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—¡Malditas mierdas!

—¡Sí!

—¡Creen que pueden hacer lo que quieren!—Kate gritó con un hielo en su mano.

—¡No!

—¡Arruinan nuestra vigilia y se escabullen en sus mansiones como si fuéramos basura que pueden pisotear!

—¡No!

—¡Pues no somos basura!

—¡No!

—¡Esta mierda se acaba hoy!

—¡Sí!

—¿Qué vamos a hacer?

—¡Mataremos a esos ricachones idiotas!

—¡SÍ!

En resumen: Kate había sido golpeada por uno de Sunnyvale, eso la hizo enfurecerse, y animar a que ellos deberían tener una lección por lo que han hecho. Simon y Gael la siguieron como buenos amigos que son, aunque fue más por apoyo para que no matara a nadie, en sentido literal. Y Deena estaba en su estado depresivo por lo que sucedió con Sam, su especie rara de pelea y finalización oficial de la relación que llevaban.

—¡Digo "Shady", ustedes contestan "side"!—El novio del azabache gritó hacia los del autobus en el que estaban.—¡Shady!

—¡Side!

—¡Digo "Shady", ustedes contestan "side"!

—¡Shady!

—¡Side!

Simon repitió al menos tres veces el mismo "lema" de animación hasta que se cansó y se sentó junto a Gael.

—¿Cómo te encuentras?—Le preguntó tomando su mano.

El Sallow lo miró con una sonrisa ladeada.—Mejor que antes, aunque sigo con ganas de golpear al tarado ese. 

Simon rió y sacó una tela, un poco mojada, mientras tomaba la mano de él, y veía lo rojo e hinchado que estaba su mano. Con la tela, empezó a pasarla por las pequeñas montañas de su mano. 

—Gracias.—Expresó Gael, robándole un rápido beso. 

Ambos se miraron y como usualmente pasaba, no podían despegar sus ojos del otro. Se amaban, estaban enamorados. Y eso lo sabían.

El ruido de un vidrió rompiéndose llamó la atención de Gael. Y también la de Simon. 

—¡Chicos! ¡Vengan!—Gritó Deena.

Simon, Gael y Kate se acercaron a donde estaba la de rizos y vieron a tres de Sunnyvale en un automóvil, detrás de ellos, con un chico con mascara de esqueleto, —tal como era la del asesino de Heather—, y botellas de vidrio en su mano. Una de ellas volvió a ser arrojada y explotó contra la parte trasera del autobús.

—Debes estar bromeando.—Exclamó con irritación Kate.

—Oigan, ¿esa no es...?

—Sam.—Respondió la pregunta de Simon, Deena.

—¡¿A donde van, cobardes?!—El que estaba arrojando la botellas preguntó haciendo que la poca paciencia que poseía Deena se acabara.

Ella se giró y tomó el barril, al mismo tiempo en el que Simon se bajaba los pantalones y mostraba su trasero a los de atrás.

—¡Sunnyvale apesta!—Declaró él.

Una botella volvió a estallar contra el vidrio y Deena miró a Kate.

—¡Abre la puerta! Kate, ¡Abre la puerta!

Kate le hizo caso luego de unos segundos.

—¿Segura que es una buena idea?—La porrista de notas altas miró a su amigo de chaqueta holgada, Gael.

—¿Deena?—El chico llamó a su amiga, ya que sangre había empezado a salirle de su nariz.

—A la cuenta de tres.—La de rizos ignoró al azabache.

—¿Estás segura?

—Uno, dos...

—¡Deena!—Kate la llamó.

—¿Qué?

La de coleta se alejó de ella con impresión cuando vio caer la gota de sangre completa.

—¡Tu nariz!

A penas esas palabras salieron de su boca, Deena se distrajo lo suficiente como para olvidarse del barril con liquido que iba a arrojar hacia los integrantes de Sunnyvale que los estaban molestando.

El objeto cayó sobre el coche, haciendo que este se desestabilice y se saliera de la ruta, chocando contra un árbol.

