El jardinero y sus flores.
Por: Karla M.F

Un jardinero, el mejor de todos. Era muy alabado por su hermoso jardín: rodeado de flores fragantes y exóticas, con árboles frutales y bellos arbustos.
Una maravilla muy peculiar.

Entre tantas flores, arboles y frutos el jardinero vivía una verdadera utopía. Cada uno de estos merecía trato distinto: unos necesitaban más luz, otros mas o menos agua, otros crecían a la sombra o consumían más abono. Pero el no los descuidaba a cada uno de sus bellos retoños los trataba con gran cariño, porque eran su alma.

Hay que entender que en tan vasto jardín algunas cosas no las podría controlar.
Por ejemplo si una plaga de hormigas infecta una de sus plantas no será culpa del jardinero.
Si una tempestad azota sus tierras y las inmunda, no será culpa del jardinero.
Porque hay pruebas que el jardín y sus plantas tienen que afrontar a pesar del amor del jardinero por este.
Entre tantas plagas y tantas flores nació una orquídea; al ver tanta miseria se refugió en las sombras, entre los espinos y la cizaña. En su oscuridad nunca conoció al jardinero, nunca disfruto de la luz por mantener la cabeza oculta entre hierbajos. En silencio se ahogó negándose a creer en algo superior, en la existencia de alguien que la vigilaba. Sin saber que aquella agua que recibía era regada por el jardinero, que los rayos sol que una vez calmaron su frío llegaban a ella por aquel hombre. Pero por más que se esforzó en salvar la flor de entre tanta oscuridad y cizaña no pudo, ya que sus raíces estaban firmes allí.

¿A caso fue culpa del jardinero que muriera tan bella flor?