Unica parte. ✨

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Los segundos corrían convirtiéndose en minutos, los minutos se sentían como horas. Las horas eran una eternidad.

Sumido en soledad, veía el transitar de la poca gente sobre la casi solitaria calle. Cada una metida en sus diferentes asuntos. Los observaba con detenimiento, con tanto detalle, y mientras lo hacía, deseaba tanto poder ser uno de ellos, respirar el mismo aire fresco, mirar el mismo cielo despejado, sentir el viento revolver su negro cabello mientras la libertad lo envuelve.
Hacía mucho tiempo no salía.
Demasiado, que había olvidado ya por completo los tantos planes a futuro, sus incontables sueños, sus infinitas metas cuando tenía una vida. Ahora todo se encontraba en ruinas. Todo estaba roto.

—Min, otra vez pegado a la ventana ¿Por qué no vas a recostarte un poco?—habló su madre entrando a la habitación con el uniforme de enfermera puesto—Sabes que necesitas descansar.

El chico desvió la mirada posándola en aquella mujer de aspecto cansado, pues unas enormes ojeras resaltaban debajo de sus ojos, desgastada por todo el trabajo que realizado y por realizar ella sola.
Odiaba no poder ayudarla de alguna manera.
Odiaba no poder hacer lo mismo que ella hacía por el.

—Creó que tú deberías hacerlo mamá—se levantó y caminó hacia ella haciendo que sus pasos se escuchasen sobre la madera—Yo estoy perfectamente bien— dijo regalándole una sonrisa para reconfortarle de alguna manera.

—Está vez creo que te daré la razón, y me encantaría—sonrío su madre acariciando su pálida mejilla— Pero debo irme, y tengo doble turno está noche, cualquier cosa sabes que puedes llamarme ¿Verdad?

—Lo sé—se limitó a responder.

—Sin salir, Yoongi— advirtió como siempre, mezclando preocupación y seriedad —Jimin dijo que vendrá a las 3:00— la mujer se acercó más a él y depositó un cariñoso beso en su frente, eso causaba seguridad y desprendía protección a Min—Te veré por la mañana, te amo hijo.

Sin decir nada más, su madre salió de casa y encendió el auto, llegaría tarde al hospital si no se apresuraba.

—Y yo a ti, mamá—susurró Yoongi con una sonrisa genuina mientras veía a su madre desaparecer al dar vuelta a la cuadra.

La hipogammaglobulinemia: una disfunción en el sistema inmune.
Es una concentración baja de todas las inmunuglobulinas que son anticuerpos en la sangre, esto provocaba inmunodeficiencia. Este estado patológico que no cumplía con el papel de protección que correspondía; lo padecía Min Yoongi desde los 15 años.

Dejando su cuerpo vulnerable a cualquier infección y una mayor prevalencia al cancer. Su madre, no lo dejaba salir, a ningún lado desde entonces.

Sin embargo, no era tan malo. O al menos trataba de convencerse.

Trataba de mantenerse ocupado durante todo el día.
Se levantaba a las 7:00 am y tenía hasta las 8:00 am para su aseó personal.
8:00 am- 9:00 am desayuno.
9:00 am- 10:00 am ejercicio
10:00 am - 12:00 pm estudio
12:00 pm- 1:00 pm veía televisión
1:00 pm- 3:00 pm práctica de piano
3:00 pm- 5:00 pm visitas
5:00 pm- 7:00 pm lectura
7:00 pm -8:00 pm chequeo médico
8:00 pm -9:00 pm cena
Y después a la cama para al siguiente día hacer lo mismo.

Siempre envuelto en la rutina.

—¡Hoseok iba a caerse y se sostuvo de los pantalones de Jin dejando a la vista su ropa interior!—contaba sin poder dejar de carcajearse, haciendo que su rostro se coloreara de un tono rojizo— Tenía el estampado de su cara por todas partes—río aún más—Ahhh cómo deseábamos que estuvieses ahí.

Eso era lo que más triste ponía a Yoongi. Perderse de todos esos nuevos momentos y recordar los viejos donde solía divertirse con sus amigos cuando aún podía ir a la escuela.

—Si, pagaría por ver eso— respondió con una sonrisa de boca cerrada.

—Lamentan no venir a visitarte con mucha frecuencia, pero...ya sabes—divagó recargándose sobre el respaldo de la silla—Hobi tiene su práctica de baile, Nam su club de estudio, Jin sus clases de cocina, Tae sigue trabajando en sus esculturas y Kook, bueno, él se fue más por el fútbol. Así que...

