Sálvala.

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Capítulo XL

Dakota, ese nombre, ella siempre fue la respuesta a todo. Ella siempre estuvo a mi lado y jamás pude notarla en serio. Y ahora, cuando ya es alguien de lo más importante en mi vida, está a punto de irse. Por lo que me subo al auto con el corazón a mil por hora y comienzo a manejar por las calles de Chicago como un loco, aunque se vuelve más complicado con la mano vendada. Espero no haberme dado cuenta de la verdad muy tarde. Lo único que no puedo soportar, es que ella me escogiera a mí para descifrar su suicidio. Extraño, pero al mismo tiempo macabro e inteligente.

De pronto comienza a ocurrir algo dentro de mi cabeza, es algo muy confuso. A la mente me llegan los recuerdos de los últimos meses.

«—Sé que tú amas a Dakota, no quisiera admitirlo, pero creo que ella siente lo mismo por ti. En conclusión Dante... cuídala por mí. Cuídala como yo nunca pude hacerlo—.» retumba en mi cabeza la voz de Barry.

«—Si eso me lo hubieras pedido hace algunas semanas, estoy segura que no habría aceptado, porque creía que no teníamos nada en común. Pero me doy cuenta que ambos estamos rotos Dante—.» Dakota y su hermosa voz se instalan en mi cabeza. Ambos estamos rotos, ahora sólo lamento haberle hecho tanto daño, lamento no haberla tomado en serio desde el principio.

«—Yo siempre te amé hijo—» extrañamente llegan a mi cabeza las últimas palabras que escuché de mi padre. Las últimas palabras dichas horas antes de morir. Y esas palabras fueron para mí.

«—Eres un chico increíble Dante, soy afortunada de tenerte como hijo y sé que tu padre se siente igual de orgulloso de ti—» jamás mi madre me había hecho sentir tan bien con alguna frase como aquella. Quizás no ha hecho las cosas tan bien, pero sé que lo intenta.

«—¡Hey, Dante! ¿Hasta cuándo?—» Dorothy también se hace presente en mi cabeza. Recuerdo que cuando escuché esa oración, mi corazón se sintió confundido... lástima que terminamos por hacernos mucho daño.

«—¿Jamás te has enamorado de alguien que sabes que es totalmente prohibido para ti?—» Lilly, mi mejor amiga, la chica que también me hirió en lo más profundo del corazón. El día que me dijo eso, también decidió que era buena idea besarme. En serio que ella logró confundirme por completo.

«—No te preocupes pequeña Dakota, desde hoy yo te voy a cuidar, nadie más te dirá HL—» una sonrisa llega a mis labios al recordar la manera tan tierna en la que trató Chad a Dakota. Vaya que demostró ser un buen chico.

Después de que en mi cabeza desfilan toda clase de frases, por fin puedo llegar a la feria. De inmediato me doy cuenta que el lugar está acordonado, además de lleno de policías y bomberos. Seguramente alguien les informó sobre un intento de suicidio, lo cual me deja satisfecho, pude seguir sus pistas al pie de la letra. Claro está que no lo pienso dos veces, estaciono el auto y bajo corriendo. No me importa que esté acordonado, tampoco me importa que los policías me griten que no entre, mi mejor amiga está encima de esa rueda de la fortuna porque quiere quitarse la vida.

—¡Hey! No te metas aquí, es una zona restringida— grita un hombre bien parecido con uniforme de policía. Aunque siendo sincero no le presto atención, mi mirada está desviada en la punta de la rueda de la fortuna. Ahí está Dakota, y a pesar de estar muy alto en el cielo, su cabello rubio resalta en la negrura del firmamento. De pronto siento como unos brazos fuertes me toman, arrastrándome lejos del lugar. Desesperado comienzo a gritar, además de que me lastiman la mano fracturada.

—Yo la conozco, es mi amiga, vamos juntos a la escuela, déjenme salvarla— mis ojos se llenan de miedo mientras me alejo cada vez más. Estoy desesperado, no permitiré que ella muera. Aunque el policía bien parecido, parece entender mi sufrimiento y termina por acercarse a mí.

—¿Hablas enserio niño?— escupe con firmeza. Así es que me suelto de las manos de los policías y lo encaro.

—Sí, yo la conozco. Su nombre es Dakota Harrison, tiene 17 años y vamos a la escuela Chicago Tarver High— el hombre me mira con duda, pero al final de todo, yo soy su última esperanza, no le queda nada más que creerme. Así es que toma su teléfono, no entiendo la razón, aunque antes de permitirme acercarme más, me explica lo siguiente.

—Está bien— se resigna el policía. —A decir verdad, no tienes mucho tiempo, lleva ahí más de diez minutos. Ya intentamos todo para que bajara. Quizás si la persuades no se lance, no podemos acercarnos mucho o podría hacerse daño. Tengo aquí un megáfono y hemos puesto un micrófono en la punta de la escalera del camión de bomberos, ponte esto, seguro podrán escucharse los dos... sálvala hijo— entonces tomo los audífonos que me ha dado y también el megáfono. Mis manos no dejan de temblar, pero debo de ser fuerte por ella, debo de salvarla.

(Escuchar canción en multimedia)

—Dakota— digo por medio del megáfono. —Soy Dante, tu amigo— claro está que no puedo ver bien sus expresiones faciales, pues está muy lejos de mí, pero sigo hablando. —Al final lo descubrí, entendí tus cartas Andrómeda, entendí tus mensajes 20:17— un nudo comienza a formarse en mi garganta. Ahora todo depende de ambos, si se lanza, jamás me lo podré perdonar.

—Ya no hay marcha atrás Dante— escucho su voz desde los audífonos. De inmediato siento un alivio recorrer todo mi cuerpo, por lo que le informo al policía que ya he establecido una comunicación con ella, así es que me sonríe orgulloso.

—Mantente así— me susurra el policía. Después él se acerca a una cabina, donde ellos también escuchan la voz de Dakota.

—Claro que la hay Dakota— sigo con mi propio monólogo. —Tú misma me lo enseñaste, no debemos de permitir que los demás apaguen nuestro brillo natural... no vas a solucionar nada lanzándote desde esta rueda de la fortuna— le comento con un tono de voz calmado, aunque por dentro muero de la angustia.

—Es que no me entiendes Dante, no sabes lo que realmente es mi vida. Yo tampoco quiero hacerlo, pero es lo correcto, mi vida es un asco— susurra entre sollozos. Ahora puedo imaginar cómo su cabello se queda pegado en las lágrimas que salen desbordadas de sus ojos, como río en plena lluvia torrencial.

—Sé que lo perdiste todo cuando tu madre murió, pero... no estás sola, aún tienes a tu tía Fiona... me tienes a mí linda, ¿es que acaso no te das cuenta de lo importante que eres para mi vida?— siento como mi corazón late a mil por hora, sí tan sólo ella resbala, todo estará perdido para Dakota, yo lo sé. Así es que las manos me comienzan a sudar por la desesperación.

—¡Ya no quiero seguir viviendo con Leonard! Es que no lo entiendes Dante... tú eras mi última esperanza... y me fallaste, me dejaste botada ayer. Estuve toda la noche esperando por ti, para irnos al baile— maldición, sabía que algo se me estaba olvidando, sabía que había dejado algo muy importante, pero, ¿cómo iba a saberlo? Estaba inconsciente en una habitación de hospital. —Además, esas notas nunca fueron para ti realmente, fue un error que las recibieras. Nunca debiste saber nada de Andrómeda— un dolor se instala en mi pecho de repente. Entonces, ¿para quién eran?

—¿Por qué fue un error Dakota?— sí, quizás si la distraigo un poco, el dolor y la impotencia que tiene, se desvanezcan . Así será más fácil que se dé cuenta de la locura que va a cometer.

—Eran para Barry. En ese entonces tú me considerabas una hormiga más del nido, no era importante para ti, creí que no le darías importancia. Hice mal mis cálculos, no era el tercer casillero después del salón 20-37, era el quinto casillero el de Barry, por eso es que las tuviste tú. Luego quise saber hasta dónde podíamos llegar— vaya que ese fue uno de los mejores errores de su vida. Si Barry las hubiera tenido, quizás no hubiera podido venir a salvarla, se encuentra en una situación muy complicada.

—Gracias al cielo que te equivocaste linda, por eso estoy aquí— le comunico aún con un tono de voz tranquila y calmada.

—Pero ayer no estuviste para mí— sentencia de nuevo con la voz cortada.

—No estuve contigo porque no quisiera Dakota, es que... ayer enfrenté a mi padre, golpeó a Hillary y no lo pude resistir, tuve que desahogarme. Como consecuencia terminé en una habitación de hospital, con los dedos rotos y la cabeza abierta. Dakota... mi padre murió ayer en un accidente automovilístico... es que simplemente no pude ir— escucho como los sollozos entran a mis oídos como navajas filosas. Yo no quería hacerle daño.

—Ayer me dijiste que irías por mi, me puse un vestido hermoso, incluso me recogí el cabello y me maquillé un poco... Leonard me dijo que no llegarías, que nunca me amaste... y cuando no cumpliste tu promesa, se me rompió el corazón— los sollozos se hacen más fuertes. Estúpido Leonard, ¿cómo se atreve a envenenar la cabeza de mi Dakota? —Además... al verme tan linda, y tan destrozada, aprovechó la situación... 37— el último número me toma por sorpresa. Supongo que esta vez no se refiere a las transmisiones.

—¿37 qué Dakota?— le cuestiono alzando un poco más la voz.

—El maldito número 37 o su derivado 20 + 17, me han perseguido como una maldición toda mi vida. Mi padre murió cuando tenía 37 años, murió a las 20:17 y lo encontraron muerto en su despacho 37 minutos después de que se disparara esa pistola. Mi madre murió mientras iba en la carretera 37, además encontraron su cuerpo con 37 golpes y fracturas en total. Cuando mi tía Fiona llevaba 20 meses con 17 días de casada con Leonard, se divorciaron y ese idiota llegó a mi vida para quedarse... odio ese maldito número. Odio esa hora, por eso la llamé la hora de las almas abatidas, porque mi padre fue asesinado a esa hora. Además... 37 veces fueron las que Leonard abusó de mí— siento como el corazón se me cae del pecho. ¿Leonard abusa de ella? Ahora podría entender porque es que le tiene tanto miedo, ella es violada por su padrastro. Así es que le susurro al policía, quien claro está también ha escuchado la declaración de Dakota.

—Su padrastro es Leonard Olson— el hombre asiente y por medio de su radio, llama a una patrulla para ir hasta la casa de los Harrison.

—Ya irán a arrestarlo. Pero sigue hablando con ella Dante— me insta el hombre. Quien de seguro ha sabido mi nombre pues Dakota ya lo mencionó.

—Linda, él ya no importa más, yo te voy a cuidar. No permitiré que él te vuelva a tocar de esa manera— la tranquilizo, pues sus lágrimas son más evidentes, incluso escucho su llanto desgarrado.

—Dante, iba a suicidarme al final del mes pasado... entonces llegaste tú, quería saber lo que esperabas de mí... sin embargo él seguía tocándome, incluso me golpeaba cuando me negaba. Cuando mi madre murió sus abusos se intensificaron... tú eras mi última esperanza— el pecho se me vuelve a comprimir al escucharla. Incluso siento como una lagrima sale de mis ojos, ¿cómo ese monstruo se atreve a romper más a esta muñequita de cristal? Cuando vea a Leonard, le voy a arrancar los ojos.

—Tengo que confesarte algo que aprendí hace poco. No debes de instalar tu completa confianza en sólo una cosa o una persona, ¿y si se va? Lo habrás perdido todo linda. Y yo, que lo puedo ver desde otro ángulo, te lo aseguro, aún hay esperanza Dakota— trato de consolarla aún.

—¡No la hay Dante! ¿Es qué no te das cuenta?— sus palabras suenan duras, ella suena desgarrada. —¡Barry morirá en pocos días! Hoy me lo confesó, no le queda mucho tiempo. ¡Mis padres están muertos! Nadie me querrá tanto como ellos. ¡Mi tía odia estar conmigo! No por mí, sino porque Leonard vive en mi casa, su ex-esposo. ¡No hay esperanza!...— pero la interrumpo, la interrumpo con las palabras más sinceras que jamás hubieran salido de mi boca.

—Te amo Dakota— sus sollozos se detienen. —No es el mejor momento para decirlo, y quizás no marcará la diferencia, pero es que no lo puedo guardar más... te amo y eso es lo único verdadero. Si tú te vas, yo no podré seguir... te amo con toda mi alma Dakota Harrison y eso, eso no es una mentira— un silencio espectral se instala entre nosotros. Un silencio que dura tan sólo unos segundos, pero que se hacen eternos para mi vida.

—Yo también te amo Dante— lanzo un suspiro lleno de tranquilidad, creí que mis palabras le harían más daño, me doy cuenta que no. Pero sigue diciendo. —¿Prometes cuidarme?— su voz ya no suena tan rota como antes. Aunque las lágrimas llenas de confusión comienzan a salir de mis ojos. Así que le contesto.

—Para siempre— le susurro con la voz cortada, es que ya no sé que es lo que siento en el pecho.

—Subiremos las escaleras y la traeremos sana y salva— dice con autoridad el policía. —Dile que iremos por ella— la euforia se hace evidente en mi rostro... la he salvado, nos hemos salvado juntos.

—Dakota, irán por ti, espera, no hagas algo apresurado— le digo mediante el megáfono. Pero ella me contesta lo siguiente.

—No, quiero que seas tú el que venga— el policía me mira sorprendido, pero si no lo hacemos así, ella podría hacer algo estúpido.

—Es hora de ser el héroe chico. No te preocupes, sólo sube las escaleras y pídele que baje con cuidado— ¿será buen momento para decir que le temo a las alturas? Incluso comienzo a respirar desesperado, además tengo una mano herida. Pero cuando me doy cuenta, ya estoy en las escaleras, subiendo hasta Dakota. Subo cada peldaño con cuidado, subo sin quitar los ojos de los suyos.

—Voy por ti linda, hasta las estrellas, donde perteneces— por fin puedo ver su rostro, y una sonrisa se instala en ella. Siento que el mundo está bien, como si todo fuera perfecto. Incluso la luna está justo detrás de ella, llena y brillante.

—Lo siento Dante— grita ella con dolor y aún llorando. Ahora la noto desesperada por estar en mis brazos y no en la cima de esa rueda de la fortuna.

—No te preocupes, sólo ven a mis brazos— ella suelta una de sus manos de la rueda de la fortuna y alcanza la mía, la que no me fracturé. Pero... ella se me resbala y comienza a caer. Todo de repente parece ir en cámara lenta, veo como sus ojos me miran desesperados mientras cae. No sé cómo lo logro, pero de nuevo una energía extraña nace en mí y puedo tomarla de la mano. Jamás creí que pudiéramos estar en una situación así, en la cual su vida estuviera colgando de mis manos.

—No me sueltes Dante— susurra ella con los ojos llorosos.

—Nunca más, nunca más Dakota— y dicho eso, saco fuerzas de no sé dónde y la jalo, la jalo hasta tenerla en mi regazo temblando y sin parar de llorar.

—Te amo Dante— susurra ella y yo la beso, la beso desesperado por tenerla a mi lado.

—Yo también te amo Dakota— mi frase sale para perderse entre los sonidos de la sirena de una ambulancia. Los bomberos y paramédicos llegan por nosotros, en especial por Dakota, la chica que se iba a suicidar.

Así es que ambos comenzamos a bajar, dando por terminado un capítulo más de nuestras vidas. Sí, quizás 20:17 y Andrómeda ya no existan nunca más, pero siento que algo bueno vendrá para nosotros. Quizás hemos cerrado una puerta, pero abriremos una mejor, una con destino a la vida y a la felicidad.

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Nota de la autora:

Y bien, así es como llegamos al final de la historia, lo cierto es que me divertí mucho al escribirla, amé todos sus comentarios y... neh, aún hace falta otro capítulo y el epílogo. Ya saben, yo soy la reina del drama, así que, aunque parezca todo muy lindo, tengo algo bajo la manga.

Por cierto, ahora, ¿qué les pareció ese secreto de Leonard? Que malvado, así se contesta otra pregunta. Los moretones en el cuerpo de Dakota los causaba Leonard.

Canción: You don't know– Katelyn Tarver (la hermosa Dakota)

No saben lo feliz que me siento. Si me da tiempo, por la noche subo el siguiente capítulo, para que el domingo ya tengamos el epílogo aquí en Wattpad. Sin duda lloraré mucho cuando ya no pueda subir más sobre 20:17.

Atte.
D.R

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