Capítulo XI: Partiendo El Cielo Negro

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Thor observó a todos dormir.

Hace mucho tiempo no se sentía tan tranquilo en un lugar de Midgard, pero estar aquí con estos tres mortales lo tenía muy sereno, recordando los tiempos de los antiguos guerreros donde de vez en cuando se le aparecía a algún mortal, o les ayudaba con las cosechas e incluso dándoles fuerza para la guerra y peleas.

Este pequeño pueblo era la epitome de la tranquilidad, parecía alejado de todo lo que afectaba al mundo, incluso el mismo dios del trueno sintió el misticismo en el sitio, debía proteger el lugar a costa de todo.

Por lo que habían dicho en la conversación Yrsa y Jørgen, los secuaces de Loki estaban buscando a Mildri, aquí la pregunta era el ¿por qué de ello?

¿Sabría el dios del engaño que ella era descendiente de Largatha? O ¿Por la oposición que estaba teniendo ella y su grupo de antiguas tradiciones?

Loki ¿Por qué estaba haciendo todo esto?

Si bien el padre todo lo había mandado a Midgard a detener a la deidad del engaño, ella fue la que le quitó el inhibidor de su fuerza, le pidió que llevara a Loki ante la verdadera justicia después de lo que le había hecho a su medio hermano, Balder.

La muerte de él aún pesaba en los corazones de Asgard, había sido un gran golpe para todos, siendo que él siempre fue un dios que llenaba de luz a donde llegaba, su sonrisa deslumbraba al que la viera, siempre se preocupó por el bienestar de Midgard y de sus compañeros dioses.

A él, al principio no le importó mucho, pero después sintió el vacío que había dejado su medio hermano, notó lo enojado que estaba Odín y lo triste que se mostró la reina de Asgard, Frigga.

—¿Por qué lo hiciste Loki? —susurró para sus adentros.

En ese momento, notó que el sol estaba ya saliendo, escuchando a los pájaros cantar, pero a la par el ruido de llantas de carros acercarse al tranquilo pueblo, y eran varios, lo cual puso intranquilo al dios del trueno.

Sin decir nada, tomó su martillo y salió de la casa con mucho cuidado, sus cabras lo vieron.

—¿Qué sucede mi señor? —preguntó Tanngrisnir.

—¿No escucharon las llantas acercase al pueblo? —cuestionó.

—Si, pero no consideramos algo malo, digo es normal que los mortales usen sus aparatos ¿no? —señaló Tanngnjóstr.

—¡Silencio! Esto no puede ser bueno, los niños que vinieron a buscar a Mldri comentaron que la habían estado buscando, lo que parece ser secuaces de Loki —dijo de manera golpeada Thor.

Todos guardaron silencio y fue cuando escucharon de nuevo las llantas, pero eran muchas, hasta que las vieron entrando a la calle principal del pequeño pueblo, una tras otra, alrededor de quince de ellas.

Se estacionaron enfrente de donde estaban ellos, descendiendo de las mismas seis soldados de cada una, con armas humanas. Pero de la primera descendió un hombre alto, moreno con largo cabello rojo y una colosal espada en su espalda.

Thor lo reconoció enseguida Surtr.

—No eres bienvenido aquí Munspelli —rugió el dios del trueno mientras camino hacia ellos.

El aura alrededor de Thor se manifestó con pequeñas descargas eléctricas surcando su cuerpo. En su diestra Mjöllner estaba listo para la batalla.

El recién llegado volteó su mirada, sus ojos se abrieron de par en par al ver de quien se trataba.

—Entonces si eras tu asgardiano —dijo de manera retadora —, ataquen.

Señaló al dios del trueno y los soldados sin miedo alguno se fueron acercando de manera rápida hacia él, lo que jamás esperaron fue ser electrocutados por diversos rayos que se manifestaron alrededor de su cuerpo.

Los secuaces comenzaron a caer uno a uno calcinados por el poderío de Thor, desprendiendo del lugar un olor a carne quemada, mientras los cuerpos caían uno a uno ennegrecidos y algunos con fuego aún prendido.

La furia del asgardiano era palpable, una nube se manifestó por encima de ellos, negra y con rayos escuchándose de manera imponente, cómo si se partiera el cielo en dos, Las casas retumbaron por el atronador sonido de la tormenta que se avecinaba.

Esto hizo que muchos de los habitantes del pequeño pueblo salieran de sus casas quedando impresionados con lo que veían, muchos de ellos comenzaron a grabar la escena, la cual parecía de película.

Mildri y los chicos de igual manera se asomaron a la entrada, pero las cabras se pararon enfrente de ellos protegiéndolos.

—Nuestro señor va a pelear, manténganse a salvo —les dijo Tanngrisnir.

La vieron impresionados y se mantuvieron atrás de ellas.

—¿Contra quién pelea? —preguntó Jørgen.

—Contra el Munspelli, el que inició todo en Midgard hace un año —dijo Tanngnjóstr.

—Surtr —susurró asustada Mildri.

Todos tornaron su atención a las dos personas, los midgardianos no sabían que sucedía, hasta que sucedió.

Surtr se incendió mostrando su forma de fuego, un hombre de siete metros de altura, cubierto por fuego y lava, sosteniendo una colosal espada prendida en lumbre, sus ojos inundados en furia.

—Morirás aquí hijo de Odín, mandaré tu cuerpo en una caja para el padre de todo.

Con ello dejó salir un colosal rugido y se abalanzó sobre Thor, quien todo lo vio en cámara lenta, sabía que el gigante de movía a gran velocidad, pero para él no era más que una tortuga.

Sin meditarlo movió su martillo con tal precisión que golpeó el rostro de su enemigo, quien salió disparado hacia el cielo, para que en el acto seguido Thor apuntara su dedo hacia las nubes y un colosal rayo cayera sobre el cuerpo de Surtr.

El potente ataque atravesó el cuerpo del Munspelli, escuchando un atronador golpe que hizo retumbar la tierra, mientras que, al momento de estrellarse con el suelo, el gigante hizo un gran cráter que ocasionó una onda expansiva que voló varios carros y cuarteo casas enteras. Las personas quedaron impresionadas, pero a la vez muy asustados que se metieron a las casas.

Thor camino hacia donde descendió su enemigo, pero era recibido por una llamarada potente que lo golpeo de lleno en el cuerpo y cara.

—Toma maldito, morirás cómo lo hizo tu medio hermano hace siglos, jamás podrás derrotarnos.

Las potentes flamas engullían al dios del trueno en un voraz vórtice, el torbellino se movía a gran velocidad intentando quemar al cuerpo de su enemigo, pero esto no ayudo en nada, solamente empeoró las cosas.

Con un movimiento de Mjöllner despejó el ataque de su enemigo, una mueca de enojo se mostró en su rostro, y sin previo aviso, atacó.

Cómo un céfiro se movió hacia el antagónico gigante y sin medir más palabra acertó un potente puñetazo que no dejo levantar a Surtr.

Infundiendo su puño con electricidad dejo caer azote tras azote sobre el cuerpo del gigante, quien no podía hacer nada, el ataque del dios del trueno era imparable, sus manos parecían centellas viajando más rápidos que la luz.

Cada impacto descargo sobre el gigante grandes descargas que calcinaban si cuerpo pero gracias a su factor divino de regeneración, se curaba, lo cual ocasionaba más dolor en su ser.

Thor no estaba buscando destruir al gigante, sólo causar en su cuerpo el mayor daño posible.

—Te haré sufrir cómo tú lo hiciste con los mortales, destrozaré una y otra vez tu carne y fundiré tu ser con la electricidad y la luz del relámpago.

El ataque que hacía el dios de la fuerza no se detenía, uno tras otro los puñetazos destrozaban el cuerpo del adolorido gigante, quien por más que lo intentaba no podía levantarse y mucho menos zafarse del agarre del Aesir.

En ese momento, la vista de Thor se nubló y comenzó a escuchar voces a su alrededor, alaridos de espíritus, mientras que un olor a hierbas inundaba sus sentidos.

Surtr aprovechó esto para quitar de encima al dios del trueno y retroceder, necesitaba recuperarse por completo para enfrentarlo.

Los sentidos regresaron a Thor, quien mostró su furia al haber sido engañado.

—¿Quién está ahí? —grito el asgardiano.

Pequeñas risas se manifestaron alrededor de los peleadores, mientras que se distorsionaba la realidad, ocasionado que los colores cambiaran en las cosas y que se vieran ellos arriba en el cielo y no en la tierra.

—¿Tantas ansias tienes de verme Odinsson? Yo refiero jugar contigo un poco más —una risa macabra se manifestó en el sitio.

Thor concentró su energía alrededor de él, se oscureció incluso más el cielo. Una cadena de relámpagos comenzó a pegar alrededor de su fisionomía y cerca de Surtr quien intentaba esquivar a cada uno de ellos.

—Veo que sigues igual de ansioso, eso no me sorprende.

De la penumbra salió de las sombras, haciendo que la deidad del trueno se sorprendiera.

—¡Tú! 

Nota de Autor;

Frigga o Frigg: Es una de las diosas mayores en la mitología nórdica y germánica, esposa de Odín, reina de los Æsir y diosa del cielo. Es la diosa de la fertilidad, el amor, el manejo del hogar, el matrimonio, la maternidad, la sabiduría doméstica, la previsión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro