No pedí una princesa

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10 octubre 2019

Por fin, inician mis días de descanso, dejaré por algunos días los tacones, el maquillaje llamativo y las cámaras, además comer un postre no está de más.

El reloj marca las nueve de la mañana y tengo que levantarme, no puedo estar todo el día en pijama, aunque quisiera, tengo que cumplir con la cita de José y Mariana, mi manager y mi maquilladora.

Arriba, la ducha me espera.

—¿Qué me pondré hoy? —a pesar de estar recién levantada mi voz sale con gran ánimo.

No es necesario darle tantas vueltas al asunto, un vestido y unos zapatos deportivos, algo cómodo y ligero.

Antes de ingresar al baño enciendo mi pequeña radio y busco mi emisora predilecta; en los estantes de mi baño busco mi jabón y shampoo favoritos, me aseguro que no se encuentren vacíos y finalmente me dirijo bajo la ducha.

Adiós pijama, hola cuerpo escultural; abro el grifo de la regadera y dejo que el agua haga su recorrido, desde mi cabello hasta mis pies. Logro escuchar bajo el agua la canción que suena en mi cuarto, al parecer decidieron darme un gusto, una canción pop en español.

Pasa la noche y quédate mañana y todo el día. Desde esa noche eres mía mi amor, siempre serás mi bonita de amor, para nadie serás un secreto.

Pasa la noche conmigo bonita, pasa la noche conmigo bonita, pasa la noche conmigo bonita.

Definitivamente se debe estar muy enamorado para dedicar alguna canción como esa. Afortunada ella. En fin, sigo con mi baño, frotando aquí y allá.

Salgo de la ducha envuelta en mi bata, creo que en un futuro cuando sea tan famosa como Shannon de Lima o Miranda Kerr compraré unas cuantas batas de seda, oh sí, una para el baño, al salir de la cama, al llegar del trabajo, en fin, creo que haré una lista para saber cuántas son. Mientras busco la lencería para el día de hoy una melodía ajena a la que suena en la radio empieza a sonar y siento que se me hace muy familiar.

It's close to midnight

And something evil's lurking in the dark

Under the moonlight

You see a sight that almost stops your heart.

You try to scream

But terror takes the sound before you make it

You start to freeze

As horror looks you right between the eyes

You're paralyzed.

Rayos, dónde dejé el celular?, piensa Toña, piensa. En la almohada no está, en la mesa de noche tampoco, en la sala, debe estar en la sala. Salgo en su búsqueda y sí, aquí está; presiono rápidamente el botón verde antes que deje de sonar.

Mi chica favorita por fin contesta —su voz es muy monótona.

—Hola José, yo estoy bien en la mañana de hoy no te preocupes —hablo de manera sarcástica ante sus palabras.

Olvida eso, además tú y yo no somos de formalidades cuando hablamos.

—Cierto, tienes un punto a favor.

Pasaremos a recogerte dentro de quince minutos y espero que te encuentres lista para cuando lleguemos.

—Espera, ¿sólo quince minutos? —pregunto confundida, es algo rápido.

Ya estamos cerca y si no estás lista, olvídate de la salida.

—Eres muy malo —trato de escucharme herida y conmoverlo un poco, aunque...

Sí como sea, adiós.

... nunca lo logre.

—Este idiota me colgó, pero que puedo esperar más de él, Mariana no se cómo lo soportas.

Solo quince minutos, es poco tiempo; camino de regreso a mi cuarto y siento el celular vibrar en mi mano y es un mensaje de Mariana.

Si estás desnuda vístete AHORA.

Miro a mi alrededor y aunque se que no esta conmigo, siento que estuviera viéndome en este momento, parece una bruja; tal vez en su vida pasada lo fue.

Bueno, ahora tengo que vestirme. Corro hacia mi cama, busco mis prendas íntimas y me visto con la ropa ya previamente elegida. Siento que en tiempo récord me encuentro vestida y lista para la salida, pero mi estómago parece tomar vida y gruñe.

—Tengo hambre.

Si señor, hace menos de una hora estoy levantada y no he comido nada. Voy hacia la cocina y abro la nevera, menos mal siempre tiene lo que busco, en cantidades suficientes.

—Qué tenemos aquí —fruta, algunos jugos, leche, verduras—. Creo que tomaré una manzana y algo de yogurt —doy un mordisco a mi desayuno mientras ordeno algunas botellas dentro del refrigerador.

