Capitulo 30 (Final)

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Jennie pasó estos últimos días en su cama, echada, comiendo y viendo en televisión series y películas, solo habían sido cinco días, pero a ella le pareció muchísimos más. Había pedido días libres en el trabajo, con la excusa de que estaba enferma, no le costó mucho fingirlo porque parecía un poco enferma hablando, lloró mucho antes de realizar la llamada, así que su voz se escuchaba mucho más ronca y rota. Sus horas de trabajo a veces no eran fijas, así que también por ello fácilmente aceptaron, dejándole un poco de trabajo para que haga desde casa. Gracias a ello, no se había movido de su casa, sus compras se la había hecho JiSoo, un día que pasó por allí, parecía preocupada, realmente preocupada, cuando la vio, hasta que le contó lo que sucedió, entonces comenzó a reírse y decirle lo idiota que era por no haber ido con Lisa, en vez de seguir a MinHo, porque el tamaño era todo lo que importa, le había dicho. Jennie había rodado los ojos y la había echado de su casa, aunque después se puso a pensar en Lisa y todo por JiSoo, antes casi ni la había recordado, distrayéndose con otras cosas y pensando en lo imbécil que había sido con MinHo.

Antes, cuando su vida sexual era muy activa, era por ello. Odiaba las separaciones, si terminaban con ella la hacía sentir menos de lo que era, afectaba bastante su ego y la dejaba con la duda, de qué había hecho mal, en qué se había equivocado. Y cuando era ella quien terminaba la relación se sentía mal, se sentía culpable por hacer sentir mal o bajar el autoestima de quien había sido su pareja. Aunque con MinHo no fue ninguna de las dos, MinHo no terminó con Jennie, ni ella con el chico, pasó algo peor, humilló a MinHo. Jennie no habría sabido qué hacer en su lugar, quizás se hubiera quedado quieta allí, convenciéndose mentalmente de que no era mala en la cama, o haciendo felaciones, o por lo menos, eso pensaba, quizás le pegaba. Lo que sí sabía, es que era una idiota.

Se sentía mal, triste y culpable. Había sido una imbécil con MinHo diciéndole eso, pero no había podido evitarlo, ese día estaba cansada y de mal humor, le había ido mal en el trabajo, lo de decirle que su pene era chico se le había salido de la boca sin haber tenido tiempo de procesarlo. Lo había seguido después, pidiendo disculpas, todo el camino que MinHo hizo desde el consultorio hasta su auto. Le repitió varias veces también que quería que fuesen amigos y MinHo le contestó de mala forma que podía ser amigo de su pene chico si quisiera, pero no de él. Aunque Jennie casi se ríe a carcajadas de ello, lo odio, porque quería conservar su relación como una amistad.

Ha estado pensando todos estos días en qué hacer, en qué hacer con MinHo, con Lisa, o con su vida directamente, hasta que dejó de trabajar, podrían llegar a despedirla si sigue sin asistir al trabajo, todo por un ex novio con pene pequeño. Llegó a la conclusión de que ya no puede seguir así; la mayor parte del tiempo, de esos días sin hacer nada, estuvo tratando de distraerse, mirando televisión, revisando sus redes sociales o con sus dedos, pero esa tarde en especial pensó en sus opciones. No puede arreglar las cosas con MinHo, o por lo menos no por ahora, la bloqueó de Facebook, WhatsApp, todas sus redes sociales, hasta restringió sus llamadas, no hay forma de que se comunique para arreglar un encuentro, tampoco quiere ir a su casa, así que su relación con MinHo quedará así por un tiempo. Podría hablar con Lisa, de todo lo que ha hecho mal es lo único que se puede resolver, definitivamente tiene que hablar con Lisa. Lo hará, no ahora, porque hay un maratón de capítulos de Dickinson y sus amigos por el grupo de WhatsApp estaban pasando videos de "Shot on iphone", ese fue el mejor día.

Así que pasó la noche así, acostada en su cama, con su teléfono en mano, una caja de pizza abierta, recién traída por el delivery y el televisor reproduciendo la serie que le llamó la atención, pero que nunca vio (Dickinson), total, Lisa podía esperar hasta mañana.

