa llamo la atención de los dos amigos.

—¿de que te ríes linda?— pregunto Sanji, asegurando que la risa de ella era la más hermosa que había escuchado.

Y eso que había escuchado muchas risas femeninas pero ninguna se compraba con la de ella.

—de ustedes dos.—señaló al quitarse una lágrima producida por la risa. Los dos chicos se vieron confundidos.— parecen hermanos.

—¿yo? ¿hermano de este?— dice Jaeger con una mueca de asco.—ni nos parecemos.

—coincido por primera vez, contigo. Eres tan feo como para ser mi hermano.— palmeo divertido el hombro del pelinegro.

—¡oye!— se quejo ofendido Jaeger.

—ya, ya ya déjalo.—le dice Sanji. El pelinegro le saco la lengua.—que maduro de tu parte, Jason.

El ojiverde en lugar de responder, simplemente volvió a repetir el gesto.

—como sea, sigamos buscando a ese gato.

—¿saben? creo que deberíamos continuar la búsqueda mañana.—habla Ronnie soltando un bostezó.—me siento cansada.

—apoyo la idea.— comento el pelinegro tallandose un ojo.—el gato, talvez ya se fue.

—o talvez solo está escondido por ahí.— se encogió de hombros el rubio.— vamos a dormir, hoy hiciste mucho.— agrego ladeando la cabeza en dirección a ella.

—de hecho, hoy me tocó ordenar lo que ustedes dos desordenaron.— aclaró tallando su ojos.

—con más razón deberías dormir


Jaeger los ojos observó curioso.

Él más que nadie podía asegurar del cambio radical que había tenido el rubio en esos días. Ya no se veía como antes, ya no tenía las mismas actitudes, parecía que había cambiado realmente.

Pero había algo que le preocupaba, era si la razón de su cambio se debía a la chica o no. Por un lado lo creía, por el otro sentía que era una coincidencia.

Sanji tomo con delicadeza la mano de la castaña, a continuación los llevo por el pasillo en dirección a su habitación.

El pelinegro los siguió en silencio.


































❛ ━━━━━・❪ 🌾 ❫ ・━━━━━ ❜























































Cómo ya era costumbre, Sanji, Jaeger y Ronnie compartían el desayunó a antes de que los dos antes mencionados iniciarán con sus labores diarias. En silencio, disfrutaban del desayuno que el rubio había preparado.

Ronnie tenía algo en claro, jamás se cansaría de probar la comida de Sanji. Y es que el rubio le daba un toque diferente algo único que volvía un platillo sencillo en algo maravilloso.

Si desayunó se vió interferido por unos golpes que venían de la cocina.

—creo que el viejo se levantó del lado equivocado de la cama.— comento Sanji con diversión.

—yo no creo que sea eso.— dice Jaeger dejando a un lado el tarro de miel.

Los tres compartieron una mirada rápida, de alguna forma se comunicaron entre sí.

—el gato.— murmuró Ronnie.

Los tres se levantaron de sus asientos y se dirigieron a la cocina, Jaeger llevaba una tostada con mermelada de fresa en la mano.

En efecto, cuando llegaron a la cocina encontraron a Zeff intentando atrapar al escurridizo felino.

-—berenjenita, manzanita ¡atrapen a ese gato!— exclamó lo último el hombre al ver que ninguno hacia nada.

Jaeger termino de meterse el trozo de tostada que aún tenía en la mano, tomo la escoba que el día anterior uso y se acercó al felino.

—¡te voy agarrar gato!— grito al golpear la olla con la escoba.

—¡JAEGER NO!— grito Ronnie aterrada al ver lo que hacían con el felino.— ¡solo lo están asustado!

La castaña en vano gritó, los tres hombres estaban tan metidos en la misión de agarrar al gato que solo dejaban un desastre a su paso.

Enrojecida porque no la escuchaban se cruzó de brazos buscando una forma de tomar al gato. Justo cuando pensaba Jaeger pateó una olla lugar donde iba el minino, el utensilio cae en las manos de la castaña.

—¡eh!— exclamó felíz viendo al minino dentro de la olla.— ¡alejense del gato!

—¿cómo lo atrapaste?— pregunto el rubio agitado.

—Jaeger golpeó la olla y está cayó en mis manos.— aclaro.

—saca a ese animal de mi cocina, Ronnie.— le pidió el viejo cocinero a la chica.

La castaña bajo la mirada al gato que estaba asustado por todo el alboroto. Una idea un poco rara llegó a su cabeza.

—Zeff, ¿puedo quedarme con el gato?— pregunto sonriente viendo al hombre.

Sanji y Jaeger voltean a verse, sabían que Zeff no le permitiría conservar a ese animal y menos por todo el alboroto que provocó capturarlo.

—manténlo lejos de mi cocina y te lo puedes quedar.— hablo el hombre.

—¡lo haré!— exclamó felíz la castaña dándose la vuelta con la olla en los brazos y salió de la cocina.

Los dos muchachos estaban atónitos ante la decisión. Sin dudas alguna Ronnie tenía algún hechizo o simplemente era tan agradable como para que le dieran un beneficio como ese.

—¿en serio le diste permiso para conservar al gato?— cuestionó el pelinegro sin creerlo.

—me pareció que le hacía mucha ilusión quedarse con el gato.— respondió el chef.

—claro. Ella puede tener un gato pero a mí no me dejaste tener un pez.— protestó el pelinegro en medio de un puchero.

—Jaeger, apenas puedes cuidar de ti mismo.— aclaró Zeff. Sanji comenzó a reírse en silencio al ver la cara del ojiverde.— déjate de tonterías y ven ayudarme a ordenar.

—¡esto es injusto!— siguió quejándose.

Sanji observó a su mejor amigo irse, divertido por todo salió de la cocina y comenzó a buscar a la chica.

Con las manos metidas en sus bolsillos y un cigarrillo en la boca, avanzó. Intuyo que la encontraría en su habitación y en efecto, ahí estaba la chica con el felino en los brazos.

—así que el viejo te dió permiso.— suspiro divertido.— ¿que clase de hechizo usaste? me parece que te quiere más que a nosotros.

—no hice ningún hechizó.— aclaro acariciando con su dedo la cabeza del gato.

Sanji se alejo del marco de la puerta y se acercó a la chica que estaba sentada en la cama de Jason.

—¿ya pensaste en algún nombre?

—tengo uno en mente.

—¿cuál es?

La castaña se mordió el labio.

Vins.— respondió.

—¿Vins?— repitió extrañado. Ella asintió levemente.— ese es un derivado de mi nombre.

—exacto.— asintió de nuevo y el gato salto de su regazo.

—¿por qué mi nombre?

—algo me dice que el gato es único.— junto sus manos, observó al gato y luego a Sanji.— tanto como tú. Y si algún día me tengo que ir, me llevaré al gato con tu nombre.

Sanji guardo silenció en cuanto analizó más a fondo las palabras de la castaña. Hasta ese momento no había pensando en que ella se iría, es cierto, no sabía de dónde venía, tampoco sabía si su familia la estaba buscando o si algún día Ronnie decidía abandonar el Baratie.

Habían convivido tan solo tres semanas y era estúpido pensarlo pero no sé imaginaba sin ella. Es decir, Aspen le había dado un nuevo tono a su vida, no solo vino a cambiar el sistema de la cocina, si no que también el sistema suyo vino a flaquear con ella.

Ahora había descubierto un temor nuevo, la ausencia de ella.

—¿te irás algún día?— pregunto intentando recuperar la sonrisa pero era casi imposible.

—talvez o bueno, depende de las circunstancias.— respondió.

—¿que tipo de circunstancias?

—ya sabes cómo la vida, el tiempo, todo. Uno nunca sabe del futuro.— apretó los labios.— lo único que sabemos es del ahora, el mañana es incierto.

Una vez más Sanji se quedó en silenció, no tenía palabras para contrarrestar las de Ronnie.

Solo se había quedado en silencio. Buscando dentro de su cabeza, una manera de calmar sus pensamientos.

—creó que deberías cerrar la puerta o Vins, se escapará.— recomendó al ver al minino cerca de la puerta.


—tambien voy a ponerle un collar.

—¿en serio vas a ponerle mi nombre?

—¿que tiene de malo?

—nada.

Sanji vio a la chica feliz con el nombre del gato y aunque fuera extraño para él. Si ella era feliz, lo dejaría pasar.

































jane's note's

¡cuarto capítulo!

¿les va gustando hasta el momento?

en el siguiente tendremos unas pequeñas revelaciones, si.

hasta la próxima ‹3

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