Parte 1: Unlucky Boy

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Terminó de abotonar su camisa, colocar el corbatín negro, el delantal y el maldito gorro. Blanco, impoluto y ordenado. Demasiado claro para Yoongi, cuyo armario se componía de más de un ochenta por ciento de prendas oscuras, negras en su mayoría.

Primera cosa que no le gustaba del trabajo: el uniforme.

Las primeras semanas se sentía como un completo extraño, mirando desde la distancia como alguien ajeno manejaba a su antojo el cuerpo e imagen de Min Yoongi. ¿En serio era él? ¿Sonriendo y moviéndose ágilmente entre las mesas? ¿Era él? El chico que le gustaba dormir hasta cuando estaba en clases y en los asientos del transporte público, mientras menos gastara su energía mejor —especialmente en cosas que no le gustaban—; le costó convencerse.

Respiró hondo y salió de la sala de empleados, preparándose para enfrentar otro día veraniego de jornada laboral. Se preguntaba por qué demonios había decidido trabajar durante las vacaciones en lugar de dedicarse a una de sus actividades favoritas: tenderse en la cama y dormir tanto como lo haría un gato. La respuesta se reducía a que los gastos de un universitario no se pagan solos.

¿Por qué no buscó otro trabajo? Uno donde no vistiera de blanco, color que no le sentaba bien con el cabello decolorado platinado y su piel pálida casi a similar tono que el uniforme. Simple, Hoseok, su mejor amigo quería que ambos trabajaran juntos y así compartir las vacaciones —y no divirtiéndose exactamente, como deberían hacerlo un par de jóvenes tras el primer año universitario—, como meseros, repartiendo hamburguesas y papas fritas a diestra y siniestra, corriendo con una libretita y lápices en los bolsillos, aguantando clientes de todo tipo. Aunque sí, compartían tiempo juntos.

Quiso rebatir respeto a la calidad del tiempo compartido, porque con dinero en mano y tiempo libre, Hoseok se dedicaba a agasajar a su novio. Lo llenaba de mimos, regalos e invitaciones. Yoongi agradecía que el novio de su mejor amigo fuera más razonable.

—Hobi hyung, no es necesario que hagas todo eso por mí, deberías ahorrar.

—Hazle caso a tu novio. —Contribuyó en hacerlo entrar en razón.

—Pero si Tae-Tae quiere peluches de Pokémon...

—Que los quiera no significa que debas comprarlos para mí, ni siquiera es mi cumpleaños o un cumple mes. Solo quiero una tarde de películas y videojuegos con mi novio.

Yoongi había puesto los ojos en blanco y lo volvió a hacer cuando Hoseok, a los pocos días de la conversación sobre la importancia de la austeridad, lo arrastró a una tienda de videojuegos para comprarle un obsequio a Taehyung. No había caso.

Esos dos eran tan románticos y cursis el uno con el otro que estando con ellos sentía como si hubiera ingerido una cucharada de sucralosa. Usaban ropas de pareja y si podían no despegarse las manos no había forma de impedir que anduvieran con los dedos entrelazados. Excepto por Yoongi, que más de una vez los tomaba por las muñecas y rompía la unión. "Suficiente".

El amor —de pareja— le sentaba empalagoso y un poco amargo, igual que el endulzante sintético. Y no lo pensaba solo viendo a su amigo y el novio de este, sino también por las parejas que le pedían malteadas con una sola pajilla y que se alimentaban con papas fritas mutuamente. Hoseok lo hacía con Taehyung...en presencia de Yoongi y a veces ambos trataban de meterle comida en la boca para no excluirlo.

Hoseok, como de solo haberlo pensado lo hubiera invocado, apareció para colgarse de sus hombros.

—¡Buenas tardes~!

—¿Son buenas? Todavía no entiendo por qué acepté seguirte en esto, debí postular la tienda de discos.

—Porque somos mejores amigos por siempre —dijo y le sonrió tan brillante que encegueció unos segundos.