—¡Detenga el autobús! ¡Deténgase!—Deena pidió.

—¡Detenlo!—Gael se acercó al conductor y este frenó en seco.

Deena no esperó ni un segundo, antes de bajar del vehículo escolar por la puerta trasera, y, claramente, los tres amigos, la siguieron.

La morena llegó con rapidez al lado de su ex novia, y la sostuvo del brazo.

—Sam... ¿Estás bien?—Le preguntó con una gran preocupación y culpa acumulándose internamente.—Lo- lo siento.

—Aléjate de ella, marimacho.

—Cierra la maldita boca, antes de que te la parta.—Amenazó, otra vez, Gael, acercándose a las dos chicas.

Deena agradeció con la mirada al chico que la defendió, y volteó de nuevo a ver a la rubia con la que salía.—Sam, soy yo. Estoy aquí.—Ella acomodó su cabello detrás de la oreja.

—¿Tú... la viste?—Indagó algo confusa la de ojos claros.

—¿Qué?—La Johnson frunció su ceño.

—Creo que el golpe fue duro.—Opinó el Sallow, rompiendo un pedazo de tela de su camiseta.

Simon y Kate, también se acercaron.

—Mierda.—Exclamó el rubio.

—Sam, ¿puedes decirme cuantos dedos tengo?—El chico elevó dos dedos.

—Dos.—Respondió.

—Bien. Según E. R, ella está bien.—Su mano se posó en el rostro de la de ojos claros, y limpió un poco la sangre que desprendía su nariz, ignorando las miradas incrédulas de Kate y Deena, por la mención del programa televisivo de médicos.

—No deberíamos estar aquí.—La Schmidt dijo.

—No. Pero dado de visto, lo sucedido, si ella nos quiere denunciar, con gusto los cuatro terminaremos en la cárcel por "intento de homicidio" o algo así.—Soltó el moreno, dejando de limpiar las manchas del liquido, para hacer entrecomillas con sus dedos. Luego volvió a su anterior tarea; limpiar.—Y más si viene de una chica de Sunnyvale... Sin ofender.

—Ya cállense, y ayúdenme a cargarla.—Ordenó Deena.

—¡Debemos irnos!—Repitió la porrista.

—Debemos llevarla y asegurarnos que no diga nada.—Corrigió Simon viendo como su novio lo miraba desde abajo con el retazo de tela sucio en sus manos.

El rubio se agachó y miró a Sam de cerca.

—Parece estar bien, ya podemos llevarla a-

Y sin poder completar la palabra, una mueca de disgusto y varias palabras salieron de los presentes, viendo como Sam vomitó/ escupió sangre, que cayó en la playera de él.

—Dios, eso es- Iugh. Iugh.—Clamó el Sallow.

[...]

La ambulancia y las patrullas de oficiales, no tardaron en llegar, tras la llamada de la morena.

La chica veía a Sam irse con la ambulancia en una camilla, y su rostro no tardó en volver al antiguo de preocupación.

El sheriff Goode, caminó hacia Deena con su libreta lista para anotar los datos necesarios que hacían falta.

—¿Dena Johnson?

—Con doble E.—Habló ella.

—¿Me dices que pasó?

—El auto chocó.—Contestó la chica, ganándose una mirada del hombre.

—¿Los perseguía?—Trató de sonar casual a la pregunta.

—Iba detrás del autobús. ¿Eso cuenta como perseguir?

—El conductor dijo que alguien abrió la puerta de emergencia.—Rebatió, buscando la verdad.

—No recuerdo eso.

—¿No? Te vio con el refrigerador. A ti y a un chico.—Simplificó el oficial.

Deena elevó las cejas.—¿Alguien más lo vio?

—Quizás... Solo te divertías. Se te fue de las manos. Solo dime que pasó.

—No lo sé. Supongo que...

El sheriff lanzó un suspiró antes de acercarse a interrogar a los demás.

—A veces hay accidentes.—Respondió Kate.

—Perdimos el control.—Reconoció Peter.

—Un accidente raro.—Confesó el acompañante de Sunnyvale.

—Chúpemela, poli.—Soltó Simon.

—Por favor, no digas lo mismo que tus... Amigos.—El hombre mayor le dijo a Gael, quien se encontraba apoyado en la patrulla con los brazos cruzados.

—¿Por qué sería una mentira lo que ellos dicen?

—Defensa. Se defenderían. Y tú te ves más fiable.—Declaró el mayor.

—¿Se fía de un adolescente promedio con antecedentes policiales de cargos menores? Oh, si que está muy desesperado, oficial Goode.—Ambos se miraron a los ojos con fijeza.

—¿Sigues viviendo con tu padre, Gael?—Preguntó con interés el hombre.

Gael, se removió incomodo por esa formalidad. 

Nadie lo sabía, ni siquiera Simon, pero él y su hermana, solían tener... Algo. Hasta que murió en el campamento de 1978.

—Fue un accidente como los demás.—Usó su tono de voz serio y frío, dejando en claro que no quería responder. 

—Bien. Pero si recuerdas algo, o necesitas algo, llámame.—Cortó un pedazo de papel de su hoja y le dio el numero de su teléfono.—Estoy de tu lado.—Esas palabras fueron en doble sentido.

—Claro... Goode.

El hombre se dio la vuelta, logrando que el chico pudiera suspirar de alivio.

Él vio a su novio hablar, algo, animado con Kate y a unos centímetros a Peter abrazar a Deena con fuerza.

Sallow no tardó en moverse.

—Dense por muertos.—Fue lo poco que logró oír el chico, antes de ver como el rubio de Sunnyvale soltaba con brusquedad a Deena, casi haciéndola caer.

Gael, tomó de los hombros a la chica, sin dejar de ver al chico de mandíbula marcada.

—Te llegó a oír amenazar a cualquier Shadysider, y te juro, gaznápiro, que te haré la vida una mierda, ¿me oíste?—El chico le murmuró notando como su garganta se movía de arriba a abajo con fuerza por el enojo.

[...]

Gael miraba a su amiga, Kate, hablarle a las niñas que tendría que cuidar... Pero en su lugar, las hacia entretenerse separando drogas.

—Cuatro en cada bolsa.—Les dictó.—Si acaban en una hora, podrán ver My so called life  conmigo.—Ella les sonrió antes de darse la vuelta y encontrarse con el moreno mirandola con una ceja alzada.—Ah, y no se las coman. Se les detendrá en corazón, morirán ahogadas, y todos se pondrán muy tristes. ¿Entendido?

Ambas niñas de pijamas y trenzas hechas por Kate, asintieron con "seriedad".

—Qué delicada.—Murmuró con sarcasmo él, dirigiéndose a la sala principal, donde su novio miraba la tv.

Los ojos del Sallow se achicaron al ver como en el canal se transmitía como cazaban a un tiburón atrayéndolo con sangre, y luego como el animal marino huía.

—Los tiburones no son tan estúpidos.—Dijo el chico con los brazos cruzados.

Kate se paró frente al televisor.

—¿No ordenaste?—Preguntó con tono de regaño.—Ropa blanca y de color, y busca los calcetines sueltos.

La pelinegra sacó las prendas de vestir y las tiró en la mesa, donde ellos ayudarían.

—Recuérdame que ganaría.—Se adelantó Simon a decir.

—No.—Le contestó Kate, y el rubio de un salto se levantó y sacó su sudadera roja gastada.

—Por dios, ¿llevas la misma ropa que anoche? ¿Fue así al supermercado?—Schmidt le preguntó a Gael, sabiendo que este acompañaba a su "amigo" al trabajo. 

—Hice doble jornada, y era lo único que tenía en el auto.—Simon habló con rapidez tratando de desviar la conversación y dejar los recuerdos para otro momento.

Su doble jornada no llegó a ser completada al 100%.

Hubo un momento en el que el rubio se metió en la parte trasera de las cargas de comida, y se encontró con su novio. 

Ambos se miraron en ese momento, y no pudieron resistir. 

Las manos de ambos tocaban con desesperación el cuerpo del otro, mientras sus labios seguían unidos en un beso que les dejaría los labios rojos fuego.

La parte trasera de uno de los camiones que estaba sin cargas de comida, había sido usada por ellos, y su momento de calentura. 

Por suerte no había ni cámaras, ni personas cerca. Sino habrían escuchado como el nombre de Gael era casi desgastado de tantos llamados que decía Simon. Y varios minutos más tarde, como Gael dejaba a Simon hecho gelatina entre sus brazos, para luego volver a repetir la acción y oír el sonido que tanto le gustaba del Kalivoda.

La sonrisa ladeada del moreno no tardó en salir. 

Le gustó recordar eso, otra vez. Pero más le gustaría volver a repetirlo.

—Así es.—Carraspeó este, acomodándose disimuladamente el pantalón.

Se estaba poniendo duro y no había hecho nada más que volver a ver el pasado.

Un sonido los distrajo.

—Uh, es Deena.—Kate habló viendo a su teléfono.—Que asco. Eres desagradable.

Ella abrió el aparato electrónico y salió de la sala, dejando a los dos chicos solos.

Gael se dio vuelta lentamente, viendo al chico frente a él sacarse la camiseta manchada de sangre.

La vista del moreno repasó el cuerpo del rubio.

No tenía el estomago marcado pero eso no era algo que a Gael no le agradara, al contrario podría decir que le gustaba.

Era lo más parecido a la realidad que había. No eran como las fotos de revistas, donde los hombres salían con sus tríceps marcados y cuadros en sus abdominales. 

Tenía una hilera de pelos pequeños que bajaba desde la parte del estomago hasta ese lugar. Uno de los favoritos del Sallow.

—¿Te gusta lo que ves?—Simon preguntó sacándolo de su futura imagen mental +18.

—No te das ni una idea.—Le respondió acercándose con una sonrisa perversa que hacia temblar al rubio. 

A él le encantaba cuando hacia eso.

Tenía el toque perfecto. Era como un 50/ 50. Perversa y divertida. Dulce y atrevida. Y no de la mala manera.

Sallow tomó de las caderas al rubio y lo acercó a su cuerpo.

Sus narices chocaron y sus ojos se unieron. Admirándose.

—No sabes lo bien que te ves así...—Susurró el moreno al Kalivoda, pasando su vista a los labios algo rojizos del chico.—Ni lo duro que me estoy poniendo por tenerte en el mismo lugar.—Dando por finalizada sus palabras, un beso fue empezado por él.

Los labios de ambos se unieron y se denotó una brusquedad al chocar y hacer cierto ruido, aunque no tardó mucho en volverse más suave, como a veces les gustaba.

La mano de Gael se posó en la nuca de Simon y lo atrajo más, si se podía llegar a decir así.

Ambos fueron obligados a separarse no solo por la falta de oxigeno, sino también por el ruido de Kate cortando la llamada.

—Carajo.—Gael dijo viendo a su entrepierna. Definitivamente necesitaba algo más holgado.

—¡Dios! ¡Ponte algo!—Kate le ordenó a Simon, mientras este comía algo para tapar la hinchazón de sus labios, a causa del beso.

—¿Qué? ¡decídete, mujer!—Reclamó él.

Gael rió un poco al ver la cómica escena.

Un ruido de algo rompiéndose hizo que la risa cesara al igual que el momento.

—Quédense aquí.—Les dijo Kate.

Gael frunció su ceño, y miró hacia el lugar proveniente, antes de empezar a caminar en esa dirección, y que ambos adolescentes lo siguieran.

Una camiseta siendo arrojada hacia el otro extremo de la habitación fue el causante de su retroceso repentino.

Él asomó la cabeza con cuidado, tratando de ignorar la respiración de su amiga detrás de su cuello.

—¿Qué...?—El mismo disfraz del reciente asesino de Shadysider estaba siendo usado por la persona que rebuscaba algo entre las prendas.—Oye, ¿Qué crees que estás-?

La persona detrás del disfraz se giró y Simon apoyó su mano en la boca del chico, callándolo, y de paso, empujándolo un poco lejos de la vista del de mascara.

—¿Estás loco?—Susurró casi inaudible, el rubio.

—Es el idiota de Sunnyvale.—Agregó Kate.

El azabache los miró y sacó con cuidado la mano del chico, depositando un disimulado y silencioso beso en la palma de este.

Sallow dio un asentimiento, y se dio la vuelta para enfrentarse al supuesto chico de Sunnyvale, pero al hacerlo, se llevó la sorpresa de encontrarse con nadie. Estaba completamente vacío, y la ventana abierta.

En silencio, los tres registraron el alrededor, también, sin encontrar nada.

—¿No será mejor dejar a las niñas con la vecina...? ¿Cómo era su nombre?—Preguntó el moreno.

—La señora Lane.—Simon respondió, estando de acuerdo.

Kate suspiró y asintió.

—¡Niñas, cambio de planes!—Avisó ella.—¡Traigan sus bolsos!

La chica volvió a suspirar, saliendo de allí con las niñas corriendo detrás.

La pareja compartió miradas y siguieron a su amiga sin discutir.

—Lamento las molestias...

—Oh, no. Me alegra mucho la compañía.

Kate sonrió y acercó a ambas menores.

—Me salva la vida, Sra. Lane.

—Fui enfermera. No es nada.—Al decir eso, abrió paso para que las gemelas entraran a su casa.

La mirada de esta se desvió de la porrista a los dos chicos. Y su rostro se ensombreció notoriamente. 

En especial al ver el rostro de uno de ellos.

—¿Seguro que todo está bien?—Preguntó esta a Gael.

Él chico frunció su ceño sin entender porque le preguntaba a él, luego vio a su novio, y como su camiseta tenía la mancha de sangre aún.

—¡Claro! Solo debo salir, y...

Simon subió el cierre de su chaqueta.

[...]

—¡Matar a ese pervertido!

—¿Por qué entraría?—Preguntó Deena dando vueltas en circulo junto a Kate.—No entiendo que hacía.

—Actuaba de lo más turbio.—Complementó Simon.

—Revisaba la ropa sucia.—Explicó Gael viendo como su chico se acercaba a Josh, y promocionaba su tienda.

—¡Se metió en la casa! ¡Con un cuchillo!—Vociferó Kate.

—¡Vaya! ¿Con las niñas ahí? Eso está muy mal.—Secundó el hermano menor de Deena.

—Exactamente, Josh.—La pelinegra lo miró.—Está muy mal, gracias. Había niñas ahí. ¿Y qué? ¿Por que se acuesta con Sam, cree que puede burlarse de nosotros aquí?

—Kate...—El moreno se enderezó al oír esas palabras. 

Lo crea o no, Deena si era influenciable luego de una ruptura. Y esas palabras, pueden cobrar para ambos sentidos. El lógico y el... impulsivo.

El último, mayormente usado por esta.

—No, está bien, Gael. Ella tiene razón. ¡Al diablo con esto! ¡A la mierda con Peter!

—¿Hola? No olvides lo más importante. A la mierda con Sam.—Remarcó Kate.

—Sí, que se pudra. Debe controlar al psicópata su noviecito.—Y con esas palabras, su mano tomó las llaves de casa, y se encaminó hacia la puerta.

—Algo va a salir mal de todo esto.—Susurró Gael, siguiendo a su amiga. 

Kate se dio la vuelta y miró al Jonhson menor.

—¿Vienes o qué?

Gael rió por lo bajo al ver la sorpresa en el rostro del moreno.


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