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Cuando la década de 1950 llegó, la presión social que Min Yoonji tenía sobre sus hombros incrementó, ya que para su edad la soltería que aún poseía intacta estaba jugándole un factor de desprecio para ella y su familia. A sus 23 años se encontraba a punto de concluir una carrera que le dejaba un tanto insatisfecha, debido que al campo al que aspiraba no había cavidad para una mujer. Si tan solo fuese varón como su padre o sus compañeros de universidad todo habría sido distinto, eso solía pensar todas las noches cuando caía en la cama cansada por haber devorado aquellos libros que con esmero había recolectado el verano pasado con un empleo de medio tiempo en la biblioteca de la ciudad. Pero Min yoonji no podía quejarse, al menos había conseguido continuar estudiando aún con el impedimento de su padre, un hombre que constantemente le había repetido que sus estudios se irían a la basura cuando contrajera matrimonio, pues al ser una mujercita debería permanecer en casa jugando el rol de la esposa perfecta.

Para Yoonji, esa imagen estereotipada de la mujer abnegada a su esposo le parecía ridícula, ella quería continuar dentro del campo laboral que su carrera podría ofrecerle, aunque no podía aspirar a algo estratosférico,  lucharía por postularse como seminarista; pues a su perspectiva, no había buenos profesores de física y matemáticas enseñando en las escuelas. Si no podía aspirar a ser parte del amplio gremio de los científicos, entonces contribuiría enseñando a amar las matemáticas a cientos de jovencitos.

—¡Yoonji! Baja ya, si no bajas en este instante te irás sola al instituto, no pienso perder mi tiempo esperándote — una voz profunda resonó fuera de su habitación, aquella frase pronto disminuyó su volumen, debido a que su padre pronunció la oración mientras bajaba las escaleras alentando a su hija a salir pronto de aquella habitación.

La chica no tardó mucho en abrir la puerta e ir detrás de aquel hombre, solo había tomado una bolsa amarilla, un tanto pequeña donde probablemente traía solo lo indispensable. La bolsa era anticuada y no combinaba con el pantalón acampanado de color vino y ni hablar de la camisa de 3 cuartos de manga color café, la chica no se preocupaba tanto por su estilo, a pesar de que la moda en 1950 estaba al alcance de cualquier jovencita, a Yoonji no le interesaba ningún estilo como los que podía ver en la televisión, solo le interesaba en leer y cultivar el conocimiento que se plasmaba en los libros.

—¿Por qué vas vestida así? Es la primera semana de clases, si continuas de ese modo no lograrás conseguir un buen prospecto. Piensa en lo que dirán nuestros conocidos, estas aspirando a ser una solterona — su padre negó un par de veces mientras mantenía la mirada centrada en la carretera. Aquel auto era tan incómodo para Yoonji, el olor a tabaco estaba impregnado en cada rincón, aquella chica no comprendía por qué el porte de cada ser humano se definía con la marca de cigarrillos.

—Voy a estudiar, no voy para conseguir marido — Yoonji pronunció en un leve bufido.

—Eso debería de mantenerme feliz, después de todo sigues siendo mi princesa — aprovechando que el tráfico no les dejaba avanzar, aquel hombre posó su mano sobre la pierna delgada de su hija, volteo la mirada lentamente y le sonrió a un rostro lleno de miedo y rabia. Yoonji apretó su mandíbula y decidida abandonó el auto.

A pesar de que se encontraba en media carretera, caminó hasta la acera, abrazó sus libros y corrió en dirección a la universidad, en su caminar se cuestionó cual había sido su error, después comprendió, que el error no era de ella, más bien el error radicaba en la sociedad solapadora que impulsaba la imagen del hombre exitoso como un sobajador y el rol femenino como el de la mejor ama de casa.

Su mirada perdida y sus pies decididos subieron la escalinata que le permitiría el acceso al edificio, pero no se dio cuenta cuando un peso seco se impactó contra ella.

—¡Demonios! No te aparezcas de ese modo — la voz sonó algo molesta, sin embargo, Yoonji permanecía callada, no se encontraba en su mejor momento matutino y apenas era el tercer día de clases, su semana estaba siendo un éxito.

—¿Perdón? Deberías de pedir una disculpa, yo no fui quien salió huyendo de las clases tal cual rata huyendo de un exterminio — la chica no se molestó en mirarle el rostro, tampoco tenía interés de conocer al joven de poca educación que se había impactado contra ella, solo se encargó de sacudir sus muslos y levantar sus libros, la caída había sido dura, no tenía tiempo para pensar en algo más.

—¿Quién no quisiera huir de este patético lugar? Está lleno de ratas de biblioteca como tú, parece que la verdadera plaga está ahí dentro, ahí a donde perteneces — esta vez Yoonji levantó la mirada con molestia, miró aquellos ojos y suspiró al darse cuenta de quien era.

—Ah, eres tú — rodó los ojos y colgó su bolsa amarilla en su hombro izquierdo — no me sorprende que huyas del conocimiento, está claro que no sirves para estudiar, te regalaron un cerebro que no puedes usar, eso me da tanta lastima.

Jimin sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo colocó en sus labios, sonrió cínico y burlesco al ver la apariencia completa de la chica frente a él

—Y a mí no me sorprende que vayas corriendo a tu nido de ratas, te pareces tanto a ellos, tan rara... tan extraña...

—No me conoces, pero yo a ti si — Yoonji subió un escalón más intentando alcanzar la altura de Park — eres parte de aquellos chicos que no tienen un futuro prometedor, a menos que en su futuro el alcohol este de por medio, también eres tan igual. No creas que eres diferente solo eres uno más.

—No me sorprende que me conozcas, quién no me conocería, deberías de sentirte afortunada por estar hablando conmigo, ¿sabes lo que darían por estar en tu lugar? — Jimin encendió con desinterés el cigarrillo y soltó el humo hacia un lado evitando que aquel se impactara contra el rostro de la chica peculiar — Por cierto, si te conozco, eres tan anticuada y la última chica con la que un chico como yo quisiera estar.

—¿Quién te dijo que me gustaría estar con un idiota como tú? — Yoonji estaba perdiendo la paciencia Soy demasiado inteligente como para perder mi tiempo contigo.

—Bueno ya has perdido al menos diez minutos hablando conmigo desde que chocamos — Jimin sonrió y dejó de nuevo el cigarrillo sobre sus labios — creo que muy inteligente no eres Yoonji.

Park bajó los escalones y sin voltear levantó su mano despidiéndose de la chica a quien había dejado sin palabras ante dicha replica. Confundida y molesta no tuvo más opción que darse la vuelta y entrar por las puertas enormes de madera; respiró profundo tratando de olvidar el pequeño contratiempo, sin embargo aquel grupito de chicos que solían molestarla apareció, Jungkook tiró una vez más aquellos libros mientras que Taehyung desordenó los cabellos perfectamente alisados de Yoonji, Kiwook por su parte solo pudo tomarle la mano para dejar en su palma su goma de mascar. Yoonji se había quedado a medio pasillo con impotencia y cuestionándose por qué siempre sus días tenían que ser igual.

Jimin también cuestionó muchas cosas aquella mañana, había encontrado la respuesta del por qué ningún chico además de los fenómenos como ella, claro está, se acercaban para cortejarla, su comportamiento no era para nada femenino, no era educada y mucho menos se vestía de forma adecuada. Parecía un chico, incluso pensó que si Yoonji fuese varón, habría sido parte de su círculo de amigos, claro que antes le enseñaría a vestirse.

—¿Por qué se tardaron tanto? — Park preguntó a la triada de chicos que venían hacia su auto para subirse en el mientras morían de risa.

—El intendente nos estaba molestando, dijo que le diría al director que nos escapamos de clase, entonces nosotros le hemos tirado la basura en todo el pasillo — Taehyung presumió orgulloso de su labor mientras se subía al auto rojo de Park en la parte trasera —. Pero eso no fue todo, también nos encontramos con la nerd de física, aprovechamos y le tiramos los libros.

—Hablando de Yoonji, Jimin — Jungkook bajó el cristal de la ventana de copiloto y rascó su sien mientras Jimin encendió su auto para salir del estacionamiento a toda velocidad — ¿has considerado mi apuesta?

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Como siempre, el arte que viene abajo es de mi bebito fiu fiu 命⋆𝒟𝒜𝒢𝒢𝐸𝑅

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