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-No digas eso, amado A-Chen... aún si tus ojos no son capaces de ver, tus manos siempre me han tratado con la mayor de las dulzuras y delicadezas... No me harás daño... solo quédate conmigo esta noche... y calienta mi piel con la tuya en uno de esos abrazos que tanto amo de ti...

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- Así será, mi amada princesa.- dije en la mayor de mis sonrisas mientras mis brazos la rodeaban con sutil delicadeza.

Mi rostro llegaba a esconderse en su cuello y mi túnica a cubrirla como si fuera una fina manta terminando de ayudar a mi cuerpo a mantenerla a resguardo del frío de la noche.

- Descansa, duerme tranquila... Jamás correrás peligro conmigo a tu lado. Seré tu espada, tu escudo y el corazón que te ame sin reparo alguno.

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-De ser así, entonces no tengas miedo de hacerme daño nunca. Yo seré tu luz, tu melodía y tu guía que te acompañe por este mundo sin dudarlo...

Me encogí levemente sintiendo su calor atacar todo mi cuerpo en un relajado suspiro que salió de mis labios.

-Dulces sueños, amado cultivador...- dije antes de cerrar los ojos para luego quedarme dormida donde más amaba, entre sus brazos.

...........

Me mantuve despierto segundos, minutos y horas... No sabía cuántos, pero no podía dormir sabiendo que ella podía llegar a tener fiebre o algo peor a causa de sus heridas.

Aun así, el sueño fue creciendo y, en algún momento, me quedé totalmente dormido. Junto a ella, sin más, cansado pero feliz... Amándola aún en sueños.

...........

Despertamos en la tarde para cenar, también tratar mis heridas con las aguas termales y dejarlas reposar así. Volvimos a descansar, aunque sabía que era yo la que más lo estaba haciendo.

Cuando la mañana llegó, el sol dio en mis ojos desde la ventana y me despertó. Sonreí porque también el bello rostro de A-Chen era iluminado y lo hacía parecer una bella escultura de porcelana.

Miré mis manos y las moví lentamente notando que ya no dolían tanto como el día anterior. Sonreí contenta y orgullosa de que las buenas atenciones de mi querido cultivador dieran frutos.

-A-Chen... ¿Estás despierto...? Amado mío... ya el sol ha salido... despierta...- dije con gran ternura mientras, aún con las vendas cubriéndola, lo acariciaba en la mejilla con mi mano.

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- Estoy despierto, mi bella flor en el desierto.- dije sonriendo y abrazandola un poco más.- Buenos días, A-Guang... Espero que pudieras descansar bien. ¿Cómo están tus heridas?

Deseaba saber si habían mejorado, ojalá pudiera valorarlas yo mismo, pero mis manos aún podían ser malas a su condición y eso, más que nada, me aterraba.

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-Están mucho mejor... mis manos ya no duelen tanto...- dije sin dejar de darle caricias.- ¿Lo sientes? Ya no me duele hacer eso... estoy mucho mejor... gracias a que me has cuidado con tanto mimo...- le di un beso en los labios atrayendo su rostro hacia el mío con mis manos.

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- Era lo menos que podía hacer... Siempre me atiendes con tanto cuidado que sería un sacrilegio no hacer lo mismo.- dije antes de besarla de nuevo, leve, tiernamente.- ¿Tienes hambre? Iré a por el desayuno si es así, debes comer algo por mínimo que sea. O podemos celebrar que estás mejor con unos bollos de carne... Como el día que nos conocimos.

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-Eso me encantaría... perdona que aún no te pueda acompañar... espero también recuperarme pronto de todo...- suspiré algo decepcionada, odiaba no poder serle de ayuda en mi estado.- Aunque me siento más calmada porque estemos en un lugar conocido para ti... no quisiera que solo por atenderme, lo pasaras mal tú...

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- No lo pasaría mal si es por ayudarte, princesa... Iré abajo y subiré antes de que te des cuenta.- dije alegremente antes de besar su frente y dejarla bien recostada en la cama.- Solo espera un minuto y la comida estará aquí mismo, te prometo que iré con cuidado y en cualquier caso, pediré amablemente al posadero o a su esposa que me ayuden.

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-Entonces esperaré aquí pacientemente a que regrese, A-Chen...- dije con una sonrisa cordial y una mirada amable mientras lo veía alejarse de la cama con rumbo a la puerta.- Manda mis agradecimientos a la pareja, por favor... también nos han ayudado mucho y debemos agradecerles...

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- Así lo haré, princesa mía.- dije sonriendo antes de salir de la habitación.

Tal como había dicho, fui a por la comida y algo de té de frutas que pensé que le gustaría... Pues es más dulce del normal y acompañaría bien a los bollos de carne que el posadero preparó para nosotros.

Subí poco después, teniendo mucho cuidado con mis pasos y aún más al abrir la puerta empujándola con mi espalda al tener ambas manos ocupadas.

- Aquí estoy, mi reina... Espero que tengas hambre, pues tenemos bastante que comer. También he traído una bebida algo especial.- dije animado mientras me adentraba en la habitación y lograba apoyar ambas bandejas en la mesa auxiliar de la habitación.

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-Oh, A-Chen... debiste decir que te ayudaran a traer todo eso...- dije con una mirada conmovida al verlo entrar con las bandejas.- Todo se ve delicioso, me trae tantos recuerdos comer bollos de carne...- me arrastré al borde de la cama para ayudarlo con la comida, no quería que se entristeciera si, luego de tanto trabajo para traer todo eso a la habitación, terminara por tirarlo en un descuido.

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- Me ofrecieron ayuda, pero para que molestar si puedo hacerlo yo mismo... Aunque admito que es un milagro que los vasos no hayan acabado en el suelo.- bromeé ligeramente mientras recolocaba la comida con tacto y cuidado.- Solo el olor de los jugosos bollos de carne me han abierto el apetito... Aunque están algo calientes, quizás sea mejor que lo sujete yo en tu lugar.

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-A-Chen, estás siendo demasiado considerado...- lo miré conmovida y terminé por asentir.- Si aún quieres cuidarme así, entonces lo aceptaré. Todo gesto de cariño y cuidado que venga de ti, lo recibiré con el corazón deseoso de más... Venga, vamos a comer...- dije con una sonrisa alegre.

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- Quiero cuidarte... Además, tocar algo caliente cuando tus manos no se han recuperado del todo podría empeorar tu condición.- dije suavemente mientras tomaba dos bollos de carne muy certeramente.

Uno de ellos lo sostuve delante de donde creía que estaba ella, sin dejar que lo sujetara con sus manos, el otro bollo estaba ya cerca de mis labios.

- Si te es más cómodo, puedes sujetar mis manos para acercarlo más.- dije a sabiendas de que podía ser incómodo para ella.

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Con la punta de mis dedos llevé su mano cerca de mi boca para poder comer del bollo. Al menos si lo sujetaba por la muñeca no sería problema.

Tuve que soplar un par de veces antes de poder darle un mordisco. Era cierto que así de recién hechos me hubieran podido lastimar un poco.

-Está delicioso, A-Chen... me trae tantos recuerdos... Creo que los bollos de carne se han convertido en algo demasiado simbólico para nosotros... pero estoy muy agradecida de haberte conocido ese día...- dije complacida mientras apoyaba mi cuerpo levemente contra su brazo y suspiraba con tranquilidad y paz.

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- Aún no puedo creer la suerte que corrí en ese momento al estar en el pueblo, pude escuchar uno de tus maravillosos cuentos.- dije con una enorme sonrisa en mis labios.- Pude conocerte... En ese instante... Te prometo que pensé que el destino me había abrazado y sonreído. Eres un ángel, y como tal pienso mantenerte a mi lado... Solo espero que jamás tengamos que separar caminos, pues sería como perder todo el aire que nos mantiene.

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-Dudo que haya algo que logre separarnos, A-Chen. Y si es así, ya hemos comprobado que la vida misma nos vuelve a unir...- dije sonrojada y con una leve sonrisa mientras seguía comiendo.- No importa cuánta distancia o tiempo nos separe, siempre he confiado en que tus manos llegarán a tocarme nuevamente así como mis ojos volverán a verte... Siempre ha sido así... y siempre volverá a ser así...

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- Así lograremos que sea.- dije con una leve sonrisa que en poco tiempo se tornó un rostro más serio.- Si algún día tenemos que separarnos o tienes que huir de algún peligro esté yo o no cerca... Quiero que te dirijas al receso de las nubes, allí solo di tu nombre y que pronto yo iré a buscarte.

Mis palabras fueron más serias de lo normal, pero era necesario que ella supiera a dónde debía ir en caso de que algo sucediese.

- A ser posible habla con el joven maestro Hanguang Jun. En su defecto, si queda más cerca, ve a un pueblo rodeado de bosque en las montañas más al oeste... Allí busca a Wei LiXue, ella te ayudará hasta que yo dé contigo. Tienes que prometermelo...

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-Sé dónde es ese lugar... pero... A-Chen...- con la punta de mis dedos giré su rostro para dirigirlo hacia mí aunque no me pudiera ver, pero su seriedad no me gustaba.- ¿Crees en serio que necesitemos de algo así...? Yo... no quiero tener que dejarte solo nunca... Y si es porque estemos en peligro... menos aún soy capaz de alejarme de ti...

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