—No importa—le interrumpió riendo ligeramente—Me sentiría peor si cancelaran sus actividades por culpa mía. Puedo mensajearles después, lo importante ahora es, que terminemos tu tarea de geometría o acabarás reprobando—dijo tratando de finalizar ya con ese tema.

Si. Definitivamente todo era monótono.
Sin embargo, había un momento en dónde Min Yoongi podía olvidarse de todo eh imaginaba que las cuatro paredes de su habitación que lo encerraban, no existían.
Un momento en donde se sentía como cualquier otra persona. Y volvía mágica su madrugada.

03:07 a.m

Se acercaba a su ventana. Tomando asiento en el banco bajo está. Dejando que la luz de la luna diera a su cara, eh iluminase el lugar.

—Justo a tiempo— se decía al observar como aquella chica salía con un gato en brazos, una bata que cubría su pequeño cuerpo del frío y su bello cabello negro desordenado.

Ella vivía en la casa que estaba justo frente a la suya. No sabía su nombre. Ni su edad. Ni de dónde era.
En realidad no sabía absolutamente nada de ella. Jamás habían cruzado palabra. Pero cada día a las 03:07 am salía a su balcón para observar a la nada misma.

A Yoongi le gustaba observarla, y preguntarse qué era aquello en lo que pensaba.

¿Qué la incitaba a salir a la misma hora, todas la madrugadas?

Para él su belleza era relativa.
Lo hacía sentirse extraño, y lo dejaba sin palabras. Sus fuertes ojos demandaban su atención. No porque sus labios parecieran dulces o sus ojos brillantes, o sus párpados suaves. Tampoco porque su cuerpo lo hacía sentirse en primavera cuando estaba en otoño.
Sino, porque al mirarla sentía en la garganta agua y al mismo tiempo una sed insaciable.

Mientras la chica pensaba en todo o en nada.
Él pensaba en ella.

Pero también le dolía.
Mirarla le dolía. Porque sabía que lo peor que podía pasar, es que terminará sintiéndose atraído por ella, cuando ni siquiera podía acercarse. Un vil acción como esa.

Su madre no estaba en casa, a esa hora sus amigos estaban en clases. Y él como siempre se encontraba encerrado. Acompañado de su mejor amiga: La soledad.
Tocaba con delicadeza haciendo que las teclas emitieran un sonido armonioso mezclando con lo lúgubre, digno de admirar, y que lo hacían calmar, cuando de repente y sin aviso, el tono de notificación llamó su completa atención.

Número desconocido.
Ve a la ventana.

                           1:15 p.m. ✅✅

Frunció su ceño y algo indeciso hizo lo que aquella persona desconocida pidió.
Asomó su cuerpo y al mirar de quien se trataba, esté de inmediato se inmovilizó.

Número desconocido.
En lugar de observarme como un pervertido,
¿Por qué no simplemente me pediste mi número?
                    1:17 p.m. ✅✅

Número desconocido.
Soy Minimi...
Un placer.
1:18 p.m.✅✅

Yoongi
Soy MinYoongi
El placer es mío .

1:18 p.m.✅✅

—¡Min!— se escuchó desde la sala.

Con nerviosismo apagó el teléfono. Y se alejó de la ventana hacia el piano, dejando a la chica frente a él, un poco confundida.

—¡Aquí arriba!— gritó en respuesta al llamado de su madre.

—Cierto, olvide que era hora de tu práctica—dijo su madre entrando a la habitación.

—¿Qué tal tu día?—preguntó sin hacer notar su nerviosismo

—Estuvo bien, pero lamento no haber llegado para comer—se disculpó avergonzada.

—No importa...—respondió. Restándole toda la importancia.

—Para recompensarte prepararé algo muy delicioso en la cena—exclamó entusiasmada.

—Mamá, me agrada la idea pero...Tampoco me molestaría que descansaras un poco—contestó el pelinegro preocupado.

—Bien, lo haré—dijo ella para que la expresión de su hijo cambiará y salió sonriendo del cuarto sin decir nada más.

Esa noche, Min Yoongi no podía dormir. Seguía dando vueltas sobre la cama, o acomodando una y otra vez la almohada.
En lo único que podía pensar, era en esa extraña chica.
¿Cómo había conseguido su número? Se preguntaba una y mil veces más.
Sin embargo no obtenía respuesta.

Salió de la cama, tomó su celular y buscó su contacto. Estaba decidido a escribirle, pero ella fue más rápida.

Minimi
Ahora que lo pienso.
Jamás te he visto salir de casa.

