Coffee

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

[Knouge/Rouge vision]

Tengo que mantenerme despierta. Las misiones de G.U.N. cada vez son más largas y complicadas.

Noto como mi cuerpo me pide las horas de sueño que necesita, pero cuando intento dormirme no puedo. Simplemente no puedo.

El café caliente sale de la máquina, ya está listo. Doy un largo sorbo, el calor nunca me ha supuesto un problema.

Acabo el líquido de la gran taza. En dos horas entraré de nuevo al trabajo, no creo que aguante despierta solamente con el café.

Cojo el móvil y envío un mensaje.

¿Estás despierto?

Sí.

No sé como lo hace, pero siempre está disponible. Está disponible para mí.

Vuelo dirección a Angel Island.

Llevo conmigo la bolsa del trabajo. En ella guardo mi ropa de camuflaje y de recambio. Nunca sabe una donde puede acabar. Aunque yo sé donde quiero acabar ahora.

Aterrizo en la isla flotante. Se puede apreciar una bonita vista desde los bordes. Además, el cielo se ve espectacularmente limpio desde aquí.

Knuckles es un privilegiado, lo tiene todo. Una isla increíble para él solo, unas vistas de ensueño, una joya preciosa y a mí de vez en cuando.

Camino hacia su cabaña.

Para otras personas les resultaría imposible encontrarla o recordar su ubicación, pero a mí no. He venido aquí tantas veces que me sería difícil no encontrarla.

Pico unas cuantas veces a la puerta, enseguida me abre.

–¿Otra noche desvelada? –Pregunta él. No aparenta estar cansado y el olor de su perfume recorre mis fosas nasales hasta llegar a mi cerebro, dejándome un poco atontada. Siempre me ha gustado como huele.

–Créeme que me encantaría estar durmiendo –paso hacia la sala. Sé que no haría ningún impedimento por dejarme entrar. Ambos lo queremos así.

–Y en vez de dormir aunque sea un par de horas, como lo haría una persona normal, vienes aquí –cierra la puerta.

–Necesito mantenerme despierta, lo sabes tan bien como yo cariño.

–Rouge, ¿cuánto llevas sin dormir? ¿Dos días?

–Tres.

–Necesitas descansar –camina hacia su dormitorio. Yo le sigo a paso firme–. Quédate a dormir. Yo te despertaré cuando te tengas que ir.

–Ahora no quiero dormir –cojo bruscamente su muñeca y estiro hasta que choca contra mi pecho. Envuelvo su cuello con mis brazos mientras nuestros labios se unen. Nuestros besos siempre son apasionados y van subiendo de tono rápidamente–. Te quiero a tí. Mantenme despierta como si fueses café.

No recibí una respuesta verbal de su parte. Sus manos rodearon la parte baja de mi espalda, acercándome hacia él y chocando contra sus labios.

Yo también rodeaba su espalda, pero esto no duró mucho ya que ambos descendimos nuestras manos hacia las nalgas.

Lo miraba con picardía, pero él no se daba cuenta. Estaba ocupado depositándome besos en el cuello.

A pasos torpes nos dirigimos hacia la cama. El colchón era como tumbarse en una nube, nos dejamos caer en él.

Acabó con los besos en el cuello y volvió hacia mis labios de nuevo.

Con los brazos lo acercaba más a mi cuerpo, aunque eso era imposible. Ya casi estábamos fundidos el uno con el otro.

Nuestras caricias eran como ir de camino al cielo, mientras que nuestros besos nos hacían arder en el infierno.

A pesar de estar abrumada por ese repentino placer, no podía dejar de mirar de reojo el reloj de su mesilla.

–Olvídate del tiempo –susurraba mientras descendía una oleada de besos por mi abdomen.

–Eso quiero, lo quiero –hablaba entre suspiros. Notaba como mi cuerpo se calentaba, mientras que sus besos me hacían arder aún más.

–Entonces haré que lo consigas –descendió aún más llegando a la parte prohibida.

–Dime otra mentira, lo necesito. Solo quiero dejar el mundo atrás. ¿Y tú cariño?

Y de repente toda mis preocupaciones se esfumaron dejándome flotar en el Nirvana de la satisfacción.

Ya excitada por la primera parte comenzamos la segunda. No me iba a quedar con las ganas de fundirnos.

Extasiada por el acto miré el reloj, las tres de la mañana. En una hora entraba a trabajar y era, aproximadamente, el tiempo que tardaba en llegar desde Angel Island.

Relajé mi respiración y me levanté de la cama.

–¿Ya te tienes que ir? –Me preguntó. Estaba tumbado boca arriba, semitapado y con el brazo derecho se cubría la zona de los ojos. Respiraba con tranquilidad.

–Algunos tenemos que trabajar para comer bombón. No tengo tu suerte –dije mientras acababa de ponerme mi traje negro de camuflaje.

–Hazme caso, deberías de descansar un día. Esto te va a acabar pasando factura Rouge –se había quitado el brazo de la cara. Estaba serio, parecía preocupado.

–No mientras te tenga a tí –bromeé. Antes de que pudiese decir nada en mi teléfono sonó un mensaje haciéndome sobresaltar un poco.

Rouge, el jefe me ha dicho que has cumplido la tanda de turnos extras permitidos esta semana. Me ha pedido que te sustituya.

Vete a dormir. Cuando no duermes convivir contigo se vuelve insufrible.

Shadow, tan cariñoso como siempre. Aunque me había hecho un favor muy grande.

Me volví a dejar caer en el colchón, cosa que a Knuckles le llamó la atención.

–¿Cambio de turno? –Preguntó con curiosidad.

–Sustitución. Ahora sí que voy a poder dormir –sonreí. Hacía meses que no recibía una noticia tan buena.

–Quédate aquí. Puedes coger una sudadera del cajón, te servirá de pijama y no pasarás frío –pidió él.

–¿Quieres que hagamos todo juntos, eh? –le insinué de manera pícara.

–¿Acaso tú no lo quieres así también?

Aparté la mirada un poco avergonzada y me levanté a por la sudadera sin darle una respuesta. A veces sus comentarios me sacaban de lugar, no nos solemos hablar así.

Me acerqué de nuevo a la cama y me quité el traje de camuflaje.

Sabía que Knuckles no me estaba mirando, siempre ha sido muy respetuoso con el tema de la privacidad. Eso lo hacía adorable.

Me puse la sudadera parándome unos segundos a olerla. Tenía el perfume de su dueño.

Ahora sí notaba como me estaba mirando, pero no dije nada.

Los hombres te suelen mirar cuando careces de ropa, él hacía lo contrario.

Me metí debajo de la colcha tapándome para abrigarme del frío.

–Mi sudadera te queda bien –habló con los ojos cerrados y un brazo por detrás de la cabeza.

–¿Y qué no me queda bien? –Pregunté con orgullo.

–Es una buena pregunta.

Sonreí como una tonta. Sus palabras aumentaban mi orgullo.

–Buenas noches Knuckles –dije mientras cerraba lentamente los ojos.

–Descansa Rouge, te lo mereces.

[…]

Notaba como el sol calentaba mi piel de manera agradable.

Fui abriendo los ojos con lentitud mientras estiraba mi cuerpo.

Miro hacia el lado, ¿dónde está Knuckles?

El reloj marca que son las once y media, quizás tenía algo que hacer hoy. Me incorporo en la cama, me siento con energías.

La puerta se abre y entra Knuckles con las púas mojadas. Acaba de salir de la ducha, sigue oliendo tan bien como siempre.

Se para de pie al lado vacío de la cama, con una toalla se seca las púas.

–Buenos días. ¿Quieres un café?

La idea era tentadora, pero hay algo que me despierta mejor que el café.

–Quizás luego –cojo su mano y la estiró haciendo que caiga en el colchón, volviéndonos a sumergir en nuestro, ya habitual, juego.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro