Así se hace el amor.

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Capítulo XXXVI

Una semana. Ya ha pasado una semana desde la muerte de la madre de Dakota. ¿Lo peor? Bueno, ella no se ha aparecido en la escuela, no contesta mis mensajes, ni mis llamadas. Debo de admitir que me siento completamente sólo en la escuela. Me he quedado sin Barry, sin Dakota, sin Lilly y sin Dorothy. Chad ha hecho nuevos amigos, los chicos a los que antes molestaba ahora son sus mejores amigos. Que cosas más raras, ¿no lo creen? Esto demuestra que el ser humano puede cambiar hasta lo imposible si se lo propone.

(Escuchar canción en multimedia)

Ahora me encuentro en mi casa, escuchando de nuevo ese álbum de The Smiths, la banda favorita de Dakota. Y cuando estoy escuchando Please, Please, Please, Let Me Get What I Want, mi teléfono comienza a sonar. Lo tomo entre mis manos. Qué sorpresa me llevo al ver el nombre de Dakota reflejado en la pantalla. Claro está que le contesto de inmediato.

—¿Dakota?— intento no sonar desesperado por escuchar y saber de ella. Pero es que es inevitable, con ella todo es mejor. Claro que necesito saber cómo se encuentra. Sin duda ella es la luz al final del camino.

—Dante...— contesta en un suspiro. Admitiré que hasta aquí me llega la humedad y la desesperación de sus lágrimas. Pero sigue hablando. —Estoy afuera de tu casa... ¿podrías venir?— dicho eso, ella cuelga la llamada, creo que suena bastante desesperada. Así es que me pongo de pie y me coloco mis zapatos, además de una chamarra, afuera hace mucho frío.

De nuevo no hay nadie en casa, por lo que dejo una nota en el refrigerador. Les he dicho que Dakota y yo iremos con Barry a su hogar, pues ya no se encuentra en esa horrible habitación de hospital. Sólo espero que a mí madre no se le ocurra llamar a casa de Barry. Aunque me saco esas ideas de la cabeza, para tomar las llaves de mi auto y salir de mi hogar. Creo que hoy tendré que llevar de nuevo a Dakota a la cima de las estrellas.

Cuando salgo de la casa, trato de buscarla entre los alrededores, pero ella no se ve por ningún lado. Entonces la hermosa rubia aparece de entre un árbol. De nueva cuenta ella tiene los ojos bañados en lágrimas. El poco maquillaje que tenía en el rostro, se le ha caído y esparcido por sus bellas mejillas. Sin pensárselo más de dos veces, me acerco a su desgarrada alma. Tampoco ella tarda en lanzarse a mis brazos llorando, tal y como la última vez que nos vimos.

—Estoy sola... tengo miedo Dante... estoy sola en la vida... tengo miedo— trata de decirme entre sollozos. Su agarre se afianza más a mi cuerpo y yo también la abrazo de esa manera. Dejo que siga llorando y destrozándose en mi hombro. Como he aprendido, el silencio es bueno para componer tu alma.

Aunque algo que debo de admitir, es que vivir privado de Dakota una semana, es un martirio, pero vivir sin sus besos es todo un castigo. Por lo que planto mis labios en los suyos. La hermosa chica, no tarda ni un segundo en contestar el beso. Sí, estos son los besos más adictivos, los que anhelas en el alma.

—Vámonos a la luna cariño— le susurro mientras la abrazo y ambos caminamos hasta mi auto.

El viaje se vuelve simplemente silencioso. Sin embargo, esta vez no es porque ella no quiera hablar, sino que es obvio que está pensando en algo, quiere hacer un no sé qué, pero se debate dentro de ella si hacerlo o no. Es que su mirada es muy profunda, siempre hace eso cuando piensa mucho en algo. Pero la dejo, dejo que su mente comience a librar una batalla, la cual la ha dejado sin tregua a cada segundo. The Smiths aún suenan en la radio del auto, lo cual hace más melancólico este momento.

Al final llegamos al mirador, ese lugar que ha visto el avance de nuestra relación a cada paso. Hace un buen tiempo  vine solo con mi café. Unas dos semana atrás llegué con ella y ambos gritamos para aliviar el alma. La semana pasada llegamos y nos besamos como unos locos. Sin duda este lugar se ha convertido en el más especial del mundo. Pero volviendo al momento, estaciono mi auto. Cuando apago el motor, me doy cuenta que las nubes se han puesto de color gris, seguro lloverá pronto.

—¿Quieres hablar Dakota?— le pregunto buscando sus ojos entre las lágrimas que se han estancado en ella. Así que Dakota asiente con la cabeza.

De pronto se me viene una idea a la mente. Me bajo del auto y me siento en la parte de atrás, llamándola. Sin poner ninguna objeción, ella hace lo que le pido. Entonces comienzo a abrazarla, mientras mi cuerpo está recostado en la puerta y mis piernas extendidas con Dakota en medio. El olor de su perfume llega más a mis narices, dejándome embobado y un poco aturdido de amor.

—Ella no iba a vivir mucho tiempo y ambas lo sabíamos— sale de los labios de Dakota después de unos silenciosos minutos. —Mi madre estaba enferma... hacía mucho tiempo que debía de morir, sin embargo la vida le dio otra oportunidad— siento como mis manos se llenan de sus lágrimas. —La madre de Barry la cuidaba... así es como ambos nos conocimos. Desde pequeños estuvimos juntos. Barry fue como el hermano que nunca tuve, aunque con el paso del tiempo se convirtió en amor... fue un amor mutuo, pero fuimos lo bastante estúpidos como para no hablar de nuestros sentimientos— escucho como lanza una risita. Aunque termina por revolverse entre mis brazos, provocando que mi corazón se derrita de amor. —Todo es una tontería.

Sin esperarlo, ambos comenzamos a reír como unos locos. Reímos y reímos. Reímos para sacar todo ese dolor del alma. Entonces ella se separa de mí y se va hasta el otro extremo del auto. Por mi parte, yo no me muevo ni un centímetro. Así que desde ahí comenzamos a hablar un poco más.

—Me siento muy sola Dante— se sincera Dakota. El semblante se le ha vuelto a descomponer. —Mi tía Fiona se fue hace un par de días y ahora todo el tiempo estoy sola con Leonard. Ese hombre me pone los nervios de punta. No sé que va a pasar conmigo, pero no quiero que Leonard sea mi padre, no lo quiero. Yo sólo quiero huir, quisiera irme de aquí. Sin mi madre las cosas son peores— comenta ella acongojada. Sin embargo, yo siento un dolor en mi pecho. Entonces Dakota esconde su rostro en medio de las piernas, mientras las abraza.

No lo pienso dos veces y me me acerco a ella para acariciar su mano. Eso provoca que eleve la mirada un poco confundida, pero al final me regala una de esas bellas sonrisas, una de esas sonrisas que me hacen volver a la vida y que me la arrebatan en sólo un segundo.

—Pronto serás mayor de edad, estoy seguro que tu padre ha dejado todos los millones de la empresa a su hija. Sólo debes esperar un poco— le comento aún acariciando su mano. Noto como ella asiente en silencio, pero... no es suficiente para su alma.

—Tengo miedo de lo que Leonard esté planeando— confiesa. Y creo que Dakota tiene razón, quizás ese idiota quiera hacer algo muy malo con ella. De inmediato un miedo se instala en mi pecho, aunque ese miedo se acompaña de molestia. Si se atreve a poner un dedo en ese cabello hermoso, yo le corto la mano.

Sumido en mis pensamientos, me acomodo de nuevo en el asiento y llevo la mirada hacia la ciudad. Y sin saber cómo, los labios de Dakota terminan en los míos. Desde el principio ese beso promete tener otras intenciones, pues debo de admitir que gruñidos y gemidos salen de nuestras gargantas deseosas de amor.

Entonces Dakota se sube a horcajadas a mi regazo. El beso se intensifica cuando ella entrelaza sus dedos en mi cabello y lo hala un poco. No, esto se está saliendo de todo su control. De repente, Dakota comienza a desabrochar los botones de mi camisa... y con todo el autocontrol que aún corre por mis venas, la detengo.

—¿Qué haces Dakota?— susurro agitado con sus labios aún en los míos. Esto no es como lo planeaba. Y lágrimas comienzan a caer de nuevo de sus ojos, caen silenciosas, pero tan pesadas como sus penas.

—Por una vez en la vida, quiero saber cómo se siente esto, quiero tenerlo porque yo quiera y no porque alguien me obligue— entonces a la mente me llega Joseph, el idiota que quiso violarla. —Quiero dártela— susurra en mi oído, provocando que mi piel se erice. Entonces lleva sus labios a mi cuello, dejando todo ese autocontrol en quién sabe dónde.

—¿Qué Dakota?— cuestiono entre jadeos. Claro que sé a lo que se refiere, sólo quiero recuperar la compostura. Aunque, de pronto, ella toma mis manos y las lleva a su espalda.

—Mi primera vez— sentencia. Así es que abro los ojos alarmado. Yo, no es que no quiera, es que... yo no quiero hacerle daño. Entonces no puedo dejar de pensar que si Barry estuviera bien, seguro ellos tendrían esta conversación, y no yo.

—¿Por qué yo Dakota? ¿No hubieras preferido a Barry?— le cuestiono. Pero ella comienza a sonreír coqueta. Creo que sabe el impacto que tiene sobre mi piel.

—Barry hubiera dicho que no— anuncia. Bien, ahora no sé cómo sentirme al respecto, así que contraataco.

—¿Y qué te hace creer que yo diré que sí?— la pregunto pudo haber salido más linda, yo lo sé, pero quiero ser claro.

—Es que... ¿no quieres?— pregunta con los ojos cristalizados.

—No es eso Dakota, es sólo que ahora estás muy triste, quizás actúas con los sentidos nublados. No quiero que te arrepientas de esta situación, además, estamos en mi auto, no quiero que aquí sea tu primera vez— ella frunce un poco el ceño. Pero no se da por vencida.

—Dante... ¿no me quieres de esa manera? Creí que podría conseguirlo. Siento que ambos somos almas gemelas— al final mi camisa queda totalmente abierta. Dakota lleva sus manos a mi pecho y baja hasta mi vientre. Sus caricias tibias me están dejando sin aliento. Además debo de hacer mención que mis manos siguen en donde ella las dejó. De pronto se saca la blusa. El encaje blanco de su sostén no se aleja de mi vista. Sé que me va a volver loco.

—Dakota... es... es sólo... es sólo que— tartamudeo sin sacar mis ojos de su piel lechosa y suave. Autocontrol Dante, autocontrol. Así que la miro a los ojos.

—Me dijiste que tenías sexo con Dorothy, hazme lo mismo que le hacías a ella— dice segura de sí misma. Y de nuevo sus labios llegan a los míos, pero descienden ahora a mi pecho, que sube y baja de manera frenética.

—Dakota yo...— y me vuelve a interrumpir. Si seguimos así, no sabré si podré detenerme.

—¿No soy tan linda como Dorothy?— pregunta y yo me molesto. ¿Cómo se atreve a decir eso?

—Está bien Dakota— sentencio mientras me quito la camisa por completo. —Si esto es lo quieres, acepto, haremos el amor— ella está a punto de quitarse el pantalón, pero la detengo. —Déjame hacerlo. Aunque primero...— y me acerco a su oído para susurrarle. —Cierra los ojos, sólo siente el momento— Dakota hace lo que le pido y yo lanzo un suspiro.

Comienzo a besar el comienzo de sus pechos, lo que provoca que ella lance un suspiro y un jadeo. Subo mis labios lentamente hasta su clavícula. Noto que su piel se está erizando, pues ya ha comenzado a llover y el frío afuera cala la piel desnuda. Luego subo hasta su cuello, al llegar ahí ella se estremece. Sigo un camino de besos hasta su barbilla. Beso la comisura de sus labios, provocando que otro jadeo salga de ella. Los besos continúan hasta su mejilla, y por último, llego a su oído, donde susurro con voz ronca.

—Acuéstate— así que dejo que se acueste y acerco su espalda a mi pecho. Tomo la sudadera que está siempre en mi auto y se la coloco en el cuerpo. Ella se sorprende por lo que hago, por lo que dejo que se dé la vuelta para que nuestros rostros se queden de frente. No lo pienso dos veces y dejo un beso tierno en su nariz.

—Así es como se hace el amor Dakota— dicho eso ella comienza a llorar desconsolada. — Lo único que necesitas son dos personas que se quieran, un lugar donde llorar sus penas y reír sus alegrías— Dakota esconde su rostro en mi cuello y susurra.

—Lo siento Dante, perdóname— se aferra a mi pecho y entre lágrimas, ambos nos quedamos dormidos.

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Nota de la autora:

Este capítulo debía ser un poco cómico. Pero mientras escribía no pude evitar hacerlo hasta cierto punto, desgarrador. Pobre Dakota, ella está desesperada. Por cierto, quería hacerles una pregunta, ¿sería buena idea hacer una cuenta en Instagram donde suba adelantos y algunas cosas más de esta historia? ¿Les parece bien? Sería genial saber lo que piensan al respecto, por favor déjenme un comentario.

Canción: Please, Please, Please, Let Me Get What I Want– The Smiths

Debo de decirles, que oficialmente ya he terminado de escribir 20:17, ahora solo estaré subiendo los capítulos, cálculo que son unos cinco más y llegamos al final de la historia, ahora sí. Enserio muchas gracias por seguir aquí y por haberme dado una oportunidad dándole click a esta historia. Les deseo lo mejor y nos leeremos para mañana.

Atte
D.R

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