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En la mañana siguiente, Jennie se levantó nerviosa, todavía no había pensado qué decirle a Lisa, pero eso era algo que podía hacer mientras se bañaba o se iba hasta su consultorio. Sabe que está ahí a esta hora de la mañana porque cuando se hablaban por mensaje le decía, con el pasar de los días se aprendió un poco de sus horarios, a veces cambiaba, pero generalmente en la mañana estaba con su paciente.

Se levantó de la cama con total pereza, había pasado la mayor parte de su tiempo en cama, levantándose para pocas cosas, ya casi se estaba haciendo parte del colchón. Eran las ocho de las mañana, seguro sería extraño que se apareciera sin avisar tan temprano, entonces se puso a terminar las cosas que habían mandado desde su trabajo, había hecho un poco por las tardes, pero le faltaba terminar y hablar con su jefe, para que la pusiera al corriente con respecto a su último cliente, Jennie se concentró en eso un tiempo, tomaba café mientras escribía en su notebook y comió sobras de la pizza de anoche cuando lo terminó, estaba sentado en el sofá de su living, sus piernas cruzadas como indio y su computadora portátil encima de éstas.

Al terminar lo que le habían mandado ya eran las nueve y media pasadas, se levantó del sofá, apagando la computadora antes, y fue hasta el baño, se dio una ducha rápida y salió del baño con una toalla cubriendo su cuerpo, se vistió en su habitación. Hacía calor, por lo que se puso un top azul, unos shorts negros y unas zapatillas blancas.

Tomó sus llaves, su teléfono y su billetera, los guardó en su bolsillo, luego salió de su departamento, paró un taxi fuera de su edificio y subió en éste. Estaba tan nerviosa que sus piernas temblaban, seguía sin saber que decir, pero eso no importaba, era capaz de entrar y solo pedir por sexo, suele ser así, atrevida, por decirlo de alguna forma.

Después de indicarle la dirección al taxista, Jennie sacó su celular de su bolsillo y todo el camino se la paso mandando mensajes, revisando su Instagram o solo viendo algunos tweets. Le contó a Mina y a JiSoo lo que estaba a punto de hacer, recibió apoyo de ambas, pero también bromas, aunque Jennie ya se esperaba eso, así que solo rió y rodó los ojos con las bromas, totalmente acostumbrada.

El conductor frenó justo en frente de la clínica donde Lisa trabajaba, Jennie le pagó y bajo del auto, entró y sin esperar a ser avisada por su secretaria, o siquiera pensar en lo que hacía, se hizo lugar dentro del consultorio de Lisa. No solo se hizo lugar, sino que entró golpeando las puertas, queriendo llamar la completa atención del

Entró, exclamando alto y fuerte un "¡Lisa!", mientras que en un momento de locura sacó su top por encima de su cabeza quedando solo con un brazier negro cubriendo su parte superior. Ni siquiera había pensado, pero fue un impulso y tal vez, algo que había imaginado de la noche anterior, pero por supuesto, no esperó que dentro de la habitación estuviera un paciente con Lisa, sentado donde ella solía sentarse cuando iba a sesiones privadas. El hombre la veía con los ojos bien abiertos, con rastros de diversión y curiosidad en sus ojos. En cambio, Lisa la miraba con pura diversión casi como si se estuviera riendo mentalmente de ella, sus cejas levantadas, una sonrisa amplia y burlona en sus labios, sus brazos cruzados sobre su pecho.

Jennie casi le pide a quien sea que la haga desaparecer. No podía creer que había sido tan estúpida como para pensar que Lisa iba a estar sola, esperando por ella. Sus mejillas se tiñeron de rojo, se dio la vuelta dándoles la espalda a las dos personas que apreciaron su estúpido show mientras se ponía su top nuevamente, y luego se marchó hacia la sala de espera, caminando cabizbaja, totalmente avergonzada, aunque también un poco divertida. Tenía que admitir que lo que hizo fue motivo para reírse.

