Irene se encontraba en su puesto en medio de la clase de inglés empresarial, hacía garabatos en su libreta mientras que su profesor se ocupaba de explicar el tema relacionado a la presentación. Arturo, su compañero de escritorio, se unió a sus garabatos y juntos iniciaron un pequeño juego de ver cómo podía ir quedando cada dibujo sin forma qué hacían. El tiempo para ellos pasó rápido ya que no se dieron cuenta cuando el profesor terminó la clase.

— ¡Hey! —los saludó Joel, quien estaba del lado de Arturo—. ¿Muy entretenidos rayando la hoja? —rió.

—No me di cuenta de que rayar una hoja era mucho mejor que escuchar la clase de inglés—comentó Arturo y empezó a recoger sus cosas. Irene hizo lo mismo.

Joel se movió un poco para quedar del lado de Irene.

— ¿Ya te vas a tu casa? —le preguntó, ella asintió. Se colocó su bolso encima y lo miró.

—No tengo nada que hacer aquí—le respondió.

—Mmm, me preguntaba si quieras salir a algún lugar—comentó—, no hemos salido en un tiempo.

Ella lo miró, tenía que decirle la verdad porque si no le rompería el corazón si algo más sucedía.

—Necesito decirte algo—expresó, el rostro de Joel mostró una mueca de confusión.

—Oh, no creo que eso sean buenas noticias—dijo con un tono en broma, aunque en realidad podía notar por la mirada de la chica que estaba hablando seriamente—, ¿Quieres tomar un café mientras me lo platicas?

Irene asintió, ambos se despidieron de Arturo y caminaron hasta la cafetería del campus ya que era la que estaba más cerca. Ambos pidieron un café de vainilla y esperaron un poco para que se lo entregaran para luego ir a una de las mesas.

—Joel...

—Creo que sé qué es lo que quieres decirme—le dijo y le sonrió—.Me ves sólo como un amigo—Irene lo miró y suspiró.

—Joel...—suspiró—, me agradas, de verdad.

—Lo sé, tú también me agradas—le dijo—, pero estamos en diferentes situaciones—le comentó—. Puedo entenderlo Irene, así que no te sientas mal por no querer tener nada que no sea una amistad.

—Disculpa—él negó.

—Podemos ser amigos—le dijo él, Irene le sonrió. Joel pudo entender lo que sucedía en realidad—. Hay un chico, ¿verdad? Esa expresión que tienes en el rostro es muy fácil de entender cuando también te ha pasado. Estás confundida por este chico que te gusta.

—Es el mejor amigo de mi hermano—confesó.

— ¿Y? No le veo el problema—comentó—. ¿Crees que tu hermano se molestará? —ella negó.

—Mi hermano estaría saltando de alegría si le digo que me gusta su amigo—comentó—, sólo que es raro. Además no sé cómo se siente el chico respecto a mí.

—Puedes preguntárselo—Irene negó ante la idea, eso no podría ser posible, Incluso le costó decirle a su mejor amigo que le gustaba Dean, se le iba a ser imposible que algo así sucediera entre ellos.

—No tengo tanta confianza en mí misma como para decirle—confesó.

Joel pudo entenderlo, a veces en los temas del amor, a muchos les sucedía lo mismo. Irene a simple vista parecía ser segura de sí misma y con la confianza suficiente para tener al chico que ella deseara, pero cuando se trataba del romance, le costaba un poco más tener esa confianza de siempre.

Un mensaje le llegó al celular de la chica, su corazón latió rápido porque sabía de quién se trataba.

Dean ha enviado una imagen

Dean_3:02pm:

Mira cómo está quedando tu pintura

Cómo odiaba ella esas estúpidas mariposas asesinas que aparecían en su estómago cada vez que se trataba de él.

~•~

Dean miró la pantalla de su celular y la apagó al ver que no había tenido respuesta de Irene todavía, se fijó en la pintura a medio terminar y buscó sus pinturas para poder terminarla. Habían pasado dos días desde que dibujó a Irene pero por alguna extraña razón, no lograba sacarla de su mente.

¿Sería porque no había podido terminar de pintarla?

Miró su rostro en la pintura, algo que Dean amaba era los rostros, se dedicaba plenamente en que quedara lo mejor posible. El rostro de Irene era algo peculiar, o eso era lo que él sentía, era un rostro muy suave, no tenía expresiones muy marcadas y era fácil de poder detallar; podía notar la estética del rostro de ella, pero no podía entender por qué cada vez que pensaba en ella sentía una extraña sensación en el estómago.

O quizás sí podía entenderla pero se había dedicado a ignorar la razón de ella.

Para él era lo más fácil, estar enamorado era como lanzarse a un pozo de agua sin saber qué hay allí dentro.

¿Estaba dispuesto a ello?

¿A lanzarse al mar? ¿Al entrar en lo desconocido?

Miró nuevamente la pintura y tomó un poco de color marrón, para terminar de pintar el cabello de ella. Luego se fue a sus ojos oscuros y con mucho cuidado hizo los detalles de la pupila. Los labios los hizo un poco claros, había notado que a Irene le gustaban los colores rosas en sus labios, para ello juntó en su paleta, un poco de rosado y blanco, y cuando terminó de pintarla, la vio una vez más.

Había quedado hermosa como ella.

Dejó el pincel a un lado y tomó su celular. Marcó el número de Levi y se quedó mirando la pintura.

— ¿Aló? —escuchó la voz de su amigo.

—Levi, acabo de darme cuenta de algo.

— ¿De qué?

—Me gusta tu hermana.