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Arreglando mi camisa, preguntándole al espejo mil veces si era la correcta, lucía más nervioso de lo que debía. Era la primera cita cara a cara con esta gente importante que, de cerrar trato, pagaría mucho dinero por la auditoría.

Mis trabajos anteriores siempre habían estado "bajo las sombras"; yo hacía cumplir la letra dura de los contratos, mediar entre las partes en litigios empresariales pero esta vez existía algo que me hacía transpirar a pesar de que el ambiente estaba fresco: era una prueba a superar frente a Magali.

Orgullo de macho cabrío, soberbia, machismo, quería demostrarle que yo era un tipo inteligente, listo, que sabía mucho y que no se había acostado con un tipo cualquiera.

Saliendo de mi cuarto repitiendo un tonto speech de presentación, el cual incluía una sonrisa de cortesía, como coreografía, Magali salió de la habitación 505 y la respiración se me entrecortó.

Tosí limpiando mi garganta, evadiendo mirar que llevaba un pantalón que le marcaba la curva de su culo de un modo sensual; más radiante que por la mañana, recargarse de energía le había sentado mejor que a mí, que, con un baño rápido y mil dudas en la cabeza, había envejecido en mi cuarto.

Caminando a la par, arribamos a la zona de ascensores. Uno estaba en el piso 10 y otro, en planta baja.

— Tranquilo, todo va a salir bien —dijo entre otras cosas y le agradecí.

Una gota de sudor bajó por mi espalda; su cercanía me afectaba, aunque más lo hacía el hecho de no saber si ella sabía quién era yo y debíamos ocultar que nos conocíamos de antes. Si mi empleada deseaba extorsionarme, podía acusarme de acoso o contactarse con María Clara y hacer que mi matrimonio estalle en mil pedazos.

Conectando con una mirada, las puertas del elevador se abrieron y con caballerosidad la dejé pasar en primer lugar. Marqué el cero y me quedé como estaca frente al tablero.

Debía hacer algo y urgente.

Debía tomar la delantera de esta situación y ser quien estuviese con la ventaja de su lado.

Debía saber si continuábamos jugando a ser dos perfectos desconocidos o conocer el motivo por el cual ella ocultaba que habíamos compartido algo más que un viaje en coche.

Arrastrado por una corriente de inconsciencia, levanté la perilla de "parar"...y en un instante, terminé por sellar nuestro destino.


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