Esperó sentada en un sillón de la sala de espera, estuvo allí cerca de media hora, con miradas burlonas y divertidas que le dedicaba la secretaria de vez en cuando, mientras hacía su trabajo. Jennie no podía esperar otra reacción suya, después de lo que había hecho, buscó distracción con su teléfono y la consiguió.

Se sintió aliviado cuando el paciente que la había visto hacer el ridículo salió, Lisa también lo hizo, seguramente para buscarla, al encontrarla con la mirada soltó una carcajadas y esperó a que la mayor se levante. Jennie lo hizo, después de soltar un largo suspiro. Caminó hasta Lisa, entró al consultorio y luego de que ambas estuvieran dentro, Jennie cerró la puerta.

─ ¿Me puedes explicar que quisiste hacer hace un rato? ─ preguntó Lisa con burla, con una sonrisa divertida en sus labios.

Jennie se sonrojó, mientras que a la vez se acercaba a la más alta. Sabía a qué venía, pero no sabía cómo mierda hablarlo con Lisa. Su cuerpo solo estaba reaccionando por impulso, extrañaba a Lisa, a pesar de que no la había visto por una semana, se sintió mucho más tiempo.

La abrazó, pasando sus manos por encima de la cintura de la pelinegra, ésta le correspondió, poniendo sus brazos en la cintura contraria, envolviéndola, y apoyando su mentón con delicadeza en la cabeza de la más baja, sonriendo al sentir como la mayor se apoyaba en su pecho por la diferencia de estatura. Jennie se alejó solo un poco, permitiendo que Lisa pueda ocultar su rostro entre la curva de su hombro y su cuello, y puedan estar más cerca.

─ Perdón ─ susurró Jennie cerca de su oído, estaba haciendo un puchero, creyendo que Lisa no lo notaba, pero lo hizo, porque lo que sobresalía de su labio humedecía levemente su oído, estremeciéndola.

─ No tienes por qué pedir perdón, Jennie ─ le murmuró Lisa en respuesta, subiendo y bajando su mano por su espalda, lentamente, en una sutil caricia ─ Entiendo que no me hayas hablado en estos días ─ Su voz era calmada y baja, Jennie asintió levemente - ¿Le pediste perdón a MinHo para quedar bien con él? ─ preguntó y la coreana negó con la cabeza.

Jennie se volvió a alejar un poco y empezó a besar el cuello de Lisa, sus húmedos y suaves labios crearon escalofríos en la menor, soltó un gemido y Jennie sonrió, mordiendo levemente después. Había extrañado eso, no había tenido contacto con Lisa desde hace mucho, se habían visto luego de la cena en la casa de Lisa, pero apenas se habían dado algún que otro beso, MinHo siempre estaba en medio.

Irguió la cabeza y besó a Lisa, moviendo sus labios sobre los de la azabache de forma desesperada y demandante, pero a una velocidad lenta, disfrutando cada roce de sus labios. Lisa rodeó con sus brazos la cintura de la más baja con más firmeza, sus manos apoyadas en su espalda baja, presionando levemente sus dedos, bajó sus manos a su trasero y tomó cada nalga con sus manos. Jennie gimió en sus labios y llevó sus manos a su cuello.

─ Te extrañé ─ susurró Lisa contra sus labios cuando se separaron, mordió el labio inferior ajeno y Jennie sonrió ampliamente.

─ Yo a ti, amor ─ le contestó Jennie, su voz un poco más ronca.

Tomó las mejillas de la más alta y volvió a unir sus bocas, esta vez el beso fue más sexual, sus labios moviéndose con rapidez y pasión, desesperados y hambrientos, Lisa gruñó y apretó su trasero, pegando sus cuerpo, su erección frotándose contra el cuerpo de la más baja. Jennie gimió contra sus labios al sentir la dureza de la azabache y ésta comenzó a caminar hacia delante, llevándola hacia el sofá, los ojos de ambas estaban cerrados, pero ella sabía dónde estaban sus muebles así que no tuvo complicaciones en ir hasta el mueble.

En cuanto la parte de atrás de las piernas de Jennie dieron contra el sofá, Lisa comenzó a inclinarse hacia adelante, recostándola sobre éste. Jennie obedeció, cortando el beso y mostrándole una sonrisa de lado, sus labios estaban hinchados y rojos, sus ojos eran más negros ahora. Lisa disfrutó de la vista por unos segundos, pero luego se recostó encima de Jennie, sus manos por sus costados, acariciando la suave piel descubierta por el top. Sus labios pasearon por el blanquecino cuello de Jennie, acariciando la suave y sensible piel, con sus labios, dejando besos húmedos y calientes, la mayor soltaba gemidos un tanto altos, mientras que sus manos vagaban por la espalda de la contraria, subiendo la remera blanca que llevaba puesta.

Se fueron desvistiendo así, lentamente, la boca de Lisa en algún lugar del cuerpo de Jennie, ya sea en su cuello, clavículas, pechos, abdomen y hombros, mientras que la de la pelicastaña se mantenía abierta, soltando gemidos y jadeos. La primera en quedar desnuda fue Jennie, quien disfrutó de las lentas y suaves caricias hechas por los labios de Lisa en su cuerpo, sin embargo solo le había quitado la remera a Lisa, así que cuando ésta terminó de desnudar a la más baja, se levantó, alejándose de Jennie, que gimió en protesta por ello, y se quitó el pantalón, bajando después su bóxer negro y tirando sus zapatos al suelo, desparramados cerca de los de Jennie.

Enseguida, ya desnuda, Lisa se acomodó entre las piernas de Jennie, arrodillándose, pero rápidamente se separó y caminó hasta su escritorio, su miembro balanceándose erecto contra su estómago mientras lo hacía. Jennie frunció el ceño, siguiéndola con la mirada por la habitación.

─ ¿Qué ...? ─ comenzó a preguntar confundida, pero rápidamente fue interrumpido por Lisa.

─ Condones ─ contestó, cortante y rápido, evidentemente excitada, su tono de voz diferente. Jennie rió, asintiendo para sí misma, ya que Lisa seguía sin verla.

No pasó mucho hasta que Lisa volvió a arrodillarse entre medio de sus piernas, le sonrió y dejó la tira de preservativos de lubricante sobre el abdomen de Jennie, después de haberse colocado uno en su erecto miembro. La azabache acarició sus húmedos pliegues, hasta su clítoris, disfrutando del estremecimiento de Jennie por su tacto. Se rió cuando la mayor se removió al sentir la presión que ejercía en su hinchado clítoris con sus dedos.

─ Tan hermosa ─ susurró Lisa, casi inconsciente, con su voz más ronca y profunda.

Jennie le sonrió, abriendo más sus piernas, Lisa dejó de jugar en su entrada con sus dedos y la penetró, primero solo con uno, pero al notar que no estaba tan estrecha como normalmente lo está, agregó otro, una ceja elevada en un cuestionamiento silencioso. Jennie se sonrojó, mordió su labio inferior. Lisa tenía su otra mano sobre su cintura y la presionó con más fuerza, mientras que sus dedos se movían en el interior de Jennie, buscando su punto dulce.

─ ¿Estuviste jugando o ...? ─ hizo un silencio, su mano apretando con fuerza su cadera y su mandíbula apretándose, estaba evidentemente enojada, celosa ─ ¿... estuviste con alguien más? ─ preguntó luego de un largo y profundo suspiro.

─ Jugando ─ contestó simplemente, soltando un gemido al final ─ Pensando en t.

Tiró su cabeza hacia atrás, sintiendo los dedos de Lisa presionando con fuerza sobre su pálida piel, seguramente dejando marcas en ella. La menor sonrió al escucharla y retiró sus dedos del interior de Jennie, ésta gimió en protesta, haciendo un puchero con sus labios sacándole una risa a la ojimiel.

Sin esperar mucho, penetró a Jennie lentamente, disfrutando de la sensación, sus paredes sintiendo por completo el miembro de Lisa, mientras soltaba un largo gemido. Rápidamente comenzó a moverse, embistiéndola primero a una velocidad lenta, entrando profundamente, pero aumentando la velocidad y la fuerza a medida que los minutos pasaban.

