― ¿Qué quieres? ― Mi voz sale amenazante y desconfiada.

Miro a mi alrededor sin encontrar algo que me indique donde estamos aparte de saber que es un almacén viejo con cajas por todos lados, el olor a polvo y humedad predomina en el lugar, la iluminación es proporcionada por una bombilla de luz amarilla que guinda sobre mi cabeza.

Su expresión divertida no cambia mientras camina a mí alrededor, la mitad de su rostro se encuentra quemado y la cicatriz es muy fea, forcejeo con mis brazos ocasionando que la silla hace estremezca y las cadenas rechinen, toma el espaldar haciendo presión evitando que me pueda seguir moviendo, levanto mi vista encontrándome con una silueta femenina apoyada en unas de las paredes del fondo.

― ¿Qué quieres? ― vuelvo a preguntar del mismo modo ― Di de una maldita vez, ¡¿qué quieres?!

Otro golpe me hace escupir sangre hacia aun lado, mi pecho sube y baja con velocidad, siento el olor a oxido en mi fosas nasales, la sangre comienza a secarse impidiendo el paso de oxigeno por ellas, mis muñecas arden por el roce del acero con mi piel, las heridas me envían escalofríos por todo el cuerpo, siento que en cualquier momento volveré a perder el conocimiento.

― ¿Los conoces? ― pregunta una voz femenina con acento marcado.

Me siento tan débil que ni siquiera note cuando salió de la oscuridad y se posiciono frente a mí, hago mi esfuerzo levantando la cabeza tratando de enfocar mi vista que comienza a ver borroso, pero la imagen que me muestra puedo identificarla fácilmente, es en ese momento donde siento el miedo e inseguridad apoderarse de cada célula de mi cuerpo.

― ¿Qué quieres? ― Esta vez mi voz sale temblorosa con evidente temor.

― Veras, es algo muy sencillo.

Toma mi rostro encajando sus uñas en mi mandíbula, obligándome a verla a los ojos, su rostro es puro odio y rencor, levanta otra fotografía plantándomela en la cara, pestañeo varias veces hasta que logro ver de quien se trata y siento mi corazón detenerse por predecir la frase que viene a continuación:

― La quiero a ella…