—Solo una manzana ¿en serio? —una voz femenina me deja estática.

Su voz me toma por sorpresa, Mariana me ha dado el susto de mi vida, por poco y me atraganto, trato de pasar con esfuerzo lo poco que tengo en mi boca y miro de mala gana a mi amiga.

—¡Estás loca! Quieres matarme o que, definitivamente tienes que darme la copia de las llaves de MI apartamento.

Me enfoco en las últimas palabras, desde hace cuatro meses vivo sola, antes compartía el apartamento con Mariana, pero ella se fue a vivir con José, algo que me replantea en pedirle las llaves antes que me lleve mas sorpresas, no tan agradables.

—Antes que nada, José no tardará en subir y será mejor que te comas eso rápido.

—Estarás loca comeré esto con lentitud, quiero que baje bien a mi estómago.

Mariana me hace una seña con sus manos mientras la veo caminar a mi cuarto, dándome a decir que yo soy la única responsable del enfado de José, pero ya estoy acostumbrada a todo él.

—Espero que se encuentren listas para salir.

Y antes que logre llegar a la puerta el mencionado entra, al parecer todos han decidido entrar a mi casa sin avisar, que modales. Camino despacio de regreso a la cocina, sé que mis dos amigos están en la sala, Mariana ha de estar buscando mi bolso para salir y José debe estar a pocos pasos de la cocina, muy cerca.

Veo por el rabillo del ojo una silueta acercarse lentamente y se ubica a la entrada de la cocina, trato de disimular, fingir que no lo he visto, pero sentir su mirada enfocada en mí y con gran seriedad dificulta mi actuación.

—Sé que eres una mujer muy perezosa, pero de manera fugaz pensé que al llevar tanto tiempo trabajando no perderías la rutina de levantarte temprano y comer adecuadamente.

Sigo masticando mi manzana y miro al hombre que se encuentra frente a mí. Está algo serio, pero él siempre ha sido así, de mis tres años de modelaje él me ha acompañado y son pocas las veces que lo he visto sonreír.

—¿Por qué siempre estás serio? —le pregunto.

—Ya estás lista por lo que veo —mira su reloj y hace que yo lo mire también—. Tenemos una reservación y será mejor que salgamos de aquí ya, sabes que odio llegar tarde.

Trato de usar mi cara de niña buena, me acerco a él y lo miro, usualmente consigo lo que quiero, pero...

—Yo de ti no me esforzaba —se acerca Mariana con mi bolso—, traté de hacer lo mismo esta mañana y no funcionó.

Recibo mi bolso y lo ajusto, miro dentro de él y encuentro mi cartera con mis documentos, algo de dinero, mi celular, mi mini agenda y un paquete de pañuelos, busco en la mesa de la cocina mi yogurt y lo guardo allí.

—¿Por qué traes eso?

Miró a José —su rostro es una mezcla de odio y curiosidad— y él señala mi bolso, de seguro está hablando sobre el vaso de yogurt.

—Lo que esté en mi bolso es algo que necesito y no sacaré nada que esté allí —comento de manera decidida.

Ante la mirada seria de José, totalmente diferente a la sonrisa de Mariana, salimos del apartamento, nos despedimos de la recepcionista y subimos al auto de mi amigo. Hace algunos meses compré mi propio transporte, pero aprender a manejar no se me ha dado muy bien, soy un desastre al tratar de ubicarme o llegar a un sitio, utilizo la app de GPS para salvar mi existencia, pero llego casi siempre tarde.

Saco el yogurt de mi pequeño bolso y lo tomo durante el viaje, repaso la situación en la cual nos encontramos y decido bromear un poco.

—Saben, aquí atrás parece como si fuera la hija y ustedes mis padres —me ubico en el espacio que queda entre las dos sillas delanteras y miró de manera risueña.

—Dios me libre de tener una hija como tú —José no me mira, pero su gesto indica que me ha escuchado y mis palabras son su pesadilla.

Finjo estar afectada por sus palabras, mi mano derecha descansa sobre mi pecho para demostrar mi corazón herido.

—¡Oye! Si soy un encanto de mujer —me quejo ante su comentario.

Mariana se ríe a más no poder y José, bueno, creo que se está burlando de mí.

Después de unos minutos llegamos a un restaurante, no puedo negar que es lujoso, pero su aire es de tranquilidad gracias a su un estilo vintage.

Un mesero nos lleva a una mesa y al sentarnos nos ofrece la carta del lugar, la dejo sobre la mesa mientras repaso todo el lugar con mi mirada, siento que el estar aquí fue una decisión tomada por mi representante; al tener una opinión sobre el sitio miro a José y Mariana, quienes me sonríen y sin darme cuanta tiene en sus manos dos copas.

—Estamos aquí para celebrar por el éxito de un contrato terminado y también para despedir a Antonia, ya que el día de mañana sale su vuelo a Colombia —comenta Mariana feliz.

—Muchas gracias por este detalle —estoy sorprendida, no pensé que mis amigos hicieran esto por mí—. Definitivamente los voy a extrañar.

—Pero mujer, será un mes de merecido descanso, ya después volveremos a la rutina del trabajo.

Me agrada mucho la ciudad de Nueva York y de Los Ángeles, pero necesito volver a casa y ver a mis padres de nuevo.

—Sabes amigo mío, te felicito, el lugar que elegiste es muy bonito —veo que el mesero se acerca a nuestra mesa llevando consigo las cartas del lugar—, pero podíamos preparar algo en casa.

—Parece que no conoces a José.

Mariana habla como si lo que acabara de decir fuera lo más obvio. Pero es cierto, él es demasiado glamuroso y demás palabras similares. Decido finalmente ver la carta y trato de elegir algún plato, pero ninguno me llama la atención, algunos tienen nombres extraños y otros tienen ingredientes que no son de mi gusto, al final elijo uno que suena comestible y espero no decepcionarme por la elección.

—¿Qué harás cuando llegues a Colombia? —pregunta Mariana cuando el mesero se ha marchado.

—Estaré unos días en Bogotá, arreglaré unos asuntos que tengo pendientes y tan pronto me libere de ellos, estaré con mis padres y después no sé, creo que dormiré mucho.

—Vuelvo en un momento.

José se levanta, al parecer va a realizar una llamada.

—Desde la relación con Jacobo, ¿hay algún hombre esperándote cuando llegues a casa?

—Realmente no creo, no estoy interesada en nadie —mis relaciones han sido tan cortas y algo difíciles que no tengo muchas ganas de estar en otra.

—Me habías dicho que de ahora en adelante tus relaciones sentimentales serían con hombres maduros, ¿no es así? —su mirada ahora es mas divertida y no me gusta.

—Sí, eso comenté ¿por qué lo dices? —escucharla hace que mi curiosidad emerja con rapidez.

—Porque a mi vista hay un hombre que de seguro querrás ver.

Mariana está frente a mí, así que el hombre que ella está mirando está detrás de mí, no quiero tomar sus palabras como verdaderas, pero su insistente mirada hacia el lugar o hacia la supuesta persona me indica que no está bromeando, trato de girar disimuladamente, así que finjo arreglar mi vestido y lo miro.

Ante mi primera impresión creo que es un hombre que cualquier mujer desearía tener, claro, a las mujeres que encuentren en un hombre, algo mayor, la atracción sexual que se busca. Trato que mi mirada no sea tan obvia e indiscreta, no quiero que me mire y piense que soy una acosadora, pero ese hombre me encanta y hay algo en él que me atrae.

—Creo que está como te gusta —la voz que emplea Mariana es algo pícara y divertida.

Sus palabras hacen que le devuelva la mirada, volviendo a mi realidad y dejando a un lado a mi vecino de mesa.

—¿Quién está como te gusta? —una voz masculina hace que nuestra mirada cómplice se esfume y nos volvamos las mujeres más recatadas del planeta.

Este es el momento donde la magia se acaba, José llega a nuestra mesa sin previo aviso y creo que la conversación con Mariana queda cancelada.

—Nadie —comentamos al unísono.

Trato de cortar el tema, pero no puedo evitar las miradas de Mariana, indicando picardía o las miradas de José, buscando respuestas.

Por el rabillo del ojo puedo ver que el mesero se acerca con nuestros platos, creo que me salvó la campana.

—Se ve delicioso —enmarco una sonrisa hacia mis amigos—. Buen provecho.

—No crean que no las oí —susurra José al mirarnos.

Y así termina mi interesante conversación con Mariana y evitó que José pregunté o se entere de mi vida privada, ahora no tan secreta, ya que mi querida cómplice sabe algunos detalles.

