Epílogo

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Recuerdos

Jeon Jungkook

Esta vez soy solo yo, conduciendo por todos aquellos lugares a los que una vez solimos venir juntos.

Pensaba en nuestro ultimo beso. En como se sintió, la forma en que sabía. Sus labios siempre contenían ese tipico sabor fresas que solo ella sabía mantener.

Tomé el colgante que colgaba de mi cuello y lo sostuve por un momento. Quizás era tiempo de pasar página. Lo quité cuando parquee el carro en medio de aquel desierto. Lo observé detalladamente, su color rosado aun estaba intacto. Busqué por todo el auto y por fin hallé un lugar en donde ponerlo, una pequeña puntilla que tenía el techo para que ella pusiera sus pertenencias.

Se veía bien y cuando el sol lo tocaba el auto se iluminaba completamente por dentro.

Helms me ha asegurado de que ella se encontraba bien, que cuando salía a hacer la compra los veía juntos y que ella esta feliz, pero, no me saco la idea de mi cabeza de que está en algún lugar sintiéndose sola, a pesar de que él está a su lado.

–¿Leerá esa carta que le escribí cuando me extraña? –Doy un golpe en mi frente al recordar cuando intenté quemarla y Helms me confesó que le había sacado copia, ella se lo había dicho.

A veces me preguntó, –¿Era solo una mentira todo eso que vivimos? ¿Todas esas cosas que pasamos juntos?

Si lo que vivimos fue real, esos besos antes de dormir, esas caricias que dejaba que le diera, las veces incontables en que hicimos el amor.

¿Cómo ella podía estar bien al recordar eso? Porque la verdad, yo no estaba nada bien.

Recuerdo el día en que me dijo que se iba. Enciendo un cigarrillo mientras observo solemnemente el atardecer, una vez más, solo. Doy una calada a mi cigarro y se me vienen a la mente ese recuerdo del día en el tejado, mientras su maquillaje corría por su rostro al estar llorando y caernos un aguacero encima.

Sonrío y toso unas cuántas veces por qué el humo se quedó atascado en mis pulmones.

Aún no me acostumbro a esto.

Desearía poder despertar un día con amnesia, una de esas en las que lo recuerdas todo menos a una persona en especial. No quería recordarla más. No quería que estuviera más en mi mente porque tenerla en mis pensamientos me hacía daño.

Lo hacía y mucho.

Quería olvidar aquellas pequeñas cosas estúpidas. La forma en que se sintió dormir a su lado o esperarla una vez a que volviera a casa, como un cachorro espera a su dueño cuando sale a hacer la compra.

Simplemente son recuerdos que nunca jamás podré dejar escapar.

Tomo el celular en mi mano. Abro directamente a la galería y observo esa foto que una vez se tiró por error y no supo borrar, aunque pensándolo bien creo que no lo quiso hacer. Paso foto por foto. Hay unas cuántas que nunca había visto. Fotos juntos, mientras ella dormía y hasta riendo. Una del día del incidente con el espejo, recuerdo que esa la tomo Helms. Fue la primera vez que durmió en mi pecho.

Me sentía feliz y fingía todo lo contrario.

Se sentía bien recordar todos esos momentos, aunque me recordaba lo solo que me encontraba.

Y es que duele saber que ella es feliz sin mi, duele saber que siguió adelante como si nunca hubiese pasado por su vida, como si no hubiera dejado esa huella necesaria para que me recordara.

Se me hacía difícil pronunciar ese apellido Weeler, ya que había pasado tanto tiempo desde que no la veía, desde que no le hablaba. Se me hacía demasiado raro.

Desearía poder despertar, mirar a mi lado y que todo hubiese sido un retorcido sueño, ya que ella estaría allí, recostada en mi pecho como lo había hecho en varias semanas.

Sostendría su mano más fuerte de lo que nunca antes hice y nunca jamás la dejaría escapar.




Arnie Weeler

Tomo la carta una vez más en mis manos. La huelo, esa esencia a vainilla nunca la olvidaría aunque pasaran los años demasiado rápido. La abro y comienzo a leer las primeras líneas mientras en mi otra mano sostengo ese peluche de fresa que venía envuellto junto a la tarjeta.


Weeler:

No se por donde empezar a contarte todo. Quizás quieras que empiece por el principio o quizás quieras saber el por qué estoy escribiendo esto cuando me encuentro a miles de kilómetros de ti.

Empecemos por lo primero. ¿Cómo y cuando te conocí? Si piensas que fue cuando fui a tu casa a buscarte, estas totalmente en un error catastrófico.

Ese día me alegré de volver a verte después de tantos años divagando en mi cabeza con tu recuerdo.

Cuando tenía 15, estaba en último año de la secundaria y caminaba por en frente de una escuela, (me hacía camino a casa de mis padres). Había una pequeña niña sentada en frente de un banco llorando y me acerqué porque la curiosidad me mataba.

Una vez levantó su cabeza vi sus ojos, eran color miel y sentí que debía de ayudarte a estar bien. Nunca me ha gustado ver a alguien llorar.

Esa niña me contó que su pequeño perrito había muerto, un carro le había chocado. La abracé y brindé una fresa que traía encima. Mamá siempre solía darmelas de merienda sin saber que las detestaba.

Una vez la comió dejó de llorar y confesó que era la primera vez que las comía, pero aún asi le encantaban.

Hice un trato con aquella chica de que todas las tardes me esperara en ese lugar y les daría las fresas, pero en cambio debía de dejar de llorar. Aceptó y ese día me fui a casa contento.

Con tan solo 15 años me había enamorado de una pequeña niña de 13 que solía llorar en frente de su escuela porque se sentía sola.

Esa chica eras tú, Weeler. Y esa obsesión por las fresas que tienes surgió por mi culpa. :)

El día en que me quería despedir nunca llegaste. Fue la primera vez que alguien me había roto el corazón, fue la primera vez que tú me rompiste el corazón.

Mis padres habían muerto en un accidente automovilístico, ese accidente fue el que mató a tu perrito. Tu le perdite a él y yo le perdí a ellos.

Mi tío me llevó a New York, quería que aprendiera todo lo que él sabía para cuando cumpliera 18 hacerme cargo del local de Stripper, y así mismo fue.

Durante esos tres años cultivé esa mata de fresas, yo mismo la sembré pensando en ti, en si algún día te volvería a ver o con una esperanza de que así sería.

Las esperanzas eran pocas, luego de 3 años no recordaba tu nombre, no recordaba tu rostro y sabía que esa niña de 13 años había crecido.

Park Jimin era uno de mis clientes más fieles, un día se acercó a mi y contó de una chica que había conocido. Una chica que no paraba de llorar en la placa de su casa y sus padres golpeaban.

Cuando pronunció ese nombre “Arnie Weeler”, dudé dos segundos en si eras tú, el nombre se me hacía familiar pero no quise hacerle mucho caso a la situación.

Cuando entré a tu casa, cuando los guardias te pusieron en frente a mi y vi esos ojos mieles inconfundibles supe que te había vuelto a encontrar, pero que esta vez, ya no serías mía.

Jimin tenía planes para ti, él quería verte feliz porque se había enamorado de ti, pero... ¿Y yo qué? Yo te conocí primero. Yo viví contigo durante cinco meses mientras él preparaba las cosas para ti en tu nueva casa.

Tanto tiempo a tu lado tratando de que me recordaras pero nunca lo hiciste.

Tengo un corazón Weeler.

Tengo un alma.

Creí que los usaba a ambos para atraerte a mi vida, pero como una vez dijiste, lo hago todo mal.

Hicimos un comienzo un poco falso, lose. No me acostumbraba a la idea de tenerte nuevamente en mi vida solo por un tiempo limitado.

Y es que, cariño, no quería volver a sentirme solo.

Quería que me besaras cada vez que te acostaras a mi lado, poder abrazarte, que mis manos tocaran tus mejillas por siempre mientras mis ojos celestes  se derretían con tus ojos color miel.

Te juro que el día en que te vi desmayada en el jardín, me sentí el idiota mas grande de la vida por no cuidarte como me había prometido. No sabría que me hubiera pasado si el doctor no hubiera llegado a tiempo. El camino se me hacía eterno al tener que subirte al cuarto y ver esos ojos hinchados. Quisiste hablar pero no te dejé, te veías demasiado débil.

Ese día en que rompí mi mano, y clavé miles de vidrios en mis pies solo fue por furia de no decirte la verdad. Joder, estaba perdiendo todas mis oportunidades.

Te he amado desde que tenía 15, mucho antes de que ambos pensaramos lo mismo.

Quería que me amaras.

Que te enamoraras de mi.

¿Pero que logré? No lo sé. Todo lo que puedo decir es que estos brazos fueron hechos para abrazarte.

Quiero volver a amar de la misma forma en que tu me hiciste sentir, cuando tenía 15 y hasta que tuve 20, o más bien 21.

Se que lo intentamos, que nos arriesgamos para que funcionara pero nunca dimos el 100% que necesitabamos. Nunca lo dí yo. Sin embargo, todo el tiempo supe que estaríamos bien, de una forma u otra.

“El chico al que le rompiste el corazón”


Jeon Jungkook.

Si has llegado hasta aquí y te gusto puedes seguirme y ver mas de mi contenido. Te lo agradecería mucho.

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