Prólogo: Ricitos de oro.

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Con el típico overol de la prisión de Busan y un oficial escoltándolo, las palabras del juez aún seguían retumbado con fuerza en sus recuerdos, como un vil recordatorio de lo que había sucedido y lo injusta que la sentencia que se le había impuesto por simplemente manejar ebrio y casi chocar a una joven embarazada era.

"Se lo sentencia a pasar 60 días en la prisión de Busan o puede librarse de eso pagando la cantidad de 20 millones de wons de multa."

Y aunque él realmente quería pagar esa cantidad de dinero, no podía hacerlo. Y pedírselo a sus padres simplemente no era una buena idea, si ellos llegaban a enterarse de lo que había sucedido y manchaba el apellido Kim, eran capaces de mandarlo al campo a trabajar en la granja de la que sus tíos eran dueños.

"Hey, ¿ese es nuevo?" La pregunta lo sacó de sus cavilaciones y su mirada fue al tipo que le sonreía con lascivia.

"Ricitos de oro tengo un buen chupetín que te reto a chupar"

"Ricitos de oro cuando quieras puedes traer ese culo a mi celda, te aseguro que nos vamos a divertir" Una mueca de asco se formó en sus labios y murmuró algo muy por lo bajo antes de seguir con su mirada en el frente, tratando de ignorar todos los comentarios que eran dirigidos a su persona.

"Ricitos de oro ven a visitarme cuando quieras, tengo una gran polla lista para que te comas" Su primer día recién comenzado en ese lugar y ya le habían puesto un estúpido apodo.

Él sabía muy bien que la prisión no sería para nada linda y que la forma en la que las películas las pintaban eran una mentira. Tratar de sobrevivir era lo único que podía pasar por su cabeza, debía de ser cuidadoso y no podría sacar a relucir lo que era su verdadera personalidad, debería medir incluso los movimientos que haría. Había sido bien advertido antes de entrar a ese lugar, le habían dejado claro qué tendría que hacer y cómo comportarse, la mejor decisión que podía tomar era la de buscar ayuda de quienes mandaban en la prisión, esos que mandaban e incluso hasta los policías obedecían.

Taehyung no pedía ayuda a nadie, no quería depender de nadie y siempre se las arreglaba por sí solo, pero si debía de rogar por su seguridad para que nadie le hiciera daño, entonces él lo haría, simplemente tenía que tener un buen panorama del lugar antes de dar un paso y llevar a cabo su plan.

—Tu celda, Kim—Dijo el oficial mientras abría la puerta de su celda y le hacía una seña para que entrara—. Pronto tendrás un compañero, no te acostumbres a estar solo por mucho tiempo—Le sonrió con burla como si le estuviera recordando implícitamente que él no pertenecía a ese lugar. Y Taehyung lo sabía, diablos que no lo negaba, pero quería que alguien le tuviera un poco de fe de que podía sobrevivir una noche en ese lugar de mierda.

— ¡Ah que mierda!—Soltó echando su cabello en ondas y rubio hacia atrás—. ¡Es una mierda! ¡Una puta mierda! Ese maldito juez de mierda y sus formas extrañas de hacer un juicio—Porque en verdad eran extrañas, ¿quién demonios hacía un juicio sin jurado? Por lo tanto la decisión era simplemente de él, él podía dictar la sentencia que quisiera y a pesar de que el abogado de Taehyung había realizado todo lo que estaba a su alcance para tratar de negociar lo que fuera para que no lo mandaran a prisión o reducieran un poco el monto de la multa, al final del juicio no había logrado nada. Y Taehyung no lo culpaba, comprendió y aceptó su castigo porque si esa muchacha no se corría para que el auto no le diera, él probablemente estaría comenzando a pagar por haber provocado un homicidio.

Recostándose en el futón se preguntó, ¿qué tan idiota había sido esa noche para tomar tanto? Porque sí, había un total y completo idiota queriendo demostrar que era más a los demás, a esos que se hacían llamar sus amigos y ahora, ninguno estaba acompañándolo, lo habían dejado de lado y se habían reído de él en el momento que pidió ayuda.

Por eso mismo, Tae había dejado de confiar en las personas y simplemente se tenía a sí mismo.

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Hombros anchos, musculosos brazos, piernas gruesas, abdomen trabajado, un rostro perfecto y un gran carisma era lo que conformaba al temido Jeon Jeongguk que con una sonrisa altanera caminaba por el pasillo de las celdas, mirando desde su gran altura a los reos que esquivaba su mirada. Escoltado por dos policías y sus muñecas siendo atrapadas por un par de esposas, llegaba del juicio que lo había condenado diez años de prisión por distintos delitos que había cometido y lo habían descubierto.

— ¿Me lleva al comedor, oficial?—Preguntó con la burla siendo muy latente.

— ¿No quieres ir a lamentarte a tu celda que pasarás diez años aquí adentro?—Con una ceja levantada y la mirada dura, miró al oficial que implícitamente, se estaba burlando de él.

—Así que ahora hace chistes, oficial—Empujó su lengua en su mejilla interna y sonrió antes de seguir con su camino junto al tipo que se había burlado unos segundos antes.

Cuando llegó al comedor ya habían muchos reclusos, algunos evitando mirarlo y otros haciendo una reverencia para profundizar el respeto que tenía, y el cual, se merecía. Un pequeño muchacho, rubio y de labios gruesos se acercó a él mientras le sonreía suave. Jeongguk siempre le decía que parecía un hada de los mandados porque se movía con rapidez y casi nadie llegaba a notarlo.

Sobó sus muñecas porque las esposas habían estado muy ajustadas y sabía que no era algo que se le había pasado al oficial, simplemente él lo había hecho con el propósito de que Jeongguk se molestara y tal vez, lo golpeara. Pero él no se rebajaba de esa forma y debían de hacer muchas cosas para que lo sacaran de sus cabales.

—Dime, ¿qué sucedió, Hada?—Preguntó, haciendo una seña con su cabeza para que unos tipos que estaban sentados en una mesa, salieran.

—A Chris le han reducido su sentencia por buen comportamiento, a Kyle se la han subido por lo que sucedió la otra noche—Jimin jugó con manos antes de fruncir sus labios porque decirle que alguien nuevo había llegado a la prisión, no era bueno para Jeongguk—. Je-Jefe, ha... llegado... un recluso nuevo—El nombrado enmarcó una ceja y jugó con el piercing que tenía en su belfo inferior.

— ¿Qué sucede, Jiminie? Te he dicho que no hace falta que me llames así, mientras no me digas ningún apodo idiota—Soltó, lo último saliendo en un tono duro y casi aterrador—. ¿Quién es ese nuevo recluso?

—El 308, escuché que ya le han puesto de apodo "Ricitos de oro", pero aún no ha salido de su celda. Algunos reos lo han ido a molestar para ver si salía, pero no lo hizo.

— ¿Sabes por qué está aquí?—Su mirada curiosa paseándose por todo el lugar.

—Delito mínimo, no merecía estar acá. El juez preparó un juicio sin jurado, por lo que él decidió toda su sentencia. Pasará 60 días preso.

— ¿Qué hizo?

—Manejar ebrio y casi provocar un accidente, involucrando a una chica embarazada.

— ¿Por eso está aquí? ¿Qué, no pudo pagar una multa de 400 mil wons?

—Ese es el problema, quisieron que pagara 20 millones—Jeon rió y negó con su cabeza porque el juez que le había tocado a esa pobre alma, era un hijo de puta.

— ¿Ya son las duchas? Muero por tomar una, me siento asqueroso luego de haber pasado tanto tiempo con personas hipócritas que creen que por tener un buen cargo, son los reyes—Miró a Jimin que se encontraba sentado con la espalda recta y mirando hacia donde estaban los oficiales reunidos—. Al parecer el oficial Min siempre te da buena información—Murmuró Jeon.

—Sí, el oficial Min es bueno soltando información—Sonrió con burla.

Unas horas después, Jeon se estaba dirigiendo hacia las duchas, pero algo en el camino había llamado su atención y con su atención puesta en una cabellera de ondas rubias, el famoso Ricitos de oro hacía su aparición y por alguna razón, sus ojos no podían quitarse de la persona que lucía bien en un overol de prisión. Era arrastrado por unos reos que Jeongguk conocía bien y los cuales siempre hacían lo mismo cada vez que ingresaba alguien nuevo al lugar. Sus ojos se cruzaron y Jeon se dijo a sí mismo que no debía de meterse porque no era su problema, pero la mirada brillante del otro había movido muchos engranajes en su cabeza y él estaba dispuesto a ayudarlo.

— ¿Qué hacen muchachos?—Preguntó con su voz sonando ronca. Uno de sus brazos se mantenía flexionado sobre el marco del umbral de la puerta, dando la impresión de que era más grande de lo que en realidad parecía y era imposible no desviar la mirada a su buen trabajado abdomen.

—J-Jeon—Soltó uno de los reos con miedo mirando al hombre que le sonreía con algo de burla.

—Váyanse. Quiero conocer personalmente a Ricitos de oro—Su mirada fue al muchacho que le suplicaba que lo salvara de lo que fuera que ellos quisieran hacerle.

— ¿L-Lo cono-conoces?

—Los rumores corren rápido aquí, Misha. Ahora, largo—Hizo una seña con su cabeza y ambos salieron corriendo de su lugar.

Siguió con su camino sin mirar atrás antes de que un murmullo muy bajo lo hiciera detenerse.

—P-Por favor—Dijo el muchacho—, brindame tu seguridad, haré cualquier cosa que me pidas—Taehyung no rogaba y mierda que se sentía avergonzado de hacerlo, pero si algo podía tener en claro de lo que sucedía es que ese tipo era quien mandaba en el lugar, lo notó por la forma en la que el miedo bailaba en los ojos de los otros. Él sabía más que nadie que ellos no de cansarian y a toda costa le darían la merecida bienvenida que ellos creían, se merecía.

— ¿En serio harías cualquier cosa?—El muchacho asintió—. ¿Entonces chuparas mi polla por un poco de mi seguridad?—El otro abrió su boca y Jeon tuvo una revelación ahí mismo, si quisiera hacerlo podría follar su boca, pero realmente nadie impediría su plan—. Escucha bien, no le brindo mi seguridad a nadie y no lo haré contigo, ni aunque me chupes la polla y mucho menos si dejas que folle tu culo. Arreglatelas tú solo—Sonrió y dio un asentimiento antes de seguir su camino.

Pero había algo molestandole que le decía que no importaba nada, tenía que brindarle su ayuda para que nadie lo molestara. Aunque no estaba dispuesto a que nadie jodiera su plan de escape, él no pasaría 60 días dentro de ese lugar de mierda solo para brindarle seguridad a alguien que no pertenecía ahí. No importaba ni siquiera su cabeza jodiendo de esa manera.

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Primero que nada: STREAM BUTTER SIN MIEDO AL ÉXITO, STREAM ARTE.

Segundo: Espero que les guste mucho esta historia y como dice el título tengo pensado hacerla de casi 60 partes.





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