La comida está deliciosa y entre algunas palabras y conversaciones sin importancia o nada relevantes, terminamos nuestros platos; durante nuestra estancia en el restaurante José se ha levantado de la mesa alrededor de cinco veces algo que impacienta a Mariana, creo que yo estaría igual.

—¿Sabes por qué tantas llamadas? —cuestiono.

—Creo que está terminando los detalles de algunos documentos sobre la compañía de sus padres, algo me comentó sobre la venta de una parte de esta y como sabrás José hace parte de la empresa familiar, ya sabes, todos deben estar al tanto de lo que se hace.

—Lo siento por ti, no te ves muy cómoda con esa situación.

—Así es, no es para nada cómoda —Mariana se siente un poco desanimada por lo que pasa—, habíamos hablado que este día sería de los tres...

—Claro, yo siendo la violinista en el tejado —interrumpo a Mariana antes que termine de hablar, quiero que se sienta cómoda, tal vez mi sentido del humor no sea tan agradable, pero hago mi esfuerzo— trata de entenderlo, tú misma me has dicho como es él, después necesitará de tu melosería.

—Tienes razón; y cambiando de tema, te acuerdas de nuestra conversación antes de comer — asiento a sus palabras — bueno, déjame decirte que ese tema te está mirando.

—Estas de broma.

Trato de creer que sí, pero su mirada lo dice todo, no para de verme y ver detrás de mí y sonreír, la curiosidad me está matando, pero no puedo voltear la mirada como exorcista.

Respira tranquilamente Toña, estás a un paso de conocer a un buen partido, además estás a dos días de salir del país para entrar a otro.

No puedo evitar reír, pero es de ese tipo de risa nerviosa, comienzo a tocar mi cabello tratando de hacer unos rizos y giro, y diablos, es verdad ese tipo está mirándonos. Trato de esbozar una sonrisa y él me levanta su copa en señal de saludo, así que le devuelvo el gesto.

—Ya viste que es verdad, te estás ligando a un hombre, pero déjame decirte que está como quiere.

—Cálmate mujer, no estoy tan desesperada como para salir con un desconocido, además pronto viajaré y...

—Tu misma lo has dicho —al aparecer es Mariana quien está más interesada en buscarme pareja— dentro de dos días te vas, no lo volverás a ver, pero eso no nos quita que puedes disfrutar de su compañía.

Mariana tiene razón, nada se pierde con intentarlo.

No sé si la voz cantarina en mi cabeza y mi loca amiga tengan la razón.

—¿A dónde crees que vas?

Mariana me deja con la palabra en la boca, se levanta tan tranquila de nuestra mesa, pero quién se cree. La sigo con la mirada y no puedo creerlo, se ha acercado a la mesa donde se encuentra el hombre que hemos estado mirando, hombre que se encuentra acompañado, posiblemente dos amigos o hermanos, que sé yo.

Me concentro en mi mesa ahora vacía y juego con mis dedos, puedo escuchar las risas provenientes de la mesa vecina, mesa donde se encuentra mi supuesta amiga.

Busco mi celular y veo algunas llamadas perdidas de un número desconocido, realmente es extraño, fueron de hace una hora aproximadamente, pero no lo escuché sonar o vibrar.

Veo como mi amiga llega a la mesa sonriendo, y por lo visto sus nuevos amigos están muy felices.

—Es un hombre muy simpático, además tiene un acento muy sexi que cuando habla te enamora, es tan galán al igual que sus amigos, son muy agradables...

No sé qué más dice Mariana, trato que su voz llegue a lo más profundo, o trato de ignorarla, no puedo creer lo que alcanzo a escuchar.

—Me estás escuchando —hablo de manera susurrante y algo incómoda.

La miro y al parecer logra entender mi cara, mi mala cara, sé que no la estoy mirando de la mejor manera, haber se levantó dejándome sola y se fue a hablar con el señor, y no hace mucho estábamos hablando de él, además le dije que él tenía algo que me había llamado la atención.

—No me mires así, además tú también le agradas a él y me dijo que eres muy bella y no podía dejar de mirarte, además...

Veo como Mariana calla de inmediato, mira a todos los lados fingiendo buscar algo, trato que ella me mire y siga hablando, tal vez no me pareció muy importante al principio, pero ahora se trata de mí, estaba hablando sobre lo que ellos habían hablado y todo eso era sobre mí.

—Además que Mariana, por favor, no puedes venir y decirme que alguien estaba hablando sobre mí y quedarte callada, por favor sigue hablando.

—Decía que yo estoy muy interesado en ti —esta vez la persona que habla no es mi amiga.

Mi madre, aquella voz no es de Mariana, aquella voz totalmente masculina realmente llama mi atención y es mejor de lo que había dicho mi amiga. Mi cara es un poema, de seguro mis ojos están que salen de sus cuencas, siento que exagero en aquel pensamiento, pero así me siento. Trato de tranquilizarme y me levanto para mirar de frente, estar cara a cara con la persona que se encuentra detrás de mí, y lo que ven mis ojos supera lo que veía a la distancia.

Es un hombre de estatura promedio, no es de aquellos de dos metros, pero si me lleva al menos unos quince centímetros, sus ojos son algo oscuros con algunas motas verdes, lleva una barba arreglada y, por primera vez la considero sexi, pero son labios lo que llama la atención, tal vez por el hecho que se encuentra sonriendo ante mi idiotez, pero su voz, Dios, su voz...

—Realmente eres más atractiva ahora que estamos más cerca —comenta y su mirada refleja un aura de poder y atracción.

—Déjame decirte lo mismo —y mi parte seductora sale a luz, tratando de no fracasar—. Eres un hombre con gran encanto.

Creo que su risa superó todo, y mi cara de idiota no se va, mucho menos ahora.

Escucho como Mariana, en un segundo plano trata de aclarar su voz, y es de esa manera que entro en sí.

—Es la primera vez que escucho aquello ¿realmente crees eso? —pregunta sin dejar de verme.

—Por supuesto ¿y qué piensas de esta dama? —deseo mantener esta conversación un poco más.

—Que es realmente encantadora e inteligente —hay un brillo enigmático en su mirada, parece que lo que dice no es un juego y esta es una completa escena de coquetería.

Ahora soy yo quien ríe acompañada de su risa, creo que nunca me cansaría de oírlo.

—Creo saber cual es el motivo por el cual no me contestas —una voz fría y distante corta la agradable atmósfera que disfrutaba.

Mi risa queda congelada y mi cara cambia en menos de un segundo, esa voz la escuché durante unos meses y ahora la desprecio, no la odio, pero me cansé de oír cada palabra que salía de su boca, sobre todo, las mentiras diarias.

—¿Qué haces aquí Jacobo?

Mariana hace la pregunta, ya que yo no soy capaz de hacerlo. Miro su cara y veo que nada ha cambiado en él, ahora veo petulancia en su rostro, en un momento fui ciega y nunca dude de sus palabras, gracias a él terminé por tener enemigos, las mismas personas que me odian por el lugar en el cual estoy ahora. Jacobo me observa de arriba hacia abajo, pasa su mirada al hombre a mi lado y hace lo mismo, al parecer lo está escaneando de pies a cabeza, siempre creí que aquello era una mala costumbre que él tenía, y al parecer sigue teniendo además no puede disimular cuando lo hace.

—Al parecer Vivian tenía razón, mira como te encuentro y en manos de quien —lanza mordazmente su comentario.

Ya hay problemas, Vivian es una arpía, una víbora que solo busca dañar a los demás, alguna vez la consideré una amiga, pero al ver que fui seleccionada como modelo revolución y la marca de Victoria Secret quería que estuviera en su pasarela le incomodó, antes que yo llegara a su vida ella era una estrella y al parecer piensa que yo apagué su fama. En fin dejó de ser mi amiga no solo por eso, gracias a ella mi relación con Jacobo se fue a pique y terminamos.

—Siempre supe que Vivian no era una buena persona, pero qué puedo esperar, si la basura se junta —mi voz es muy diferente a la de hace unos segundos, está llena de rabia.

Sé que no son palabras de una señorita, pero no me importa decirlo, estoy algo enojada y seguir mirándolo solo hace que mi rabia aumente.

—No puedes hablar de Vivian cuando tú ya estás con otro, eres una...

—No sé quién es usted y no me importa, pero no permitiré que insulte a la dama.

El hombre que se encuentra a mi lado, con quien hablaba estupendamente me defiende, tiene una voz que demanda autoridad y su porte también la transmite.

—No sé qué haces aquí —recuerdo lo que me dijo al verme, entonces era él quien me había llamado de un número desconocido—, además me pareces un poco hombre al llamarme de otro número o interrumpirme en mi cena.

—Tú no contestabas mis llamadas ¿qué esperabas? —pregunta con gran obviedad.

—¿Qué esperaba? Al parecer se te olvida que fuiste tú quien propuso terminar con lo que teníamos y ¿qué pensabas? Que te contestaría las llamadas como si nada hubiese pasado, debes estar loco.

—Si te dijera que estoy arrepentido —su voz deja de ser cortante y me mira esperando algún tipo de compasión.

Me encontré riendo ante su estúpido comentario, pero ¿quién creería lo que él decía?

—Sabes, yo te dije que quería estar con un hombre de verdad y no con una princesa que le incomoda como me encuentre vestida o que le afecte saber que es lo que como, me canse de esperarte y de creer en tus estúpidas excusas, y sabes una cosa, yo no estoy arrepentida de estar lejos de ti.

Veo de reojo a Mariana quien se encuentra algo apenada, creo que soy yo quien está armando un escándalo, siempre que me enojo tiendo a hablar fuerte y ahora no es la excepción, veo como las personas a nuestro alrededor no deja de mirarnos, no dejaré que mis amigos pasen un mal momento por mí o por el idiota de Jacobo.

—Será mejor que te marches de aquí amigo —José llega y toma del brazo a Jacobo, trata de llevarlo a la salida, pero él se niega—. Sé que no quieres generar un problema en este lugar, a tu reputación no le vendría bien eso ¿o si?

Parece que Jacobo lo empieza a entender y sale del agarre de José, arregla su traje y sale del restaurante.

—¿Estás bien? —pregunta Mariana ante tal espectáculo.

Realmente no me siento bien, Jacobo arruinó mi salida con mis amigos y de seguro el señor a mi lado se ha decepcionado de mí. Lo pienso bien y sé que lo que voy a hacer es la mejor opción, me siento, tomo mi celular y busco la aplicación de servicio de taxis, escribo los datos correspondientes y los envío, ahora solo tengo que esperar.

—¿Quieres algo? No te veo bien.

La voz masculina pregunta por mí, pero no puedo mirarlo después de lo que paso, solo quiero salir de aquí.

—Un poco de agua estaría bien.

Hablo más para mí, pero al parecer él ha escuchado lo que necesito y me tiende un vaso con algo de agua. Lo bebo lentamente, siento que no me apetece nada, pero al menos el líquido sin sabor calma un poco la acidez en mi estómago.

Siento mi celular vibrar, al parecer saldré de aquí más rápido de lo esperado, lo que necesito ya ha llegado, verifico los datos del vehículo, me pongo de pie y tomo mis cosas.

—¿Qué crees que estás haciendo? Antonia, mírame —Mariana me toma de la mano haciendo que pare por un momento—. No puedes irte solo por ese estúpido.

¿Qué quería que le dijera? La verdad aquel estúpido sí me había afectado, hizo que los sentimientos que creí olvidados volvieran de nuevo, siento que mis lágrimas están a punto de salir, pero eso no lo permitiré no ahora, tal vez cuando me encuentre sola.

—Mariana lo siento mucho, pero no me siento bien, un taxi me está esperando afuera, necesito llegar a mi apartamento y descansar un poco, y créeme no estoy de humor para discutir contigo o con otra persona —trato que mi voz suene fuerte, pero sobre todo decidida.

Escucho algunas voces, realmente no sé qué es lo que dicen, ya no me importa y sin mirar atrás salgo de aquel lugar.

Es mediodía, el calor está presente, busco el vehículo indicado y reviso los datos asegurándome que sea el conductor enviado y así evitar problemas.

—Al menos tienes que despedirte.

La voz de José me detiene por un momento, me giro y veo a mis amigos detrás de mí, me acerco a ellos y beso sus mejillas, realmente me siento incapaz de decir palabra alguna, al parecer ellos lo entienden y no hablan más.

Subo al taxi, pero antes de arrancar, veo a Mariana al otro lado de la puerta.

—Apenas llegues me escribes, si te sientes enferma me avisas, por favor.

—No te preocupes, así lo haré —fuerzo a mi voz la tranquilidad que no tengo para evitar otro mal momento para ellos.

Mariana se aleja del auto y este inicia su marcha; realmente no quería que este día fuera así, no quería que mis estúpidos sentimientos estuvieran a flote y...

Respiro, solo queda esperar que mis días siguientes sean mejores, pronto estaré en casa y de seguro todo será diferente.

Y de esta manera iniciamos con la historia.

¿Cuál es su primera impresión antes los personajes? 

Nos leemos ♥

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