—Ni siquiera sé cómo pensaron que encajaba con el perfil del personal que buscan.

—Eres afortunado, hyung.

—Ohh, demasiado, debería comprarme otro boleto de lotería, capaz gano esta vez —respondió sarcásticamente mientras esperaba su turno para marcar la llegada.

—Cada día más amargado, Yoongi —comentó una joven parada detrás.

—Tú te haces menos inteligente cada día y no te lo ando recordando —soltó mordaz, ceño fruncido incluido.

No tenía buena relación con esa chica. La verdad no la tenía con harta gente. Quizá por lo mismo se aferraba y entregaba toda su lealtad a las pocas personas que después de atravesar las barreras que les ponía —sin intención muchas veces— permanecían a su lado. Hoseok era una de ellas. Namjoon también. Últimamente incluía a Seokjin.

—Sé más agradable con nuestra noona. —Hobi codeó a Yoongi.

—Tu noona será, no tengo cercanía con ella. —Encogió sus hombros.

Quizá sí debería hacerle caso a Hoseok, porque ella siempre que podía las cobraba, ya sea manipulando los turnos y tareas de cada uno debido a la autoridad por antigüedad. "Mejor de amiga, que enemiga", le decía su amigo, pero el orgullo de Yoongi era más fuerte.

La chica bufó molesta y revolvió el pelo de Hoseok, desacomodando el gorro blanco.

—Tú sí eres un sol.

—Y yo un maldito agujero negro que se lo lleva. —Tomó su brazo para arrastrarlo a otro lugar. Lejos de esa mujer manipuladora.

Yoongi ya había hecho una lectura de todos sus compañeros, había algunos sinceros que le agradaban y otros que eran ese tipo de personas aduladoras y oportunistas que detestaba. Hobi se llevaba bien todos y le asustaba como su amigo se exponía con tanta libertad y sin miedo, regalando sonrisas y gestos amables. "¡Se van a aprovechar de ti!" y Jung respondía: "Soy fuerte, puedo con eso".

Hoseok era más fuerte de lo que parecía, Yoongi lo sabía, pero si podía evitarle pasar por algo desagradable, como el amigo sobreprotector que era, no dudaría en hacerlo.

—Seokjin hyung nos pidió reunirnos —avisó Jungkook.

Jeon Jungkook, aún no estaba seguro si decir que el más joven de los meseros, le agradaba o no. Era sincero, divertido y podían compartir dosis de humor negro sin sentirse juzgado, aunque en otros momentos sacaba a relucir una parte arrogante, burlesca y egoísta.

—Vamos hyung, está impaciente nuestro jefe hoy.

Ok. Le agradaba el mocoso. Era de los pocos mayores a los que trataba dentro de los límites del respeto, sin usarlo para manipular poniendo esa carita de conejito triste. "Es que esa cara no funciona contigo, hyung", le había explicado una vez que estaban haciendo juntos el inventario antes del cierre.

—¿Sabes de qué quiere hablar?

—Vi caras desconocidas, asumo que tendremos nuevos compañeros.

—Aww~ me gusta cuando llega gente, quiero planear una nueva coreografía y si somos más se verá mejor.

—Yoongi hyung está encantado, no sé si más por los nuevos o por la coreografía —Jungkook dijo riendo entre dientes y un brillo de diversión maliciosa en su mirada.

El chico de cabello rubio platinado frunció el ceño, claramente no estaba encantado de saber que tendría nuevos compañeros y si tomaba en cuenta su ausencia de suerte, de seguro le dejarían de responsable de instruir a uno de ellos. No le gustaba, tenía que poner el doble de energía en ser paciente y guiarlos por el complejo mundo de atención al cliente.

Menos aún le gustaba lo del baile, era la parte que más detestaba del trabajo, muchísimo más que vestir de color blanco pureza. Odiaba eso. Odiaba cuando la música empezaba a sonar más fuerte y todos se reunían, hasta los que estaban detrás de la barra y libres en la cocina a bailar. Su mejor amigo irradiaba alegría y aprovechaba de lucir todo su talento. "No estudio danza por nada" decía, guiñando un ojo.

Hoseok atrapaba las miradas y así Yoongi aprovechaba de fingir con menos fuerzas que tenía que bailar con la sonrisa y ánimos —por dentro maldecía un montón—.

—No me jodas, mocoso.

—Oh, hyung~, no lo haría.

Retractaba lo dicho, estaba odiando a Jeon. Caminó tras él junto a Hoseok, quien le conversaba de la cita que estaba preparando para su novio el día de cumple mes.

—Buenas tardes a todos —saludó Seokjin con ánimos y sonrisa—. Estas caras nuevas junto a nosotros integrarán nuestro equipo a partir de hoy, por favor contribuyan a que se sientan bienvenidos y ayúdenlos.

Las cinco personas nuevas se presentaron al grupo, tres chicas, una de ellas sería ayudante de cocina, y dos chicos. Cuatro camareros y Yoongi cruzaba los dedos para no quedar a cargo de nadie, a diferencia de Hoseok que se ofreció de voluntario, quedando de responsable de asesorar a una chica tímida que se sonrojaba cada vez que levantaba la mirada.

Sintió un poco de pena por ella y otro chico que se veía igual de cohibido, la atención a público podía devorarse a gente así.

—Seokjin hyung, me había dejado a cargo de la recepción hoy, pero podría intentarlo de todos modos...

—Yoongi es paciente con la gente nueva, él podría hacerlo por ti, Kookie.

—Yoongi, por favor, ayuda a Jimin.

El aludido parpadeó, aterrizando en la conversación de la que no estuvo prestando atención. Recorrió con la mirada a los involucrados, primero a la chica. "Maldita", se las había cobrado, lo hizo con toda la intención de joderlo. Después a Seokjin y su expresión preocupada y finalmente a ¿Jimin? Un joven rubio de mejillas llenitas. El chico que lucía tímido...sería el triple de trabajo.

Omitió cualquier queja, no se las daría a Jin, después Hoseok, como buen amigo, las tendría que escuchar y se limitó a asentir resignado con su destino.

"Eres afortunado", le había dicho su amigo... "Permíteme dudar de mi buena suerte de mierda".

—Ánimo, Yoongi —ella sonrió con diversión sin dejarse intimidar por la mirada fulminante.

—Hyung —pronunció Jungkook y le tocó el brazo con suavidad—, se bueno con Jimin, por favor.

Sacaba la conclusión que ambos eran cercanos, ¿primos? ¿Amigos? Suspiró pesado e hizo un gesto con la mano como señal de que así sería. Que no le gustara guiar gente nueva, no quería decir que fuera desagradable con ellos, tendía a ser medianamente cordial y solamente a ratos amable, cuando no lo saturaban con altas dosis de incompetencia. Después de todo, si no se desempeñaban bien el reto caían en él.

Y en el fondo, muy dentro suyo, era más bueno y considerado distando de la imagen que tendía a mostrar.

—Hoseok se tomará un tiempo para ayudarles con la coreografía, es muy simple. Solo diviértanse y entretengan a los clientes, nadie les pide que salga perfecto.

Hoseok llamó a los chicos nuevos para dirigirse con ellos al sector de empleados, en tanto conversaba animadamente y les daba tips para facilitarles el trabajo.

—Mientras, nosotros nos haremos cargo de las mesas. —Seokjin finalizó con las instrucciones.

Yoongi volvió a tomar aire, al dar media vuelta forzó la sonrisa y se dispuso ir a su primera mesa tras ver que Jungkook dejaba a una pareja de adultos de mediana edad. Con lápiz en mano y un efusivo "buenas tardes" les entregó el menú y ofreció todas las alternativas posibles, como agregar shots de sabor a los refrescos, ingredientes y salsas extra para las frituras.

Al menos los clientes eran agradables y poco complicados. Detestaba tener que lidiar con los casos contrarios fingiendo la sonrisa y con la voz de fondo de Jin en su cabeza diciéndole "por favor Yoongi, por favor, el cliente siempre tiene la razón". Y aunque no la tenga, no le queda de otra que hacer como si la tuviera. Tragarse su orgullo más de lo que estuvo alguna vez acostumbrado.

"Felicidades, Yoongi, estás trabajando en los niveles de tolerancia a la frustración".

En paralelo al pedido que se preparaba, fue a otra mesa a tomar la orden. Luego por las hamburguesas listas para los primeros clientes. Con maestría dibujo la clásica carita feliz con kétchup, dejó cuidadosamente los platos, preguntó si deseaban algo más y finalizó de momento con el "disfrute su comida".

Agotador. Y ahora debía repetir el mismo proceso con su segunda mesa. Miró disimuladamente la hora en su móvil y se quejó para sus adentros por la cantidad de tiempo que quedaba para el cierre. Pensaba usar su media hora de descanso para dormirla en la bodega lejos de la vista de los demás, Hoseok siempre se aseguraba de despertarlo.

Partió con la cuenta a la primera mesa y después por la segunda para retirar, ofrecer nuevamente el menú y llevarse los platos sucios. Cuando llegaba al mesón, podía ocultarse un par de minutos mientras preparaba las malteadas, dejaba de sonreír y podía poner su mirada de hastío. Hasta que salía y Min Yoongi cambia el switch al de "empleado feliz".

Sintió la mirada de alguien en su nuca cuando caminaba con un cerro de platos.

—Disculpe...

Casi plantó un pequeño salto, pero mantuvo el pulso firme para que la bandeja no temblara en su mano. Volteó y se encontró con ¿Jimin? El chico rubio, mejillas llenas, tímido y, ahora añadía a la descripción, voz suave.

—Ah, sí, ¿Jimin?

El chico asintió.

—¿Estás listo? ¿Libreta, lápiz, la maldita sonrisa? No te olvides de ella, tenemos que hacerlo todo el tiempo delante del cliente.

Volvió a asentir, enseñando la primera hoja en blanco, el lápiz y una sonrisa que algo provocó en Yoongi. Ojitos entrecerrados a la par de los labios curvándose en su rostro y mejillas abultadas. Tan tierno que le estremeció y, al mismo tiempo, le asustó que algo tan simple causara un sismo por dentro. Quería creer que sus cimientos eran firmes.

—Así mismo —dijo sin perder la compostura. Quizá debió alentarlo diciendo que esa sonrisa iba a cautivar a las personas y probablemente le dejarían más que solo la propina sugerida. "¿Cómo lo hizo contigo?" Escuchó la voz de su mejor amigo en la mente, porque seguramente le habría comentado eso riendo de su expresión aturdida.

—¿Qué hago?

"¿Atender mesas?", quiso responder poniendo los ojos en blanco porque era obvio, a eso se dedicaba cualquiera que acepta el trabajo de camarero. Se guardó los pensamientos mordaces, el pobre chico simplemente estaba aturdido en su primer día. Tenía que ser comprensivo.

—¿Has hecho esto antes?

Jimin negó y Yoongi empieza a hacerse la idea que esto iba a ser más agotador de que lo que esperaba.

—Tienes que darles la bienvenida, ofrecer el menú y también extras, ¿ya te familiarizaste con el menú?

—Un poco...

Yoongi tomó el menú que tenía más cerca y le explicó de forma sintética cómo partir, que ir ofreciendo y la carita feliz que se hace en un pequeño plato con la salsa de tomate. La cercanía le hizo notar el aroma dulce de los cabellos rubios que tenía a pocos centímetros del rostro. Cuando Jimin retrocedió llegó directo el estrellón de cabezas.

—Disculpe yo...

—Solo ve por los que acaban de llegar, si tienes cualquier duda, estaré atento por si me llamas —dijo con voz neutra y sobó su frente y nariz.

Jimin miró inseguro hacia la mesa señalada, caminando en dirección a ella no sin antes tropezar ligero con una silla. Yoongi suspiró pesado, confirmando que su tarea no iba a estar fácil. ¿Cuántas veces había soltado suspiros y resoplado de frustración en lo que iba del día? Menos mal era martes —mejor que un lunes— y no había demasiada gente que atender.

Partió a otra mesa, no quería un regaño de Seokjin si le veía parado mirando a la nada, o más bien a Jimin interactuar con torpeza, pero sonriendo bonito. Aquello debía compensar, porque la madre e hijo le sonreían de vuelta.

El chico rubio se acercó y antes que le preguntara un "y ahora qué hago", señaló a un nuevo cliente que Jungkook acababa de guiar hasta su sector.

—Es solo una persona no deberías tener problemas, si los tienes, me haces una señal y vendré.

Yoongi fue por los nuevos pedidos, procurando no perder de vista al nuevo mesero a su cargo. Se quejó para sus adentros, sopesando como su tanque de energía se vaciaba con más rapidez que un día normal.

—Me pidieron una malteada de chocolate —dijo con esa voz delicada, rozando su hombro para llamar su atención.

—Es fácil de preparar, te indicaré cómo.

Jimin sujetó el brazo del chico pálido cuando volvió a tropezar, esta vez chocando contra la esquina de una mesa vacía.

—Cómo sigas así a la hora de cierre haré que camines alrededor de un circuito de mesas, por cada tropiezo, empiezas de nuevo.

El rubio soltó un pequeño ruido agudo como signo de un quejido que no quiso emitir en voz alta, pero que no alcanzó a pasar por el filtro del autocontrol.

—Sin quejas —acotó aguantando la sonrisa ligeramente maliciosa. Tenía que seguir luciendo serio.

—Hyung, no seas duro con él.

—No te metas con mis métodos de enseñanza, Jungkook.

—Lo siento, Jimin-ssi, lo intenté.

Jimin dejó escapar una pequeña risa y continuó su camino junto a Yoongi, quien sacó la leche y le señaló de donde traer helado, entregándole los utensilios para la preparación.

—Al final, lo decoras con crema batida.

Yoongi dejó al chico y fue hacia una nueva mesa, chocando en el camino con la "mujer manipuladora" incitante de tener otra responsabilidad más.

—Yoonie, se viene tu momento favorito~.

Odiaba cuando se tomaba la confianza de llamarlo así. Lo odiaba tanto como su "momento favorito". Respiró lento contando hasta diez, preparándose mentalmente.

Hizo una seña con la mano al rubio para que se acercara. Había llegado la hora del terror para Yoongi. Hoseok se ubicó al centro de la alineación, a un costado de Jin. Tras una exclamación grupal y con "That's the Way" sonando, comenzó la tortura.

Sonrió resignado, sufriendo internamente. Paso a un lado, brazos en alto, aplauso. Sus compañeros con muchísimo más entusiasmo que él coreaban la canción para incentivar el ánimo festivo de los minutos de show. Las personas los miraban intrigados y divertidos, algunos incluso grababan. Yoongi no olvidaba como su madre y hermano, no haciendo caso a su exigencia, fueron y esperaron el espectáculo de baile. Hasta la fecha se reían. "Es que deberías ver tu cara...puedes hacerlo, te grabamos".

Maldito momento que siguió a Hoseok para trabajar ahí.

Aplauso y media vuelta. Miró de reojo a Jimin, notando como había asimilado con facilidad los pasos. Los movimientos fluían como si se mimetizaran con la música, como si la integrara en su cuerpo y este fuera una extensión. Admitía que se veía hermoso y sus ojos se negaban a cambiar de dirección.

Jimin ya no lucía como un chico tímido, mostraba desplante y hacía suyo ese momento con una canción disco funk y una coreografía básica. Brillaba, hacía magia con tan poco y Yoongi estaba atrapado.

No debería estar pensando que el chico de mejillas llenas y labios gruesos era hermoso —porque había hecho un escáner de su rostro delicado y era imposible no detenerse en su boca—. Tenía varias cosas en las que focalizar su mente y ninguna de ellas parecía relevante en ese segundo.

