Las flores pueden causarte problemas

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Veo como la chica se lleva la mano al pecho y lentamente comienza a descender al suelo. Se nota a leguas que está sufriendo mucho, y me lo confirman más las palabras que preceden ese acto.

—¿A quién le dejaré mi legado? No hay herederos que puedan obtenerlo. Andrómeda morirá y jamás será recordada —grita desolada una moribunda Dorothy. Y dicha esa última frase ella se deja caer al suelo mientras los aplausos llegan a mis oídos, pero sobre todo a sus oídos. Yo sé que esta es su parte favorita de las obras: la ovación del público.

Aunque siendo sincero no me sorprende esta reacción de la gente, Dorothy es una excelente actriz. Tan buena que sabe cómo esconder sus sentimientos hacía mí, ojalá yo fuera así de astuto como ella.

Pero mi mente deja ese tema para después cuando mis ojos se quedan fijos en todos los actores, quienes salen a escena y hacen una reverencia al público. Eso sin duda provoca que los aplausos sean aún más atronadores. Y es aquí donde todos mis sentidos se quedan fijos en ella, y de repente, como si Dorothy pudiera sentir mis pensamientos llamándola, comienza a mirarme. Verde y azul comienzan una batalla, pero se termina cuando ella me regala una sonrisa y yo un giño. En serio esta chica provoca muchas cosas hermosas dentro de mi pecho, provoca que mi corazón quiera danzar de alegría.

—¿Es que Dante Collins quiere llorar por la actuación antes vista? —Entra a mis oídos. Pero eso provoca que despegue mi mirada de la de Dorothy y la clave en los ojos azules de mi acompañante.

—No, es sólo que me gustan mucho las obras de teatro —contesto mientras le regalo una sonrisa ladina. Eso siempre la hace sonrojar.

—Ahora entiendo porque les gusta tanto venir aquí a ti y a Barry —responde ella con un tono de voz un poco duro, es como si estuviera enojada.

—¿Ah sí? ¿Por qué? —Pero no quiero que mi amiga siga enojada, por lo que comienzo a estrecharla entre mis brazos. Y aunque se tensa al principio, se termina por dejar llevar entre la calidez de mi cuerpo.

—Ella es hermosa, tanto como ese ramo de girasoles que has traído, ¿creí que las odiabas? —suelta sin más. Aunque en esta ocasión ya no está a la defensiva, sino que se encuentra triste. Lo cierto es que los girasoles son las flores preferidas de Lilly, y ella creyó que eran para ella.

—Lo hago, pero eran las únicas que había en el puesto. No había rosas rojas, las favoritas de "ella", que por cierto se llama Dorothy. —Entonces Lilly comienza a acariciar los pétalos de un girasol y lanza un suspiro.

—Será mejor que se los llevemos o se arruinarán. Han estado mucho tiempo fuera del agua —Y juntos caminamos con pasos lentos hasta la estrella de la obra, hacía la dulce Dorothy.

—Gracias por acompañarme Lilly —le susurro al oído mientras veo como Dorothy me regala otra de sus hermosas y adictivas sonrisas. Sin embargo no me dice nada, tan sólo Lilly se sonroja y yo le doy un pequeño abrazo.

—Hola Collins —saluda Dorothy mientras me estruja entre sus delicados brazos. El olor de su perfume a rosas me envuelve y me hace sentir un poco aturdido—. Hola Lilly —saluda la rubia a mi compañera—. Me alegra que hayas acompañado a Dante, espero que la obra te haya gustado. —Y Dorothy le da un abrazo, uno de esos abrazos que te hacen sentir seguro y lleno de cariño.

—Gracias —es lo único que sale de los labios de la castaña. Y como el momento se torna bastante incómodo gracias a Lilly, decido que ya es hora de entregar el ramo de girasoles.

—Sé que tus favoritas son las rosas, pero cuando intenté pintar los girasoles de rojo, supe que sería una idea malísima. Es que sus pétalos me recordaron a tu cabello. —Dorothy lanza una pequeña risa que me invita a guiñarle el ojo de una manera coqueta. ¿Es qué acaso no se da cuenta que me vuelve loco? ¿Es qué acaso no escucha el latido de mi corazón desgarrado por ella?

—Eres tan bueno siendo cursi, como Gandhi haciendo la guerra —comenta la rubia aún entre risas. Aunque su reacción provoca que yo entorne mis ojos y comience a sonreír de lado. Lo único cierto ahora es que Dorothy sabe cómo hacerme sentir frustrado.

Sin embargo, cuando estoy a punto de contestarle, un sonido metálico y ensordecedor llega a mis oídos provocando que se me erice la piel del cuello. Al girar la mirada, me doy cuenta de inmediato que la causa del problema es Dakota, quien ha tirado al suelo un poco de utilería.

—¡Hey Dakota! ¡Ven aquí un momento! —grita Dorothy a todo pulmón provocando que sus ojos marrón-verdoso se fijen en nosotros.

Así que ella deja todo lo que estaba entre sus brazos, lo deja caer con delicadeza al suelo, esta vez no hay sonidos espantosos. Entonces ella camina hasta donde nos encontramos, y lo hace de una manera que logra encantarme los ojos.

—¿Qué necesitas Dorothy? —pregunta Dakota con evidente incomodidad. Aunque de repente veo como Lilly se revuelve en su lugar un poco nerviosa, ¿será acaso que ella también tiene alguna historia con Dakota que yo desconozca? Pero Dorothy no me deja meditar más en ello, pues continúa hablando.

—Dante ha traído estas flores para la directora de la obra, espero que las disfrutes. Dijo que cuando vio su color, se acordó de tu cabello. —Con rapidez llevo la mirada hasta los ojos azules de Dorothy, sus palabras me sorprenden, y es aún más evidente cuando frunzo el ceño.

—Espera yo... —intervengo en la conversación, pero Dorothy me interrumpe.

—Quizás también quiera ayudarte con la utilería —inquiere la rubia de ojos azules con una sonrisa burlona. Y es inevitable que un suspiro amargo salga de mis pulmones, pasa por mi boca y siento un sabor ácido.

—Quizás no sea necesario —dice Dakota con un aire incómodo. Por lo que decide alejarse y seguir con su cometido.

—Bien hecho Dorothy —comento con un tono serio y sigo los pasos de Dakota.

¿Qué le pasa a Dorothy? Tan sólo le traje flores y dije algo lindo sobre su cabello, no es para que se ponga de esta forma. Pero bueno, ella me ha rechazado, aunque no sería la primera ni la última en mi lista. Ya estoy acostumbrado a que lo hagan, las personas siempre terminan por decepcionarme. Por lo que rápidamente llego hasta donde está la utilería en el suelo y llevo la mitad entre mis manos para ayudar a Dakota a hacer más fácil su trabajo, entre dos es mejor y menos pesado.

—Puedo devolverte las flores sin ningún problema Dante —sale de los labios de Dakota. Aunque yo noto como sus ojos se ponen vidriosos, como si las lágrimas amenazaran en salir.

—¿Te gustan? —pregunto con un tono serio. Entonces ella asiente con la cabeza y yo esbozo una sonrisa ladina—. Sólo eso quería saber. —Y le doy un leve toque en el hombro con mi brazo, pues ella es más baja que yo—. Son tuyas Dakota, y no sería lindo que las rechaces tú también, las flores no tienen la culpa de que yo las haya comprado. —Veo una sonrisa triste en los labios de Dakota. Aunque ahora que lo pienso, sus sonrisas parecen siempre estar rotas y tristes.

—Las margaritas son más lindas, pero puedo imaginar que estas son unas más grandes y amarillas —dice la rubia con un tono infantil y tierno. Lo que provoca que no puedo evitar dejar salir una risa de mis labios ante su comentario. Pero de nueva cuenta, cuando estoy a punto de decirle algo, escucho una voz familiar entrar a mis oídos que me interrumpe.

—¡Dakota! ¿Estás aquí? —Y la nombrada lleva los ojos a todos lados, es como si el escuchar esa voz le regresara la vida de repente y para siempre. Por fin sus ojos dejan de estar fríos y distantes, es como si esa voz trajera la primavera a su alma y deshiciera los pedazos de nieve que enfrían su cuerpo.

—Aquí estoy Barry —sentencia ella lo suficientemente alto como para que mi amigo la oiga. Aunque cuando el castaño llega hasta nosotros, veo como sus ojos se llenan de sorpresa al verme con ella, pero se abren aún más cuando ve los girasoles.

—Hola Dante —saluda Barry con una voz diferente, es como si ya no fuera más la primavera, sino un huracán.

—No creí encontrarte por aquí —comento con una sonrisa, mis palabras salen como si no me diera cuenta de la incomodidad que comienza a surgir entre ambos.

—Lo mismo pienso —dice mi amigo aún con ese odioso tono de voz.

—Sólo voy por mis cosas y nos vamos —interviene Dakota en nuestro terrible intento de conversación. Pero nos deja solos y de nuevo la tensión me asfixia en el aire. ¿Qué es lo que nos ha pasado a ambos?

—Estoy investigando sobre los panfletos de Dakota —susurra en un tono confidente Barry. Perfecto, este tono de voz me gusta aún más. Así que esas simples palabras logran que mi tranquilidad llegue por unos momentos a mí

—¿Y bien? ¿Ya tenemos un sospechoso? —pregunto interesado en la información que Barry ha recabado en estos días.

—Sí, ya tengo dos, y te sorprenderías de saber sus nombres. Ellas nos han jugado muy sucio Dante. —¿Ellas? ¿Es qué acaso son chicas? Pero cuando Barry está a punto de revelarme los nombres, Dakota hace aparición en escena, y es imposible seguir con el tema.

—Que tengan linda noche —articulan mis labios antes de que salga del teatro y me dirija a la fría y sola noche. ¿Quién pudo tener la mente tan perversa como para haber herido de esa manera a Dakota?

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Nota de la autora:

Bien, sin duda quiero saber lo que opinan de la actitud de Dorothy. Es un poco rara, ¿no? Ahora, díganme, ¿quienes serán las embusteras? ¿Será alguna de nuestras chicas? Espero que no. Pero bueno, sigamos adelante con esta historia.

Ay, en serio me encantaría que recomendaran esta historia, ya que casi se pierde en el mundo jajaja aún me siento bastante torpe. Y me siento aún más así, porque hace rato me resbalé en las escaleras. Estoy mega adolorida, pero aún así tengo una sonrisa en los labios por ver esta historia sana y salva, no como mi trasero ahora y mi brazo. Así es, caí en mi trasero, auch.

Canción: I don't wanna live forever– Sara Farelli

Debo de admitir que amé esta versión acústica.

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