               02:59 a.m.✅✅

Yoongi
En realidad.
No puedo salir.
03:00 p.m ✅✅

Minimi
¿Disfrutas privarte de
tú libertad?
            03:00 a.m.✅✅

Yoongi
No.
03:00 a.m. ✅✅

Minimi
Entonces....
           03:01 a.m✅✅

Él dudo un poco en si responder o no.
Sin embargo, cerró los ojos respirando profundo y escribió.

Yoongi
No salir, salva prácticamente
mi vida.
Estoy enfermo.
03:03 p.m ✅✅

Se dejó recostar nuevamente sobre el colchón un poco nervioso, esperando la peor respuesta por parte de la chica.
«No debí haberlo soltado así sin más.» Se dijo al notar que la notificación de su parte no se hizo presente.

En ese momento, no pudo evitar sentirse un poco desilusionado.
Botó el celular sobre el buró junto a la cama y soltó un fuerte suspiro.
«Lo arruiné» Pensó.
Sin embargo al mismo tiempo una vibración se hizo presente.

Minimi
Acércate a la ventana.
          03:07 a.m ✅✅

Sin entender el porqué, prácticamente corrió a su ventana. Y la encontró sonriendo en el balcón. Ella estaba sonriéndole, a él.
Con halcones prácticamente devorando su estómago mando un mensaje.

Yoongi.
¿Qué es lo que observas?
03:07 a.m. ✅✅

Miró con detenimiento como ella escribía su respuesta.

Minimi
Amo las estrellas.
Sin embargo, mis favoritas son
las fugases. Espero ver una hoy.
                         03:07 a.m. ✅✅

Yoongi
¿Por qué?
03:07 a.m. ✅✅

Minimi
Ellas.
Conceden deseos.
                  03:07 a.m. ✅✅

Yoongi
¿Puedo saber que deseas?
03:08 a.m. ✅✅

Minimi
Lo lamento.
Enserio quiero que se cumpla.
                     03:08 a.m.✅✅

Aún después de hablar. No logró conciliar el sueño. El hablar con ella era motivo suficiente para no hacerlo. Extrañamente, se sentía feliz. Le gustaba sentir todas esas emociones mezcladas al mismo tiempo.

—¿Dices que te mando un mensaje?—preguntó Jimin a su lado, sin dejar de observar aquel libro de biología.

—Si, y no sé cómo consiguió mi número—respondió sonriendo tontamente.

El amor. A veces vuelve boba a la gente.

—Bueno...—sonrió el rubio despegando la vista nervioso —Quizá, un chico cualquiera, rubio, apuesto y con manos pequeñas se lo pasó.

—¿Fuiste tú?—preguntó acercándose abruptamente.

—Dije un chico cualquiera— se quejó por la cercanía.

—¿Cómo pasó? ¿Ella te lo pidió?¿Cuándo fue eso?—preguntó con inquietud acercándose aún más a él.

—Bueno, se acercó a mi y simplemente lo pidió, creí que era mejor que ella hablara, en lugar de que sigas observándola como si fueses un pervertido— contestó con obviedad —¿Crees que alguna vez pueda venir?—preguntó emocionado.

—Sabes que mamá me mataría si se llegase a enterar de que metí a alguien no inspeccionado con anterioridad— respondió el joven desanimado—No creo que lo apruebe. Y menos si se llega a enterar de que prácticamente es una relación por teléfono.

—Es verdad..—suspiró y se tiró sobre el sillón.

—No importa, el simple hecho de poder hablar con ella es suficiente para mi


Los días pasaban con rapidez, el tiempo bien sabemos, jamás se detiene. Por ende, ellos no podían perder el tiempo, la vida no regresa. Si amarla era una locura, entonces eso era lo único que valía la pena sentir. Adiós a la cordura.

Él miraba el oscuro cielo.

Oírla y no poder escuchar.
Verla y no poder tocarla.
Planeando vuelo pero sin saber aterrizar.

—Qué cruel es la vida para desviarte así de mi—habló él en un susurró—Se ríe de mi, de nosotros, todo se vuelve más complicado.

—Todo siempre es complicado y sencillo a la vez—contestó ella al otro lado de la línea.

Un silencio invadió su noche.

—Acércate a la ventana—dijo el con dulzura observando como ella aparecía dentro de su campo de visión.

Mira la luna y luego voltea a observarle con el celular puesto sobre su oreja. La luz de la noche ilumina el lado izquierdo de su rostro. Aquel sólo pudo suspirar.
La miraba y podía jurar que sus ojos se iluminaron de la misma manera que los suyos.

—Yoongi...

—Por favor, solo...—cerró sus ojos  y con lentitud posó su mano sobre el frío cristal de la ventana—Quiero imaginar que puedo tomar tu mano, aunque sea solo unos minutos.

Detrás de ese triste espectáculo, temblaba indecisamente un rayo de esperanza.
Uno que le decía que un día llegaría.
Uno que le decía que algún día él podría abrazarla después de tanta espera.

—Somos un poco raros Min—dijo la chica soltando una risita mientras apoyaba igualmente su mano en el vidrio.

—La vida es un poco rara—contestó.

Ella guardó silencio inesperadamente.
Respiro profundo.

Te quiero Min Yoongi—susurró al teléfono mirándolo a los ojos, a pesar de la gran distancia que los separaba.

Su corazón se detuvo al oírla.
Que desdichada hubiese sido su vida, sin aquel maravilloso momento. Sin aquellas mágicas palabras.
La noche tenía un resplandor real, y el tono bajo de su hermosa voz lo complementaba perfectamente. Agonizaba la noche, pero acrecentaba su sentir. Como si sus corazones supieran lo que anhelaban.

A él podía faltarle el valor suficiente para declararlo, puesto que durante un tiempo lo había profesado en silencio.
Pero al escucharla, simplemente no podía salir de la emoción.
Notó su mirada angustiada al no recibir respuesta de su parte, pero es que las palabras simplemente no podían dejar de jugar a las escondidas.
Así que solo se limitó a sonreírle.

Yo a ti...Minimi—susurró de vuelta causando una sonrisa de alivio en el rostro de la chica.

Sus corazones estaban a mil por hora, había sucedido lo inevitable.

—¿Estás escuchándome?—reclamó el rubio a su lado molesto. Estaba siendo ignorado descaradamente.

—Perdón...¿Qué dijiste?—preguntó el pelinegro apenado.

—Dios, estoy perdiéndote por completo— se burló— Te vas a la luna cada cinco minutos—comentó caminando a la repisa donde se encontraban los libros.

—Lo siento...es que, simplemente no puedo evitar sentirme así— dijo con la timidez a flor de piel.

—Como sea...¿Dónde dices que dejaste tus apuntes de primero? —rodó los ojos mientras tomaba un libro, del cuál unos papeles se asomaron y cayeron al piso—¡Lo que faltaba!—se quejó poniéndose de cuclillas para recogerlos, pero algo hizo helar su sangre—¿Qué demonios?—solto entre dientes.

—¿Qué pasa?— se acercó Min a su lado quitando los papeles de su mano.

—Min, no creó que sea una buena idea...—susurró el rubio inquieto, tratando de quitarle esas hojas.

—Por favor, sé que en primer año era un desastre, pero no creo que...

Pero dejo de respirar al momento de leer lo plasmado en aquellas hojas. Sus ojos se volvieron grandes y cristalinos.
A los segundos sentía como si su mundo se derrumbara, mientras que los pedazos caían sobre el, aplastando su ya roto corazón.
Todo era una mentira. Su vida era una vil mentira.

—¡He vuelto!—gritó su madre sonriendo y entrando a la gran casa, sin embargo su sonrisa desapareció al notar el aspecto de su hijo.

—¿Qué es esto madre?—pronunció con un nudo en la garganta mostrando aquellas hojas de papel.

—Creó que es mejor que me vaya—habló el rubio incómodo tomando sus cosas—Te veo después, hasta luego señora Min—dijo para después salir de la enorme sala de estar.

—Min, hijo, puedo explicártelo, sólo ...

—¡Todo es una mentira!—exclamó con frustración—¡Me has estado mintiendo en la cara durante los últimos cuatro años!

—Hijo, por favor escúchame—decía tratando de tomar su mano—Los papeles de alguien más deben haberse mezclado con tus cosas, y...

—¡Está escrito mi nombre con claridad!— gritó enojado —¿Qué me has hecho? ¿Cómo pudiste?— habló bajando la mirada derrotado.

—Necesitaba protegerte...

—¿Protegerme?— respondió incrédulo—  ¡¿Protegerme de que?! ¡NO ESTOY ENFERMO!

—Del mundo— contestó entre lágrimas—No podía dejar que las personas te lastimaran. Qué te enfermaras. No podía acepar el poder perderte.

—No puedo creerlo—decía negando repetidas veces con la cabeza.

—Hijo...

—¡No me llames así!—volvió a alzar la voz—Tú...¡Tú no eres mi madre!

Sin decir nada más subió las escaleras corriendo e ignorando el llamado de su madre. Entró a su habitación colocando seguro a la puerta y se dejó deslizar sobre ella hasta el suelo.

Mentirle a una persona para conservarla, es la peor forma de perderla.

—Min, hijo—se escuchó al otro lado de la puerta.

—Estuve tan perdido, estuve a punto de perder la cabeza aquí encerrado como vil prisionero, sin haber cometido ningún pecado—habló apoyando sus piernas en su pecho mientras las abrazaba—¿Por qué lo hiciste?

—Yo, no lo sé—respondió con su voz entrecortada—Lo lamento, enserio lo siento.

—¡Por una vez en tu vida mamá, se honesta conmigo!—espetó al borde de las lágrimas—Debe haber una razón coherente.

—Empezó cuando eras pequeño—comenzó acompañada de un suspiro—Te enfermabas con regularidad, realmente te ponías muy mal, una vez casi te pierdo. Me dijeron que el mantenerte expuesto a los virus del exterior era muy peligroso, muy riesgoso.

—¿Y entonces decidiste inventarte todo para mantenerme encerrado?

—No podía asumir la idea de que ibas creciendo, de que saldrías a explorar el mundo y que gracias a ello algún día ya no estuvieses a mi lado—contestó—No quería que mi único hijo, mi más grande tesoro, se fuera. Debes entenderme Min. Era una madre soltera,  asustada, tan aterrada, que no sabía cuánto daño te estaba causando. No quería que te ocurriese algo peor.

El pelinegro hecho su cabeza hacia atrás desolado, sin parar de sollozar.

—Perdóname Min Yoongi, juro que estoy siendo lo más honesta posible—habló nuevamente su madre —Aceptaré mi condena, pero no me odies por favor.

—Yo...no podría—susurró aquel chico sintiendo la presión en el pecho impidiéndole respirar—Jamás podría odiarte.

La madrugada era fría.
El cielo infinito era adornado por innumerables estrellas. Mientras que la luna iluminaba aquel oscuro vecindario.

Se sentía mareado. Su visión no era tan clara. El sudor le recorría la frente mientras su cuerpo se adaptaba al aire de la noche fresca.

Ahí estaba ella. Como todas las madrugadas saliendo a su balcón para pedir el deseo de siempre. Uno del que el no tenia idea.
Sin embargo, al salir no dirigió su mirada al cielo, la posó en aquel chico de pálida tes. Era necesario pegarse una bofetada para aterrizar nuevamente en tierra.

Es que acaso...¿Era una ilusión?¿Una mala jugada por parte de su grandiosa imaginación? Pero no...no lo era. No podía serlo.
Con desesperación entró nuevamente a su habitación, bajo las escaleras y se dirigió a la puerta principal.
Su corazón se detuvo cuando al abrirla logró visualizarlo a unos cuantos pasos frente a ella.

Con lentitud se aproximó a él y con miedo, con sumo cuidado, como si pudiese hacerle daño, acercó su mano a su mejilla.
Era increíble lo que sucedía cuando se perdía en sus ojos, esos que las transportaban a un mundo único e irreal, donde el tiempo iba al contrario, y donde sólo era consciente de su cercanía.

Los minutos se desvanecieron cuándo el posó su mano sobre la suya y cerró sus ojos. 

Ya nada tenía sentido. Era hermoso estar con alguien a quien se ama y saberse correspondido. Su cabeza desechó las ideas erróneas y frivolidades acerca del amor.
Ahora la dirección era la correcta.
Ahora los días que se sentían insuficientes para disfrutar de su compañía, se convertían en eternidades.

—Estás aquí..—susurró sin retener una lágrima.

—Aquí estoy...

Su boca entre susurros, besó sus dulces labios que eran de un sabor especial, algo que jamás había probado antes.

Para ellos ese era apenas el comienzo de algo maravilloso.
Puede que los acompañe toda la vida, o podía llegar a su final el día de mañana.
Pero fuese de la manera que fuera, se proponían disfrutarlo y amarlo con cada uno de sus sentidos.
Cuando se encuentra a una persona cuya rareza es compatible, nos unimos a ella y caemos en la satisfactoria rareza mutua.
Y eso es a lo que conocemos como amor.

Ese rayo de luz, que temblaba.
Uno que le decía que un día llegaría.
Uno, que le decía que algún día él podría abrazarla después de tanta espera.
Apareció cuando la tan esperada estrella fugaz iluminó el cielo.
Un día cualquiera a las 03:07 de la madrugada.

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