Sus miradas se cruzaron. Jimin lo miraba fijamente y empezó a sentirse nervioso. ¿Acaso tenía una mancha de tinta en la nariz? ¿O su cara de admiración fue muy obvia? Yoongi estaba seguro que sus habilidades para mantener un rostro inmutable estaban en muy buena forma.

—¿Qué? —Preguntó seco. Defensivo.

El chico nuevo negó y Yoongi comenzaba a sentirse superado por él, por su rostro bonito, voz suave y movimientos hipnóticos.

"Algo va mal conmigo".

La jornada avanzó mucho más rápido de lo que alcanzó a darse cuenta, entre atender mesas e instruir al rubio de mejillas gorditas, no tuvo tiempo de pensar en las horas que tenía por delante antes de regresar a su preciada cama.

Despidieron a los últimos clientes y comenzaron a apartar las mesas para limpiar. Seokjin puso música, las últimas canciones pop que sonaban en las radios y plataformas virtuales, gracias al mayor era que terminaba actualizándose con aquel estilo de música.

Hoseok bailaba mientras barría contagiando a todos con su inagotable fuente de ánimo. Uno a uno se iban sumando y bailaban mientras limpiaban. Salvo Yoongi, quien trataba de rehuir hacia tareas en solitario y apartado, aunque eso implicara no ver a Jimin moverse con una alegre sonrisa. Linda imagen, pero no lo suficiente para permanecer con todos, soportando que Hobi tomara sus manos y le arrastrara a hacer el ridículo, ya más del que hacía a diario.

Salieron del local y empezó la sesión de despedidas.

—Gracias por todo, Yoongi-ssi.

—Llámalo hyung, que sienta la cercanía. —Jungkook le dio un pequeño codazo en las costillas.

—Nos vemos mañana mocoso, Jimin —interrumpió antes que su batería interna terminara por descargarse. Aún estaba a veinte minutos en bicicleta de su casa.

—Al mismo tiempo —Jungkook tiró del brazo de Jimin.

—¡Hasta mañana, Yoongi hyung!

"Malditos mocosos". Subió a su bicicleta sin siquiera voltear a mirarlos. Alzó la voz solo para llamar a su mejor amigo.

—Sube, me quiero largar.

—Aww, los menores te adoran.

—Hobi, te voy a botar de la bicicleta si sigues hablando.

Hoseok rara vez le hacía caso.

—Jimin es asombroso en el baile —comentó aferrándose a la pequeña cintura.

Yoongi continuó pedaleando con Hoseok atrás. No respondió. No quería que Jimin invadiera sus pensamientos más de lo que lo hizo en menos de un día.

Lástima que no siempre resultaba lo que quería, porque Jimin invadió sus pensamientos mientras trataba de conciliar el sueño y tras largos minutos cambiando de posiciones en la cama, ordenando ideas y emociones, encontró una, muy escondida entre varias excusas, que le disturbó: ansiaba que llegara el turno de mañana.

"Maldito mocoso cachetón".

"Si le dices así, solo terminarás alejándolo". Bien, estaba mal y el sueño le afectaba, porque hablaba con una proyección mental de su mejor amigo, al que conocía tan bien que hasta podía reproducir los diálogos que tendrían de estar uno frente al otro.

"¿Acaso tuviste un crush fulminante con Jimin?".











***
Gracias por leer este pequeño proyecto que surgió un día en un Johnny Rockets, viendo como los/las chicos/as bailaban y pensaba "cuántos dirán: odio mi trabajo" xD y se me cruzó con ese baile de Yoongi https://www.youtube.com/watch?v=_Z77MGo1w10 (amo su cara <3) .

Y pensé Yoongi odiaría esta parte del trabajo, se quejaría internamente y diría "no me pagan lo suficiente por esto".

Comentarios, críticas, votos, sugerencias, corazones, todo bienvenido c:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro