Capitulo 8

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Jeon Jungkook
7:30 a.m

Lo vi a lo lejos. Charlaba con su amigo de la infancia, ese chico de cabello cenizo tan extraño.

Pero nunca como él.

Camino en su dirección, el chico de ojos verdes me ve y se retira. Yoongi sigue mis pasos con la vista hasta que llego a su lugar. Me escanea de arriba a abajo, como si estuviese esperando a que dijese algo para él callarme la boca con su típica sonrisa de engreído y dueño del mundo.

-¿Entonces? —me preguntó. —¿Qué quieres?

¡Ay MY! ¿Cuándo dejarás de ser un imbécil?

—No sé. ¿Dime tú? —me crucé de brazos mientras apoyaba mi torso en el casillero que quedaba a mi lado, esperando una respuesta que se convirtió en otro de sus juegos.

—No sé. No creo que halla nada de mi vida que debaa decirte.  —cerró su casillero de un tirón e hizo el intento de salir del lugar, como si estuviese evadiendo la conversación que se avecinaba. Le detuve posicionando mi mano en aquel metal, chocando su pecho con ésta.

—No juegues conmigo Min Yoongi. ¿A qué se debe todo esto?

—No me llames así, ¿A qué se debe qué?

—Ya te dije. — le amenacé con el dedo mientras pronunciaba nuevamente mis palabras. —No juegues conmigo. ¿Qué está pasando?

—Yo no me meto en tu mierda, así que no te metas en la mía. ¿Ok?

Intentó salir, pero sus palabras me confirmaron una vez más que andaba metido en algo y por ello no le dejé escapar.

—¿Qué quieres Jungkook? ¿Me puedes dejar en paz? —gritó algo furioso. Ya lo estaba sacando de sus casillas, pero al contrario, él ya me había sacado de las mías desde hacía mucho tiempo.

—Solo dime que está pasando y te dejaré ir.

—No tengo ni idea de que quieres que te diga, pero, ¿Acaso yo te pregunto el por qué matas a las personas? O, quizás porque haces lo que haces —gritó. Para mi suerte no había nadie cerca que pudiste escuchar aquellas atrocidades. —No quieras jugar a la familia feliz conmigo, no me metas en una de tus mierdas. Ya tengo las mías. DÉJAME EN PAZ.

Y así fue como se marchó. Echándome en cara todas esas cosas que ni siquiera me importaban, pero sobre todo, afirmandome que tenía un secreto entre manos.

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