Amante de la navidad x Hater de la navidad

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Si había una pareja a la que podías considerar perfecta, esa era la que Foolish y Vegetta conformaban. Habiéndose conocido en la fiesta de Año Nuevo organizada por un amigo en común, los dos formaron una bonita amistad que terminó convirtiéndose, en menos de lo que uno esperaría, en amor. Cualquiera que los viese te diría que ellos estaban destinados, escritos en las estrellas, pues la complicidad y el cariño que ambos se profesaban por el otro era de aquellos pocos amores de antaño que, actualmente, era muy difícil de encontrar. Ese casi ya año de relación había sido lo mejor que habían pasado en sus vidas, con casi nulos altibajos y solo momentos felices para rememorar e incluso compartir.

Con una relación así, ¿qué podría salir mal?

— ¡La Navidad por fin llegó!

— La Navidad por fin llegó...

Es por eso que, cuando escucharon el tono en el que dijeron aquella inocente frase al ingresar a un centro comercial en una tarde de los primeros días de diciembre, ambos se alertaron. La primera reacción, la de Foolish, fue cantarina y con un tono alegre, los ojitos iluminados cual luceros y dando un pequeño salto casi inexistente al notar como todas las decoraciones en la tienda ya estaban listas para ser vendidas. Vegetta, por el contrario, se había encogido de hombros y dicho su frase con pesadez, rodando los ojos con la cantidad de baratijas, árboles y demás objetos que estaban a la vista.

Se miraron confundidos, temerosos de hacer la pregunta que se manifestó en sus mentes apenas y escucharon al otro hablar.

— Wait! Do you hate Christmas?

— ¡Espera! ¿Te gusta la Navidad?

Nuevamente hablando al mismo tiempo, aunque ahora confirmando sus peores sospechas. El silencio luego de aquello fue abrumador, pues no pensaron jamás encontrarse en dicha situación, al menos, no con la persona que amaban con locura.

Foolish amaba la Navidad. Vegetta, en cambio, la detestaba.

Fue tal el shock que ninguno volvió a decir más que monosílabos hasta regresar al hogar de Foolish. Sirvieron el almuerzo que compraron y comieron en silencio por primera vez desde que se conocieron. La tensión era abrumadora, por lo que Foolish, al terminar su respectivo plato, no pudo soportarlo más.

— I do not understand. — dijo, llamando la atención de Vegetta — Hot chocolate, time with family and friends, advent calendars, gifts, cards you send to the family with horrible sweaters but made with love... Christmas is the best time of the year!

— ¡Y de las más ocupadas también! — respondió el otro — aumento irónico en el trabajo, el incremento de precios al querer comprar algo que días antes era barato, las repeticiones en los programas que estás siguiendo, los villancicos que te interrumpen cuando estás ocupado en casa, los niños lanzándote bolas de nieve aunque ni siquiera estés jugando con ellos ni los conozcas... ¿quieres que te enumere más cosas?

— No necesito que estés hablando de todo lo malo cuando ni siquiera piensas en lo bueno de estos días.

— Y yo no voy a tolerar que solo te preocupes por lo bueno y no notes lo malo que pasa cada año por estas fechas.

Otro silencio más llegó. La primera pelea de la parejita solo causó que la previa tensión se sintiera aún más pesada, pudiendo ser fácilmente cortada con un cuchillo. Sin darse cuenta, los dos se habían parado de sus asientos mientras enumeraron todo lo bueno y malo de aquellas festividades, por lo que volvieron a sentarse para calmar sus ideas.

— I am sorry. — empezó Foolish — siempre he amado estas fechas y realmente quiero compartirlas contigo, no pensé que tú la odiaras. Es tan... irreal, para mí.

— También lo siento — continuó Vegetta — no sé cómo esta conversación no salió antes durante alguna de nuestras citas, pero realmente Navidad y sus días previos son un dolor de cabeza para mí. Solo me gusta estar solo y dormir temprano ese día. — se rascó la parte de atrás de la cabeza, suspirando — Quizá deberíamos pensar las cosas.

— What do you mean? Are you breaking up with me? — se alarmó, más Vegetta negó incesantemente con la cabeza y se acercó a él.

— ¡No! ¡No vamos a terminar por algo así, Foolish! — lo tomó de los hombros y le dedicó una cálida sonrisa — Pero quizá deberíamos, you know...pensar en cómo pasar estas festividades. Quizá buscar un modo, o cada quien como siempre lo ha hecho, solos... no lo sé, simplemente pensarlo.

— Pero yo quiero pasarla contigo...

— Me too. — susurró — sin embargo, no quiero que me veas con una cara de pocos amigos cuando se supone que debes estar feliz ese día. Ya se nos ocurrirá alguna solución, espero, realmente lo espero.

— ¡Pensaré en algo! — esta vez fue Foolish quien le dedicó la sonrisa — Cada día, ¡amarás la Navidad!

Vegetta sonrió al parecerle tierno como Foolish parecía muy entusiasmado ahora. El rubio tomó una de las manos de su pareja y la puso en su pecho, haciendo que este pueda escuchar los latidos de su corazón.

— ¡Amarás la Navidad tanto como me amas a mí, it's a promise! — repitió, y Vegetta volvió a reír.

— Mi lindo tontito, eso es imposible.

— ¡Ya veremos!

Con las tensiones desaparecidas, los dos se abrazaron y prometieron dar lo mejor de sí para soportar (¿o quizá cambiar?) la opinión del otro respecto a la Navidad.

Al día siguiente, apenas y cuando Vegetta terminaba de hacer su café para iniciar el día, el timbre de su casa sonó con desesperación. Bajó, curioso de que alguien lo buscara un sábado, encontrándose con Foolish con una caja entre sus manos, ingresando no sin antes darle un fugaz beso en los labios.

— Las decoraciones navideñas no son lo mío. — fue lo primero que dijo al verlo — Tendrías que esforzarte más para dejarte adornar mi casa.

— I know, aún es pronto para eso pero te las dejaré por si algún día te animas — respondió — but... ¿aunque sea puedo poner un calendario de adviento aquí? —abrió la cajita, revelando veinticinco cartitas. Vegetta lo observó con curiosidad, mientras Foolish terminaba por ponerla en la mesa. — Imagina que es un calendario y que aún es primero de diciembre. Cada día abre una carta y come un chocolate, ¡estoy seguro de que te gustará!

— ¿Puedo sacar el del primer día, entonces? — preguntó, recibiendo una afirmación como respuesta.

Vegetta agarró dos chocolates, dándole uno a Foolish y abriendo la primera cartita, prometiendo leer las demás luego. Había una foto de él y Foolish ahí, del día donde se conocieron, acompañado de un simple pero bonito "I love you, mi amor".

— ¡Quieres que asocie la navidad a ti para automáticamente amarla! — rió.

— And... is it working? — preguntó, tomándolo de las manos mientras se acercaba a su rostro con una sonrisa provocadora.

— Quizá un poco. — y se alejó de él, dejándolo con las ganas — Pero aún te hace falta un gran camino por delante. Por el momento, te tienes que ir ya.

— ¿Eh? Why?

— ¡Porque tengo que trabajar! — agarró la cajita consigo y prometió ponerla cerca de su escritorio. — De verdad quisiera seguir aprendiendo de la Navidad contigo, pero debo acabar todo con tiempo para poder ir a comprar unos encargos antes de que las tiendas se llenen por la gente que va a comprar regalos.

— ¡Yo me puedo hacer cargo!

El de ojos amatistas arqueó una ceja.

— Vale, pero te sugeriría ir ya para evitar cualquier cosa.

— Descuida, lo tengo cubierto, además quiero hacerte chocolate caliente aprovechando que es mi día libre.

— Muy bien, estaré en la oficina entonces — respondió, besándolo en la mejilla — Pero no digas que no te lo advertí, ¿eh?

— ¡No lo diré!

... Pero al final si lo dijo. Unas horas después, Foolish regresaba derrotado a casa de Vegetta, con paquete en mano pero exhausto por las interminables colas en las tiendas, la multitud que hacía imposible caminar entre los pasillos y los artículos que se agotaban al instante y por lo que tuvo que ir de tienda en tienda para no regresar con las manos vacías. Vegetta lo recibió con los brazos abiertos y le dio un abrazo no sin antes revisar que trajo todo lo que le pidió.

— Gracias por la ayuda, my love. — le susurró, acariciando sus dorados cabellos.

— You did not tell me it was hell! — se quejó, buscando recibir más mimos por parte de Vegetta — I am so tired. That's the reason I always buy online.

— Sí te dije, por algo debías ir rápido. Aunque el chocolate caliente estuvo delicioso.

Aquel día, tanto Foolish como Vegetta entendieron un punto del otro respecto a la Navidad. No lo admitieron por supuesto, simplemente prefirieron descansar sus mentes abrazados uno al lado del otro por el resto de la tarde.

En otra ocasión, Foolish lo invitó a cantar villancicos junto a Quackity y Roier. Vegetta ni en sus más locos sueños habría imaginado que esos tres tenían dicha tradición, pero los acompañó pues su pareja le prometió ir a pasar el resto del día en su hogar, descansando. De casa en casa, el ahora cuarteto entonaba algunos villancicos entre risas y cambios de letras. No había un motivo en particular del por qué iniciaron y si recibían algún dinero por su tiempo lo donaban a alguna obra de caridad, lo que realmente les gustaba era pasar tiempo juntos y contarse todo lo que se habían perdido en el último año, pues no se veían mucho debido al trabajo.

Estar del lado de las personas que cantan en lugar de las que escuchan nunca estuvo en los planes de Vegetta, pero debía admitir que, aunque aún no estaba del todo de acuerdo con tener que interrumpir sus labores para ponerse a escuchar cantar a unos desconocidos, era muy divertido pasarlo entre amigos. Sobre todo si su amado no dejaba de decirle lo hermoso que se veía con su ropa de invierno y lo abrazaba cada vez que podía.

— ¡Foolish puede traer a su novio pero yo no puedo traer a mí gatinho! — se quejó Roier cuando los cuatro ya habían terminado de cantar.

— Siempre has podido, solo que nunca has preguntado. — respondió Foolish.

— ¿Eh? ¡Eso no es lo que me dijo Quackity!

— ¡A mí no me metas, culero! — el aludido se abalanzó hacia él y comenzó a hacerle cosquillas. Roier respondió agarrando nieve y lanzándosela en la cara.

— Él canta mejor que tú, ¡ya verás el próximo año!

Foolish y Vegetta solo rieron ante la escena de esos dos. Cuando se despidieron del dúo, ambos caminaban a casa del de ojos amatistas hasta que, como una vez él dijo, dos niños del vecindario aparecieron de la nada y comenzaron a tirarles bolas de nieve sin piedad. Vegetta cerró los ojos, pensando en que su ropa se mojaría y el fastidio que esto le ocasionaría, más al no sentir el impacto volvió a abrir sus amatistas y se dio con la sorpresa de que Foolish se había puesto entre él y los niños, recibiendo todo el ataque.

— Stupid kids! — se quejó el rubio, mientras veía que los niños reían y se escondían entre los carros.

— ¿Ves lo que te digo? Son un fastidio. — suspiró Vegetta — No puedo caminar tranquilo por estas fechas porque siempre están al acecho.

— Bueno, esos niños son un fastidio. Cuando tengamos el nuestro será el mejor guerrero de bolas de nieve del mundo que nadie querrá meterse con nuestra familia.

Vegetta detuvo su andar al escuchar dicha afirmación. Miró, con las mejillas coloradas, a Foolish, quien no parecía ser del todo consciente de sus palabras.

— ¿Tú quieres tener una familia conmigo, my love?

— And marry you. — respondió con inocencia, concentrado y buscando con dos bolas de nieve en ambas manos a los niños que los atacaron hace unos instantes.

— Oh... — sonrió con ternura, mientras observaba como Foolish avistó a los dos pequeños y comenzó a perseguirlos — eso sería maravilloso — susurró.

Los siguientes días ya no se vieron. No porque estuviesen peleados, sino porque Vegetta ya había comenzado con la campaña navideña en su trabajo y eso le exigía demasiado tiempo a su vida. Foolish lo extrañaba, pero entendía lo enfocado que su pareja debía estar por lo que, aparte de dedicarse a su propio trabajo, se tomaba el tiempo de enviarle mensajes de texto para preguntarle cómo estaba. Este le respondía, por supuesto, y ambos hacían el esfuerzo por compartir aunque sea un poquito de sus horas libres hablando del otro o diciéndose lo mucho que se querían. Foolish le mandaba fotos de algunas decoraciones que pensaba poner en su departamento y su pareja le preguntaba lo que usualmente solía poner. Vegetta, por otro lado, le mandaba las avenidas por donde no debía pasar si es que quería evitar terminar con bolas de nieve otra vez por todo el cuerpo y Foolish respondía diciendo que se vengaría por él como la vez anterior.

Aun así, todavía existía una pequeña tensión en los mensajes de ambos pues se sentían mal al saber que la Navidad se acercaba y ni uno ni el otro había dicho algo sobre pasar las celebraciones juntos, hecho que les preocupaba, pues realmente tenían pavor de que su tan hermosa relación comenzara a decaer por una diferencia tan inesperada como esa.

¿Realmente todo terminaría por culpa de la Navidad?

La mañana de la víspera de dicha celebración, Vegetta despertó con un mensaje de texto de Foolish, quien le decía que quería verlo aunque sea antes de la media noche. Este aceptó, esbozando una sonrisa mientras veía como la nieve cubría todo su vecindario y cada casa ya estaba con las decoraciones iluminadas. "Un gasto de energía" hubiese pensado él el año pasado pero, al recordar un vídeo que Foolish le envió donde le mostraba el colorido árbol navideño que puso en su casa, Vegetta suspiró y sonrió con nostalgia. Mientras hacía su desayuno miraba su celular con las múltiples fotos de Foolish y la gigantesca lista de por qué a Vegetta debería gustarle tanto la Navidad como le gusta él.

Volvió a su oficina luego de desayunar, pues tenía mucho papeleo que deseaba terminar aprovechando que era su día libre. Miró el "calendario" de adviento, agarrando la penúltima carta y comiendo el chocolate.

"It's almost Christmas! But this year is going to be the best Christmas because you are here with me!"

— Tontito. — susurró, sintiendo el frío del invierno en su cuerpo. Realmente lo extrañaba a su lado.

Horas después, ambos se encontraron en el lugar acordado. Foolish llevaba consigo una bolsita llena de caramelos que ambos comenzaron a compartir mientras buscaban un asiento.

— Me alegra mucho verte. — inició el rubio, entrelazando una de sus manos con las de Vegetta — ¿Cómo va todo en el trabajo?

— Demasiada carga laboral, por lo que agradezco que hoy no hayamos tenido que trabajar, sin embargo, me pasé toda la mañana con papeleos. — respondió, terminando uno de los últimos chocolates — Lamento no haber podido hablar mucho contigo durante estos últimos cuatro días, he estado demasiado ocupado.

— It's okay! I can wait for you. Al final, siempre nos volvemos a encontrar — continuó — Vegetta... realmente te he extrañado demasiado, gracias por aceptar vernos, aunque sea un ratito.

— Y yo a ti, Foolish, yo a ti. — acarició la mejilla de su novio. — Lamento mucho que algo como diferencias al momento de celebrar algo que solo pasa una vez al año haya hecho que este mes sea muy extraño para los dos, pero sabes que te amo, ¿verdad? No quiero que nos alejemos ni terminemos.

— ¡Yo tampoco! — se apresuró a decir — Aún no encuentro el cómo podríamos disfrutar ambos de este día, pero te amo mucho ¡por lo que no me rendiré hasta hallar una solución!

— Sé que así será. — lo besó en la frente, acariciando sus rebeldes cabellos — Entonces, ¿qué piensas hacer hoy?

— Well... luego de verte y asegurar que nuestra relación no ha terminado — Vegetta ríe — realmente no tenía ánimos para hacer algo. Sin embargo, tengo la fiesta anual con mis amigos del trabajo, es en casa de Baghera, te hablé un poco de ella antes. No será lo mismo sin ti por lo que quisiera... quisiera invitarte si es que está bien contigo.

— Oh...

— Yeah... Era todo lo que quería decirte, no pienso molestarte más por hoy si no lo deseas y espero que pases unas navidades tranquilas y bonitas, ya nos veríamos mañana para darte tu regalo, ¡de eso sí no te escapas!

Foolish comenzó a darse media vuelta para retirarse de ahí, sin embargo, se detuvo al sentir como la manga de su chompa era jalada hacia atrás por Vegetta, quien no lo dejaba ir.

— Espera, Foolish. — le llamó — Vayamos juntos a la fiesta.

El rubio ladeó la cabeza hasta conectar en su mente las palabras que su novio había dicho.

— Really!? — gritó, emocionado al punto de acercarse de más sin querer y tomándole de las manos — No es obligatorio, Vegetta, no quiero que te fuerces, has de estar cansado por todo el trabajo, está bien.

— Quiero hacerlo. — dijo, firme — Podríamos ir, ¿one hour? Y si aún quieres quedarte no me voy a molestar. Todo este mes contigo tratando de que la Navidad me gustase solo ha hecho que quiera seguir viéndola a través de tus ojos.

No está de más decir que Foolish lo abrazó.

— ¡Entendido! ¡Te prometo que te divertirás!

Vegetta esperaba no arrepentirse de su decisión; al notar la sonrisa iluminada de su novio, sintió que había hecho lo correcto.

Llegaron a la casa de Baghera y la música ya se escuchaba desde unos metros atrás. Vegetta retrocedió un poquito, mas Foolish lo notó y solo apretó más la mano de su pareja para reconfortarlo.

— Si te quieres ir solo avísame, ya es mucho lo que haces con la intensión.

— Entremos — reafirmó el de ojos amatista — la noche aún es joven.

Dicho y hecho, así lo hicieron. Quizá era porque Foolish lo acompañaba, pero Vegetta se sintió cómodo ante la cálida bienvenida que los dos recibieron apenas e ingresaron al acogedor lugar. Foolish comenzó a saludar a todos mientras presentaba a Vegetta para quienes aún no lo conocían, como Baghera la anfitriona, quien le dijo que cualquier cosa solo le avisara y que estaba muy feliz de conocer a la persona que no salía de la boca de Foolish cada vez que este hablaba, avergonzando al rubio. Los demás también eran muy agradables: Fit lo recibió con los brazos abiertos, sorprendiendo a Vegetta de que este lo haya recordado cuando no se había visto en meses. Tina lo agarró del brazo y comenzó a avergonzar aún más a Foolish sobre todas las veces que este menciona a Vegetta y la cara de embobado que tenía cuando lo hacía. Philza le preguntó sobre el trabajo y futuras colaboraciones que ambos podrían tener e incluso Maxo, apenas lo vio, corrió hacia él y le dio un gran abrazo, diciéndole que era raro verlo por ahí e insistiéndole en ir a su fiesta de año nuevo quiera o no, como el año pasado. Vegetta rió, aceptando solo si le ganaba en un juego de mesa que otros más andaban jugando a unos metros de ellos (Maxo perdió, pero aun así Vegetta aceptó ir aunque sea un ratito). El ambiente era muy reconfortante y se sentía parte del grupo, no dándose cuenta de que Foolish lo observaba con suma ternura.

Lo que empezó siendo un trato de solo ir una hora terminó extendiéndose a tres, ya con pocos minutos para que la media noche llegase. Vegetta salió hacia el balcón de aquella acogedora casa, mirando el cielo nocturno y viendo como algunas personas paseaban por las calles y otras corrían para encontrarse con sus seres queridos antes de que la hora terminase.

— Hey. — escuchó la voz de su amado detrás suyo, sintiendo como aquellos brazos que tanto le gustaban rodeaban su cintura para acercarlo más a él — ¿Cansado ya?

— Un poco, sí. — respondió, recostando su cabeza en el hombro de Foolish. — Tengo que admitir que me he divertido mucho.

Fuegos artificiales comenzaron a iluminar el cielo nocturno, escuchando ambos también como sus demás amigos se acercaban al balcón o salían de la casa para prender los suyos propios y saludándose y abrazándose por las festividades. Vegetta estaba maravillado: ver tanta gente feliz, unida y en sintonía disfrutar un día especial como la Navidad le hizo contemplar que, a veces, pasar momentos así hacían que toda la pesadez de los días anteriores hayan valido la pena. Se resguardó en los brazos de Foolish y le agradeció por la invitación, siendo respondido con un beso en los labios con sabor a chocolate caliente y jengibre.

— Te amo, Vegetta. — le dijo Foolish, dándole ahora un besito esquimal — Merry Christmas!

— I love you too, Foolish, muchísimo. — respondió — Feliz Navidad.

Decidieron retirarse del hogar de Baghera luego de que los fuegos artificiales pararan, pues Vegetta ya se notaba somnoliento. Se despidieron, caminando por las frías calles de una madrugada esperanzadora, con las manos entrelazadas dándose el calorcito suficiente para ponerse en marcha.

Se extrañaron demasiado.

— ¿Te quedas hoy a dormir? — preguntó Vegetta al abrir la puerta de su casa, recibiendo un sí de respuesta por parte de su novio. — Lamento haber hecho que te vayas temprano de la fiesta de tus amigos.

— ¿Qué dices, mi amor? ¡Estuvimos tres horas ahí! Para mí que hayas eso ese esfuerzo fue más que suficiente. Ya puedo verlos a ellos otro día, contigo otra vez si así lo quieres.

Vegetta sonrió y ambos ingresaron. El primero prendió las luces de su casa y, apenas y Foolish vio lo que se encontraba ahí, sus ojos esmeraldas se agrandaron de absoluta sorpresa. La casa de Vegetta estaba decorada al derecho y al revés con múltiples motivos navideños. El techo, la manta de la mesa, el tapiz de las paredes, los muebles e incluso la alfombra. Foolish sentía que estaba en una casa completamente diferente, tapándose la boca al ver como el árbol de navidad comenzaba a iluminarse luego de que Vegetta lo activara.

— ¡Sorpresa! — dijo el dueño de la casa, con las mejillas sonrosadas — se nota que te extrañé demasiado, ¿no es así? Me quedó un tiempo antes de vernos hoy y aproveché la caja con decoraciones que dejaste para hacer mi casa algo navideña.

A buena hora el mueble estaba detrás de él, pues el peso de Foolish al abalanzarse para abrazarlo lo hizo tropezar y caer en el sillón.

— This is awesome, Vegetta! — respondió, sin dejar de darle besitos en todo el rostro.

— Lo mejor para my love. — respondió, correspondiéndole algunos besos — Eso sí, tienes que ayudarme a ordenar todo cuando acabe el mes, ¡no tendré tiempo por el trabajo!

Ambos rieron. Se sentaron uno al lado del otro y se abrazaron mientras observaban el árbol navideño.

— Vamos a una cabaña el siguiente año, durante toda la semana previa a Navidad, celebremos ahí esas fechas solo tú y yo. — le susurró Foolish al oído, haciendo que todo su cuerpo se erizara — con Internet, of course, para que puedas trabajar.

— ¿Estás seguro? Me encantaría, ¿pero no vas cada año a esa fiesta con tus amigos?

— ¡No es un problema! Ya te dije que puedo verlos cuando quiera. Además, ¡mira toda tu casa, decorada por primera vez, ¿no es así?! Te has esforzado mucho por mí, debió ser un gran sacrifico.

Vegetta tomó sus manos y besó ambas con delicadeza.

— Todo el esfuerzo lo vale si me permite ver ese rostro tuyo que tanto amo. — Foolish tartamudeó ante tales palabras, poniendo feliz a Vegetta — Y no estuvo tan mal, digo, no es mi estilo y no prometo hacerlo siempre, pero sí que pasé unas navidades diferentes y... maravillosas.

— Y estoy tan feliz de saber eso. Las fiestas son geniales y seguiré yendo a más, pero estas pueden esperar y yo ya me divertí con el simple hecho de estar a tu lado, por lo que ahora déjame consentirte con un viaje el otro año y demás cosas que pensaré durante pasen los meses. — respondió, sonriente — Podemos intercalar nuestras tradiciones, no necesito que ames las navidades, solo necesito que podamos pasarlas juntas, sea como sea, amándonos hasta la eternidad.

— El perfecto equilibrio. — susurró Vegetta — mientras pueda pasarla a tu lado, ten por seguro que así será.

Luego de un beso en la tranquilidad de su hogar, ambos subieron al dormitorio de Vegetta para descansar, abrazados y en calma, contentos también de un día más al lado del otro y deseosos de despertar y seguir amándose con la misma intensidad que solo las almas gemelas podían alcanzar.

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