Ambas eran un lío de gemidos, jadeos y respiraciones, con mejillas sonrojadas y labios hinchados. Jennie se encargaba de frotar su clítoris con una de sus manos, mientras que con la otra se abrazaba a la espalda de la más alta dejándole algunos aruños. Lisa disfrutaba de la vista, su labio inferior entre sus dientes, mientras que sus caderas se movían, embistiendo a Jennie profunda y bruscamente. Se escuchaba con fuerza el sonido que hacían las bolas de Lisa contra la piel del culo de la mayor.

─ Toda mía ─ susurró en un gemido Lisa, acelerando sus embestidas mientras que sus manos vagaban por los pechos de la pelicastaña, llegó hasta sus pezones con sus dedos y apretó uno, acariciándolo luego. Jennie asintió con fuerza, cerrando sus ojos, sintiendo las caricias de Lisa sobre sus pezones y gimiendo por estas, volvió a mover su mano sobre su clítoris, sus movimientos vacilantes y rápidos.

No tardaron mucho en correrse, Jennie pidiéndole a la menor que lo hicieran en su abdomen o en sus pechos, a lo que ésta accedió saliendo de su interior y quitándose el preservativo para llevar a cabo la orden de la pelicastaña, corriéndose en el abdomen de la contraria, que miraba fascinada como Lisa tiró su cabeza hacia atrás, gimiendo su nombre a la vez que cubría su abdomen y pechos de semen.

Luego de limpiar a la mayor, Lisa se recostó sobre el pecho de Jennie, todavía entre sus piernas, sus manos rodeando su cintura.

─ No será solo sexo, ¿Verdad? ─ preguntó de repente Lisa, insegura, su labio inferior entre sus dientes.

Jennie la miró, verdaderamente ofendida, aunque pensó en que podía haberle dado señales de que sea solo sexo, así que rápidamente negó con la cabeza, sonriendo levemente.

─ Claro que no, quiero que lo intentemos ─ le contestó, sonriendo ampliamente ahora. Tomó la mano de la más alta, entrelazando sus dedos, y le dio un apretón moviendo sus manos

─ Me alegra que sea así ─ le dijo Lisa, no luciendo insegura, sino feliz. Una amplia sonrisa en sus labios ─ Conmigo no tendrás problemas, tengo un gran pene ─ bromeó Lisa divertida, guiñándole un ojo y riendo luego.

Jennie le dio un golpe en el hombro, por lo que Lisa pensó que diría algo como "tonta, todavía me siento mal por ello" o algo por el estilo, pero en su lugar, Jennie también bromeó.

─ Eso lo sé ─ guiñó de vuelta la pelicastaña, metiendo su mano libre por entre sus cuerpos y tomando la polla media dura de Lisa y dándole un apretón.

Lisa rió y luego de ello ambas se quedaron en silencio por un rato, disfrutando de las pequeñas y suaves caricias que se daban entre sí, hasta que Jennie comenzó a preguntarse en por qué Lisa tenía condones en su consultorio. Frunció el ceño y la pelinegra se vio confundido por su expresión.

─ ¿Por qué tienes condones en tu escritorio? ─ preguntó Jennie, aliviando la confusión del rostro de Lisa, quien rió.

─ Porque siempre tuve la fantasía de follar con alguien contra mi escritorio ─ contestó, encogiéndose de hombros y riendo bajo ─ Tengo que estar preparada.

─ ¿Sí? ─ preguntó Jennie, levantando una de sus cejas, en un gesto coqueto ─ Yo podría cumplirla ─ le sonrió lascivamente, deslizando su mano por la polla de la menor, sintiéndola endurecerse bajo su toque

Ella iba a poder cumplir esa y otras fantasías, porque no solo era algo de una vez, aunque eso signifique generar más de un trauma en los pacientes que esperaban por Lisa en la sala de espera que estaba fuera de su consultorio, los cuales habían escuchado los gemidos y jadeos de ambas, además de su secretaria, claro.

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HEYYYY, aún falta el epílogo, pero lo subiré al llegar a los 150 votos.🔖

otra cosa, vayan a leer falofilia. no se van a arrepentir.

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