Capítulo 4: El eterno amor

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

— ¿Piensas que si le compro a Ruth una de esas casitas de galletas le guste? — le preguntó Verne a Nicolás, el rubio llevó una mano a su barbilla y la frotó fingiendo estar pensando en algo interesante.

—Mira, no sé, no conozco a Ruth—le dijo, volteó a ver a la chica al lado de Verne—. Nath, ¿tú qué opinas?

La chica alzó la mirada de su libro y lo miró sin entender a qué se estaba refiriendo.

— ¿A las chicas les gusta las casas de galletas?

—Eso no sería algo de chicas o chicos, sino de gustos en general—respondió—. Si le gusta mucho el dulce, posiblemente sí.

—No sé si le gusta mucho el dulce—se quejó Verne.

—Dile a alguien que te ayude a saber—recomendó Nathalia—. Alguien en el que puedas confiar y que no sabotee la sorpresa—Verne asintió creyendo que sería una buena idea.

—Gracias, Nath—le dijo, la chica asintió y luego fijó su atención nuevamente en su libro. Nicolás sonrió al verla y luego negó ante sus pensamientos—. ¿Qué pasó? —preguntó Verne al rubio al ver la escena.

—No nada—dijo y miró su reloj—. ¿Cuándo iniciamos la búsqueda de tu amor secreto? Estoy listo para divertirme.

Verne rió y sacó su libreta en donde a veces, en tiempos de inspiración, anotaba ideas para hablar en el programa de radio.

—Tengo aquí los regalos que me ha dado y las coincidencias relacionadas a lo que digo en ,la radio—dijo—. Primer regalo: la invasión del mar, pero en mi nota colocó que sabía lo del amigo secreto, así que debió escucharlo ese día.

Nicolás asintió y leyó el otro regalo.

—Segundo regalo: el libro de Adam Duperly con la postal y el llavero de Sunny Ice, porque comentaste que querías ir a Coramora; muy ingenioso si te soy sincero. Me gustó este regalo—rió.

—Tercer regalo: Paris en el siglo veinte—dijo Verne—. Porque el nombre del segmento era un guiño al libro y en la nota mencionó lo de los corazones rotos. Y también dijo; cuando te tengo cerca, o sea, que me conoce en persona.

—Y ha hablado, porque ninguna persona se asustaría de que te enteraras que le gustas si no te ha hablado al menos una vez—continuó—. Entonces, ve el programa y te ha hablado, es una chica guapa...

—No sabemos cómo es realmente—interrumpió Verne, Nicolás rodó los ojos.

—Siempre es una chica guapa—dijo y tomó la libreta y agarró el lápiz que Nathalia tenía sobre su cuaderno—. Anotaré lo de chica guapa, y lo de que es fan de tu programa. ¿Crees que puede ser alguien de aquí? —le dio un vistazo al salón—. Hay muchas chicas guapas.

— ¿Y si es Ruth? —Nicolás frunció el ceño.

—Nunca te saluda, huye de ti cada vez que están cerca, la chica que te escribe es coqueta, le gusta llamar la atención; no creo que sea Ruth—le dijo—. Es la última chica en la cual pensaría.

Verne asintió y se volteó para ver a su salón de clases, miró a las chicas que consideraba que eran lo suficiente coquetas—y creativas—, para mandarle los regalos y luego se fijó y pensó en las posibilidades de que fuese de esa clase, o de esa carrera. Él era una persona bastante sociable, podía ser cualquier persona que conociera.

—Me siento estúpido buscando un rostro que no conozco—le dijo—. ¿Y si no va a esta universidad? ¿Y si me conoce de otro lado? —Nicolás se encogió de hombros.

—Entonces esperemos al regalo de hoy, y vemos si nos da una pista.

~•~

—Es Julie otra vez—dijo la chica, Verne sonrió, ya se estaba acostumbrando a ella, incluso le interesaba cómo iba su progreso con el chico que le gustaba—. El chico que me gusta creyó que la nota era una broma, ¿qué hago?

—Tienes dos opciones, Juls—le dijo tomando confianza—. O continuas hasta que se dé cuenta de que no lo es, o paras y decides hablarle directamente, cara a cara.

—Continuar es mejor—suspiró—. En la constancia está el logro—rió ante su broma—. ¿Te dieron algún regalo ayer? Lo que mencionaste de tu amiga secreta.

Verne le dio una mirada a Darla y esta asintió dándole permiso para continuar hablando.

—Sí, me siento a gusto con todo lo que me ha dado—respondió—. Faltan doce días para navidad, ¿le piensas dar un regalo a tu chico especial? —la chica suspiró.

—Me gustaría decirle que me gusta, pero lo veo muy poco probable—respondió. Verne se sintió inquieto por lo que había dicho pero dejó pasar la sensación, creyó que lo mejor era esperar y ver cómo le iba a ella—. ¿Tienes planes para navidad y año nuevo?

—Realmente no, lo máximo que puedo hacer es ver por la televisión el Rolling Ball, tienen a Kloss de invitados, así que estará bueno—rió—Bueno Juls, debo dejarte, tengo unas cuantas llamadas más que atender—la chica aceptó sin problema y se despidió. Verne apretó el botón y atendió otra llamada—. Aquí Verne, ¿quién allá?

—Soy Billie y te llamo desde Coramora—Verne sonrió ante eso.

—Wow wow, tenemos a una chica foránea este día—la chica rió—. Y dinos Billie, ¿cuál es la razón por la cual nos llamas hoy?

—Escuché tu programa de hace dos noches, sobre que te gustaría ir a Coramora y visitar Sunny Ice—dijo—. Trabajo ahí; y quería decirte que si vas, ten por seguro que tendrás una buena dosis de helado gratis.

—Dios sí—dijo y la chica rió—. Necesito estar sentado en la misma mesa en la que Adam Duperly escribió su primer libro—tuvo su momento de fan y se tranquilizó al recordar que toda la ciudad podía estar escuchándolo.

—Tienes mi invitación, sólo falta que vengas—dijo ella y Verne suspiró, ojalá fuese así de fácil.

~•~

Abrió su regalo y miró el chocolate, sonrió porque el blanco era de sus favoritos. Todavía no sabía quién de sus compañeros podía ser, pero agradecía que le prestaran la suficiente atención para recordar que le gustaba.

Vio a Ruth recogiendo sus cosas y consideró que debía seguir su propio consejo. Se acercó a ella y creó rápido alguna frase coherente para iniciar una conversación.

— ¿Satisfecha con tu regalo? —la chica dio un brinco mostrándose sorprendida ante sus palabras, lo miró y asintió.

—Sí, me gusta las casitas de galletas, me recuerdan a mi infancia—dijo—. ¿Y tú?

—Soy feliz con mi chocolate blanco—Ruth sonrió y quitó la mirada de él.

—Bueno chao—le dijo y se colocó el bolso, Verne intentó ingeniarse algo para poder continuar con la conversación, pero Darla llegó interrumpiéndolos.

—Tu regalo extra—dijo la chica entregándole una bolsa de navidad—. El próximo año quiero ser yo la del programa, a ver si así me dan regalos también.

Verne rió y tomó la bolsa, le dio una mirada a Ruth pero ésta había tomado ese momento para alejarse de ambos. Suspiró y dirigió su mirada a la bolsa; la abrió y sacó un objeto cuadro envuelto en papel de colores, lo destapó y sonrió al ver un álbum de Kloss, era una versión en vivo de Canciones para Jane y tomó la nota pegada en la carátula.

«No puedo llevarte con Kloss pero puedo hacer mi mejor intento. Ya sabes, si necesitas a alguien con quién escucharlo, estoy disponible.

Feliz casi Navidad, Verne!

Att: Tu (no) amiga secreta

Pd. Mañana no hay regalo porque tampoco hay radio»

—Vaya—escuchó decir a Darla—. Si alguien me regalara esa versión del álbum de Kloss, no dudaría en casarme con ella—Verne rió y asintió.

Realmente cada regalo que su amiga secreta le daba, lo hacía sentir mucho más feliz y mucho más cerca de ella.

Y deseaba poder conocerla pronto.

….................…....

Holaaa, ando publicando esto desde el trabajo porque tengo un tiempo libre. ¿Cómo están?

¿Sospechan de alguien?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro